A la sombra de los gobiernos panistas, en Baja California germinó y fortificó su imperio el cártel de Tijuana, encabezado por Ismael, el Mayel, y Gilberto Higuera Guerrero, el Gilillo, y los hermanos Arellano Félix, quienes cooptaron a la elite de la inteligencia militar, funcionarios de alto rango de la PGR, de la procuraduría estatal y de las policías Federal de Caminos, Ministerial y municipal. Así lo revelan las declaraciones del testigo protegido Germán Núñez Balderrain, con nombre confidencial Alejandro. En una década el cártel se convirtió en la principal organización criminal del país, proveedora del 20 por ciento de la cocaína que ingresaba a Estados Unidos
Primera de dos partes
Exlugartenientes de los líderes del cártel de Tijuana revelan las operaciones de la organización delictiva cuyo desarrollo y consolidación se gesta en forma paralela a la toma del poder en la entidad por los gobiernos del Partido Acción Nacional: Ernesto Ruffo Appel (1989-1995), Héctor Terán Terán (1995-1998), Alejandro González Alcocer (1998-2001), Eugenio Elorduy Walther (2001-2007), y el actual José Guadalupe Osuna Millán.
Los testigos dan a conocer los nombres de sus cómplices en el trasiego de enervantes, así como sus alías, apodos y claves; las pistas clandestinas, las rutas marítimas y terrestres para el traslado de drogas, las casas de seguridad, las ejecuciones de miembros de grupos contrarios, los sobornos a militares de inteligencia, agentes de la Procuraduría General de la República (PGR), al procurador de justicia de Baja California, agentes ministeriales de la entidad y policías municipales que colaboraban para el cártel.
Las estadísticas de la Secretaria de Seguridad Pública federal arrojan un balance de la administración estatal, en el periodo 2001-2007, de una profunda crisis de seguridad publica, ya que tan sólo en 2007 el crimen organizado dejó 340 muertes violentas relacionadas con el narcotráfico, lo que colocó a Baja California como una de las entidades más inseguras a nivel nacional.
Apenas este 2 de octubre, el gobernador de Baja California, José Guadalupe Osuna Millán, rechazó que la entidad ocupe el tercer lugar en el país en índice delictivo, como lo señaló un estudio del Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad (ICESI), el cual señaló que Sinaloa y Chihuahua son los estados más violentos.
El “escolta favorito” de Gilberto Higuera, Germán Núñez Velderrain, con clave confidencial Alejandro, y quien de octubre de 1995 a febrero de 2001 participó en las actividades de narcotráfico del cártel de Tijuana bajo el apodo del Buzo, revela las operaciones de la agrupación delictiva en sus declaraciones vertidas entre febrero de 2001 y junio de 2006 ante el Ministerio Público de la federación, contenidas en la averiguación previa 336/MPFEADS/2001, y en la causa penal 35/2002.
En diversos testimonios, el también exagente de la Policía Judicial de Baja California Sur, comisionado en el grupo de Fuerzas Especiales que comandaba René Gaume Geraldo (quien también tenía vínculos con el cártel), incluye en una larga lista a supuestos miembros del cártel de Tijuana como el teniente Edgar, de inteligencia militar adscrito a la segunda región militar de la Secretaría de la Defensa Nacional en Baja California, quien, dice, apoyaba a Gilberto Higuera en los retenes para pasar cargamentos de droga.
“… El teniente Edgar, quien he referido que fue otro militar que estuvo apoyando al Gil, fungía dentro del grupo de inteligencia militar, y era el encargado de contactar en los retenes para que el Gil pudiera pasar los cargamentos. Supe que desertó y después con sus relaciones con sus compañeros militares siguió contactándolos para continuar apoyando a Gilberto…”.
Prácticamente toda la estructura militar, ministerial y municipal del estado estaba cooptada por la organización delictiva, de acuerdo con las versiones de los testigos protegidos e informes internos de la PGR.
Después del agente de inteligencia militar le siguen en orden de importancia Miguel Ángel García Serrano, el Cabezón, comandante de Inteligencia de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Contra la Salud de la PGR en Tijuana, quien según Alejandro, cada semana proporcionaba información relevante a Gilberto Higuera, el Gilillo, para las operaciones de la organización.
José Luis Anaya Bautista, procurador de Justicia de Baja California, por conducto de Ismael y Gilberto Higuera Guerrero, el Mayel, brindaba protección, apoyo y asignaba incluso elementos de la institución para ello. Sedano Felipini, comandante de la PGR y Carlos González Félix, también colaboraban con el cártel.
Armando Martínez Duarte, el Comandante Duarte, clave 44, comandante de la PGR responsable de las operaciones en el Valle de Mexicali de la célula de Gilberto Higuera, tenía a su mando a su hijo, el Huilo, clave cuatro tres, el Quicky y el Compadre. “Participaba en bajar aviones, levantar gente contraria a la organización, en ejecuciones, pasadas de droga a Estados Unidos y cuidar la plaza; era propietario de unos ranchos en el Valle de Mexicali, uno de ellos junto al ejido Hechiceras.
“Duarte informaba a los hermanos Higuera de lo que generaba la PGR cada dos o tres meses, incluso cuando era comisionado en otro lugar de la república conseguía permiso de la institución para intercambiar información. Tenía sus propios pasadores, pistoleros y autoridades policiacas, era apoyado por gente del Barrio Logan en San Diego, California. Recibía de el Gil 15 mil dólares al mes y 30 mil o 50 mil dólares cuando había un secuestro, una bajada de avión o una llegada de droga”, consigna el testigo Alejandro.
