Opinión

Tras el sismo, la indolencia y el abuso

Publicado por
Roberto Galindo

El sismo del 19 de septiembre pasado afectó con mayor intensidad determinadas zonas de la Ciudad de México, principalmente algunos barrios asentados sobre el área que hace algunos cientos de años fuera lago. Entre esas colonias, en las que se derrumbaron y dañaron estructuralmente varios edificios, están Del Valle y Narvarte, en la delegación Benito Juárez, y el corredor Hipódromo-Condesa–Roma, en la Cuauhtémoc (aunque en ambas delegaciones hubo serios daños en otros barrios), así como en varias partes de las delegaciones Iztapalapa, Tláhuac, Tlalpan, Coyoacán y Xochimilco; y aunque en estas cinco demarcaciones los daños fueron cuantiosos, su cobertura mediática no fue tan amplia como en las otras mencionadas, ya sea porque fueron más daños estructurales que colapsos o por que se perdieron menos vidas humanas. De cualquier forma los noticieros televisivos son selectivos en lo que cubren y cómo lo cubren. No ha habido tampoco gran cobertura mediática de la tienda Soriana colapsada y de los daños en Galerías Coapa, ni de las muertes sucedidas en el colapsos de estructuras (puentes) en el campus del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterey (ITESM), al menos no como con lo sucedido en el colegio Rébsamen en la delegación Tlalpan.

La conflagración telúrica cercenó varias edificaciones y logró atemorizarnos, pero también unirnos a muchos ante la debacle para accionar en la remoción de escombros y los rescates, así como para realizar enormes donaciones en especie y económicas para los damnificados. Pero también hemos sido testigos de la podredumbre de muchos capitalinos: asaltos en las calles tras el sismo a los varados en el tránsito; robos a inmuebles desalojados: casas, edificios, escuelas; intentos de apropiación de las donaciones por diversos grupos ajenos a los donadores y organizadores, caso emblemático fue el sucedido en el estacionamiento del Estadio Olímpico Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en el que un grupo de vándalos intentó por la fuerza apropiarse de los donativos y del estacionamiento. Qué decir de las autoridades de diversos estados y federales acaparando y reetiquetando víveres para su posterior distribución con fines políticos, tal vez muy posterior, las elecciones del 2018 están a la vuelta. En otros casos empiezan a aparecer donaciones para los damnificados en diversos tianguis de la ciudad, y va a haber gente que los compre por su bajo precio (cuando deberían estar en las manos de los que todo lo perdieron en la capital o en otros estados). El descaro y la indolencia ha sobrepasado otros límites, ciudadanos fingiéndose damnificados fueron a recibir la ayuda económica destinada a los afectados. Pero esa no es la única manera de ser indolente y sinvergüenza en esta ciudad.

Tras el sismo, además de los edificios colapsados, muchos otros inmuebles sufrieron daños, algunos reparables y otros no. Hasta ahora las autoridades han estimado que en la Ciudad de México deberán ser demolidos, al menos. 1 mil edificaciones. Es decir, esa cantidad de inmuebles están deshabitados por el riesgo de colapso que tienen. Por lo que se han iniciado movimientos migratorios de las personas que los habitaban; en algunos casos fuera de la capital, principalmente al Estado de México. Es probable que como sucedió después del sismo de 1985, la ciudad de Querétaro por su cercanía y por su escaza actividad sísmica vuelva a ser requerida por muchos de los capitalinos autoexiliados. Algunas personas se están trasladando a colonias alejadas de aquellas que sufrieron la mayoría de los colapsos o de donde se dañaron más edificios. Otros más han decidido asentarse en colonias aledañas a las que habitaban. Pero existen personas que buscan otro espacio habitacional dentro de su barrio, aunque este fuera severamente dañado con colapsos o a nivel estructural en muchos de sus edificios. En los casos de las colonias Condesa y Roma, así como en Narvarte y Del Valle se han registrado, tras el sismo, incrementos de hasta un 50 por ciento en las rentas de departamentos en edificios en los que no se observaron daños.

Es así que en tiempos de tragedia y ante la decisión de los colonos de permanecer en una zona de riesgo, muchos arrendadores están incrementando los montos de las rentas. Algunas colonias de la Ciudad son áreas más susceptibles de ser más dañadas que otras por un temblor, debido a la conformación del suelo y a la presencia de fallas tectónicas. Es precisamente una de las zonas de más riesgo por presentar un suelo de origen lacustre, así como diversas fallas, la que corresponde a partes de las colonias Condesa y Roma, así como a Narvarte y Del Valle, que es donde se han dado los mayores incrementos a las rentas ante la demanda de damnificados con cierto poder adquisitivo.

El mercado y los usureros del negocio inmobiliario han disparado sus rentas, mercaderes indolentes ante la tragedia. Insensibles ante los inquilinos que por años han aceptado pagar las elevadas sumas por concepto de renta en esas colonias, sobre todo la Condesa y la Roma; inquilinos que han mantenido los estilos de vida de los dueños de edificios y departamentos en esos barrios. Muchos de ellos, propietarios que de igual manera especularon sobre los inmuebles tras el sismo de 1985 y adquirieron uno o varios departamentos e incluso edificios en esos sectores a precios de remate tras aquél fatídico temblor; edificaciones que aparentemente no se dañaron en aquel entonces o que sufrieron daños y fueron reparadas, de las cuales algunas sucumbieron este 19 de septiembre. ¿Y qué se la va a hacer? si prevalece el mercado por sobre la solidaridad, además de que hay algunos que prefieren seguir viviendo en una zona de riesgo.

Roberto E Galindo*

*Maestro en ciencias, arqueólogo, buzo profesional, literato, diseñador gráfico. Cursa la maestría en apreciación y creación literaria en Casa Lamm. Miembro del taller literario La Serpiente

[BLOQUE: OPINIÓN][SECCIÓN: ARTÍCULO]

 

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