Moscú, Rusia. La derrota del terrorista Estado Islámico (EI), el triunvirato con Turquía e Irán y el acercamiento con el reino saudita parecieran aproximar a Rusia a propiciar un jaque mate a algunos de sus adversarios en el tablero levantino.
Después de poco más de 2 años de participación con su aviación de combate en el conflicto sirio, Moscú parece mostrar síntomas de un resultado concreto en la lucha contra el terrorismo y con ello el fracaso de planes fraguados en Occidente contra Damasco.
La toma de la ciudad siria de Al-Bukemal, en la frontera con Irak y uno de los principales puntos de suministros del EI, no sólo significó una derrota palpable para ese grupo extremista, sino, además, el entorpecimiento de los planes de Washington en la región.
En 2011, cuando apenas la Organización del Tratado del Atlántico Norte concluía su invasión a Libia, se iniciaban las acciones para desestabilizar a Siria, con la creación artificial de una oposición al gobierno de Bashar al Assad, que luego se convirtió en armada.
Los creadores del caos en la tranquila y multiétnica Siria, aparecieron en 2014 como supuestos luchadores contra el engendro terrorista que en gran medida ayudaron a crear, es decir, el EI, para con ello justificar su presencia militar en el país levantino.
Damasco nunca consintió las anunciadas acciones antiterroristas de una coalición internacional encabezada por Estados Unidos y 1 año después de tales operaciones, el EI aparecía más fortalecido y con el control de gran parte de Siria.
La irrupción de Moscú en la confrontación, además, de revelar la falsedad de las declaraciones de Occidente respecto a sus acciones contra el EI, también fue una oportunidad para mostrar la preparación combativa de sus fuerzas y la efectividad de su técnica de combate.
Ahora, después de 2 años de confrontación bélica, Moscú también logró posicionarse como un elemento crucial en el tablero levantino, sobre todo, en 2017, cuando se inició el proceso de conversaciones intersirias en Astaná, la capital kazaja.
Ello ocurrió luego que en diciembre del pasado año, durante la liberación de la ciudad de Alepo y la salida de allí de varios miles de extremistas y sus familiares, se engrasaron los mecanismos de cooperación entre Ankara, Teherán y Moscú.
La actuación del Centro ruso de Reconciliación para Siria adquirió en este año nuevas funciones, desde el desminado de ciudades liberadas en Siria, hasta la creación de zonas de distensión, cuatro de ellas acordadas en Astaná.
Rusia coordinó con Irán y Turquía el trabajo y las condiciones para crear las zonas de distensión, dirigidas a reforzar la tregua pactada el 30 de diciembre de 2016.
En los últimos meses de 2017, Rusia participó con su aviación, comandos especiales e instructores en la ofensiva de la provincia de Daier-Ezzor, a donde también se trasladó Estados Unidos, al parecer, con planes nada relacionados con la derrota de los terroristas.
Washington protege y prepara abiertamente al llamado Ejército Democrático de Siria (EDS) que operó en Raqqa, sin combatir contra el EI a la salida de esa ciudad, denuncia el mando militar ruso.
Desde posiciones del EDS se produjeron ataques contra las tropas gubernamentales, que combaten con participación de asesores rusos.
Tal situación obligó a Moscú a advertir al mando militar estadunidense que los ataques contra posiciones sirias tendrían una respuesta con todos los medios rusos disponibles.
Aún así, el presidente ruso, Vladimir Putin, y su similar estadunidense, Donald Trump, acordaron la emisión de una declaración conjunta sobre Siria, en el marco de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico.
El reconocimiento por Estados Unidos, al menos en papeles, de la soberanía, independencia, integridad territorial y el carácter laico de Siria, es un paso de avance logrado por Moscú. Como siempre, la práctica dirá la última palabra.
Un tercer elemento jugado por Rusia en el tablero mesoriental es su acercamiento con el reino saudita, con el que firmó acuerdos multimillonarios de cooperación petrolera y venta de armas, incluidos los modernos complejos antiaéreos S-400.
La aproximación entre Ryad y Moscú ocurrió, pese a consolidarse Arabia Saudita como uno de los principales clientes del complejo militar industrial estadounidense en el Levante, en las últimas décadas.
La primera visita a Moscú de un rey saudita en la historia de esta nación, pudo haber mandado ciertas señales a Washington y pone a Rusia como país crucial en la mencionada región.
Así, las fichas del tablero parecieron quedar listas este año para hacer nuevas jugadas que algunos analistas consideran pudieran llevar a Rusia a dar un jaque mate a algunos intereses norteamericanos en la complicada región levantina.
Antonio Rondón/Prensa Latina
[OPINIÓN]
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