Antecedentes. Una de las mayores devastaciones ambientales del Golfo de México –que mide alrededor de las tres cuartas partes del territorio mexicano y el equivalente a Irán–, en las cercanías de la costa de Louisiana y Florida, ya superó la catástrofe del Ixtoc en Cantarell, Campeche, acontecida en 1979 durante el sexenio de José López Portillo.
Coincidentemente, la plataforma alquilada por Petróleos Mexicanos (Pemex) en 1979 pertenecía a Sedco (Southeast Drilling Company), que, luego de sus hazañas devastadoras contra el medio ambiente en el Golfo de México, se fusionó con Transocean, la cual es puesta de nuevo en la picota 31 años después por la explosión de la plataforma perforadora –alquilada por la británica BP– que otra vez amenaza la vida marina y los nichos ecológicos en las costas de Louisiana y Florida.
Sedco, bendita con diferentes lavados bautismales financieros (luego fusionada con Transocean), formó parte de la muy controvertida empresa pirata texana Schlumberger, de la que uno de sus múltiples directores es nada menos que Adrián Lajous Vargas, director de Pemex con Zedillo, quien lo despidió debido a las presiones de la Contraloría por sus malos manejos. La pista de Lajous Vargas es fundamental para entender muchas cosas sobre las perforaciones que han pasado en las aguas profundas del Golfo de México. All Business (22 de diciembre de 1999) señala que Lajous fue “ampliamente culpado por sus errores estratégicos en la expansión del complejo de perforación en Cantarell (Sonda de Campeche)”, y concluye que “Lajous fue puesto en la picota por haber premiado al grupo estadunidense Bechtel con un contrato sin licitación por la expansión de Cantarell”. Con razón Lajous es tan cotizado y tan premiado por las trasnacionales anglosajonas que, hay que reconocer, no son mal agradecidas.
Este recordatorio macabro no es ocioso: exhibe la genealogía criminal de depredación ambiental de las piratas perforadoras texanas en “aguas profundas”, específicamente de parte de Sedco/Schlumberger/Transocean a lo largo y ancho del Golfo de México, en los pasados 31 años desde la catástrofe del Ixtoc (Campeche) hasta la más reciente de la plataforma Deepwater Horizon, que ha causado conmoción internacional.
Los Angeles Times (1 de mayo de 2010) ha sido muy generoso en resumir la culpabilidad criminal de las piratas perforadoras texanas Halliburton y Transocean/Schlumberger, quienes, además de la consuetudinaria criminal ambiental BP, han sido citadas a audiencias públicas por el Congreso de Estados Unidos, aterrado por los alcances de la devastación ambiental en el Golfo de México, a unos meses de las cruciales elecciones legislativas de noviembre.
La criminalidad ambiental de la texana Halliburton –de la que fue director nada menos que el multiasesino exvicepresidente bushiano Dick Cheney– es ampliamente reconocida y no constituye novedad alguna cuando sus hazañas bélicas en la guerra de Irak han sido plenamente detalladas.
No es la primera vez que la pirata texana Halliburton es colocada en la picota por sus fallas en la “cimentación” de las plataformas en aguas profundas, cuando ha sido señalada de realizar un muy pobre trabajo de “cimentación” en el caso de una magna explosión en las aguas del Mar de Timor, cerca de Australia.
Todavía no se cerraba la investigación del caso en el Mar de Timor cuando la pirata texana depredadora Halliburton fue alcanzada por el destino de la explosión y devastación del Golfo de México.
De nuevo volvió a fallar la “cimentación” de Halliburton con la plataforma Deepwater Horizon, alquilada por alrededor de 500 mil dólares al día a la depredadora británica BP, a quien también le proveyó parte de su averiado equipo de perforación.
