Virginia Rodríguez*/Centro de Colaboraciones Solidarias
Lo que empezó como una crisis migratoria exigió un cambio de perspectiva cuando en los destinos europeos se constató el crecimiento exponencial de personas procedentes de Siria. En 2013 y 2014 éste ha sido el primer país de origen de los demandantes de asilo en la Unión Europea. Las 122 mil 115 solicitudes de asilo de ciudadanos sirios en el conjunto de la Unión Europea el pasado año representaron casi el 20 por ciento del total.
Por su parte, las apocalípticas descripciones de llegadas masivas de inmigrantes y refugiados a la frontera exterior de la Unión Europea para acceder ilegalmente también se pueden desmontar con los datos. En este caso, al observar el número de entradas ilegales registradas efectivamente según datos de Frontex: entre enero y julio de este año, el número de entradas ilegales en la Unión Europea a través de las fronteras marítimas y terrestres del Sur y Este de Europa fueron 504 mil 588. Aunque esta cifra supone un aumento de casi un 44 por ciento respecto al total de 2014, el número es inferior a la de residentes en la ciudad de Málaga.
Los datos nos demuestran también, como ya se expuso en este mismo espacio, que es mucho más lo que la Unión Europea y particularmente España pueden hacer para cumplir con un compromiso adquirido internacionalmente de brindar protección a las personas refugiadas.
El trabajo con datos que hemos desarrollado en el marco del proyecto Transparencia, Investigación, Participación, Incidencia (TIPI) nos ha permitido alcanzar una serie de conclusiones. Observar cómo los datos se erigen en herramientas esenciales a la hora de narrar, entender y cuestionar, por ejemplo, la crisis humanitaria que tiene lugar en las fronteras de Europa.
Los datos no sólo contabilizan, también cuentan historias. Nos permiten desarrollar una narración a lo largo del tiempo y de la geografía que se puede completar y hacer más detallada al incorporar, por ejemplo, variables económicas, demográficas o de otro tipo que permitan hacer evidentes conexiones, tendencias, patrones y excepciones que analizar y estudiar.
Las aportaciones que a estos análisis pueden realizar las organizaciones sociales son fundamentales. Esto implica cuestionar y exigir de estos datos el mismo rigor y fiabilidad que se demanda de los datos oficiales, pero a cambio, es muy valioso lo que nos pueden decir sobre realidades generalmente invisibles.
Aún queda mucho por hacer para mejorar la calidad de los datos en muchísimos ámbitos. Empezando por su disponibilidad, cuestión esencialmente vinculada a la transparencia exigible a las autoridades. El trabajo con datos se enfrenta a dificultades cotidianas que limitan enormemente las posibilidades que ofrece. Cuestiones como la falta de desagregación por sexo y edad, o la imposibilidad de compararlos debido a cambios metodológicos y rupturas de series históricas o métodos de obtención no verificables o poco fiables.
Los datos oficiales disponibles son un fiel reflejo de las prioridades y preocupaciones políticas de las autoridades. Y en este punto, resulta interesante analizar tanto lo que nos dicen como lo que se callan. Por ejemplo, las estadísticas disponibles en la Oficina Europea de Estadística (Eurostat) y los datos extraídos de la Agencia Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores de los Estados miembros de la Unión reflejan, punto por punto, las prioridades de la política migratoria de la Unión Europea.
Esta última conclusión es la que pone en valor lo mucho que la investigación y el periodismo de datos pueden aportar al debate público. Por encima de todo, los datos nos permiten cuestionar, plantear preguntas que conduzcan a mejorar y replantear las prioridades de la agenda política. Por ejemplo, dados los perfiles migratorios constatados, ¿cómo gestionar los flujos mixtos de personas (refugiados y migrantes económicos) que tratan de llegar a Europa cuando su llegada genera obligaciones bien diferenciadas?
En el caso de España, según Eurostat, en julio de 2015 había 12 mil 55 solicitudes de asilo pendientes de resolver, a lo que cabe preguntarse: ¿cuántas plazas para la atención de refugiados existen en España para poder cumplir con las obligaciones que su acogida impone? ¿Cuál es el tiempo medio de espera de la resolución? ¿Cuántas personas hay instruyendo y resolviendo estas solicitudes?
Éstas serán las preguntas con las que en los próximos meses trataremos de cuestionar la interpretación y respuesta que las autoridades dan a una crisis como la actual. Un momento en que, en definitiva, los datos nos proporcionan los interrogantes imprescindibles para desmontar los mitos y lugares comunes que propician un debate migratorio tan parcial y limitado en destino, como cruel y peligroso en el tránsito al que condena.
Virginia Rodríguez*/Centro de Colaboraciones Solidarias
*Fundación por Causa de Investigación y Periodismo
[BLOQUE: OPINIÓN] [SECCIÓN: ARTÍCULO]
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