Categorías: Opinión

¡No a la muerte! ¡Sí a la vida!

Publicado por
Pablo Moctezuma Barragán

El día que regresó el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y tomó el poder Enrique Peña Nieto (1 de diciembre de 2012) fue herido de muerte Francisco Kuy Kendall, quien falleció en enero de 2014. Antes, en San Salvador Atenco, fueron asesinados el niño Francisco Javier Cortés Santiago, de 14 años, y Ollin Alexis Benhumea, de apenas 20 años. Éste es un sexenio marcado por la represión y la muerte trágica de mexicanos en la flor de la edad. El número de asesinados rebasa los 40 mil y ha superado incluso el negro sexenio panista de Felipe Calderón.

Sexenio de muerte

Las explosiones han marcado el gobierno de Peña. Mueren decenas de mexicanos y no se castigan las omisiones criminales que dan lugar a las tragedias. El 31 de enero de 2013, las oficinas centrales de Petróleos Mexicanos en la Ciudad de México sufrieron una explosión en el edificio B-2, que causó la muerte de 37 trabajadores. El 7 de mayo de 2013 hubo una explosión ocasionada por una pipa de gas de doble remolque en la autopista México-Pachuca a la altura del municipio de Ecatepec, Estado de México, dejando un saldo de 20 muertos y 36 heridos. El 15 de octubre de 2014 ocurrió una terrible explosión en el centro de recepción de gas en Reynosa, Tamaulipas, en la que hubo 31 muertos. En todos los casos ha existido impunidad y olvido. Pareciera que la “vida no vale nada” y que los mexicanos, como los esclavos de antaño, pueden morir sin que importe el origen del accidente o si se trata de atentados, y sin investigar las causas del “accidente”, porque el accidente no nace, se hace, y hay responsables en cada caso.

Pero además de estas muertes inaceptables y sospechosas, se vive el ataque sistemático en contra de las luchas sociales y el asesinato contra los opositores.

Tal es el caso de Ayotzinapa. México se cimbra de dolor e indignación, la violencia llega al extremo. El gobierno nos ha llevado atrás de manera inimaginable. Cuando los jóvenes mexicanos esperan un futuro que les permita educarse y tener un trabajo y vida digna en un país libre y soberano, se topan con un gobierno retrograda que vende la soberanía nacional, entrega las riquezas a las corporaciones extranjeras, pisotea los derechos del pueblo en lo laboral, educativo, lo carga de impuestos, permite el peor daño al medio ambiente y deja que proliferen los feminicidios, le quita el agua a los pueblos, etcétera; y el colmo ha sido el asesinato de jóvenes normalistas. El 26 de septiembre de manera fría y despiadada mataron a tres muchachos en Iguala, Guerrero, en tres ataques subsecuentes; además mataron a otras tres personas, y esa madrugada desaparecieron a 43 estudiantes que iban en patrullas de la policía; hubo 20 lesionados, uno con muerte cerebral. Este crimen de lesa humanidad ha ocasionado el peor escándalo nacional e internacional en décadas y un estallido popular de indignación, que ha llevado a los jóvenes de escuelas normales, preparatorias, universidades públicas y privadas a movilizarse. Así demuestran que las nuevas generaciones no aceptan al mal gobierno y a sus prácticas de corrupción y represión. Este crimen ya ha sido calificado como “terrorismo de Estado”, y su objetivo es atemorizar, paralizar a la oposición ante el proyecto depredador neoliberal. “Mátalos en caliente”, decía Porfirio Díaz; los neoliberales salvajes siguen esa consigna al pie de la letra.

México no es el mismo, mucho ha evolucionado nuestro pueblo. Estamos en el siglo XXI y no aceptamos matanzas; el genocidio contra los normalistas es intolerable. Las normales rurales impulsadas por Lázaro Cárdenas se han distinguido por educar maestros comprometidos con el pueblo, y a partir de Miguel de la Madrid han sido sistemáticamente golpeadas. En Hidalgo, Miguel Ángel Osorio Chong cerró la Normal Rural de El Mexe; desde que llegó Peña se ha agudizado el cerco contra las normales rurales; y ya con su presidente electo, el PRI reprimió salvajemente en Michoacán a la Normal Rural de Tiripetío. Hoy, una vez más se les ha hecho fácil atacar a los normalistas, pero no contaban con la reacción popular. Un clamor se escucha en México y en el mundo. ¡Justicia en el crimen de Ayotzinapa! ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos! La muerte de los normalistas y la desaparición de 43 estudiantes, una de las peores represiones desde el movimiento de 1968, ha provocado la indignación nacional e internacional y la denuncia general al régimen mexicano, a la que hasta la Organización de Estados Americanos y la Organización de la Naciones Unidas, por ejemplo, se han sumado.

Las normales rurales son golpeadas desde hace años, de las 50 escuelas que había en 1950 sólo quedan 14. Les reducen constantemente el presupuesto y la matrícula, los jóvenes exigen plazas y condiciones dignas de vida y sólo han recibido cerrazón y represión. El colmo es que a la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa la han atacado violentamente. Ya antes, el 12 de diciembre de 2011 fueron asesinados dos normalistas: Jorge Alexis Herrera y Gabriel Echeverría de Jesús. Y ese crimen está impune.