La propietaria de la plataforma Deepwater Horizon (construida por la surcoreana Hyundai Heavy Industries) es Transocean/Schlumberger y tenía un valor de 560 millones de dólares, que seguramente está asegurada. Lo que carece de seguros es la devastación ambiental de la que son culpables las piratas perforadoras texanas Halliburton y Transocean/Schlumberger, así como la británica BP.
Llama la atención que BP le haya echado la culpa del daño ambiental en el Golfo de México a la texana Transocean/Schlumberger.
Se encuentran también en tela de juicio por el Congreso estadunidense “lo adecuado”, así como el “monitoreo e inspección de la cimentación” de Halliburton.
Sobre Halliburton se puede escribir una enciclopedia del terror estatal y ambiental; así como de la también criminal depredadora británica BP, que reincide contumazmente en afectar la biosfera. BP es la cuarta mayor trasnacional privada de petróleo del mundo y la primera empresa británica en términos de capitalización de mercado.
Además de otros crímenes ambientales muy bien documentados en su larga trayectoria depredadora, la reincidente BP ha sido acusada por los aborígenes cree de Canadá de ser “cómplice del mayor crimen ambiental del planeta” –esto antes de la explosión de la plataforma Deepwater Horizon en el Golfo de México–, debido a la extracción de petróleo bituminoso (tar sand) que produce cuatro veces más bióxido de carbono que las perforaciones convencionales.
Hasta aquí podemos sintetizar que ninguna de las tres depredadoras ambientales indiciadas –las piratas texanas Halliburton y Transocean/Schlumberger, así como la británica BP– es novicia en su adicción por la criminalidad ambiental. Lo más grave para los mexicanos radica en que dos de ellas, las dos piratas texanas trasnacionales, realizan obras para Pemex.
La opinión pública conoce extensamente las devastaciones de la texana Halliburton, pero ignora los alcances de los incalculables daños históricos de Transocean/Schlumberger, la mayor perforadora del mundo durante 31 años en el Golfo de México –desde el Ixtoc hasta Deepwater Horizon–, quizá debido a su mimetismo financiero constante (¿para evadir al fisco?) que le ha permitido transmutarse con varios nombres y apellidos: Sedco, Sonat Inc, Schlumberger, Global Santa Fe Corporation, etcétera.
Cabe señalar que Transocean/Schlumberger cuenta con una flota de 136 embarcaciones y más de 25 mil empleados –¡un verdadero ejército trasnacional!– y su principal oficina, de las 20 que ostenta en el mundo, se encuentra en Houston, Texas.
Lo interesante radica en que –insistimos, quizá para efectos de evasión fiscal– en fechas recientes haya movido su “centro corporativo” de las Islas Caimán (un paraíso fiscal británico) a Zug, Suiza.
Destaca que, el año pasado, Pemex haya premiado a Schlumberger, Ltd, con un contrato por 687 millones de dólares para perforar 500 pozos en Chicontepec. Halliburton posee también controvertidos contratos para perforar en el mismo lugar.
Por cierto, los resultados en Chicontepec han sido criticados por la Comisión Nacional de Hidrocarburos, engendro disfuncional burocrático y parasitario surgido de la reforma energética calderonista, en colusión con la tripleta priista Beltrones-Labastida-Gamboa y los Chuchos filiopanistas.
Pareciera que el muy polémico proyecto multimillonario de Chicontepec está destinado por Pemex a gratificar en forma parasitaria –sin mediar licitaciones públicas– a las piratas perforadoras texanas Halliburton y Schlumberger, Ltd.
Ahora se entiende la razón por la cual obtiene excelentes resultados financieros Schlumberger, quien al primer trimestre del año descolgó 5 mil 600 millones de dólares en ganancias.
¿Subsidia Pemex a Schlumberger? ¿Qué tratativas bajo la mesa existirán entre ambas entidades? ¿Se adelantan ambas a los repartos del “tesoro” en las aguas profundas del Golfo de México?
