El número dos en la estructura del principal órgano de seguridad nacional del país, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Francisco Acuña Méndez, tuvo que renunciar debido a su inexperiencia en materias de inteligencia y seguridad, y porque su jefe Alfonso Durazo, quien lo había impuesto en el cargo, dejó la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) para irse a hacer campaña en busca de la gubernatura de Sonora por el partido Morena.
Con la salida de Durazo de esa Secretaría cesó la presión interna que había impuesto en el CNI, y sus amigos y recomendados también empezaron a abandonar las filas de ese órgano de inteligencia para seguir a su jefe y apoyarlo en su campaña electoral, en donde se aprovechará de la enorme popularidad y aceptación del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (más del 60 por ciento de la población), para tratar de ganar Sonora.
Además de la renuncia del secretario general Francisco Acuña, otro de los mandos superiores que dejaron el cargo en el CNI fue el director del Centro Nacional de Fusión de Inteligencia (CNFI), Gustavo Rómulo Salas Chávez, exfiscal de la vieja y corrupta PGR (Procuraduría General de la República) y quien también es incondicional de Durazo, además de que enfrenta quejas ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) por violencia de género y tener pendiente una investigación por no acreditar el examen de control de confianza.
A pesar de lo anterior, Salas Chávez estaría por incorporarse al equipo de la nueva e inexperta secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, quien seguramente pedirá informes de las quejas que hay en contra del exfuncionario por parte de maltrato a trabajadoras del CNI.
Con el folio 5740412020, la Primera Visitaduría de la CNDH atendió la queja de una empleada del Centro Nacional de Inteligencia, de quien se omite su nombre por protección, en donde acusa a Salas Chávez por acoso, violencia psicológica, hostigamiento, agresiones verbales, insultos y actitudes déspotas.
En la amplia queja en poder de esta columna, la servidora pública del CNI narra las agresiones que sufría a diario de parte de su exjefe Salas Chávez: ¡Es usted tonta o no sabe hacer un oficio!; ¡Usted escribe como habla, pero además sin utilizar la cabeza, escriba lo que le voy a dictar!; Hasta las gatas de mi casa son más inteligentes que usted!; ¡Si no sabe hacer su trabajo tengo quien ocupe su lugar!; ¡No es posible tanta estupidez en una persona, cómo pretende que firme un oficio sin señalar el grado académico que tenían los destinatarios!; ¡Es usted una ignorante, vuelva a repetir el oficio e indique mi grado de estudios y el de cada destinatario!
Este cese de funcionarios del CNI continuará en las próximas semanas, sobre todo de aquellos enquistados desde hace 20 o 30 años en lo que era el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), cuando en gobiernos priístas y panistas estaba desatada la guerra sucia y la consigna era espiar y presionar a opositores políticos y líderes sociales para impedir que se concientizara a la población e impedir que ésta asumiera el control del país.
Hace unos días el mismo presidente de la República en su habitual conferencia matutina respondió a la reportera Érika Ramírez que en el CNI, encabezado por el general Audomaro Martínez Zapata, “hay un proceso de cambio, de reformas, de lo que antes era el Cisen”, por lo cual, dijo, “se está llevando a cabo una revisión, una reforma, ya no son los mismos objetivos, puede ser que se mantengan los mismos servidores públicos, porque no se les puede despedir en masa, son muchos, creo que había 3 mil dedicados a los que era el Cisen”.
El primer mandatario aseguró que ese organismo de inteligencia está cambiando la función, ya no se está escuchando a los opositores, como era antes, que había interferencia o se escuchaba por teléfono a los que eran contrarios al gobierno. Ya no hay espionaje político para nadie, ya es otra función, es un Centro que se encarga de la definición de estrategias y de inteligencia para enfrentar el crimen organizado, no a la oposición política”.
En esa renovación de mandos superiores y sobre todo de las funciones del CNI, sabemos que de las siete coordinaciones generales habrá cambios importantes en cuatro de ellas (omitimos premeditadamente los nombres), las cuales actualmente están bajo el mando de funcionarios operativos de lo que era el viejo Cisen y, en consecuencia, habrían participado en las viejas prácticas de espionaje y sabotaje contra grupos políticos opositores, movimientos estudiantiles y luchas sociales.
