Algunos medios de información subestimaron el asunto. Seguramente en la Presidencia de la República no le dieron mucha importancia. Pero al darse cuenta de que el asunto se convertía en trending topic internacional, a las 16:45 horas del 28 de abril se dio una aparente respuesta a las 10 preguntas que el cineasta Alfonso Cuarón, ganador en 2014 de un Premio Óscar por la cinta Gravedad, planteó al residente de Los Pinos sobre la reforma energética.
Luego señaló el político mexiquense en otro tuit (fueron tres) que las repuestas se darán cuando se tengan las reformas secundarias en energía, aunque no aclaró si por la propuesta enviada oficialmente o al final, cuando se apruebe la iniciativa correspondiente.
Pero antes de ello, aparte de una infinidad de mensajes que estaban de acuerdo con Alfonso, se pronunciaron Miguel Barbosa, del Partido de la Revolución Democrática, quien consideró que Enrique Peña no puede guardar silencio acerca de esta petición.
Ernesto Cordero, quien llevó agua a su molino, dijo que no han bajado los precios de los energéticos como nos prometieron en una intensa campaña propagandística. Y es cierto, lejos de ello han subido, como en el caso de la gasolina y el gas.
Y Emilio Gamboa Patrón volvió a mostrarse como un atolondrado, pues aseguró que “el gobierno (federal) contestará puntualmente” a los 10 espinosos asuntos.
Cuarón lanzó un texto bien armado y provocativo, lo cual no se les ocurrió a los partidos políticos ni a otros organismos sociales, y además aprovechó su fama para que nos diéramos cuenta de la poca seriedad y profundidad en el equipo que hoy está al mando del destino nacional.
Empezó Alfonso diciendo: “Al ser entrevistado por León Krauze el 26 de febrero, usted afirmó que yo no estaba bien informado sobre la reforma energética en nuestro país”, algo que refutó.
Y agregó: “Mi falta de información no es atribuible a ‘grupos de oposición’ que han ‘generado desinformación’. La razón –agrega– es más simple: el proceso legislativo y democrático de esas reformas fue pobre y careció de una discusión profunda, y la difusión de sus contenidos se dio en el contexto de una campaña propagandística que eludió el debate público”.
El párrafo anterior se puede adaptar para casi todas las reformas que se han presentado, especialmente la de telecomunicaciones, en donde hubo amplias expresiones de inconformidad lo mismo en las redes sociales que en las calles.
Y luego Cuarón hace las siguientes interrogantes.
“¿Cuándo bajarán los precios del gas, gasolina, combustóleo y energía eléctrica?”.
Antes, en una campaña a la cual se destinaron cientos de millones de pesos se nos aseguró que “ya pronto”. Cada vez que acudimos a una gasolinera nos damos cuenta que no es cierto; pero además, los burócratas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público nos informan que las alzas en este combustible seguirán. ¿Entonces?
Asimismo señala el cineasta: “Por los contratos que ya todos conocemos y la debilidad en el estado de derecho, ¿cómo podrán evitarse fenómenos de corrupción en gran escala?”.
Asunto nodal si sabemos que está presente lo de Oceanografía y el dueño de esa empresa, Amado Yáñez, está arraigado plácidamente en Acapulco. ¿Y el estallido en las oficinas de Petróleos Mexicanos (Pemex) de hace meses del cual nos iban a informar? ¿Y el saqueo de pipas y tuberías de la paraestatal?
En el inciso siete encontramos lo siguiente: “¿Cómo asegurar que la reforma energética aumente la productividad en Pemex si no se enfrenta el problema de la corrupción dentro del sindicato?”. Porque no se olvide que uno de los que votarán las leyes secundarias se llama Carlos Romero Deschamps, hombre apapachado y respetado por Emilio Gamboa Patrón.
En el penúltimo asunto, se pegunta: “¿Cómo evitar que los recursos obtenidos vayan a la burocracia sindical y no a los ciudadanos?”. Ya que en los últimos años ha crecido el gasto burocrático en exceso, pero no los recursos para las necesidades en salud, educación productividad, etcétera.
Finalmente se cuestiona que la quiebra financiera y económica en 1982 y las reformas discrecionales de Carlos Salinas fueron unos malos ejemplos en el avance social y ciudadano, por lo tanto ¿cómo evitar que no se repitan?
Cuestionario hecho más por un politólogo, especialista en energía o un sociólogo chomskiano más que por un artista de la lente. Pero el desafío planteado continúa sin respuesta.
Y además, al día siguiente, sus compañeros de actividades cinematográficas se sumaron a Cuarón.
Daniel Giménez Cacho, Diego Luna y Guillermo del Toro avalaron que Alfonso hiciera esas y otras interrogantes. El último, creador de películas afamadas en el extranjero y de personajes oscuros, dijo: “Son preguntas que, como él ha dicho, nos hemos hecho muchos. Perfectamente articuladas y de urgente naturaleza. Es una acción valiente y clara” (Reforma, 29 de abril).
Por cierto, los caricaturistas Magú y Hernández, en La Jornada (29 de abril), ironizaron: el primero dibujó a Peña Nieto diciendo: “Te las respondo pronto [las preguntas]. No le veo la gravedad”. Mientras el más joven también representó a Enrique expresando: “¿Querrá ideas para otra película?”.
Una victoria del intelectual ante el político.
*Periodista
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