Esas preguntas no son ociosas cuando ha emergido el inolvidable nombre de Adrián Lajous Vagas, director de Pemex con Zedillo y alto funcionario de la paraestatal con Miguel de la Madrid Hurtado y Carlos Salinas de Gortari.
Cabe recordar que su padre homónimo fue director del Instituto Mexicano de Comercio Exterior durante el sexenio de López Portillo y cuyo edificio pasó a la historia como “la torre de la devaluación”.
Lo interesante no radica en que la familia Lajous, padre e hijo –sin espíritu santo–, haya vivido del presupuesto federal durante un cuarto de siglo, ni siquiera en la aciaga gestión del controvertido exdirector de Pemex, sino en las funciones que desempeñó Lajous Vargas, con posterioridad a su precipitado despido, en varias trasnacionales anglosajonas de energía señaladas como dañinas al interés patrimonial y a la seguridad nacional de nuestro país.
Un reporte del 7 de abril del presente año de Security and Exchange Commission (la reguladora bursátil de Nueva York) señala el estratosférico monto de acciones que detenta Adrián Lajous Vargas, uno de los directores de Schlumberger.
Suena relevante que Adrián Lajous Vargas se defienda pies y boca arriba de ser “director” y accionista de Schlumberger, cuando su biografía actualizada hasta el 6 de mayo del presente año, elaborada por la agencia de noticias de negocios y finanzas Bloomberg Businessweek, sitúa al controvertido exdirector de Pemex como el multiusos privilegiado de las trasnacionales energéticas texanas y británicas, además de las financieras anglosajonas.
¿Qué tiene que hacer en forma tan descaradamente promiscua un exdirector de Pemex con tantos puestos muy bien remunerados en las trasnacionales anglosajonas y texanas? ¿Qué tantos secretos de Pemex habrá proveído Lajous Vargas a las trasnacionales anglosajonas y texanas?
Vale la pena sintetizar brevemente la biografía energética y financiera de Lajous Vargas realizada por Bloomberg Businessweek para ubicar los alcances de su presunta labor socavadora y demoledora de Pemex, del que fue director y alto funcionario, en beneficio de las trasnacionales anglosajonas y texanas.
Sólo en referencia a su función en Schlumberger, además de ser uno de sus principales accionistas, Lajous Vargas es su “director desde 2002, miembro del Comité de Auditoría, miembro del Comité de Compensación y Miembro del Comité de Gobernación y Nominaciones”. !Oh, la, la, la!
Aún hay más, como diría aquel popular locutor dominical vespertino: “Presidente de Oxford Institute for Energy Studies, director de la texana Trinity Industries Inc, director de Ternium, SA, director de Grupo Petroquímico Beta, consejero prominente de energía de la texana McKinsey & Company, y consejero prominente de energía del banco neoyorquino Morgan Stanley”.
Bloomberg Businessweek comenta las “conexiones” multifuncionales y multisectoriales de Adrián Lajous: “Vinculado a 29 miembros de consejos de administración en tres diferentes organizaciones a través de cuatro industrias diferentes”. !Uf!
Llama asombrosamente la atención que Adrián Lajous Vargas mantenga, como pulpo, tanta función simultánea desde México.
¿Es Adrián Lajous Vargas uno de los presuntos y múltiples caballos de Troya colocados por la trasnacionales texanas-anglosajonas y radicados en las entrañas de México para privatizar Pemex?
No es nada improbable que Adrián Lajous Vargas represente uno de los principales puentes y/o bisagras y/o intersecciones de la entrega de Pemex para privatizar los hidrocarburos de México a las trasnacionales texanas y/o anglosajonas: las supremas depredadoras ambientales del Golfo de México, del lado mexicano y estadunidense, desde hace 31 años.
¿No será, acaso, que la contaminación financiera antecede la criminal devastación ambiental?
Las hazañas de Schlumberger, anterior integrante de la depredadora ambiental Transocean, parecen así indicarlo.
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