Los órganos de inteligencia del Estado están en alerta máxima ante un posible estallamiento social. El gobierno de Enrique Peña Nieto está dispuesto, como lo ha reiterado insistentemente el secretario de Educación Pública (SEP), a utilizar la fuerza pública y militar para reprimir cualquier inconformidad o protesta. La crítica situación puede salirse de control en cualquier momento y el único responsable es Aurelio Nuño Mayer, quien hasta ahora cuenta con todo el apoyo presidencial e insiste –en reuniones públicas y privadas– en que se repriman las movilizaciones magisteriales en cualquier punto del país donde se altere el orden y se “atente” en contra de la reforma educativa que él impulsa como bandera de precampaña rumbo a la Presidencia de la República.
En tono represivo, el titular de la SEP (como nunca antes visto en un funcionario que haya ocupado tan honorable responsabilidad) rechaza el diálogo y como servidor público no le importa privilegiar la paz por encima de cualquier acto de violencia. A qué apuesta el secretario Nuño –que prefiere el uso del garrote sobre el uso de la política–, quien hasta ahora ha sido incapaz de resolver un grave conflicto social. Porqué el presidente lo elige para atender esta crisis política interna que está al borde del estallamiento, cuando no se lo permitió ni a un viejo político con experiencia como Emilio Chuayfet y prefirió en aquel entonces que las negociaciones con el magisterio disidente se realizaran en la Secretaría de Gobernación, en donde el subsecretario Luis Miranda fue cuidadoso para atender las demandas de los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.
Es de tal magnitud el problema magisterial, que debe ser el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong –que ha dado muestras de capacidad de negociación y de privilegiar el diálogo antes que reprimir las protestas sociales– quien entre a la escena y busque soluciones pacíficas a este problema que tiene un tufo represivo. Además, la violencia que vive el país y la aguda crisis económica que se releja en los bolsillos de 80 millones de mexicanos, es un momento en donde la tolerancia y la negociación deben prevalecer sobre cualquier otro interés personal o de grupo.
Esta crisis magisterial que ahora se vive no es el único problema creado por Nuño y que confirma su inexperiencia como negociador político del gobierno. Hace cuatro años, cuando Peña Nieto era candidato del PRI a la Presidencia de la República y Nuño era su asesor, se le ocurrió a éste llevarlo a la Universidad Iberoamericana para sostener un diálogo con los estudiantes, a quienes Nuño creía poder manipular a su antojo, como ahora lo piensa con la disidencia magisterial, pero las preguntas que se convirtieron en reproches y rechiflas nublaron aquel acto de campaña y el entonces candidato priísta salió huyendo por la cocina y atrás de él “líder estudiantil” Nuño Mayer. Ese error de planeación casi le cuesta la Presidencia de la República a Enrique Peña Nieto y dio paso al movimiento estudiantil de protesta “Yo soy 132” más grande que se recuerde en contra de un candidato presidencial y de su partido el PRI.
Pero eso es historia y como en política todo se perdona, Aurelio Nuño fue nombrado por Peña a principios del actual gobierno como su jefe de la Oficina de la Presidencia de la República y a partir del 27 de agosto de 2015 como secretario de Educación Pública, desde donde puede incendiar el país.
En su joven carrera política, Nuño fue secretario particular del viejo político priÍsta Enrique Jackson Ramírez, expresidente del Senado de la República y con quien Nuño Mayer se logró colocar como vicecoordinador de Planeación Estratégica del grupo parlamentario el PRI en el Senado durante las LVII y LIX legislaturas. También fue coordinador de asesores del entonces presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública, Luis Videgaray, actual titular de Hacienda.
Licenciado en ciencias políticas y administración pública por la Universidad Iberoamericana y maestro en estudios latinoamericanos por la Universidad de Oxford, Nuño Mayer prometía y no faltó quien promoviera una reunión en Europa con quien sería su “padrino político”, Carlos Salinas de Gortari. Fue el expresidente quien recomendó a Nuño con el equipo político mexiquense, primero con Arturo Montiel y después con Peña Nieto, quien ha decidido sostenerlo a pesar de la poca habilidad que ha demostrado.
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