Caracas, Venezuela. Entre mentiras hechas parecer verdades se crea un ambiente en la frontera colombo-venezolana que puede ser el anticipo de la agresión contra la patria de Simón Bolívar con el repetido guion de la crisis humanitaria.
En estos días un venezolano, sin el menor sonrojo, afirmaba con una seguridad pasmosa que el fin de semana último 2 millones de personas abandonaron el país por la frontera hacia Colombia.
Habladurías como estas son ya comunes en el país, donde muchos olvidan que el tráfico de personas en ambas direcciones es algo normal e histórico, aunque tal vez ahora hay muchos más que van a Colombia a comprar productos de diversa índole, los cuales luego de salir de contrabando son más baratos del otro lado.
No es un secreto que en territorio colombiano hoy viven millares de venezolanos que abandonaron el país por diversas razones, entre ellas económicas, pero de igual forma aquí en esta parte residen desde hace tiempo muchos más colombianos, que algunas fuentes plantean son más de 5 millones; de eso pocos hablan.
El protagonismo lo tienen hoy los venezolanos. Son la atención de los medios empeñados en dar una imagen de caos total como parte de un libreto ejecutado para “justificar” esa ayuda humanitaria que vendría con botas, uniformes y balas por delante, y muy probablemente “Made in USA”.
El 8 de febrero, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, anunció que su gobierno no expedirá más tarjetas de movilidad fronteriza a los ciudadanos venezolanos que ingresen al país.
“A partir de este momento no se van a expedir más tarjetas de movilidad fronteriza”, aseguró el mandatario a la prensa en la colindante ciudad de Cúcuta, uno de los lugares donde se fijan los precios que atacan los bolsillos de los venezolanos.
La tarjeta de movilidad fronteriza se expide para los venezolanos que ingresan a territorio colombiano sin utilizar su pasaporte, y permite transitar por varias regiones de la nación vecina durante seis meses.
Como consecuencia de esa medida, los extranjeros que desean ingresar a ese territorio deberán presentar el pasaporte vigente o la TMF expedida por Migración Colombia, entidad según la cual durante el último año unos 550 mil venezolanos se han instalado en Colombia y la cifra va en aumento, de acuerdo con medios afines al gobierno de Santos.
Hay preocupación por el flujo de los venezolanos, algo que siempre fue normal, y más aún, de alguna forma están involucrando a Naciones Unidas.
El jefe de Estado encabezó una reunión con gran parte del gabinete ministerial, la cúpula militar y autoridades y alcaldes de Norte de Santander, para discutir fórmulas a fin de afrontar la situación que calificaron “sin precedentes”. En ese encuentro también participó Martín Santiago, coordinador residente de Naciones Unidas (ONU) en Colombia.
Santos anunció que se abrirá un centro para atender a los migrantes venezolanos, lo cual se hará en asociación con la ONU, donde albergarán a 2 mil personas.
Entre otras medidas anunciadas, está el despliegue de unos 3 mil militares y policías para custodiar los 2 mil 200 kilómetros de frontera binacional. Esta fuerza estará integrada además por otros organismos. Quizás entre las tareas de esa agrupación esté impedir el contrabando de combustible que se roba en Venezuela y genera más de 2 mil millones de dólares anuales, parte de los cuales van a las arcas colombianas.
Esta crisis que se empolla en la frontera no sólo es vista desde la tierra de Santander; también al norte, en Estados Unidos, se intensifica la campaña que pone a Venezuela y a sus autoridades en la picota.
El diario The Hill, conocido como una publicación seria y objetiva dentro de los estándares estadunidenses y que es algo así como el periódico del Congreso de ese país, publicó el 9 de febrero un artículo de opinión que elevó la temperatura al señalar que la crisis de refugiados en Venezuela supera la de Siria.
Suscrito por un venezolano, Dany Bahar, colaborador de esa publicación, el texto incluye un llamado a “ayudar” y una clara incitación a la intervención extranjera contra el gobierno constitucional de Nicolás Maduro.
Señala el articulista que la próxima crisis de refugiados (la de Venezuela) no está siendo impulsada por una guerra violenta sino por un desastre socioeconómico de magnitudes apenas vistas anteriormente. Sin embargo peca en no abordar la agresión económica abierta y encubierta que desde hace casi 18 años enfrenta este país.
Bahar plantea que “la mayoría de los venezolanos están pasando hambre y muriendo de enfermedades prevenibles”, una mentira que de tanto repetirse ya parece una verdad. Así siguen otros argumentos que distan de la realidad. “Las imágenes de personas que buscan comida en la basura se han convertido en la nueva norma, y alrededor de las tres cuartas partes de la población en el país ha perdido involuntariamente casi 20 libras de peso. Mientras tanto, las tasas de mortalidad infantil aumentaron en un 30 por ciento solo en 2016”.
Sin embargo eso no es lo que reflejan los informes de organismos internacionales, los cuales mantienen hasta ahora su imparcialidad. No es menos cierto que hay escasez pero de ahí a estarse muriendo de hambre hay camino por recorrer.
Esta crisis es producto de una enorme mala gestión por parte de los que están en el gobierno, y nada más, señala el artículo que publica The Hill y otra vez le da un rodeo a las verdaderas causas del problema y que están a la vista pública. El chavismo y la Revolución Bolivariana representan el mayor obstáculo para la política de dominación, control y hegemonismo que históricamente caracteriza la relación de Washington con sus vecinos del sur, de ahí los diseños y planes para acabar con ese ejemplo.
Retomando el tema de los refugiados, el autor plantea que “estas condiciones infrahumanas son los factores determinantes de la crisis de refugiados en curso originada en Venezuela. Algunas estimaciones sugieren que ya hay cuatro millones de venezolanos que han abandonado el país en busca de mejores condiciones de vida: más del 10 por ciento de la población del país”.
Quizás más sean los colombianos que residen en esta nación. Razones económicas, refugiados por la guerra paramilitar, del narcotráfico y de la represión oficial de los movimientos de izquierda y sociales, y las autoridades no los persiguen si no violan la ley del país, según informes.
En el artículo de Bahar hay una abierta apelación a la intervención. “A medida que la crisis política en Venezuela se ha exacerbado, particularmente desde las protestas de 2016, la comunidad internacional ha intentado, sin éxito, hasta ahora, restablecer la democracia”.
Señala el comentario que “bajo este escenario, hay algo más que la comunidad internacional puede hacer: preparar e implementar un plan para lidiar con la oleada saliente de refugiados venezolanos”.
El informante habla de la política de Bogotá, que recibió “alrededor de 600 mil venezolanos”, algo que es normal en la historia de las dos naciones, pero, agrega: “Otros países de la región han reaccionado de diferentes maneras, pero ninguno de ellos ha tomado la iniciativa de proporcionar una solución sostenible al problema. Es hora de que alguien lo haga”.
Cabría preguntarse, ¿cuál es la iniciativa que pide el opinador? Dany Bahar es oriundo de Venezuela, miembro del programa David M Rubenstein de Economía Global y Desarrollo en la Institución Brookings.
Luis Beatón/Prensa Latina
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ARTÍCULO]
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