Desde principios de año, el entonces secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, quien tenía bajo su mando al CNI, ordenó una investigación interna por supuestas filtraciones de información que según él atentaban en contra de la seguridad nacional del país y por ello fueron cesados cinco funcionarios, entre ellos coordinadores y mandos intermedios de ese Centro, a quien les abrieron expedientes administrativos en el Órgano Interno e Control y penales en la Fiscalía General de la República, pero hasta ahora no se conoce algún resultado positivo de esas indagatorias y ya ha pasado casi un año, lo que hace parecer que se trató de un berrinche como los que acostumbra el ahora aspirante a la gubernatura sonorense porque nunca pudo tomar el control total de los 3 mil 600 empleados del CNI, debido principalmente a su inexperiencia en materias de seguridad e inteligencia.
Otro problema que aún persiste en el CNI es el nepotismo, en donde según una investigación interna habría más de 100 familiares contratados por mandos directivos en sexenios anteriores y aún se mantienen en los cargos, por lo que la actual dirección a cargo del general Audomaro revisa esos expedientes para saber si no se trata de aviadores o personal sin capacidad para ocupar esos puestos y que pueda verse afectada la seguridad nacional del país.
Puntos suspensivos… 1. Los generales de Rosa Icela. Obligada por la renuncia de Alfonso Durazo y a solicitud directa del presidente de la República, la nueva secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana presidirá el gabinete de seguridad nacional y en consecuencia tendrá bajo su coordinación a tres generales y un almirante: el secretario de la Defensa Nacional, general Luis Cresencio Sandoval González; al comandante de la Guardia Nacional, general Luis Rodríguez Bucio; al director general del CNI, general Audomaro Martínez Zapata, y al secretario de Marina, almirante José Rafael Ojeda Durán… El nuevo trabajo de Rosa Icela ahora será promover una mejor coordinación entre los cuatro funcionarios de seguridad, que la información y los apoyos fluyan entre ellos con el propósito de reducir la enorme violencia que ha propiciado asesinatos, secuestros, desplazamientos y robos en todo el país, sin que hasta ahora nadie haya podido detenerlos. Deberá hacer exactamente lo contrario a lo que intento el aspirante a gobernador Alfonso Durazo, quien pretendió dar órdenes a generales sin tener el menor conocimiento del trabajo que ellos realizan, lo que generó inconformidades, distanciamientos, animadversiones y serias diferencias, al punto de que no se ha logrado frenar la ola de delitos aumentados desde el fatal gobierno del panista Felipe Calderón… Antes de ser secretaria de Estado, Rosa Icela fue una periodista acuciosa, responsable y cumplidora, lo que le valió incorporarse como secretaria general al equipo de la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, con quien la unía la amistad y la lealtad, para después convertirse por unas cuantas semanas en la administadora general de Aduanas, en donde ante la grave corrupción imperante, empezó a poner orden, pero ahora ha tenido que dejar ese cargo para cumplir una misión mayor, ser la responsable de la Seguridad y Protección Ciudadana en medio de una violencia en todo el país que parece no cesar… Pero sin duda que este nombramiento ha sido estratégico para colocar en una posición clave a una operadora eficaz de la jefa del gobierno de la Ciudad de México, quien es la más fuerte aspirante para suceder a López Obrador en la silla presidencial y, por primera, que una mujer honesta, inteligente y con carácter gobierne este país y pueda sobre todo darle continuidad a las políticas públicas impuestas por el actual mandatario: primero los pobres, cero corrupción e impunidad, democracia y libertad total… 2. Los cómplices de Rosario: Miguel Ángel Osorio Chong, Carlos Ahumada y Emilio Zebadúa. Presa bajo la causa penal 314-2019, la exsecretaria de Estado Rosario Robles ha vivido en medio de traiciones, desamores y complicidades que finalmente la llevaron a prisión por abusar del poder público y participar en el saqueo de dinero del erario que debió destinarse a los más pobres de este país. Esta exmilitante de izquierda seducida por el dinero y el poder se convertirá en una testigo protegida (criterio de oportunidad) para delatar a sus cómplices en maniobras administrativas para desviar dinero desde las dos secretarías que tuvo a su cargo en el sexenio pasado: Sedesol y Sedatu… En su gestión como secretaria de Estado, Robles se alió al equipo del exsecretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, contrario al grupo del exsecretario de Hacienda Luis Videgaray Caso, por eso ahora se explica que en su intentona por reducir lo que pueda ser su condena, ha decidido una estrategia legal para colaborar con la Fiscalía General de la República y acusar de corrupción sólo a Videgaray y dejar fuera a sus protectores: el expresidente Enrique Peña Nieto y el exsecretario Osorio Chong. Ya veremos si esa jugada jurídica le alcanza para librar la cárcel, en donde muchos del gobierno de la 4T desean mantenerla recluida para que no haga más daño al país.
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