Damasco, Siria. La reciente victoria del Ejército sirio y sus aliados contra el grupo Estado Islámico (EI) o Daesh en la ciudad de Al-Bukamal, norteña provincia de Deir Ezzor, confirma que este país árabe camina hacia el triunfo definitivo sobre el terrorismo.
Cuando en sitios aislados de Deir Ezzor y otras localidades existen remanentes de la agrupación extremista, que invadió territorios de este Estado del Levante desde 2013, parece solo cuestión de días la eliminación en Siria de la temeraria formación.
El sueño de Daesh de expandirse en esta nación y la vecina Iraq queda por ahora sepultado, pese a que aún abundan células dormidas, que en una difícil coyuntura determinada pudieran resurgir con virulencia.
Tras el paso tenebroso de esa organización ultra radical islámica se aprecia una estela de crímenes y desmanes contra poblaciones civiles, que incluyen la decapitación o quema de personas, venta de mujeres y robo del patrimonio cultural en países como Siria e Iraq.
La toma Al-Bukamal, ciudad liberada del EI por las tropas gubernamentales y aliados el pasado día 9, resultó posible en parte por el decisivo aporte de los asesores militares iraníes.
Como reflejaron por estos días medios de prensa, destaca en ese triunfo la participación en las operaciones del Comandante de las Fuerzas de Al-Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica, general Qasem Soleimani.
Pero Al-Bukamal fue retomada dos días después por fuerzas terroristas, las que ahora han comenzado a replegarse ante una inminente operación para reconquistar esa localidad.
Se estima que más de 150 radicales del EI huyeron de ese municipio a zonas norteñas del río Éufrates, con apoyo de la Coalición Internacional, encabezada por Estados Unidos, según denuncias y pruebas documentadas del mando ruso.
Nuevamente, tras otro acuerdo anterior para la salida de Al-Raqqa de extremistas del Estado Islámico, se pone de manifiesto el tácito respaldo de Washington a los grupos terroristas y sus principales cabecillas en suelo sirio.
En opinión del analista e historiador político, Mohamed Nassour, nadie puede negar que la creación de Daesh fue un plan estadounidense occidental a través del cual Estados Unidos planeaba controlar la región, sin embargo ese proyecto de dominación fracasó.
Especialistas enfatizan en que cientos de radicales del Estado Islámico, tras las derrotas sufridas en Siria e Iraq, se trasladan a países como Afganistán.
Allí la entidad se reagrupa para el probable reinicio de operaciones en otros escenarios geográficos, lo que constituye un peligro para los gobiernos y pueblos de numerosos Estados.
Cuando las pérdidas de vidas humanas causadas por la cruenta guerra iniciada en marzo de 2011 ascienden a más de medio millón de muertos y mutilados en Siria, muchos se preguntan cuáles serán los próximos pasos del Eje de la Resistencia en esta lucha contra los extremistas. En medio de una coyuntura militar aún compleja por la presencia de tropas estadounidenses, con 12 bases militares en territorio de este país, la mayoría de ellas en el norte, mandos castrenses adelantaron la posibilidad de iniciar la liberación de Al-Raqqa.
La ciudad, con más del 85 por ciento de sus infraestructuras destruidas por los sistemáticos bombardeos de la aviación de combate estadounidense, está en manos de las Fuerzas Democráticas Sirias, alianza kurdo-árabe, apoyadas por unidades militares estadunidenses.
Resta además la recuperación de los campos de petróleo y gas al este del río Éufrates. También la nueva etapa de lucha abre un paréntesis en torno a la provincia de Idlib, en el noroeste del país, donde se agrupan los terroristas del Frente para la Liberación del Levante (otrora al-Nusra) y otras facciones.
En ese territorio están presentes también tropas de Turquía, pese a que el gobierno sirio considera ilegal su estancia, al igual que la de las fuerzas de la Coalición Internacional, que integran unos 70 países, la cual bombardea de forma sistemática a comunidades civiles.
Para no pocos, la histórica victoria en Al-Bukamal reafirma el triunfo sirio frente al terrorismo, luego de las exitosas campañas en Palmira, Alepo y la propia ruptura del cerco impuesto por el Daesh contra la ciudad de Deir Ezzor, a inicios de septiembre último.
Tales éxitos marcaron el fin del califato del Estado Islámico en Siria, sin embargo el Ejército encara, además de los mencionados, otros desafíos, entre ellos el enfrentamiento a grupos extremistas en la región de Ghouta Oriental, cerca de Damasco, y en el sur del país.
Paralelo a la actual campaña militar y con la creación de zonas de distensión que disminuyen la intensidad del conflicto armado, países como Rusia e Irán, junto al gobierno de este Estado, promueven mecanismos de diálogo con la oposición para el logro de la paz y concordia definitivas.
Oscar Bravo Fong/Prensa Latina
[OPINIÓN]
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