En tiempos recientes, en el plano internacional, el terrorismo islámico ha tomado gran auge, sobre todo desde la aparición del autoproclamado Estado Islámico a mediados de 2014. No sólo puso en primer plano el riesgo de atentados terroristas a nivel mundial, sino que reavivó en México el interés en la comunidad musulmana mexicana. Su presencia y su convivencia desde la década de 1970 han sido discretas pero constantes. En 2010 representaban 3 mil 760 musulmanes, según reporta el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
En la nueva situación internacional donde se está viviendo un recrudecimiento de la violencia interreligiosa y donde la confrontación de civilizaciones se presenta en toda su forma, también se han incrementado la islamofobia, el antisemitismo y, ante todo, la intolerancia hacia el Islam. La proclamación del Estado Islámico no fue un precedente que haya creado mucho consenso en la comunidad musulmana mundial. Sin embargo, el estigma sobre los musulmanes es patente en Europa occidental como en Estados Unidos.
Existe un temor por parte del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos de que México pueda convertirse en un Estado trampolín, tal como afirma en una investigación el grupo de vigilancia civil Judicial Watch, con sede en Washington, distrito de Columbia. No obstante que de la Casa Blanca hayan negado darle validez a toda posible amenaza por parte del Estado Islámico en su suelo, no existe tampoco certeza acerca de lo contrario.
Esto se debe a que tanto las instituciones mexicanas como las estadunidenses son incapaces de controlar el territorio fronterizo de forma integral. La delincuencia organizada podría ser un aliado natural para los miembros de las organizaciones con intenciones de infiltrarse y crear el caos en su propio territorio. En cualquier caso este fenómeno es ajeno de toda vinculación con la comunidad musulmana autóctona, que convive en la sociedad mexicana de forma armónica.
Las primeras comunidades de migrantes se fueron consolidando en las zonas al Norte de la geografía mexicana, en particular en Torreón, Coahuila. Son los primeros conversos musulmanes, además de otras comunidades en el estado de Chiapas, en la cercanía de San Cristóbal de las Casas, de origen tzotzil. En Jalisco, la formación de una pequeña umma (comunidad de creyentes) se fue incluso creando con base en internet, donde se contactaron los miembros. A falta de una mezquita formal, encuentran los medios para adaptarse a las condiciones adversas, como los hoteles, que pueden suplir a un sitio de oración en toda forma.
“Sí existe una cierta igualdad en la umma, desde el ramadán, la comida, pero ya con la integración personal familiar de aplicar el rezo es muy diferente. […] Los árabes y los mexicanos musulmanes no están enteramente integrados, porque ellos nacieron en el Islam. Además el Islam permite el divorcio. […] Está en El Corán [y en] la sharia, la ley islámica [que] es general”, afirma Erubiel Camacho, periodista musulmán mexicano.
“Omar Weston fue uno de los pioneros de la presentación del Islam […], fue de los primeros que empezó a predicar, fundó centros, fue por un tiempo la referencia […], ahora ya hay otros”, explica Hernán Taboada, maestro en Estudios de Medio Oriente por El Colegio de México y doctor en Estudios Latinoamericanos, por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es autor del libro: La sombra del Islam en la conquista de América Latina.
Para el investigador en antropología de la religión, adscrito a la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), Fitra Isuu Kusumo, según ha expuesto en una ponencia en el seno del Coloquio El Islam en América Latina: Más que Una Religión, celebrado en Ciudad Universitaria en abril pasado, la presencia de los musulmanes en México se puede resumir en tres territorios a nivel nacional, Torreón, Coahuila; Monterrey, Nuevo León; y Tijuana, Baja California, más específicamente en El Rosario, donde se concentra una importante cantidad de creyentes.
El autor de la obra en tres tomos El Islam en América Latina, señala que en total hay seis mezquitas tan sólo en Baja California, mientras que en Guadalajara otras tres tienen presencia. En el Distrito Federal se encontrarían ocho centros de reunión de diferentes corrientes religiosas, los sunitas; además de la presencia de musulmanes chiapanecos. Es importante mencionar que la presencia en la frontera común con Estados Unidos de musulmanes hace que muchos de sus creyentes sean transeúntes trasfronterizos, quienes acuden a las mezquitas en El Rosario y en la región.
