Las elecciones del pasado 7 de junio acarrearon más derrotas que triunfos para el Partido Acción Nacional (PAN) y demás fuerzas derechistas.
En la capital, el blanquiazul conservó la delegación Benito Juárez y ganó Miguel Hidalgo, zonas donde ha tenido influencia, pero en general los resultados no fueron favorables al partido en la mayoría de las regiones del país y en las demás delegaciones de la Ciudad.
Por otra parte, esas victorias son muy pobres en comparación con la abrumadora publicidad que el PAN desplegó en radio y televisión y frente al hecho de que ese partido es el favorito de las cadenas televisivas y algunas radiofónicas.
En entidades como Jalisco, Michoacán, Nuevo León y Puebla, que tradicionalmente se consideraban bastiones derechistas, prevalecieron otras fuerzas políticas, y en algunos casos opciones ajenas al bipartidismo Partido Revolucionario Institucional (PRI)-PAN.
El hecho implica un importante fracaso ideológico e histórico del PAN.
Encuentro Social y, sobre todo, el Partido Humanista no obtuvieron grandes victorias, y este último perderá su registro.
En el caso de la delegación Benito Juárez, en la Ciudad de México, en el triunfo panista hay que tener en cuenta también el gran dispendio de la publicidad de ese partido que en algunas colonias es cotidiana y abrumadora (www.jornada.unam.mx/ultimas/2015/05/18/candidata-del-prd-califica-de-hipocrita-propaganda-de-doring-6697.html).
Vale la pena observar que en Benito Juárez y en Miguel Hidalgo están ubicados algunos de los principales templos de la ciudad, recintos de arquitectura majestuosa como la que se encuentra sobre la calle Gabriel Mancera (comúnmente llamada del Cristo del Tránsito), la de la Piedad, y las ubicadas en las colonias Polanco (como la de San Agustín) y en Lomas de Chapultepec.
Todas esas iglesias fueron construidas hacia mediados del siglo XX, en la época del entonces arzobispo Luis María Martínez, astuto prelado que buscó recuperar la influencia del clero mediante la conciliación con los gobiernos de la Revolución, y se trata de parroquias que todavía tienen cierta presencia en esas zonas.
Muchos habitantes de colonias acomodadas de esas delegaciones han sido tradicionalmente católicos y panistas, y lo manifestaron nuevamente en las urnas, resultado que es explicable también por la influencia de los contenidos de la televisión entre muchas de esas personas.
Que el PAN ganara esas dos delegaciones, motivó que Gustavo Madero, dirigente nacional panista, y sus seguidores, hicieran alarde de una supuesta recuperación de su partido en la vida política del país.
Imprudentemente, el dirigente del PAN capitalino, Mauricio Tabe, se jactó de que el PAN era “la alternativa ideológica” en la Ciudad de México (La Jornada, 9 de junio de 2015).
En realidad, los triunfos del PAN en la capital fueron muy pequeños en comparación con los del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), encabezado por Andrés Manuel López Obrador, que obtuvo cinco delegaciones (Tlalpan, Xochimilco, Tláhuac, Cuauhtémoc y Azcapotzalco), según los resultados oficiales difundidos hasta el 12 de junio.
Morena obtuvo esos triunfos que lo llevaron a convertirse en la segunda fuerza política de la capital (la primera, en realidad, si atendemos sólo al número de votos), y lo logró valiéndose únicamente del apoyo popular, sin contar con la simpatía de los “grandes” medios de comunicación y ante la oposición del partido gobernante en la Ciudad, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), cuyos malos resultados en los comicios se explican tanto por la emergencia de Morena como por la pésima gestión de Miguel Ángel Mancera, un político con alma derechista.
La supuesta “alternativa ideológica” de la que habla Tabe tiene en la Ciudad de México un apoyo limitado a zonas y sectores muy específicos, mientras que en el resto del país los resultados en general no fueron favorables al PAN.
En el contexto de la disputa interna panista entre calderonistas y maderistas, así lo hicieron notar personajes identificados con el expresidente espurio, como su esposa Margarita Zavala, quien señaló que “a nivel federal es el peor resultado que hemos tenido, desde hace 25 años no teníamos ese porcentaje de votos. Las expectativas que teníamos eran mejores” (www.razon.com.mx/spip.php?article264434).
