Gracias a Trump, se podrían vender los datos de los usuarios de internet sin su consentimiento.
Después de atacar la idea del cambio climático, Donlald Trump va contra la privacidad de datos en internet: propone una ley que debilitaría el concepto de privacidad de datos en la web.
Hace unos días se anunció que Google Maps contará con una nueva función, la de compartir la ubicación en tiempo real.
Ya ha quedado más que claro: la privacidad es cosa del pasado. Debemos asumir que entre más funciones tenga una aplicación en un dispositivo que compartan datos privados e importantes, más probable será que salgan de nuestro control. Ya sea que los roben, los activen sin nuestro consentimiento o que las empresas los recolecten y después los vendan o compartan.
Lo de Google Maps es sólo un ejemplo. Hay peores, como el que Facebook se comió a Whatsapp con todo y tus datos privados. La información que aceptaste entregar a una empresa, ahora es el activo de otra. Sólo nos dieron unos días para indicar que no queríamos que las dos aplicaciones fusionaran los datos. No avisaron ni dieron información clara.
La gente se quejó en su momento, pero podrán decir que por lo menos les preguntaron. De aprobarse la nueva ley, las empresas de telecomunicaciones en Estados Unidos podrían comercializar la información sin consultar a nadie. Algo así como la molesta publicidad que se realiza telefónicamente, que ilógicamente es permitida a menos que uno realice un trámite para indicar, por extraño que parezca, que no deseamos recibir llamadas telefónicas a las 7 de la mañana con grabaciones ofreciendo un servicio que no nos interesa.
Nancy Pelosi, líder los demócratas en la Cámara de Representantes, criticó la propuesta y lamentó la pérdida de privacidad que significará para las personas utilizar internet si se ratifica la ley.
Pero el asunto se torna más interesante, parece una carrera contra reloj de todas las empresas por recolectar datos de los usuarios: cuánto tiempo pasamos conectados; que aplicaciones usamos más; desde qué ubicaciones; en dónde vivimos; dónde trabajamos; qué es lo que más buscamos en Google, Yahoo o cualquier otro buscador.
Es fácil decir hoy que los datos de nuestro perfil y nuestras preferencias son muy valiosas para las empresas, sobre todo la publicidad. Sin embargo hace unos años era realmente imposible saber tanto de los consumidores y del público en general.
Los rubros de mercadotecnia (o marketing), servicio al cliente y espionaje se han beneficiado sustancialmente por la información que subimos como enajenados, como si nos pagaran por ello. Avisamos lo que planeamos hacer, lo que estamos haciendo y tomamos fotografías de nuestros familiares y amigos; las subimos a las redes sin su consentimiento y los etiquetamos y compartimos hasta longitud y latitud del lugar donde estuvimos.
Del cómo se ha beneficiado el sistema de espionaje, ya ha dado cuenta Wikileaks, Snowden y otros. De los beneficios millonarios del negocio basado en la publicidad, únicamente debemos ver a Facebook y a Google generando cada vez más millones de dólares a pesar de las muchas quejas de personas y organizaciones de todo el mundo por considerar demasiada invasiva la manera en que se manejan.
Las ganancias de Google y Facebook utilizando sus técnicas invasivas son tantas que se miden en miles de millones de dólares, nada mal para un par de empresas que son recién llegadas al milenario barrio de los negocios mundiales.
Las ganancias son tan atractivas que empresas como Comcast y Verizon han hecho mancuerna con el gobierno republicano de Trump para hacer pasar sus peticiones que siempre fueron rechazadas por Obama que las obligaba a respetar la privacidad y de avisar a sus clientes de la información que podría capturar.
Para aclarar la idea, las empresas proveedoras del servicio de internet quieren, al igual que Facebook y Google, realizar un seguimiento permanente a las actividades de sus clientes y toda la información que puedan obtener y que tengan algún valor en el mercado. Estamos hablando del fin de la privacidad en internet. Los datos de los usuarios ahora será propiedad de los proveedores.
Gonzalo Monterrosa
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