El maestro en derecho César Armando Macías Cervantes, de la UNAM, comentó durante el coloquio mencionado que sufren más la discriminación y el caso los conversos que los que crecieron es esa religión. A nivel familiar los conversos se encuentran frente al rechazo de sus propias familias en algunos casos católicas o incluso judías, que optan por aislar al practicante, llegando a expulsarlos del seno de la misma por su fe diferente a la común o incluso de excluirlos del testamento. El caso en Chiapas, donde los conversos son expulsados de sus comunidades, también se ha dado en el pasado. A nivel laboral, por ejemplo, existen casos de despidos injustificados tanto de hombres como mujeres basados en sus creencias, y en el caso de las mujeres existe una concepción falsa de que la mujer musulmana es cautiva detrás del hiyab (velo musulmán femenino) por parte de mujeres feministas (de creencia católica).
El Analista Internacional Mauricio Dardón, en una entrevista con Contralínea, afirma que “en México no existe una comunidad mexicana muy grande. No es la comunidad musulmana que vive en Europa, donde según he leído son aproximadamente 6 millones de musulmanes, aunque las cifras varían, pero hay una comunidad fuerte musulmana […]. La fuerza del Islam radica en que se mete en todos los ámbitos de la vida humana; a diferencia de las otras religiones, ésta abarca todo, hay cinco pilares o mandamientos básicos del Islam, y se tiene que cumplir con estos cinco mandamientos, pero la sharia se mete en todos los ámbitos de la vida humana, entonces por eso tiene mucha fuerza en los países musulmanes, por que regula hasta la guerra, a diferencia de las otras religiones”.
El Inegi condujo en dos ocasiones estudios sobre las poblaciones musulmanas en el país (2000 y 2010), en ambos se estudia la presencia del Islam en México, su distribución y otros aspectos poblacionales importantes. En ese sentido, el primer estudio de 2000, La diversidad religiosa en México, concluye en primer lugar que desde que se tiene medición de la población, estamos ante el decreciente número de cristianos católicos en términos absolutos, pasando del 99.5 por ciento en 1900 a 88 por ciento en 2000. Su distribución geográfica, según el Inegi reporta que mientras que a nivel mundial representan alrededor del 18 por ciento, en México son una minoría absoluta (menos de 1 mil 500 personas).
Más de la mitad (52.5 por ciento) se encuentra en la región del centro, seguida por el noreste, donde radican cerca del 15 por ciento de sus creyentes. El nivel de dispersión es muy elevado a nivel de estado. Un tercio de los musulmanes estarían en la zona metropolitana del Distrito Federal y una quinta parte en la zona del centro. En ningún caso su presencia a nivel municipal supera el 1 por ciento. De las 1 mil 421 personas censadas, la gran mayoría radica en núcleos urbanos mayores de 100 mil habitantes (1 mil 199, el 84.4 por ciento), y el 11 por ciento está en poblaciones mayores a 2 mil 500 habitantes. Por lo tanto su presencia es netamente urbana y en gran medida en la zona centro del país.
La tasa de alfabetización entre los musulmanes es mayor que la media nacional, con un 97.7 por ciento capaces de leer y escribir. El nivel de instrucción también es alto: el 46 por ciento de los musulmanes mayores de 25 años poseen un título de nivel superior, un valor cinco veces por encima de la media nacional. De las 82 personas musulmanas parlantes de un idioma indígena el 85 por ciento también hablan español, representando el 5.8 por ciento de la población censada. Entre los idiomas listados son el tzotzil, tzeltzal, totonaca y náhuatl.
En el estudio Panorama de las religiones en México en 2010 se habla ya de 3 mil 760 individuos de creencia musulmana a nivel nacional. Desglosando por entidad federativa, el Distrito Federal cuenta con 1 mil 178 personas, el Estado de México con 417 personas, Jalisco con 248 personas y Baja California con 190 personas. Esto indicaría que si se adiciona a los musulmanes del Estado de México y el Distrito Federal representa el grupo más importante a nivel nacional con aproximadamente 1 mil 595 personas censadas. En nueve estados de la república (Distrito Federal, Estado de México, Jalisco, Baja California, Puebla, Quintana Roo, Nuevo León, Guanajuato y Chiapas) se concentran 2 mil 697 personas, equivalentes al 72 por ciento de los musulmanes a nivel nacional.
Es un grupo relativamente minoritario, “pero ya más visible que hace 10 o 15 años”, según comenta el investigador Hernán Taboada. “Hay una importante presencia en la Ciudad de México, pero también en otras ciudades, como en Puebla, Torreón, Guadalajara. Las cifras que se manejan son bastante vagas, [hay estimaciones del Inegi que] dan una cifra muy baja”.
