En las últimas semanas hemos visto entre varios miembros del gabinete (equipo del primer círculo de gobierno que aspira a la candidatura priísta a la Presidencia) un problema de “personalidad múltiple”, en donde un mismo funcionario tiene diversas personalidades opuestas entre sí, con características sicológicas completamente distintas. Esto nos lleva a considerar que urge un siquiatra en el gabinete que defina quién es quién y cuál es su papel en la escena política.
Por ejemplo, en medio de un país convulsionado con asesinatos, desapariciones, secuestros, ejecuciones, robos y todo tipo de protestas sociales (hasta los empresarios marcharon) que prácticamente han paralizado ciudades y poblaciones, el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, declara en La Habana, Cuba, que “en América Latina ya no hay lugar para la violencia ni la intolerancia. Nuestros pueblos demandan condiciones de paz y desarrollo para poder salir adelante y ser felices”.
Desde que tomó posesión de la Presidencia de la República, el primer mandatario observa desde Los Pinos a otro México distinto al que vivimos aquí abajo los de a pie, en donde la violencia, la pobreza, el desempleo, la inseguridad, la corrupción, la impunidad y la injusticia aparecen todos los días. ¿En qué México vive Peña?
Un claro ejemplo de “doble personalidad” (trastorno disociativo de la identidad del ‘yo’, por el cual una persona posee dos personalidad distintas, es decir tiene dos formas de ser diferentes, con sus respectivas estructuras, pauta de conducta, criterios y formas de reacción que condicionan su forma de actuar) en el gabinete es el caso de Aurelio Nuño, secretario de Educación Pública que desde que tomó posesión se ha negado sistemáticamente a dialogar con el magisterio disidente de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), y a cambio pidió que fueran reprimidos maestros y población civil que los apoya, lo que ocasionó la muerte hace unos días de ocho personas y heridas de bala a otras 50.
Después de que enfáticamente Nuño negara cualquier diálogo y negociación con los maestros, ahora dice que la SEP coadyuvará en “lo que sea necesario” para que el diálogo con los disidentes que tanto odia resulte exitoso y concluya con una salida pacífica al conflicto que se vive. Por lo dicho y lo hecho este funcionario debería ser despedido de tan honrosa responsabilidad que ofende sólo con su presencia o por lo menos internarlo en algún hospital psiquiátrico
Otro caso de “personalidad múltiple” es el del secretario Miguel Ángel Osorio Chong, quien había declarado hace menos de 1 mes que por ningún motivo intervendría en el conflicto magisterial que “estaba resolviendo” su compañero de gabinete Aurelio Nuño, pero ahora Osorio es quien encabeza la negociación en la Secretaría de Gobernación, en donde seguramente habrá una solución razonada, pensada y, sobre todo, consensuada entre las partes involucradas.
Un caso más de personalidad múltiple es el del secretario José Antonio Meade, a quien en cinco años le han encargado cuatro responsabilidades totalmente distintas: Energía, Hacienda, Relaciones Exteriores y Desarrollo Social, lo que lo ha confundido terriblemente para definir quién es y qué hace, al punto de que ahora quiere ser el candidato priista a la Presidencia, y ante el panorama actual no estaría lejos de lograrlo
La doctrina el shock de Peña
Como si no hubiera gobierno, nadie detiene los acontecimientos más críticos que vive el país desde que Enrique Peña Nieto asumió la Presidencia de la República y que se resumen en un gabinete incapaz de sostener la economía que cada día depende más de los vaivenes externos; violencia sin freno promovida desde el grupo en el poder y en contra de las protestas sociales; aumento de la pobreza y del desempleo; corrupción que se expande en todas las áreas públicas con su eterno cómplice el sector privado; la injusticia e impunidad van de la mano para proteger a los que roban el presupuesto público, mientras que la sociedad se hunde en el miedo y la incredulidad ante la negligencia y el abuso de gobernantes como Aurelio Nuño.
En medio de esta crisis de gobernabilidad, ocho personas son ejecutadas hace unos días y otras 50 resultan heridas de bala en el pueblo de Nochixtlán, Oaxaca, cuando protestan junto con otros miles de manifestantes que están en contra de la reforma educativa y apoyan las demandas de la CNTE. Policías federales y estatales armados los enfrentaron y el resultado fue esta masacre de maestros y población civil porque el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, no entiende el problema.
Ante la incapacidad de Nuño y el crecimiento del problema que ya suma a maestros y población civil de 20 estados de la República, incluida la capital del país, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong ha sido enviado para intervenir en este conflicto y buscar una solución que pare la violencia y las protestas de los maestros disidentes, a quienes por la vía represiva intentan amedrentar con el encarcelamiento de 20 de sus dirigentes acusados de diversos delitos, algunos inventados por la propia autoridad como lavado de dinero y homicidio.
El gobierno utiliza el choque y la violencia en contra de la población para reprimir cualquier protesta en contra de reformas públicas impopulares. Esto que sucede en México es como seguir un guion ya escrito por la periodista Naomi Klein, quien en su obra La doctrina del shock demuestra que el capitalismo emplea constantemente la violencia, el terrorismo contra el individuo y la sociedad. Lejos de ser el camino hacia la libertad, se aprovecha de las crisis para introducir impopulares medidas de choque económico, a menudo acompañadas de otras formas de shock no tan metafóricas: el golpe de la porra de los policías, las balas disparadas desde lugares estratégicos o la picana en las celdas de las cárceles.
Aunque en su análisis la investigadora canadiense repasa la historia mundial reciente que va desde la dictadura de Pinochet a la reconstrucción de Beirut; del Katrina al tsunami; del 11-S al 11-M, para dar la palabra a un único protagonista: las diezmadas poblaciones civiles sometidas a la voracidad despiadada de los nuevos dueños del mundo, el conglomerado industrial, comercial y gubernamental, para quienes los desastres, las guerras y la inseguridad del ciudadano son el siniestro combustible de la economía del shock. Es también aplicable a lo que sucede en este momento en el país, en donde las autoridades son insensibles para escuchar las exigencias y demandas de la población.
Esto explicaría porque Peña y su grupo promueven su propia doctrina del shock basada en la violencia y al mismo tiempo aplican reformas conservadoras encubiertas bajo el falso manto de la libertad y la democracia, y aunque la mayoría de la población sólo observa temerosa los acontecimientos y acepta callada las imposiciones del gobierno y sus actos represivos, son las organizaciones sociales, estudiantiles, obreras y campesinas las que están tomando las calles para protestar por las medidas económicas y las reformas estructurales (educativa y energética) que afectan a la población.
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