Lima, Perú. El caso de presunto dopaje del futbolista peruano Paolo Guerrero trae el recuerdo de lo que pasó en Bolivia en 1993. Aquel año, la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) sancionó al boliviano Miguel Ángel Rimba y al brasileño Armelino Domizetti, el popular Zetti, tras encontrárseles trazas de cocaína en un control antidopaje.
Pero habían ingerido una inocente infusión de coca y, por primera vez en su historia, la FIFA levantó la sanción y todo hace pensar que el de Paolo es un caso similar.
El médico peruano Elmer Huerta ha señalado que el metabolito de benzoilecgonina encontrado en la orina de Guerrero “sólo puede contenerse en el organismo si se ha ingerido cocaína o mate (infusión) de coca”. Guerrero fue suspendido por 30 días mientras se investiga el caso y no puso jugar el repechaje ante Nueva Zelanda para el Mundial de Rusia 2018.
Tuve el gusto y el honor de conocer el caso de Rimba y Zetti ya que en 1993 y 1994 viví en ese hermano país, gobernado desde 2006 por Juan Evo Morales Ayma.
El 2 de agosto de 1993, 7 días después del histórico triunfo por 2-0 de Bolivia contra Brasil en La Paz, la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) recibió de la FIFA un lapidario fax que decía: “uno de los laboratorios homologados por el Comité Olímpico Internacional… encontró que su jugador número 4, Miguel Ángel Rimba Alvis, sometido al control de dopaje… dio positivo en la sustancia cocaína”.
A partir de este momento y hasta que el caso no fuera juzgado, sentenció la FIFA, el jugador quedó suspendido de toda actividad futbolística a nivel nacional e internacional.
La entidad rectora del balompié dio plazo de 48 horas a las federaciones de fútbol de ambos países para que sancionaran a los jugadores y/o presentaran sus descargos.
Me pregunto ¿por qué la FIFA no dio el mismo plazo en el caso de nuestro Paolo Guerrero?
Bolivia decidió defender a Rimba y gracias a un informe técnico, la FIFA reconoció su error y levantó la sanción el 6 de agosto de 1993, por haberse demostrado con pruebas documentales que el defensa boliviano había tomado un digestivo trimate (infusión de anís, manzanilla y hoja de coca).
Guido Loayza recibió el 29 de julio de 1993 el informe reservado de la FIFA que sostenía que a Rimba y a Zetti le habían encontrado “metabolitos del tipo etil ecgnonine, o sea los residuos orgánicos provenientes del consumo de cocaína por los seres humanos”.
Loayza convocó de inmediato al bigotón Xabier Azkargorta, director técnico vasco-catalán, y al médico de la selección boliviana, Miguel Elias Zaiduni, a informarles sobre lo sucedido y diseñar una estrategia ante la FIFA.
Me invitaron a participar en la “Escuelita de la coca” que se formó con excelentes profesionales bolivianos, para argumentar a favor del jugador boliviano y en contra de la sanción de la FIFA.
Los detalles de este incidente, sus consecuencias y esperanzas, los he relatado en un folleto titulado “Crónica del otro partido que ganó Bolivia” (La Paz, 1993).
Lo que no sabía al momento de escribir esa crónica que formaría parte de un libro era que en realidad la sanción se levantó debido a la presión de la Coca Cola, luego de una llamada telefónica del gerente general de esa compañía, el cubano-estadounidense Roberto Goyzueta, al presidente de la FIFA de ese entonces, el brasileño Joao Havelange.
En resumen, se levantó la sanción no por nuestros argumentos jurídicos, médicos, farmacológicos y étnico/culturales elaborados en la “Escuelita de la coca”, sino porque a la Coca Cola, siendo auspiciadora del Mundial de Fútbol, no le convenía que la FIFA sancionara a dos jugadores por tomar mate de coca fabricado con la sagrada hoja que también es ingrediente de la famosa bebida.
Cuidadosa de su imagen internacional, la empresa no creía conveniente abrirse este frente, nada menos que en un Mundial de Fútbol auspiciando por ellos y, menos aún, con un país como Bolivia, defensor del uso tradicional y medicinal de la hoja de coca.
Con Guido Loayza y el Bigotón Azcargorta escribimos un libro que quedó inconcluso y sin publicar, que probablemente se titularía “El cándido mate de coca, la abuela Coca Cola y la FIFA desalmada”.
La sanción indignó a un país para el que la defensa de la coca es tan importante como su reivindicación de una salida al mar. No es por gusto que más de 1 millón de bolivianos –3 millones, según otras fuentes y muchos más ahora–, “acullican” la hoja sagrada de los incas.