Pero este crimen de Estado no sólo se da en Guerrero, también sucede en toda la República, donde campea la impunidad ante los sistemáticos asesinatos de luchadores sociales que se oponen a los ductos de gas, proyectos mineros, hidroeléctricos, energéticos, al robo de agua, etcétera. Por ejemplo, Puebla. Con gran dolor e indignación nos enteramos de que José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo, de 13 años de edad, murió asesinado, víctima de la llamada ley bala, impulsada por el gobierno de Rafael Moreno Valle. No es él la primera víctima: también Esteban Cruz, opositor a los megaproyectos en Puebla, fue asesinado el 5 de junio de 2014. El líder del Movimiento Independiente Obrero, Campesino, Urbano y Popular, Antonio Esteban Cruz, y principal opositor al proyecto de construir una hidroeléctrica en el Río Apulco, en los municipios de Cuetzalan y Ayotoxco, fue asesinado de cuatro balazos. Son continuas las represiones en Puebla contra los opositores a los megaproyectos. Rafael Moreno Valle llegó al gobierno gracias a la alianza Partido Acción Nacional (PAN)-Partido de la Revolución Democrática (PRD); y Luis Maldonado, secretario general de gobierno, recién se afilió al PRD.

A los gobiernos de Guerrero, Puebla, Sinaloa llegaron militantes del PRI que no obtuvieron la candidatura y fueron lanzados por la alianza PRD-PAN. Han sido gobiernos nefastos. Por su parte, Ángel Aguirre fue gobernador por el PRI de 1996 a 1999 y durante su mandato se dio la masacre de El Charco, que cobró 11 vidas, y siguió el asesinato continuo de militantes de la Organización Campesina de la Sierra del Sur en Guerrero. Aguirre fue propuesto como gobernador por Nueva Izquierda y Marcelo Ebrard, y apoyado por el PAN. José Luis Abarca, presidente municipal de Iguala por el PRD, ya había sido acusado de asesino y de estar ligado al crimen organizado. Es patente la impunidad y el retroceso al que nos lleva el mal gobierno.

El clima represivo también se vive en Sinaloa, donde el gobernador fue también candidato de la alianza PRD-PAN. En Mazatlán, Sinaloa, el 11 de octubre fue acribillado Atilano Román en Mazatlán, mientras trasmitía su programa de radio. Él era un defensor de los comuneros desplazados por la presa Picachos. Antes, el 22 de mayo de 2014, fue asesinado en Sinaloa Ramón Corrales Vega, expresidente del Comisariado Ejidal del Cajón de Cancio, en Choix, Sinaloa, que se oponía a la pretensión del gobernador, Mario López Valdez, de entregar la veta de hierro a la minera Paradox Global Resources. Fue asesinado con rifles automáticos en un corral. Recordemos también como Mario López Valdez, como se conoce al gobernador que militó en el PRI hasta 2010, decretó una ley mordaza que causó viva oposición y tuvo que derogarse. En todos los casos persiste lo que parece ser ?según Edgardo Buscaglia? el pacto de impunidad.

Con estos crímenes, el PRD se ha unido al PRIAN (contracción de las siglas del PRI-PAN) y forma parte del mismo régimen caduco y odiado por el pueblo de México que hemos de derrotar para abrir paso al futuro. Ya no es sólo el Pacto anti México que firmó con Peña y el PRIAN, ahora ya es parte del sistema que tiene a México sometido y encadenado. Y no es de hoy. Ya antes había el PRD colaborado en la represión a los mineros en huelga en Lázaro Cárdenas, Las Truchas, Michoacán, donde fueron asesinados en abril de 2006 los obreros Héctor Álvarez Gómez y Mario Alberto Castillo, y 75 mineros fueron heridos. Esa represión corrió a cargo del gobierno federal panista de Vicente Fox en colaboración con el gobierno estatal del PRD.

El régimen del PRIAN está podrido y destruye a México y a la población. En Tlatlaya, Estado de México, asesinaron a 22 personas; en San Fernando, Tamaulipas, aparecieron 72 cadáveres de migrantes; en la Guardería ABC murieron 49 niños y niñas en un acto criminal; continúa la matanza de mexicanos en la frontera a manos de la migra. Este año, el 19 de febrero, día de la visita de Obama durante la Cumbre de Líderes de América del Norte, fue asesinado Jesús Flores Cruz por la patrulla fronteriza, sumando este crimen a tantos asesinatos contra mexicanos en la zona limítrofe.

El neoporfirismo en pleno impone a sangre y fuego los intereses de las grandes corporaciones. Actualmente, con el régimen del PRIAN, en una supuesta democracia, se reprime la protesta y se multiplican las víctimas. Como en el porfirismo, se reprime a los yaquis y se les quita el agua. Hoy Mario Luna y Fernando Jiménez están en la cárcel por defender a su pueblo. A los defensores de las comunidades se les encarcela como han hecho con el doctor José Antonio Mireles y Nestora Salgado, a los campesinos de Holbox; pero al Grupo México, responsable de contaminar los ríos Sonora y Bacanuchi, con 40 mil metros cúbicos de acido sulfúrico, responsables de negligencia criminal en la muerte de 65 mineros en Pasta de Conchos, ni los tocan.

El clima actual es muy peligroso para México. No basta la indignación, es necesario organizarnos, actuar. Quieren que la población se acostumbre a este clima represivo y de muerte. Estados Unidos está llenando nuestro país de armas y promueven el narcotráfico y la guerra para que mientras los mexicanos se matan, ellos se lleven la riqueza. A río revuelto, ganancia de pescadores. Todo lo que vivimos es producto del neoliberalismo, también llamado capitalismo salvaje, y tiene que ser superado con la unidad del pueblo de México.

El viejo régimen ya está obsoleto, hace falta la transformación del país y una salida a nuestros problemas. Todo México exige justicia. Necesitamos una vida nueva, una vida digna. Queremos paz para construirla.

Pablo Moctezuma Barragán*

*Politólogo y urbanista. Dirigente de Mexteki y vocero del Congreso de la Soberanía

 

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Contralínea 409 / del 27 de Octubre al 01 de Noviembre 2014

 

 

 

 

 

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