Por necesidad, quienes salen derrotados de cualquier empresa generalmente subestiman lo ocurrido o hasta tratan de esconderlo. Es lógico. El famoso cuento La zorra y las uvas lo demuestra claramente. Luego de intentar comerse esas sabrosas frutas y no poder hacerlo, el animal dice: “Ni quería”. Pero lo que no se ha dicho es que a veces el cuadrúpedo logra su objetivo, y tal vez sin medir las consecuencias, se atragante y le resulte peor conseguir sus objetivos.
Estamos, en muchos terrenos, en ese dilema: la derrota o el triunfo y los resultados inesperados.
Además de perder audiencia, anunciantes e ingresos, el duopolio vio partir a varios de sus comentaristas deportivos a las empresas trasnacionales Fox y ESPN. Pero ahora en la época del streaming ya es posible ver las justas deportivas en dispositivos personales y hasta entablar una comunicación con otros que aprecian, como es natural, algo diferente a lo que uno percibe.
Estamos, pues, al inicio de una nueva era que abre caminos insospechados, inciertos hasta ahora. Y ni siquiera Gilles Lipovetsky, quien nos alertó acerca de muchas cuestiones novedosas en los medios y la audiencia, tiene claro qué viene.
Carlos Slim, el millonario que es socio del periódico The New York Times, adquirió los derechos de los juegos de Río 2016 –que serán ruinosos para Brasil, ya que únicamente recuperará el 10 por ciento de lo invertido, así como los de Grecia fueron para la nación Helénica con 15 mil millones de dólares de pérdidas–, y puso a disposición del Organismo Promotor de Medios Audiovisuales (OPMA), del gobierno federal, además de los canales 11, 22 y otros todo el espectáculo. Es decir, por primera vez estaciones públicas están teniendo la primicia, junto con Claro Video, de un acontecimiento mundial. Algo que muestra, asimismo, que los monopolios en la televisión pero también en los certámenes deportivos van menguando.
Si bien en las transmisiones hay muchos aciertos (resaltar cuestiones científicas, literarias y artísticas), también hay aspectos en los cuales me parece que siguen los pasos trillados por unos medios que han estragado el gusto de la audiencia: presentar una vidente, utilizar a cómicos que no agregan nada, no darle impulso a los jóvenes, no incluir a literatos que saben y han escrito de deportes (Juan Villoro, parece, será la excepción) y meter a personajes que han pasado por la dirección del deporte oficial con más pena que gloria (Nelson Vargas y Bernardo Segura). Pero esto, como otras situaciones, no es lo relevante ahora, aunque tiene su importancia.
Y mientras lo que ocurre en los primeros días es algo ya sabido: la derrota de varias de las promesas y hasta la acusación de Alfredo Castillo –el inepto comisionado– que se lanza contra los jueces que aparentemente no pusieron atención a lo realizado por los aztecas, más los sustos de los futbolistas ante Fiyi y luego la eliminación frente a Corea, es algo ya conocido. Acá en suelo mexicano vemos que los cambios presentes y otros son para mal.
Se anuncia que la producción petrolera en 2017 será las más raquítica en los últimos decenios: 2 millones 28 mil barriles diarios, 3 por ciento menor que este año; además con un precio que se estima en 35 dólares por cada barril (hoy es mayor a 42 dólares). Por lo tanto, las finanzas nacionales sufrirán más recortes, algo terrible en un momento de recesión.
Pero a la vez, nos enteramos que la Presidencia de la República aumentó sus erogaciones este año de 1 mil 274 millones de pesos a 1 mil 935 millones. Y que la Secretaría de Turismo dilapidó 660 millones de pesos extras y la de Relaciones Exteriores se mandó con 1 mil 300 millones de pesos sobre lo establecido (Animal Político, 9 de agosto).
Y de repente, según el diario británico The Guardian, supimos que Angélica Rivera usa un departamento en una zona exclusiva de Miami, del grupo Pierdant, quien desea concursar en negocios para desarrollar puertos en México (hay por cierto, una atracción que muchas empresas pelean a muerte en la llamada Punta Colonet, Baja California). Luego de algunas horas de aparecida la noticia, el vocero gubernamental, Eduardo Sánchez, desmintió la versión.
Además, llegó el huracán Earl, que había dejado (hasta el martes 9 de agosto) más de 45 muertos y 40 mil damnificados en Puebla y Veracruz. La situación se agrava porque viene otro fenómeno natural llamado Javier, el cual azotará el Norte del país.
Si todavía no se reparan los sitios ni se dota de vivienda a quienes sufrieron lo sucedió con Ingrid y Manuel en Guerrero, hace más de 3 años, preocupa este nuevo desastre que dejará en la indigencia a miles de personas, no obstante los paseos del Ejecutivo por varios lugares.
Tiempos nuevos y soluciones viejas gubernamentales.
Jorge Meléndez Preciado
[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ARTÍCULO]
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