Nadia Alejandra “no se suicidó, fue victimada”, asegura el perito en criminalística Noé Guillén, luego de encontrar “graves anomalías” en el caso, junto con elementos físicos en el cuerpo de la mujer y los testimonios de dos hijos de la víctima, los únicos que presenciaron lo ocurrido a su madre el 12 de febrero de 2004 en el interior de su casa, donde se encontraban también Bernardo e Isidro López, padre y tío de los menores de edad, señalados por éstos como los asesinos.
Guadalupe Cruz Jaimes / CIMAC*
El relato de César y Andrés sobre lo sucedido a su madre no ha cambiado desde ese día, cuando declararon ante la Procuraduría General de Justicia del Estado de México (PGJEM), y coincide también con los hallazgos del experto en criminalística: Nadia Alejandra fue asesinada por su esposo Bernardo López Gutiérrez, ayudado por su hermano Isidro, alias Matute. Primero la golpearon, después la metieron a la cisterna y finalmente la colgaron de una viga que atravesaba el techo del baño de su casa, ubicada en Villa Nicolás Romero, Estado de México.
“Encontré elementos físicos que indicaban que no pudo ser suicidio, además de las irregularidades que cometieron las autoridades del Estado de México desde el levantamiento del cadáver por parte del perito en criminalística Mishel Aceff y del agente del Ministerio Público (MP) Emmanuel Vilchis Sandoval”, abunda Noé Guillén.
El perito explica que, de acuerdo con el protocolo de investigación, los funcionarios incurrieron en “faltas graves” que no pueden considerarse “errores humanos”. Incumplieron los principales pasos que deben llevarse a cabo para esclarecer el hecho: acordonar el lugar, realizar una descripción “lo más detallada posible” del sitio y rastrear los elementos susceptibles “de mayor investigación”.
En el caso de Nadia “no hubo una correcta descripción del lugar de los hechos”. El día en que hallaron el cuerpo, “había ropa amontonada, colchones en el piso y no hay una descripción exacta que sirviera para determinar si en el lugar existió o no violencia”.
Como consecuencia de que el lugar no fue acordonado, dos días después del homicidio de Nadia, que tenía 24 años de edad, su casa fue incendiada, al parecer, por familiares de los supuestos feminicidas, y con ello se perdieron las evidencias, refiere Guillén.
Sin embargo, para la defensa de Isidro López, el desorden en la casa era “la forma en que vivía” la joven, su hija de dos años y sus dos hijos, entonces de cuatro y cinco años de edad. Así lo ratificó Mishel Aceff Sánchez, en representación de la procuraduría estatal, durante la reunión de peritos celebrada el pasado 17 de marzo y a la cual acudieron Abraham Moisés Fuentes, del Tribunal del Tercero en Discordia Local; Fernando Pastrana, por parte de la defensa, y Noé Guillén, de la parte acusadora.
Una de las irregularidades más importantes en la investigación, de acuerdo con Guillén, es que la soga que rodeaba el cuello de Nadia desapareció. Según el protocolo en criminalística, en casos como éste se debe cortar el lazo a por lo menos cinco centímetros del nudo, debe retirarse y embalarse, es decir, guardarse en una bolsa con los datos de la investigación y entregarse al MP y posteriormente al juez.
Pero “la gran irregularidad es que la soga desapareció. Se ignora qué hicieron con ella, si la entregaron a Vilchis… no se sabe nada; siendo que el indicio se debe preservar hasta la conclusión”, manifiesta el perito.
Meses después del homicidio, se le solicitó a Emmanuel Vilchis que entregara la soga, pero éste “dio largas, hasta que le enviaron un oficio solicitándole que la entregara”. Una soga apareció seis meses después, sin embargo, no se puede aseverar que es la misma, dice Guillén.
Por la gravedad de esta anomalía, Guillén espera que Felipe Landeros Herrera, juez tercero de lo penal en Cuautitlán Izcalli, lo tome en cuenta al momento de dar su veredicto.
Estas faltas, dice el experto, no pueden llamarse “errores humanos, sino algún tipo de interés, de corrupción. Resulta increíble que haya ocurrido así –lamenta–, por sentido común se guarda la soga porque es evidencia”.
Asimismo, Guillén califica como “absurdo” el argumento de las autoridades mexiquenses para no analizar la camisa con sangre que fue extraída del domicilio de Nadia. “Ropa con sangre no se revisa por higiene”, indica el acta.
Para Guillén esto es inadmisible, pues “los peritos tienen la obligación de mandarla a estudio y determinar si la sangre es humana o no, y saber el tipo al que pertenece; no se puede argumentar que por higiene. No sólo era posible investigarla, era su obligación”.
Otra preocupante irregularidad es que el análisis de sangre que se le realizó al cuerpo de Nadia se entregó 48 horas después, con el presunto resultado de que se encontró alcohol. Y 11 días después se informó sobre los miligramos que presentó. Ante ello, el criminalista afirma: “Esta información no es real, fue sembrada”.
“Lo correcto sería presentar los resultados de manera inmediata. No debió tardar ni siquiera 48 horas, y una vez que lo entregan deben informar la cantidad de alcohol, no 11 días después”, expresa.
Cabe mencionar que también hay discrepancia en las declaraciones sobre los horarios en que llegaron al lugar de los hechos el MP, el médico forense y el perito criminalista. Riego Vázquez, médico forense, tuvo intervención en el lugar de los hechos, en el anfiteatro y fue quien realizó la autopsia al cuerpo de Nadia Alejandra.
Los elementos físicos se basan principalmente en el modo en que se encontró el cadáver. Según el expediente judicial, en “suspensión incompleta, ella estaba de rodillas y alcanzaba a tocar el piso. El lazo le daba dos vueltas y media al cuello, la soga tenía dos nudos y uno de ellos tenía su cabello enredado y la cuerda daba la vuelta a manera de banda sobre una viga que pasa por el techo del baño” del domicilio de la víctima.
Para el perito Guillén, por la forma en que hallaron el cuerpo, “es muy improbable que Nadia lo haya podido hacer (suicidarse)”.
En lo que se refiere a los indicios subjetivos, el perito menciona que existe correspondencia entre los testimonios de los hijos de Nadia y las evidencias físicas, las cuales demuestran que “ella no se suicidó, fue victimada”. Hay elementos para determinarlo.
“No sé qué piensan encontrar para determinar homicidio, tal vez un charco de sangre”, se cuestiona.
Mientras tanto, los menores de edad César y Andrés han acudido ante las autoridades judiciales para que se les explique en qué consistiría el careo con Isidro López, a quien ellos señalan como uno de los asesinos de su madre.
Solicitado por la defensa del supuesto feminicida, el careo es considerado como inapropiado por personal de sicología de la Fiscalía Especializada para Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas, pero apropiado, según la opinión de la defensa del inculpado.
Será Felipe Landeros, juez tercero de lo penal de la PGJ en Cuautitlán Izcalli, quien determine si el careo se realiza.
*Comunicación e Información de la Mujer, AC
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