Casi ninguno de los habitantes de este país multiétnico ha dejado de tomar mate de coca cuando tiene problemas estomacales o, simplemente luego del almuerzo o la cena.
A diferencia del Perú, Colombia, Ecuador, Chile o el norte de Argentina, el consumo de coca en Bolivia no es “cosa de indios” sino de todos: blancos, negros, chinos, cholos, ricos y pobres, hombres, mujeres y niños.
Varios medios de comunicación, sobre todo brasileños pero también algunos despistados en Bolivia, sospecharon que los jugadores se habían dopado con cocaína.
Ninguno de los malpensados aceptó la tesis de la ingestión de mate de coca, ni se informó de que la inocente hoja ni la infusión de la hoja figuraban en la lista de la FIFA, en la que no figuraba.
Tampoco se tomó en consideración la limpia trayectoria de Rimba quien, según carta certificada de la Confederación Sudamericana de Fútbol, salió sorteado para control dopaje en tres oportunidades de la Copa América con resultados negativos: el 6 de julio de 1989 en el partido contra Ecuador; el 9 de julio de 1991 contra Brasil; y, el 20 de junio de 1993 contra Colombia.
Bajo la batuta de Loayza y Azkargorta, vino el cierra filas boliviano alrededor de la versión de su jugador Rimba, mientras que los brasileños expulsaron de sus filas al vapuleado Zetti.
Comprensible la reacción carioca, ya que para ellos y desgraciadamente todavía para muchos en el mundo, coca o mate de coca sí es cocaína. La FBF convocó a un equipo técnico para sustentar el alegato de defensa: juristas, bioquímicos, farmacólogos, médicos, profesionales de otras disciplinas, como este economista, que de futbol no sabía nada.
Con periodistas entusiastas y no pocos curiosos, nos reunimos a tiempo completo alrededor de una mesa y un fax para juntar argumentos y documentos de todas partes: laboratorios, universidades, centros de investigación y documentación de Bolivia, Perú, Estados Unidos, Canadá y Alemania.
Especialistas peruanos, como los doctores Fernando Cabieses, Teobaldo Llosa, Baldomero Cáceres, Ricardo Soberón, Alejandro Camino y Enrique León Soria, nos enviaron argumentos hasta La Paz.
Con mucho entusiasmo y pocas esperanzas de que la FIFA diera su brazo a torcer, se elaboró un alegato de 24 páginas que fue enviado por fax a Zúrich el 4 de agosto, dentro del plazo previsto.
En contundente carta dirigida a Joseph Blatter, entonces secretario general de la FIFA, Guido Loayza planteó que el desempeño positivo del equipo boliviano era legítimo: “Es innecesario el uso de artificio alguno ajeno al deporte”, recalcó.
Y es que la misma Convención de Viena de 1988 hace esta discriminación, estableciendo que el uso medicinal de las hojas de coca no está prohibido en Bolivia y Perú.
El voluminoso informe que preparamos en dos días, tenía como anexo, del que fui responsable, 62 documentos y 185 páginas, mamotreto enviado por courrier a Zúrich el jueves 5 de agosto.
Los seis ejes del alegato fueron:
La FIFA levantó la sanción. La suerte estaba echada: una instancia internacional había reconocido que mate de coca no es lo mismo que cocaína y que, por lo tanto, los jugadores Rimba y Zetti podían estar tranquilos.
Los de la “escuelita” recibimos entradas para el palco de honor en el partido que se realizaba el domingo 8 de agosto contra Uruguay.
Una carta fue enviada directamente a Zúrich por el Consejo Andino de Productores de Coca (CAPC), instancia de coordinación gremial Andino-Amazónica presidida por el entonces dirigente cocalero Evo Morales.
“Coca no es cocaína”, se leía en las paredes de la ciudad de La Paz y en el cartel de goles del Estadio Hernando Siles, cuando el seleccionado boliviano, incluyendo a Rimba entre sus jugadores, derrotó por 3-1 a Uruguay.
Los jugadores bolivianos salieron a la cancha orgullosos de su mate de coca y del héroe de la jornada: Miguel Ángel Rimba.
Mientras se desarrollaba el cotejo 45 mil espectadores realizaban un “acullicu” (ritual de retención de hoja de coca en la boca, para sorber sus sustancias) en defensa de la hoja sagrada, de su equipo, que terminó clasificando al Mundial de Estados Unidos-1994.
Hugo Cabieses/Prensa Latina
[OPINIÓN]
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