Escuchar en los medios de comunicación a los “intelectuales” al servicio del peñismo alardeando y difundiendo supuestas ventajas de una reforma que, según ellos, otorgará grandes beneficios a la sociedad mexicana, es una pérdida de tiempo. El panorama utópico que promueven simple y sencillamente no podrá ocurrir porque en la realidad se vive una carencia de políticas públicas en materia educativa y los verdaderos expertos pedagogos en la materia no son consultados.
Integrar en el discurso demagógico como responsables del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación a los padres de familia resulta una vacilada. Más aún, decir que serán los diseñadores de planes y programas de estudio.
Nada hay de la reforma educativa que nos haga pensar que sus impulsores leyeron algo de Hilda Taba, Michael Apple, John Eggleston, Henry Giroux u otros teóricos del diseño curricular. Diseñar planes y programas de estudio resulta complejo y requiere de conocimientos científicos en la materia. Así que afirmar que los “padres de familia” diseñarán planes de estudio resulta una estupidez más de la ignorancia e inoperancia del secretario Emilio Chuayffet y sus amigos y amigas aglutinados en la Secretaría de Educación Pública (SEP), para dar cabal cumplimiento a una reforma carente de todo sustento pedagógico.
También el ejército de profesores de educación básica sabe perfectamente que su participación en la realización de adecuaciones curriculares significativas a los planes y programas institucionales de la SEP resulta utópico. Los filtros burocráticos impiden que se materialicen las observaciones que puedan hacer.
Contar con una institución que dicte las políticas de educación en México ha devenido en una desventaja para el país, pues se somete y controla (con motivos ideológicos) a los educandos. Por el contrario, no permite una educación instituyente que cuestione y desnude las carencias y desventajas de un sistema educativo tradicional y de carácter empresarial pasivo.
Han transcurrido 7 meses luego de que el Estado y sus operadores políticos impusieran una reforma educativa al servicio de la clase neoliberal y de los ricos de este país. El objetivo es claro: profundizar y perpetuar la ignorancia, facilitar el control social y sometimiento al poder; además, avanzar en la privatización de la educación pública mexicana.
El Estado utiliza, como siempre, a Televisa y Tv Azteca para manipular. Ahora promueven y maquillan ante la ciudadanía una reforma mediocre y contraria a los intereses de las mayorías, omitiendo las verdades ocultas de una reforma manipulada por un pequeño grupo de intelectuales orgánicos al servicio del Ejecutivo en turno de esta nación.
Lo pertinente es crear una conciencia ciudadana de carácter instituyente, reflexiva, crítica y propositiva, que obligue, a través del diálogo y la razón, a parar las reformas serviles al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial.
*Sicólogo educativo; doctor en enseñanza superior y profesor investigador de tiempo completo en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México
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