Ya en el sexenio del que fue titular Ernesto Zedillo Ponce de León –quien ahora esta autoasilado en una Universidad estadunidense sureña, como investigador y profesor del neoliberalismo económico–, éste dejó al país sin la Suprema Corte por más de 2 meses, en lo que fue un abuso del poder presidencial para reducir su plantilla de 21 ministros con los que contaba, a 11 de ellos. Y nada pasó, con todo y que uno de los tres poderes en que supuestamente se divide nuestro federalismo, se eclipsó. Ahora no hay Procurador General de la República. No se ha nombrado al Fiscal Anticorrupción. Y, por órdenes superiores desde Los Pinos, fue cesado el titular de la Fiscalía Especializada Para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), en complicidad con los senadores del PRI, los verdes, 10 del PAN y los del Panal. Y aquí no pasa nada.
Tenemos, pues, un interregno; o sea un espacio de tiempo en el que el Estado mexicano no tiene tres instituciones fundamentales para que funcione correctamente el presidencialismo. Casi, pues, sin jefe. Sistema-régimen de un sólo hombre manejando los otros dos poderes: el Judicial y el Legislativo, pero esas ausencias poco importan. Y de esta manera es como el presidencialismo nativo dirige a las demás instituciones; lo hace con encargados del despacho e incluso sin nombrar a los fiscales. Casi estamos hasta sin presidente, dado que en el tablero de ajedrez presidencial, Peña ha movido a las posiciones convenientes para sus intereses a sus alfiles y peones, empezando por Meade Kuribreña; quien ya está a todo lo que da en plena precampaña para la sucesión, con lo que abrió un espacio sin tres cabezas institucionales. E insisto, no pasa nada. Así que tenemos un sistema político que simula funcionar hasta sin el secretario de Hacienda, pues éste anda sumamente ocupado en mostrarse ya como el candidato del PRI para el 2018.
Es muy claro para quienes estamos atentos a los sucesos nacionales, que hasta nuestro “señor presidente”: Enrique Peña Nieto se muestra ausente y sin un gramo de sensibilidad, pues en pleno desastre del terremoto se fue a jugar golf. El país ni siquiera nota la falta institucional de esos tres titulares de las fiscalías que muestran un interregno dentro del Estado, ya que carecemos de una parte fundamental del gobierno, en lo administrativo y políticamente. Empero, está visto que no hay consecuencias. La cojera camina sin muletas, mientras la Presidencia de Peña se mueve en silla de ruedas, empujada por los precandidatos presidenciales que ya han sido descartados: Osorio Chong, Narro y Nuño, quienes de todas formas se prestan a la comedia sucesoria.
Nadie ha sido investido para ocupar y despachar en las fiscalías que permanecen acéfalas, porque en la Fiscalía Anticorrupción –cuyo nombre es: Fiscalía Especializada en Materia de Delitos Relacionados con Hechos de Corrupción–, Peña y el PRI quieren imponer a un incondicional con el objeto de que no vaya a perseguirlos. Quieren una tapadera, y por eso han estado dándose tiempo, buscando a un cómplice a modo. Quería Peña a Raúl Cervantes, pero finalmente éste desertó cuando debía concluir la investigación de Odebrecht que tiene en la mira a Lozoya y a Peña, por cuantioso soborno en los tiempos de la campaña del mexiquense quien, con Televisa “ganó” la Presidencia de la República; sexenio que está por concluir.
Por lo tanto, tal parece que el régimen puede funcionar hasta sin Presidente de la República. Pues como se ve, todo está en automático. Claro que en una de esas y usando la palabra que parece estar de moda, el sistema puede colapsarse. La sucesión presidencial que ya está en marcha ha dejado al sistema-régimen hasta sin Presidente por la efervescente actividad electorera del secretario de Hacienda: peñista-priísta. Y a nadie del régimen le importa que no haya los tres fiscales. No tenerlos nada importa y el resto de las instituciones hacen como que funcionan. Y con todo y el desastre de los terremotos, en un acto de prestidigitación nos quieren hacer creer que al país nada le afecta que sus instituciones estén incompletas. Estamos en un interregno, donde no hay fiscales ni presidente, entretenidos como están en la sucesión donde el secretario de Hacienda es la nueva “estrella” que ha eclipsado al presidente Peña.
Álvaro Cepeda Neri
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