Soy un activista en defensa de los derechos humanos. Como parte de mi labor, me mantengo muy activo en Facebook y en Twitter, las dos redes sociales más populares.
Facebook funciona por medio de “solicitudes de amistad”; Twitter, por medio de “seguimientos”. En ambas, existe la posibilidad de eliminar contactos que antes habían sido aceptados. En Twitter se les puede dejar de seguir o bien, se les puede bloquear. Cuando un usuario es bloqueado por otro, permanentemente se le impedirá seguir al bloqueador y, con ello, no se podrá leer nada de lo que este último escriba en su barra de escritura. Bloquear a alguien, por tanto, es una decisión drástica.
Twitter es ampliamente empleado por figuras públicas: artistas, deportistas y políticos. En el caso de éstos, suele ocurrir que ocupen cargos públicos. En México, uno de los servidores públicos más seguidos en Twitter es, sin duda, el presidente de la República, Felipe Calderón; tiene más de 300 mil seguidores. El señor Calderón es muy activo en Twitter. El presidente tiene, además, su cuenta verificada, esto se logra si el usuario demuestra ante los administradores de la red social que tiene una gran cantidad de seguidores y que es una figura pública.
Como consecuencia de la dura crítica a la que es sometido en Twitter, el presidente ha bloqueado a muchos usuarios. El señor Calderón no es nada tolerante con sus opositores y menos con quienes le insultan. Los bloqueos de usuarios en Twitter por parte del señor Calderón son inconstitucionales, por ser discriminatorios, por atentar en contra de la prerrogativa de petición, la libertad de expresión y el derecho a la información.
El presidente es un funcionario debe recibir todas aquellas peticiones y opiniones que se le formulen por cualquier medio y por cualquier vía. Si él abrió voluntariamente la vía de Twitter para comunicarse con los demás, debe estar dispuesto a recibir las expresiones de todos los ciudadanos por esa misma vía. Además, el señor Calderón, en su cuenta, se ostenta como presidente de la República y señala como página personal oficial la de la Presidencia de México. La Constitución no exige que las peticiones o las opiniones que se le formulen al presidente sean por alguna vía específica. Para los particulares, todo aquello que no está prohibido está permitido, y si la vía de Twitter no está expresamente prohibida constitucionalmente para formular peticiones u opiniones a los servidores públicos, entonces es un medio claramente válido. Para los servidores públicos, el deber de contestar las peticiones que se les formulen por cualquier vía, por parte de los ciudadanos, proviene directamente de la propia Constitución. También, quienes ostentan un cargo público tienen el deber constitucional de ser tolerantes con las opiniones, incluso con aquellas que consideren ofensivas.
Al bloquear a otros usuarios de Twitter, ya sea porque lo critican o porque lo insultan, el presidente Calderón está aplicando un criterio discriminatorio para evitar que se le formulen peticiones y para impedir el intercambio de opiniones. Impide que los usuarios bloqueados se comuniquen con él por un medio tan expedito y tan directo como Twitter. Estas dos características de la red social, lo expedita y lo inmediata, la convierten en un medio de comunicación único para presentarle peticiones y opiniones al presidente, y más cuando es un hecho público y notorio que el mismísimo presidente Calderón es el que administra y controla su propia cuenta. Sostengo que una petición al presidente por medio Twitter es como si se le estuviese entregando una carta en persona. Esta característica sui géneris de la red social la convierte en un medio irremplazable, incluso por la oficialía de partes de la Presidencia de la República. Esta última no es un medio directo ni expedito como sí lo es Twitter.
En una sociedad que aspira ser democrática, como la mexicana, el presidente debe ser especialmente tolerante con las críticas, incluso con aquellas que le pudiesen resultar ofensivas. El debate político, ha dicho la Corte Interamericana de Derechos Humanos, debe ser desinhibido, fuerte, sólido, sin cortapisas. Mientras no exista un criterio objetivo para determinar cuáles expresiones son ofensivas y cuáles no, el presidente está obligado a escucharlas todas, so pena de que se le considere un violador de los derechos fundamentales de los gobernados.
Es falso que el presidente pueda bloquear a otros usuarios de la red social como consecuencia de que todos aquellos que la integran se comprometieron a respetar los términos de uso de Twitter, que permiten bloquear a quien sea. Las reglas de uso de Twitter constituyen, en todo caso, un convenio que se suscribe entre particulares. Éstos no pueden, ni siquiera de manera voluntaria, acordar términos en los convenios que vayan en contra de normas jurídicas de orden público y de interés general. Es por ello que, aunque los usuarios mexicanos de Twitter hayan aceptado ser bloqueados por otros usuarios que son servidores públicos mexicanos, como el presidente Felipe Calderón, su manifestación de voluntad es nula de pleno derecho, pues implicaría la renuncia a diversos derechos fundamentales, como los de petición, expresión, información y no discriminación.
La conducta del presidente Calderón en una simple red social lo exhibe como una persona intolerante, que ni oye ni ve a nadie que se dirija a él de manera crítica. Lamento mucho la actitud del presidente de la república, aunque admito que esperar algo diferente de un señor de la guerra es algo muy ingenuo.
*Abogado defensor de los derechos humanos
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