La violencia que se ejerce en contra de niños y adolescentes se manifiesta de diversas formas. Afecta de manera importante su calidad de vida, desarrollo y dignidad. Eso es precisamente lo que la campaña Infancia sin Violencia quiere destacar.
Ésta parte de dos grandes premisas: ningún tipo de violencia es justificable, y toda violencia es prevenible. Gracias a la iniciativa de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), un grupo de organizaciones y redes civiles, instituciones y organismos públicos autónomos de derechos humanos diseñaron esta campaña, que busca colocar entre las autoridades locales, estatales y federales, de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, tres grandes temáticas: la violencia armada, la violencia sexual infantil y los castigos corporales y otras formas de punición crueles y degradantes.
De acuerdo con diversos estudios, tanto nacionales como internacionales, la violencia ejercida contra los infantes y adolescentes es un problema que requiere ser atendido de manera inmediata e integral por la sociedad y el gobierno.
Respecto a la violencia armada, la Redim señala que en los últimos cuatro años 1 mil 300 niños y adolescentes fueron asesinados; un número indeterminado ha sido desplazado de sus comunidades o lugares de residencia; y aproximadamente 27 mil adolescentes han sido reclutados por el crimen organizado y utilizados en labores delictivas. Todo lo anterior en el contexto de la llamada estrategia de combate al crimen organizado del gobierno federal.
Por otra parte, la violencia sexual infantil es otro flagelo terrible que afecta al país. Como en muchos otros temas, uno de los grandes problemas que enfrenta México es la falta de datos actualizados y elaborados bajo una metodología adecuada que permita generar indicadores a los cuales dar seguimiento de manera periódica. Existe un subregistro enorme de casos de abuso sexual infantil, en gran medida porque las víctimas, dada su condición de indefensión y vulnerabilidad, no denuncian. A esto hay que agregar un sistema judicial poco sensible para atender la complejidad que existe en un caso de abuso sexual contra menores. Se tiende a revictimizar al infante y al adolescente, se le cuestiona sobre su honestidad, honorabilidad o capacidad intelectual para acreditar un abuso.
Sólo por tener una referencia, me referiré al Sistema Nacional para el Desarrollo Integral para las Familias (SNDIF), que señala que de 2002 a 2004, 2 mil 496 niños y adolescentes sufrieron abuso sexual. Respecto de los castigos corporales, se debe señalar que todavía falta un largo trecho para cambiar la concepción acerca de los derechos de la infancia, pues los padres o tutores, lo mismo que el Estado y en general muchos adultos, los ven como parte de “su propiedad”, y por lo tanto se sienten con la autoridad incuestionable para castigarlos, al incurrir en excesos y maltratos que en algunos casos acaban en la muerte.
En ese sentido se mantienen prácticas de castigo corporal que lesionan tanto la integridad física como emocional. Estos castigos son socialmente aceptados en México como un medio para “educar” o “disciplinar”. Existe también otro tipo de puniciones, como las verbales, que denigran, humillan y maltratan sicológicamente, al generar daños graves en el desarrollo emocional y la autoestima. Los castigos corporales se practican dentro de las familias, las escuelas, en el sistema de justicia para menores y en las instituciones de asistencia social.
Por supuesto, no existen datos o registros en México sobre la situación de los castigos corporales o trato negligente. Los pocos datos que hay llegan a las autoridades cuando ya tienen indicios de maltrato infantil, y aún así hay pocas denuncias.
El SNDIF reporta que en 2009 menos de una cuarta parte de los casos de abuso infantil fueron denunciados. Asimismo, señala que dentro del maltrato infantil las niñas son las más afectadas. Esta campaña busca además de visibilizar los problemas señalados, generar un cambio en la sociedad y en las autoridades, de manera que se pueda atender, prevenir y erradicar la violencia contra niños y adolescentes a partir del reconocimiento de su calidad de sujetos de derechos y de su dignidad. Será importante que todos sumemos acciones para que los infantes y adolescentes puedan vivir sin miedo.
*Filósofo, sociólogo y teólogo; director del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, OP, AC