En elecciones intermedias el abstencionismo es muy alto, y en estas elecciones de 2015 la campaña que llama a no votar o abstenerse subió mucho de tono. Hay hartazgo, desesperación, rechazo al sistema y el coraje es más grande que nunca. ¿Cuál es la salida? ¿No votar o sí votar? Fuera de reacciones viscerales, hay que analizar: ¿a quién le conviene que no votemos? ¿Será tan grande el abstencionismo que eche por tierra al sistema en México? La respuesta obvia es ¡no! Los partidos políticos en el poder se mantienen gracias a una minoría, a la que le llaman “voto duro”, que aseguran comprando el voto con dádivas, empleos, dinero o despensas y por lo que no los van a abandonar sus clientelas. Generalmente, a un partido le basta para asegurar su triunfo que tres de 20 mexicanos en edad de sufragar voten por él. Además, con poca afluencia de votantes se facilita enormemente el fraude electoral que practican los partidos dominantes en México. Así se han mantenido en el poder el Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD). De esta forma obtuvieron la mayoría en el Congreso de la Unión que les ha facilitado aprobar las reformas –que cobijó el Pacto por México, que es en realidad Pacto contra México– y que una a una aprobaron las cámaras de Diputados y de Senadores. Las reformas que cobijó el Pacto han sido las más regresivas de las últimas décadas y han llevado a México atrás, muy atrás, a las épocas de Santa Anna y de Porfirio Díaz.
Es necesario detener el proceso de desmantelamiento del país que iniciaron los gobiernos neoliberales de Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León, que continuaron Vicente Fox y Felipe Calderón y que está culminando con Enrique Peña Nieto. Para ello es preciso que el PRIANRD (contracción de las siglas de los tres partidos políticos con mayor representación en el país) no tenga mayoría en el Congreso. Hay una opción: el nuevo partido político, Movimiento Regeneración Nacional (Morena) que se ha opuesto al Pacto contra México y a todas y cada una de las reformas anticonstitucionales de Peña y sus cómplices en el Congreso. Si no votamos y siguen teniendo mayoría los partidos del sistema, van a continuar con sus políticas privatizadoras y de entrega de nuestra riqueza y recursos a las corporaciones extranjeras. Eso no es aceptable. Votar por Morena es la salida. Es necesario contar con un Congreso que revierta las reformas anticonstitucionales de Peña y sus partidos aliados. No votar es un llamado a la autodestrucción individual y social. Esa medida aparentemente es muy radical, pero sus resultados son profundamente conservadores y le beneficia al sistema. No votar garantiza la continuidad del régimen y la impunidad de la mafia en el poder; la continuación de la entrega de nuestras riquezas y soberanía y del desmantelamiento de México.
De los partidos con registro, el único que ha luchado consecuentemente por la transformación de México y que cuenta con candidatos de amplia solvencia moral es Morena. Por eso los medios de desinformación, principalmente el duopolio televisivo y la radio siguen atacando tenazmente a su dirigente, Andrés Manuel López Obrador. Hay una inmensa campaña contra éste, y el régimen ha tenido que contratar a muchísimos peñabots para defender a Peña y atacar a López Obrador. También los candidatos de Morena que sostenemos la defensa de los derechos y soberanía de los pueblos somos sujetos de ataque y descalificación, así como la tergiversación de nuestros planteamientos. Se ha desatado una campaña que dice que “todos son iguales”, “todos son ratas”, para desestimular el voto. Esto es falso por completo. Morena es diferente, sus principios, estatutos y programa y la mayoría de sus militantes son diferentes, son honestos y tienen un claro compromiso con México y su pueblo.
Por supuesto que ni Morena ni sus miembros son perfectos, pero en la lucha este partido va a mejorar y superar sus limitaciones. En Morena hay mística y afán de servicio público además de que no tiene ningún compromiso con el régimen actual. Por el contrario, Morena se plantea cambiar el régimen y combatir a ultranza a la mafia del poder. Ningún partido nuevo en formación, al que se incorporan cientos de miles de afiliados puede ser puro y perfecto, sin error alguno. Morena no es la excepción. Los errores hay que criticarlos internamente, por eso las personas que apoyándose en un error real o supuesto atacan a Morena de “ser igual” o de que va a seguir el “camino del PRD” le hacen el juego a Peña y a los Chuchos. Quienes atacan a López Obrador por deficiencias o errores reales o supuestos se suman al coro del sistema que encabeza el PRI, a pesar de que sientan la “obligación” de ser “críticos”. Cuando quien encabeza el ataque contra el pueblo de México es el PRI y todos sus aliados, ellos son el adversario a vencer porque dañan a México. El ataque a quien defiende al pueblo es inadmisible. De modo que la actitud correcta y la alternativa que va a ayudarnos a salir adelante es la de votar y votar por Morena, porque los demás partidos le hacen el juego al PRI, abierta o disimuladamente.
