Por enésima ocasión en sus cesiones mañaneras para no decir nada importante, públicamente y ante los reporteros de prensa para lo que no tiene un mínimo de respeto ni consideración, López Obrador arremetió contra el periódico Reforma exigiendo que diera a conocer sus fuentes de información; como si el inquilino de Palacio Nacional tuviera facultades dictatoriales y, por supuesto, hubiera abrogado los Artículos 6 y 7 Constitucionales. Este hecho, dado a mayor difusión por el propio diario (Reforma, 11 de abril de 2019), sentó un precedente francamente autocrático. Creíble porque el tabasqueño no ha dejado de atacar esos derechos constitucionales que son derechos humanos de todos los mexicanos y, en particular, de quienes los ejercen directa y diariamente en beneficio de la opinión pública.
Esto es una prueba contundente de que López Obrador ya cruzó el Rubicón (como cuando Julio César inauguró el cesarismo para precipitar, por el acantilado, a la República). Y puede continuar su cruce a más y mayores abusos contra nuestro, nuevamente, vulnerable republicanismo, el cual está cercado antidemocráticamente por el nuevo presidencialismo. Adjetivos, burlas y continuos ataques a ese periódico que afectan al periodismo en general. Y elogios a su prensa y a sus comunicadores de radio y televisión favoritos, mientras no deja de ajustar cuentas para censurar a quienes informar, y critican con veracidad, con base en sus fuentes; y a los que ahora López Obrador ordena que las revelen para traicionar su deber de resguardarlas contra viento y marea. Exigir que Reforma le diga quién, quiénes o cómo obtuvo la carta de solicitud de “perdón” que envió a España, es una insolencia que a ningún precio debe permitirse.
Así haya sido en términos de que, revelar la fuente “ayudaría mucho que, en aras de la transparencia” Reforma publicara cómo adquirió la carta para que López Obrador, obviamente, corte cabezas y siga agrediendo desde su pulpito. Estamos, de nueva cuenta, ante un hecho que debe ser combatido en defensa de derechos de libertad para publicar lo creado por la libre expresión. No debemos dar el mínimo espacio para tolerar tales desplantes cesaristas. No se trata de un acto aislado, sino de un sistemático asalto a la Constitución. Que por otro lado ya lleva nuevas contrarreformas en el contexto de la militarización, con generales por todas partes que anuncian más acometidas autoritarias.
No debemos permitir que desde la Presidencia… ¿de la República? y desde nuestra disminuida democracia por el aumento del populismo, López Obrador siga tupiendo de ataques ni a Reforma ni a nadie del periodismo, porque ejercen sus derechos para criticar e informar con la máxima libertad constitucional. Tratando de impedir que los mexicanos ejerzamos todas y cada una de las libertades republicanas, por medio de un cesarismo más que amenazante. Ningún medio debe revelar sus fuentes, sobre todo si su información es veraz y con la cual se mantiene el conocimiento que de todo requiere de la opinión pública.
Así que hay que publicar lo que los sectores público y privado quieren ocultar y que es obtenido mediante fuentes o filtraciones. No hay más transparencia que publicar lo que deben saber los mexicanos. La carta enviada al rey de España y la que se hizo llegar al papa, debieron primero publicarse abiertamente al público; y no enterarnos de ellas, sin su contenido, a través de la prensa.
Basta ya de agresiones al periodismo en todas sus modalidades y criterios políticos. No son los tiempos de López de Santa Anna, aunque sean los de López Obrador que anda creyéndose dueño de la verdad. No deben permitírsele esos abusos. Y otros que está cometiendo con su populismo; cuando en asambleas improvisadas se lava las manos para no asumir su responsabilidad de funcionario conforme a sus obligaciones constitucionales. Una de estas es someterse al ejercicio de las libertades de prensa como contrapoder. Ya se ha empeñado en atacar al matutino Reforma y otros a los que califica de “conservadores” y “fifís”, dándoselas de árbitro para expulsar a los que no lo dejan batear sus insolencias.
La legalidad del estado de derecho como imperio de la ley está siendo vulnerada por los imprudentes ataques que lanza contra Reforma, con la finalidad de que los mexicanos entendamos que no hay libertad de prensa para quien ejerce la Presidencia; esa que a toda costa ha de ser republicana y democrática. Así que no permitiremos esos autoritarismos y cada vez que alguien los vomite desde los poderes públicos y privados, saldremos al paso para mantener a toda asta la Constitución y sus derechos humanos.
Esos derechos entre los que se encuentran los de la prensa para publicar y criticar y hasta para elogiar. Proteger al periodismo como investigación, la búsqueda en las fuentes y no vender la independencia. Los periodistas y los ciudadanos, en ocasiones “quiere elogiar al poder, porque el poder ha acertado; en ocasiones quiere criticar al poder, porque el poder se ha equivocado, en ocasiones quiere denunciar al poder, porque el poder ha abusado. La vía para ese elogio, para esa crítica y para esa denuncia son los medios de comunicación, son los periódicos” (Luis María Ansón, La prensa como contrapoder).
Álvaro Cepeda Neri
[OPINIÓN] [DEFENSOR DEL PERIODISTA]
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