Ciertamente fue ridículo que la dirigencia panista echara a volar las campanas y recibiera con bombos y platillos unos resultados que en la mayoría de los casos les fueron adversos.
En el ámbito nacional, el PAN recuperó el gobierno de Querétaro, prevaleció en Guanajuato y en Baja California, pero perdió el gobierno de Sonora, así como otros territorios donde tradicionalmente tenía influencia.
En Jalisco, el PAN llegó al gobierno local y a varias de las principales alcaldías en 1995, en la época del crecimiento electoral de ese partido, que a su vez había sido alentado por Carlos Salinas de Gortari; en las elecciones de 2012 perdió el gobierno y varios municipios.
En las elecciones del pasado 7 de junio, tanto en Guadalajara como en municipios como Tlaquepaque y Zapopan, e incluso en Tepatitlán, en el corazón de los Altos, zona de tradición cristera, triunfó el Movimiento Ciudadano.
Desde antes de los comicios, la desesperación panista fue tan grande que el Comité Municipal de Guadalajara expulsó al exgobernador Emilio González Márquez, el ultracatólico promotor del Santuario de los Mártires de Cristo, a quien los panistas acusaron de traicionar a su partido y de apoyar a Enrique Alfaro, candidato del Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Guadalajara (www.jornada.unam.mx/ultimas/2015/05/19/ratifica-pan-guadalajara-expulsion-de-gonzalez-marquez-1221.html).
En Michoacán, otra de las zonas cristeras y de influencia panista, y estado natal del expresidente espurio Felipe Calderón, los resultados también fueron adversos al PAN, al grado de que, luego de los comicios, el líder estatal, Miguel Ángel Chávez Zavala, calificó la derrota panista como “dolorosa y negativa”, tanto en los municipios como en el gobierno local, y afirmó que la culpa fue “de todos los panistas que de alguna manera no contribuyeron a que se ganara en la entidad” (www.cambiodemichoacan.com.mx/nota-255732).
En Puebla –otra zona de arraigo de la ultraderecha, donde a mediados del siglo pasado fueron creados grupos como el Yunque y el Frente Universitario Anticomunista (FUA), y donde gobierna el panista Rafael Moreno Valle, quien llegó al poder en 2013 mediante una coalición con otros partidos– los resultados electorales tampoco fueron favorables al PAN, pues globalmente fue superado por el PRI y retrocedió muchos puntos con relación a los resultados de hace 2 años.
En Puebla, el PRI ganaría nueve de los 16 distritos federales electorales, de los que tres serían de la capital poblana; el tricolor se quedó con el 30.3 por ciento de los votos, mientras que el PAN con el 28.3 por ciento. Lo anterior a diferencia de 2013, cuando el Partido Acción Nacional en coalición con el PRD, Movimiento Ciudadano, Nueva Alianza y Compromiso por Puebla obtuvieron el 49 por ciento (http://angulo7.com.mx/index.php/politica/16640-en-puebla-pri-ganaria-9-de-16-distritos-30-3-contra-28-4-del-pan).
Manuel Antonio Díaz Cid, viejo militante del Yunque y de otros grupos de la ultraderecha poblana, señaló que el Partido Acción Nacional “estaba derrotado desde antes de las elecciones federales y de las votaciones del 7 de junio”. Señaló que muchos de los panistas votaron en blanco, otros no asistieron a votar y unos más sufragaron por partidos diferentes. “Lo que vimos en general es el reflejo de una sociedad con un ánimo electoral pesimista” (http://intoleranciadiario.com/detalle_noticia/134035/politica/pan-puebla-llego-derrotado-a-la-eleccion-diaz-cid).
Nuevo León y su capital pasaron a poder del PAN en la década de 1990; en ese tiempo, alcaldes como Jesús Hinojosa se dedicaron frenéticamente a censurar espectáculos y modas que consideraban “irreverentes” o “blasfemas”.