Hernán Taboada sostiene que “hay que aclarar que mezquita es un término un poco amplio; en el Islam puede hablarse de una mousala, una sala de oración, que puede ser cualquier local, casi cualquier local, puede estar dedicado al comercio, a otros usos, y se usa también para la oración”. Existen en el Distrito Federal ocho imames (líderes religiosos musulmanes), que no siempre se registran como mezquitas, sobre todo cuando la cuestión del registro de estas premisas sigue siendo una zona gris en la legislación. Las asociaciones sirven de techo a la umma (comunidad musulmana). En el Distrito Federal están los siguientes centros, el Centro Cultural Islámico, el Centro de Estudios Ibn Jabdún, el Centro Ahlel Bayt, el Instituto de Lengua y Cultura Árabe Al Hikmah y el Centro Salafí México y finalmente la mezquita de Euclides, en la colonia Polanco.
El maestro en Estudios de Oriente Medio Hernán Taboada comenta que “hasta ahora no [ha habido simpatías] con el Estado Islámico, incluso de Al Qaeda, de eso no encontré nada; no encontré partidarios”.
Erubiel Camacho López en una entrevista con Contralínea afirma que ve “el Estado Islámico como un fenómeno político-religioso de los más importantes del siglo XXI y que va a crecer”. El Islam, desde siglos, vive un cisma en su comunidad, no solamente entre sunitas y chiítas, hoy también encontrando partido por quienes apoyan al Estado Islámico y quienes lo rechazan. En una entrevista con Contralínea, el investigador de la ENAH, Fitra Isuu Kusumo, afirma que “la idea del Estado Islámico es muy buena, […] en su desarrollo ya no es tan bueno por la violencia y sabemos quién lo creó y todo eso. La idea era juntar a los musulmanes, pero con el nombramiento del califato, muchos ya no podemos aceptar el ISIS”.
Dado que según los agentes del Estado Islámico vienen desde el extranjero y se infiltrarían en México para a llegar a Estados Unidos, queda más que evidente que no existe relación con la comunidad mexicana musulmana. Mauricio Dardón piensa al respecto que a “Al Qaeda ya se le ha de haber ocurrido una cosa así, [a] los gringos se les ha de haber ocurrido de que estos ya lo pensaron, y que tengan cuidado; entonces México siguen siendo el filtro. Por eso hay mucha coordinación entre los servicios del Homeland Security y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional de México, y también el Instituto Nacional de Migración”.
En consecuencia, relacionar un fenómeno venido desde el extranjero con intereses muy particulares, con una comunidad afincada en este país desde varias décadas, sería un ejercicio irrisorio, dado que no sólo no hay vínculos formales para ello. Los musulmanes que viven en México, según las leyes y las normas sociales establecidas, poco provecho tendrían de alinearse con un estado terrorista. Los agentes del Estado Islámico no tendrían ningún interés a priori en México, ni para arraigarse, ni para atentar, puesto que sería considerado como tierra de tránsito. El objetivo sigue siendo llegar al otro lado de la frontera, a Estados Unidos.
“Sobre el Islam global hay una cosa […], que en algunos años se va a convertir en la primera religión […]”, afirma el profesor de historia Hernán Taboada en entrevista con Contralínea. La comunidad musulmana mexicana, por lo tanto, tiene todo el interés de desvincularse de lo que ellos mismos desconocen como musulmanes. Para Erubiel Camacho López, “el Estado Islámico es una respuesta a Occidente, desesperada, milenarista, apocalíptica”.
En México rige un principio de separación de Iglesia-Estado, el cual aplica a todas las creencias por igual. La tolerancia interreligiosa y la sana convivencia de las diferentes comunidades deben imperar. El licenciado en derecho Mauricio Dardón sostiene lo siguiente al respecto: “La islamofobia, como todas las fobias, no debe fomentarse, debe frenarse; la tolerancia es uno de los valores básicos del ser humano”.
El miedo y la intolerancia son las herramientas de los propagandistas y demagogos, quienes no tienen mejor argumento para convencer. La islamofobia sirve para dividir a una comunidad islámica que ya vive el cisma histórico desde hace siglos. Independientemente de que fuera cierto, no hay razón para alarmarse ante la presencia de creyentes del Islam en México; sí en cambio, de personas que, lejos de profesar la fe islámica, son agentes de un Estado de facto que busca desestabilizar el mundo a su favor, siendo un acto terrorista más que religioso, y por lo tanto sin el poder de inmiscuirse en los fundamentos de lo que en décadas se construyó en México: una convivencia entre religiones dentro de respeto y la tolerancia hacia la religión ajena como a la propia.
Axel Plasa, @axel_contra
*Periodista
[OPINIÓN]
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