Los planes siniestros de Peña no se han detenido. Impulsó la ley de privatización del agua -que fue detenida gracias a la reacción popular-; ahora quiere privatizar el sector salud: el Instituto Mexicano del Seguro Social y el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, e irse en contra de los pensionados. El PRD no es opción y ya está del lado de la derecha: sus integrantes apoyaron el Pacto, propusieron la reforma fiscal que aprobó el PRI y que tanto afecta al pequeño y mediano comercio; apoyaron la reforma educativa que tanto afecta a la educación, a maestros y padres de familia. Muchos perredistas votaron por la venta a extranjeros de playas, fronteras, etcétera; y sus miembros han degenerado al grado que el presidente municipal de Iguala, comprometido en el crimen de Ayotzinapa contra los normalistas, 43 desaparecidos y tres muertos entre el 26 y 27 de septiembre, es del PRD. En la Ciudad de México el gobierno perredista reprime inocentes en las manifestaciones; subió la tarifa del Sistema de transporte Colectivo Metro de 3 a 5 pesos; introdujo el Programa No Circula los sábados y trató de privatizar el agua. No votar en la Ciudad de México sólo lleva a que el PRD y sus clanes familiares continúen en el poder. No votar es la mejor manera de evitar que las cosas cambien. Un cambio en el Congreso, en gobiernos estatales, presidencias municipales, delegaciones, etcétera, puede comenzar a frenar el proceso de deterioro de México. Somos conscientes que un cambio profundo requiere del cambio en el gobierno federal, pero hay que dar el primer paso.
Dado el descontento y el hartazgo actual, ese cambio es posible si votamos masivamente por Morena, de modo que la desesperación y las actitudes supuestamente radicales son una traba al proceso de regeneración nacional. Es hora de actuar, y actuar conscientemente, con inteligencia. Los principios se defienden con acciones que ayuden al pueblo, no con las que ayudan al régimen que por todos los medios promueve la abstención y el voto nulo. Te hago un llamado, lleno de preocupación por el futuro de México, a que votes y no permitas que el “voto duro” nos siga instalando en el caos, la desesperanza y el terror que vivimos. Es hora de parar la ofensiva de las corporaciones y sus gobiernos extranjeros; es hora de la unión para resistir y detenerlos. No es momento de divisiones por cuestiones ideológicas sino de lograr la unión política de todo el pueblo. La unión se va forjando. Se habla de que las “izquierdas” están “divididas”, nada más falso. El PRD dejó -hace mucho- de ser un partido que defiende al pueblo y a México. No es de izquierda, o cuando mucho es la “izquierda del neoliberalismo”.
En realidad, el Partido que se opone al mal gobierno es uno: Morena. No votar, lejos de perjudicar a los partidos dominantes: PRI, PAN, PRD, Partido Verde Ecologista de México, Partido Nueva Alianza, los ayuda porque los recursos, la publicidad y los puestos se reparten entre ellos, al ciento por ciento, eliminando el porcentaje de votos nulos o no efectuados, de modo que mientras más grande sea la abstención o el voto nulo, más grande es la porción de puestos, dinero y anuncios no ganados que reciben los partidos de la mafia del poder. Así que al que cree que no votar es un arma política, le sale el tiro por la culata.
Esta realidad objetiva habrían de analizarla quienes en realidad se oponen a la mafia del poder. El cambio en Latinoamérica se ha dado en gran medida por el triunfo electoral de un tal José Mujica en Uruguay, un Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Lula da Silva en Brasil, los Kirchner en Argentina, Salvador Sánchez Cerén en El Salvador, los sandinistas en Nicaragua, Salvador Allende en Chile… En otros continentes, Nelson Mandela llegó a la Presidencia de Sudáfrica gracias a un triunfo electoral. Y existe quien admira a estos personajes, pero en la actual coyuntura se le hace muy “radical” llamar al no voto. Los grandes intereses que manejan el país a su conveniencia promueven el desánimo, la apatía, la indiferencia y el derrotismo; han hecho de ser “apolítico” una virtud, porque ellos necesitan seres fácilmente manipulables. Ellos están detrás de la campaña de no votar, que prende fácilmente en sectores de la población que están hartos y desesperados por la lamentable situación actual. Además usan los distractores para que la gente se olvide de participar. Así programan para el 7 de junio un juego de futbol Brasil-México para desalentar la afluencia de electores ese día. ¡No les hagamos el juego! Vota conscientemente, elige al candidato y los candidatos que van a hacer la diferencia, dale un golpe a la mafia del poder. En el Distrito Federal ponle fin a las mafias familiares en el poder. Es hora de comenzar a cambiar la situación en todo el país. ¡Vota!
Pablo Moctezuma Barragán*
*Politólogo y urbanista. Dirigente de Mexteki y vocero del Congreso de la Soberanía
[Sección: opinión]
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