Opinión

Tecnología y negocios, rehenes en rivalidad de Estados Unidos contra China

Publicado por
Prensa Latina

Pekín, China. Estados Unidos lleva su rivalidad contra China a un punto donde los más versados vacilan en pronosticar un futuro para la tecnología y los negocios, los principales rehenes de una guerra lanzada bajo el estandarte del proteccionismo.

Lo que comenzó hace más de 1 año con una cadena de acusaciones, alzas de aranceles y demandas, se convirtió en una contienda que, aunque es entre dos, mantiene en jaque al mundo porque empuja cada vez más a una crisis con secuelas impredecibles.

El afán hegemónico de Washington sobre todo lo que existe en la faz de la Tierra lo lleva a proceder ciegamente con medidas destructivas de las operaciones e intereses de compañías, así como del bolsillo de los consumidores dentro y fuera de su propio suelo.

En el frente comercial, el presidente estadunidense, Donald Trump, rompió en este mayo la tregua bilateral y volvió a la carga con un alza tarifaria del 10 al 25 sobre los tributos impuestos a mercancías del país oriental, valoradas en 200 mil millones de dólares.

Según él, China pagará por los aranceles. Pero voces de su círculo lo contradicen y admiten que son las firmas domésticas y el pueblo quienes sentirán el rigor de su decisión, pues Pekín la reciprocó con una subida adicional de gravámenes de 10, 20 y 25 por ciento a importaciones por 60 mil millones de dólares.

Apuntalan esa afirmación múltiples análisis y una carta firmada por más de 170 tiendas y firmas de zapatillas deportivas como las famosas Adidas, Nike, Puma, las cuales urgen a Trump a reconsiderar su postura porque no les resulta tan fácil sacar sus plantas del estado asiático.

Ignorando esas preocupaciones, el caos en los mercados financieros y la inestabilidad en la confianza de los inversores, el mandatario republicano reforzó la embestida en la tecnología: otro campo de batalla contra China donde el blanco de ataque ahora es Huawei y la 5G.

La nueva maniobra implicó primero una orden ejecutiva que prohíbe a firmas de su país usar equipos de telecomunicaciones fabricados en el extranjero, y después la inclusión de Huawei y 70 filiales en una lista negra para obligarlas a pedir autorización si quieren acceder a tecnología doméstica.

En consecuencia, fueron forzadas a cancelar de inmediato contratos de suministro de servicios y componentes corporaciones como Google, Broadcom, Intel, Qualcomm, Western Digital, Lumentum y Xilinx, entre otras.

Hacia afuera, se rumora que también hizo lo mismo la británica ARM, gigante especializada en el diseño y producción de semiconductores que soportan todos y cada uno de los procesadores HiSilicon Kirin usados por los teléfonos inteligentes de la empresa china. Mientras, dos telefónicas de Japón aplazaron, sin fecha definida, el lanzamiento del modelo celular P30 Lite de la referida marca.

En la cruzada antiHuawei, la Casa Blanca se escuda en el supuesto riesgo a la seguridad nacional y robo de secretos porque al tratarse del más grande proveedor de módulos de telecomunicaciones del mundo, cree que puede, teóricamente, vigilar o interferir datos de todo tipo, algo todavía nunca demostrado.

Además añade los antecedentes profesionales de su presidente y fundador, Ren Zhengfei, quien al ser un exoficial del Ejército de Liberación del Pueblo de China da por sentado que la compañía colabora directamente con el gobierno de Pekín, un argumento desmentido en reiteradas ocasiones.

Pero el verdadero motivo de la ofensiva es la red 5G –la de mayor velocidad de conexión– y el plan Hecho en China 2025, la apuesta oficial por mantener un crecimiento sostenido basado en la innovación, inteligencia artificial, realidad virtual y el Big Data.

Analistas observan con mayor inquietud esta parte del pleito porque está en juego la supremacía tecnológica, considerada un terreno esencial en el presente siglo porque la ventaja comercial de definir normas y estándares favorece a proveedores locales.

Muchos incluso comentan que la discordia arancelaria podría solucionarse porque al fin y al cabo se trata de dinero, pero en el último caso Estados Unidos amenaza la rentabilidad y sostenibilidad comercial de la principal empresa de telecomunicaciones china.

Hasta ahora Pekín no precisó cómo responderá al ataque en el área tecnológica, sigue apostando por el diálogo y la cooperación, aunque prepara acciones para fomentar la producción en la industria local de software y circuitos integrados, sustituir importaciones y reducir la dependencia de mercados internacionales.

No obstante, los entendidos afirmar que de seguro reaccionará y entre muchas teorías citan en el cruce la vulnerabilidad de marcas como la californiana Apple, que a la caída de ingresos reportada en los últimos tiempos podría sumarse perjuicios en las cadenas de valor porque fabrica en China.

Una interrupción en ese segmento la llevaría a una gran pérdida de capital mientras busca sitios alternativos de producción, por ejemplo, en el sudeste asiático.

Ya en enero, Apple Inc recurrió a las rebajas de precios en las tiendas físicas y electrónicas de aquí como alternativa para revertir la poca demanda de sus teléfonos inteligentes en este importante mercado. Poco antes, sufrió un revés cuando una corte china zanjó –sin derecho a reclamaciones– una disputa vinculada a patentes con Qualcomm y prohibió la venta nacional de los iPhone 6S, iPhone 6S Plus, iPhone 7, iPhone 7 Plus, iPhone 8, iPhone 8 Plus y iPhone X.

Otra carta que el gigante asiático podría usar es la limitación en las exportaciones de las llamadas tierras raras, ricas en metales, esenciales para el sector de las altas tecnologías y de aquí sale el 80 por ciento de las compras globales de Estados Unidos.

China posee yacimientos con 44 millones de toneladas de esos recursos naturales, los cuales se emplean en la fabricación de celulares, computadoras, vehículos eléctricos y armas modernas como los sistemas de guiado de misiles y cazas.

Aun así, Pekín no descarta una vuelta a las negociaciones respetuosas y equitativas porque está consciente de que el conflicto perjudica a todos.

Los ojos siguen puestos en un encuentro anunciado por Trump con el presidente Xi Jinping durante la cumbre del G20 en Japón a finales de junio, aunque la nación asiática no confirmó hasta ahora nada al respecto. El anterior cara a cara de ambos mandatarios fue en Argentina y dio como resultado la tregua y las negociaciones, ahora rotas por determinación del estadunidense.

Yolaidy Martínez/Prensa Latina

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