El sistema educativo militar, en específico el que está a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), será sometido a una profunda transformación por primera vez en décadas.
Un grupo de militares expertos presentó un ambicioso proyecto con 32 directrices para crear por primera vez un instituto educativo con planes, programas de estudio y doctorados que a la fecha no se imparten en el sistema educativo castrense. Pero, sobre todo, para articular una modernización sistemática y congruente para todos los centros de estudio de la Sedena.
Las resistencias a los cambios, tan a la orden del día entre las estructuras militares, han sido superadas y pronto habrá noticias de un proyecto que finalmente sí será impulsado desde el interior de las Fuerzas Armadas.
Y es que “el pueblo uniformado” ve con mejores ojos este proyecto que aquel propósito enunciado por el presidente, Andrés Manuel López Obrador (y del cual no se ha vuelto a tener noticia), de abrir los planteles militares a todos los civiles. Es decir, cualquier estudiante podría cursar una carrera de carácter militar sin dejar de tener su condición de civil y sin que fuera considero parte de la Sedena.
Volviendo al proyecto que ya ha sido aceptado al interior de la Sedena, un nuevo instituto vendría a sumarse a lo ya existente. Quienes lo promueven reconocen que “no se parte de cero”, pues –tal vez sin un proyecto maestro– a lo largo de los años se fue articulando un modelo educativo castrense que hoy encabezan la Dirección General de Educación Militar y la Rectoría de la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea.
El actual Sistema está constituido por 42 planteles, entre los que destacan tres colegios (con varias escuelas y centros de entrenamiento) y 15 escuelas independientes (con sus respectivos centros de adiestramiento).
En los planteles se imparten seis tipos de cursos, según la información de la Sedena en su página electrónica: de formación (“educación integral y armónica para el desarrollo profesional-militar, científico y tecnológico, humanístico, axiológico y físico-mental”; de capacitación (de “contenidos técnicos y particulares para el desempeño del militar en una función concreta”); de aplicación (“cursos teóricos o prácticos que a través del principio ‘aprender a hacer haciendo’, materializan la enseñanza de los tópicos militares”); de perfeccionamiento (“relativos a las ramas del arte militar que tienen como finalidad complementar y mejorar el desempeño profesional, precedido de un curso de formación”); de actualización (“ proporciona conocimientos en las áreas profesionales y técnicas de acuerdo con las innovaciones que surgen de las diferentes disciplinas”, y de especialidad (“enfocado al conocimiento y habilidad en un cuerpo específico de las ramas de la ciencia, la técnica y el arte”).
Destacan el Colegio de Defensa (donde se imparte maestría y especialidad en seguridad y defensa nacional, pero no doctorado); la Escuela Superior de Guerra; el Colegio del Aire y el Heroico Colegio Militar. Además, la Escuela Médico Militar, la Escuela Militar de Ingenieros, la Escuela Militar de Enfermeras, y, entre otras, la Escuela Militar de Tropas Especialistas de la Fuerza Aérea.
Veremos si este ambicioso proyecto educativo militar sí incorpora dos elementos en los cuales las Fuerzas Armadas están en el rezago total: las tecnologías de la información y la comunicación aplicadas a la seguridad y defensa nacionales y el respeto irrestricto a los derechos humanos.
Zósimo Camacho
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