Miriam Robles Yáñez*/Centro de Colaboraciones Solidarias
En el Informe europeo sobre drogas, desde 2011, en el que se notificaron 1 millón de intervenciones, se observa una tendencia ascendente a largo plazo en el número de incautaciones de drogas ilegales. Según fuentes oficiales, en España el narcotráfico genera 6 mil millones de euros al año, y según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), 250 millones de personas en el mundo consumen drogas, lo que no implica la dependencia de todos ellos. Como éstos, son muchos los datos que evidencian la presencia del consumo de drogas y del negocio del narcotráfico en todo el mundo.
La solución ofrecida por la mayor parte de los gobiernos ha sido la represión y el castigo ante el tráfico de estas sustancias. Pero estas medidas han supuesto graves consecuencias a nivel social, como explica el economista de la Universidad de Harvard Jeffrey Miron, que opina que “mediante la represión, no eliminamos las drogas, sino que creamos un mercado clandestino violento, corrupto y con un escaso control de calidad”. Además “se reduce la posibilidad del uso de drogas como la mariguana o los opiáceos para reducir dolores en personas enfermas, así como para aliviar las náuseas de la quimioterapia”.
El político mexicano Jorge Castañeda añade a las consecuencias de la lucha contra el narcotráfico miles de muertes, 25 mil desaparecidos, violaciones a los derechos humanos, el gasto económico en armamento, y ninguna disminución notable del consumo o del poder de los cárteles.
El exnarcotraficante Manuel Fernández asegura que “un narcotraficante tiene uno de dos destinos: la cárcel o la muerte”. El drama económico y social se ve también reflejado en las prisiones, en las que un 25.2 por ciento de los presos que constituyen la sobrepoblación carcelaria ha sido detenido por delitos contra la salud pública, la mayoría por transportar las sustancias como pasajeros en avión, conocidos como mulas del narcotráfico internacional. Éstos son a menudo víctimas de la explotación, los abusos y las amenazas de redes mafiosas dedicadas al tráfico de drogas.
Sea cual sea la estrategia con la que se enfrente el problema del narcotráfico, en palabras de José Mujica, “si quieres cambiar, no puedes seguir haciendo lo mismo”. Y no deberían pasarse por alto las graves consecuencias tanto económicas como sociales que conlleva, y que afectan a la mayor parte de la sociedad.
El argumento del que se sirve Jeffrey Miron para defender la legalización alude a la libertad: “en una sociedad libre se debe permitir a la gente consumir lo que quiera, independientemente de lo peligroso que pueda llegar a ser”. Según su teoría, las consecuencias serían similares a lo ocurrido con el alcohol o el tabaco, productos considerados también peligrosos. “Veríamos a un mayor número de personas consumiendo con moderación y responsabilidad. También habría una fracción que abusaría de ellas, pero se perjudicaría a él mismo y no al resto de la sociedad”.
Algunos países han apoyado esta propuesta, como es el caso de Uruguay, que en 2013 aprobó la legalización de la venta y el cultivo de la Cannabis sativa, dejando en manos del Estado la producción, distribución y venta de la planta. Con esta medida, el presidente José Mujica pretendía “robar al narcotráfico parte del mercado, atacarlo en la fuente de recursos” y considera que “peor que la drogadicción es el narcotráfico”.
Las posturas contrarias a esta alternativa resaltan el peligro que suponen para la salud pública, y defienden que las drogas legales aumentan el consumo. Desde esta perspectiva se considera que lo apropiado es combatir la demanda de drogas mediante una mejora en los programas de prevención.
La represión como medida para enfrentar el narcotráfico ha supuesto un debate en torno a un cambio de estrategia o nuevas alternativas que reduzcan sus prejuicios. Para el especialista en narcotráfico Roverto Saviano, a pesar de que entiende que es un problema moral, la solución es la legalización, o más bien la despenalización de las drogas: “la única forma de quitarle las drogas a las mafias es la legalización; el mundo se está llenando de capital criminal”.
Miriam Robles Yáñez*/Centro de Colaboraciones Solidarias
*Periodista
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ARTÍCULO]
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