La derechización de esa entidad descansaba en sectores empresariales y clericales, pero finalmente el PRI recuperó su hegemonía y ahora el bipartidismo PRI-PAN en la capital fue roto por el triunfo del candidato independiente Jaime Heliodoro Rodríguez, quien superó ampliamente los resultados de sus contrincantes.
En Yucatán el PAN triunfó en la capital, pero Morena ganó el municipio de Valladolid.
Yucatán fue otra de las zonas donde el PAN comenzó a prevalecer desde la década de 1990; en esa época, la entonces alcaldesa panista de Mérida, Ana Rosa Payán, proveniente de grupos católicos, se dio a conocer como otros de los llamados “alcaldes mochos” por sus campañas supuestamente moralizantes de censura de espectáculos y persecución de minorías sexuales.
En estos comicios, Ana Rosa Payán, peleada con su partido original fue nada menos que la abanderada de Movimiento Ciudadano a la alcaldía, que finalmente fue ganada por el panista Mauricio Vila Dosal. Se trata de una moraleja sobre la descomposición del PAN y sobre el oportunismo de los políticos y de los partidos.
En suma, el balance electoral del 7 de junio fue adverso para el partido derechista, sobre todo en términos históricos e ideológicos, pues ese partido perdió territorios donde tradicionalmente había tenido influencia, como Jalisco y Michoacán y porque dejó de prevalecer el bipartidismo PRI-PAN y surgieron nuevas fuerzas, como el Movimiento Regeneración Nacional, e incluso algunos candidatos independientes pudieron obtener triunfos importantes.
Otros factores que explican los fracasos panistas en las elecciones tienen que ver con la falta de credibilidad y la acentuada decadencia de los medios convencionales de comunicación que, atados al poder y al interés económico, suelen apoyar al PAN.
Como siempre, este partido recurrió a una guerra sucia mediática, en este caso contra el PRI, pero la costosa propaganda panista, contrarrestada por spots priístas, no puede borrar el hecho de que el pueblo hoy conoce lo que es ser gobernado por el PAN.
Así, el sexenio pasado fue el de las masacres derivadas de la llamada “guerra contra el narcotráfico” desatada por Felipe Calderón; fue también el de la agresión cotidiana del gobierno panista contra los sectores populares con medidas como el alza al precio de la tortilla y en otros productos básicos, al gas y a las gasolinas, además de nuevas cargas impositivas, como el impuesto empresarial a tasa única y el impuesto a los depósitos en efectivo (que por cierto fueron eliminados con la llegada del PRI); fue también la época en que, desde el poder, los panistas se empeñaron en destruir el Estado laico.
Todas esas son realidades de las que no les gusta hablar a los panistas, y desde luego no van a jactarse de ellas en su publicidad, ni la televisión ni la radio las mencionan, pero ocurrieron apenas ayer y están en la memoria de todos.
El clero, que es otra de las muletas con las que el PAN camina por el sendero electoral, cada día le es menos útil, pues en nuestros tiempos su poder de convocatoria para asuntos políticos está muy disminuido.
Si las tendencias político electorales se mantienen como en estos comicios, o se acentúan, a la larga el PAN, como le pasó en su tiempo al sinarquismo, quedará relegado a zonas muy particulares, como Guanajuato y la delegación Benito Juárez (pues la delegación Miguel Hidalgo ya ha sido gobernada por el PRD), con las que difícilmente logrará recuperar el gobierno de todo el país.
En las elecciones compitieron también otros dos partidos de tendencias derechistas: el Humanista y Encuentro Social.
En ellos han tenido cabida tanto expanistas como sectores evangélicos conservadores (www.voltairenet.org/article187763.html).
Son partidos que se oponen al aborto, al matrimonio homosexual, etcétera.
El Partido Humanista perderá su registro por no haber alcanzado el número necesario de votos, mientras que al parecer el Partido Encuentro Social sí lo mantendría y pretende haber ganado la alcaldía de Amecameca, en el Estado de México, y la de Juárez, en Nuevo León (www.unotv.com/elecciones-2015/presidencias-muni/detalle/tras-recuento-de-votos-pes-gana-juarez-y-mc-hidalgo-090059/).
Edgar González Ruiz*
*Maestro en filosofía; especializado en estudios acerca de la derecha política en México
[OPINIÓN]
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