Azotada en los últimos años por el impacto creciente de fenómenos naturales y antropogénicos de distinta índole, la diversidad biológica del planeta enfrenta hoy riesgos aún mayores como consecuencia del cambio climático.
La supresión y el deterioro de hábitats, la introducción de especies invasoras, la sobreexplotación y la contaminación son, junto a las variaciones del clima, aspectos determinantes en la pérdida y degradación aceleradas de la biodiversidad.
En todos estos factores está presente la actividad humana, atrapada en un modelo de producción y consumo basado en la explotación irracional de los recursos naturales, acompañada por la exclusión social y destrucción del medio ambiente.
Desde que el entomólogo estadunidense Edward O Wilson acuñó el término en 1986 para alertar sobre la rápida y masiva extinción de especies, surgieron múltiples definiciones de la biodiversidad.
La comunidad internacional proclamó la suya en el marco de las Naciones Unidas, en 1992, en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), en el cual llamó la atención sobre la importancia de la biodiversidad para la biósfera.
El CDB describió la diversidad biológica como la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente, incluyendo los ecosistemas terrestres, marinos y acuáticos y los complejos ecológicos a los cuales pertenecen. Esta definición abarca la diversidad dentro de cada especie, entre ellas y la de los ecosistemas.
En el CDB se destacan los valores ecológicos, genéticos, sociales, económicos, científicos, educativos, culturales, recreativos y estéticos de la diversidad biológica.
La biodiversidad es resultado de la permanente evolución de la vida en la Tierra mediante la interacción de todos los seres que la habitan, con una distribución geográfica asimétrica y mayor abundancia en los trópicos en comparación con los polos.
La desaparición de unas especies y el eventual surgimiento de otras son acontecimientos recurrentes en la evolución natural de la biodiversidad, en la cual se registran cinco grandes extinciones a lo largo de su historia.
Sin embargo, a diferencia de aquellos procesos provocados por causas naturales, el actual es consecuencia de la acción depredadora de los seres humanos: se produce con mayor rapidez e involucra a un número infinitamente mayor de especies.
En tales circunstancias, resulta imposible la restauración de la diversidad biológica, cuyo deterioro sostenido conduciría a la humanidad a lo que numerosos investigadores denominan la sexta y última extinción.
Los países integrantes del Convenio sobre la Diversidad Biológica aprobaron, en 2010, el plan estratégico para la diversidad biológica 2011-2020, orientado a detener la pérdida de la biodiversidad y asegurar el flujo de servicios esenciales y la resiliencia de los ecosistemas.
Uno de los temas transversales abordados en el documento es la relación entre biodiversidad y cambio climático, en una amplia gama de entornos.
La alteración de la composición de la atmósfera a consecuencia de la emisión descontrolada de gases de efecto invernadero, con el consecuente incremento paulatino de la temperatura de la superficie terrestre y de los océanos es la causa del cambio climático actual.
La fusión de áreas nevadas, glaciares y hielos marinos, además del aumento del nivel del mar son manifestaciones de ese fenómeno asociado, de igual modo, a la acción directa o indirecta de los seres humanos.
Las alteraciones de los patrones de precipitaciones y del comportamiento de eventos meteorológicos extremos, además de la acidificación de los océanos forman parte, también, de sus expresiones más visibles.
La afectación de las actuales variaciones del clima sobre los sistemas naturales y humanos de todos los continentes y océanos fue una de las conclusiones del quinto y más reciente informe del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés).
Muchas especies terrestres, dulceacuícolas y marinas –subraya el texto– han modificado sus áreas de distribución geográfica, actividades estacionales, pautas migratorias, abundancias e interacciones con otras especies en respuesta al cambio climático en curso.
El informe se refiere también al impacto de fenómenos extremos vinculados al clima, como olas de calor, sequías, inundaciones, ciclones e incendios forestales, extendido a “los medios de subsistencia, especialmente para las personas que viven en la pobreza”.
Según el CDB, el efecto del cambio climático en lo que respecta a las especies se resume en: aumento de las tasas de extinción, además de cambios en la distribución, en los tiempos de reproducción y en la duración de la estación de crecimiento de las plantas.
El impacto estimado y proyectado por el Convenio sobre la Diversidad Biológica incluye también los ecosistemas polares, insulares, marinos y costeros, agrícolas, de tierras áridas y semiáridas, de montaña, de aguas continentales y forestales.
Estudios realizados por las instituciones encargadas de evaluar la evolución del cambio climático coinciden en reconocer un incremento de alrededor de 1 grado centígrado de la temperatura media global actual, en comparación con la etapa preindustrial (1750).
Los pronósticos apuntan a un reforzamiento de esa tendencia con eventuales impactos irreparables sobre la vida en el planeta.
Todo dependerá, entonces, de la efectividad de las medidas de adaptación y mitigación implementadas por cada país, incluyendo la drástica reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, en especial por parte de las naciones industrializadas.
El Acuerdo de París, aprobado en diciembre de 2015 por los 195 países integrantes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, abogó por mantener el aumento de la temperatura mundial muy por debajo de los 2 grados, e incluso, tratar de limitarlo a 1.5, respecto al periodo preindustrial.
El propósito es alcanzar niveles atmosféricos de concentración de gases de efecto invernadero que le permitan al planeta recuperar su mecanismo natural de regulación térmica, lo cual, en el mejor de los casos, tardará décadas en materializarse.
Mientras tanto, el cambio climático continuará haciendo estragos como uno de los factores determinantes de la pérdida de la biodiversidad y podría convertirse, eventualmente, en su amenaza más seria.
Frank González/Prensa Latina
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ARTÍCULO]
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