Las verdades históricas del EPR

Publicado por
Zósimo Camacho

Si nos atenemos a lo que dice de sí mismo, el Ejército Popular Revolucionario (EPR) es la guerrilla decana de todo el movimiento armado mexicano. Está cumpliendo 52 años de guerra popular prolongada contra el Estado burgués y sus gobiernos. Es decir, fue fundado en 1964: 1 año antes del ataque al Cuartel de Madera (efectuado por el Grupo Popular Guerrillero del duranguense Arturo Gámiz y el chihuahuense Pablo Gómez) y 2 años después del asesinato del morelense Rubén Jaramillo (quien había dejado las armas, se encontraba en la lucha social y fue acribillado por elementos del Ejército Mexicano junto con sus hijos y su esposa embarazada).

Hoy el EPR hace público uno de los documentos editados internamente entorno a su 50 aniversario. Está fechado en mayo de 2015. Se trata de un documento muy valioso en tanto cuenta (aunque resumida y parcialmente) desde la clandestinidad, su devenir histórico. En nueve capítulos contenidos en 412 páginas y un “complemento fotográfico” de 12 imágenes expone sus “verdades históricas” sobre su origen, sus problemas internos, su justificación de la lucha armada, el proyecto de país al que aspira y su análisis de la situación nacional e internacional.

Advierte que la autoría del escrito es colectiva. Se entiende que los autores son los actuales integrantes de su Comité Central-Comandancia General. El libro, editado por “Editorial del Pueblo” y titulado Preguntas al PDPR-EPR. Historia y problemas de actualidad, está escrito en forma de preguntas y respuestas. De hecho, los autores señalan que esas preguntas efectivamente fueron planteadas por personas militantes de la organización y también por personas de distintas esferas sociales. Pudimos advertir algunas de las preguntas que nosotros les formulamos durante la entrevista que publicamos en estas páginas en tres entregas en enero de 2014.

Presentan el documento como su palabra: “Ésta es nuestra experiencia, nuestra concepción, nuestra propuesta y alternativa dirigida a nuestro pueblo”.

Se definen como organización político-militar, donde el Partido Democrático Popular Revolucionario (PDPR) “es la unión de voluntades, capacidades y recursos para organizar, hacer y dirigir la revolución socialista”. Mientras, el EPR “es el ejército del pueblo organizado, estructurado y dirigido por nuestro partido para organizar la lucha contra los explotadores y opresores de nuestro pueblo. La construcción del ejército del pueblo tiene sustento en los principios leninistas de organización militar del proletariado”.

En algo se insiste a lo largo de los capítulos de la parte histórica: en que no hay diferencia entre lo que hoy es el EPR y la Unión del Pueblo (UP). Por ello asumen como año de fundación 1964 y no 1995 o 1996, cuando hizo su aparición pública como EPR en el vado de Aguas Blancas, Guerrero. Los autores quieren dejar en claro su posición de que son los mismos fundadores de la UP los que actualmente dirigen el EPR. Incluso lamentan el cambio de nombre y de siglas y lo presentan como un costo: “La verdad histórica es que el PDPR-EPR es el cambio de siglas producto de la incapacidad para poder frenar la tendencia revisionista dentro del partido”.

También rechazan que el movimiento estudiantil de 1968 y la represión que el régimen hiciera de esa lucha hayan sido el parteaguas para el surgimiento de los grupos armados en México. Ellos ubican el detonante en las luchas y represiones que vivieron de 1956 a 1959 trabajadores (no estudiantes pequeñoburgueses): electricistas, ferrocarrileros, médicos y de la educación. La única figura con nombre y apellido que resaltan en esta fundación es la de Héctor Eladio Hernández Castillo. Por el contrario, se minimiza la participación del guatemalteco José María Ortiz Vides.

 “En 1964 se constituye oficialmente el primer núcleo de profesionales de la revolución, entre ellos se encontraba nuestro querido compañero Héctor Eladio Hernández Castillo”. Por su parte, “el compañero Chema, como muchos otros, fue un compañero más”. Y nada tuvo que ver en la fundación de la organización: “como revolucionario se incorporó a nosotros cuando existía ya un desarrollo de las estructuras de dirección, cuando teníamos ya años de estar desarrollando una estrategia, táctica y metodología de construcción revolucionaria”.

Así, relatan como la primera etapa de 1964 a 1978, cuando se asumen como “grupo revolucionario”. A partir de 1978 dicen alcanzar un desarrollo que les permite erigirse en partido. Desde ese año se hacen llamar Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo (PROCUP).

En 1986 incorporan a su nombre el de Partido de los Pobres (PDLP), la guerrilla del maestro rural Lucio Cabañas, “después de años de relación política, solidaridad incondicional, intercambio de experiencias, de colaboración” con el “principal núcleo de sobrevivientes” de la guerrilla guerrerense.

A pesar de que durante 1 década se llamaron PROCUP-PDLP, los autores del escrito dejan en claro el papel marginal del PDLP, cuyos sobrevivientes sólo habrían sido rescatados y acogidos por una organización más articulada y fuerte. Así que la incorporación de las siglas del PDLP sólo ocurrió “en un acto de reivindicación y reconocimiento histórico a la lucha del PDLP y del profesor-comandante Lucio Cabañas”. La siguiente etapa ya iniciaría en 1996 como PDPR-EPR.

Los integrantes del Comité Central de la organización también asientan que todas las guerrillas provienen de “un sólo tronco común”. Más aún, de las mismas raíces. Las raíces son el movimiento social. El tronco fue la determinación de hacer la revolución socialista aún en varias expresiones. El PDPR dice que incluso preparó a otras guerrillas en sus escuelas político-militares.

Hasta aquí un primer apunte sobre el documento que, sin restarle en nada valor, deja ver un discurso político para legitimar al interior todas las decisiones de la actual dirigencia que, como en el mismo libro se señala, es la misma que viene desde la Unión del Pueblo. Y nada le resta a este núcleo el mérito de 52 años de clandestinidad y lucha por la una revolución marxista leninista en México. En una siguiente entrega hablaremos de sus crisis y sus maneras de resolverlas, así como de sus concepciones de la realidad mexicana y del mundo. Como decíamos, es un documento para revisar, dialogar y criticar el papel de los movimientos armados en uno de los países con mayor desigualdad y mayor impunidad del mundo: México.

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Zósimo Camacho

[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ZONA CERO]

Contralínea 484 / del 18 al 23 de Abril, 2016

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