Mario Enrique Anaya Morales, el licenciado Anaya o J1, comandante del Grupo Antisecuestros de Baja California, operaba con Gilberto Higuera en la casa de seguridad Seis Uno o el Nido, ubicada a un costado del estadio de beisbol del equipo las Águilas de Mexicali, donde llegaba en vehículos oficiales escoltados por la corporación policiaca. El J1 brindaba protección a la organización delictiva, escoltaba cargamentos de droga y a Ismael y Gilberto Higuera cuando patrullaban la ciudad, y proporcionaba información a la que tenía acceso por su cargo y que pudiera perjudicar al cártel, así como de otros grupos de narcotraficantes de la zona, para detectarlos y cobrarles derecho de piso.
Al licenciado Anaya, el grupo de Gilberto Higuera le resolvía los secuestros para que los presentara como trabajo propio y consignara a los secuestradores; lo nombraron director de la Policía Ministerial y desde ahí daba protección a la organización de los Arellano Félix.
Joaquín Rodríguez Torres, el Chalinillo, comandante de la Policía Ministerial de Baja California, laboraba en la delegación de la Presa en Tijuana; era compadre y escolta de Ismael Higuera, transportaba cocaína de Ensenada y Tecate a Tijuana en compañía de Francisco Javier Arias, clave 010. Facilitaba ocultar las ejecuciones que realizaba la organización, ya que cuando Los Plebes –grupo de sicarios al servicio del cártel– tiraban los cuerpos en la noche, él los escoltaba o los tiraba y después los reportaba. Tras la detención de Ismael Higuera, andaba muy pegado a Efraín Pérez, el Efra; Jorge Aureliano Félix, el Macumba, y Jesús López Castro, el Quemado. Llegó a desempeñarse como escolta de Omar Lodoño, el Viejo, un colombiano de entre los principales proveedores de cocaína del Mayel, en 1996.
Chalinillo escoltó a Gilberto Higuera a Tijuana cuando el Tigrillo convocó a una reunión para repartir las plazas, tres meses después de la detención del Mayel (el 3 de mayo de 2000), cuando éste lo comisionó como escolta de Omar Londoño, el Viejo.
Hermenegildo Carmona Añorve, director de la Policía Municipal de Mexicali, pertenecía a la organización de los Arellano Félix, a la célula del Gilillo, y sirvió de enlace entre la agrupación y la policía municipal de Mexicali. Luis Cervantes Barrera, Luisito, chofer, escolta y hombre de confianza de Carmona Añorve, a quien en varias ocasiones el testigo Alejandro entregó dinero por mandato de Gilberto Higuera y quien, cuando bajó un avión en la colonia Club Campestre, patrullaba el lugar y daba órdenes a las unidades policiacas que correspondían a esa zona para que se fueran a otro lugar.
Narra Alejandro:
“(…) El Gil se entrevistó con Luisito que era el chofer y de todas las confianzas de Carmona, poniéndose a disposición del Gil de parte de Carmona para lo que se le ofreciera, dándole un teléfono para el Gil para que solamente entre ellos se hablaran. Se vieron por primera vez en un parquecito que se encuentra en la colonia de Los Pinos. En esa ocasión llegó Carmona y el Luisito en una Suburban blanca con gris propiedad del municipio. Carmona bajó y me saludó, por lo que yo me subí al vehículo en el que habían llegado, quedándome con Luisito, mientras Gil y Carmona Añorve se entrevistaban. Así como en esta ocasión se veían cada semana para cambiar información. Siempre que pasaba algo relevante como una ejecución o un levantón, Carmona hablaba al Gil para cerciorarse si había sido él o viceversa. Cuando Carmona tenía junta en el Regimiento adonde invitaban a la Policía Judicial Ministerial, a la Policía Judicial de Caminos, de la Policía Judicial del Federal y a la Policía Municipal, le informaban qué asuntos trataban y qué operativos se iban a llevar a cabo y en qué lugares (…)”
Alejandro Estrada Sarabia, el Alacrán, policía ministerial de Baja California, trabajaba directamente bajo las órdenes del Mayel y de Efraín Pérez. Brindaba protección al cártel de los Arellano Félix, a quienes servía de escolta en Mexicali, participaba en levantones de quienes no pagaban derecho de piso. Apoyaba en las bajadas de cocaína y marihuana de aviones y barcos, y escoltaba a los jefes de la organización en Tijuana, Ensenada y Mexicali. Sirvió de enlace para llevar dinero producto de la venta de droga a Jorge Aureliano Félix, el Macumba, y el Mayel, de parte de Gilberto Higuera en compañía de Antonio López Martínez, la Chuchis, quien informaba de operativos, incluso del grupo BOM (Base de Operaciones Mixtas).
El Nacho, a quien vio cuando el ingeniero Manuel Toloza –quien renta inmuebles, teléfonos celulares y estaba enterado de todas las actividades del Gilillo–, se lo presentó a Gilberto Higuera en 1998, ocasión en la que dijo que conocía otras personas que podían llevar cocaína y que querían negociar con Gilberto para poder “trabajar”, ya que él controlaba la plaza, incluidas las autoridades.
El Sapo, madrina, informante, agente de la Policía Judicial Federal en Tijuana, quien en una ocasión que andaba con Gilberto Higuera y su grupo, así como con Jorge Aureliano Félix, el Macumba y su grupo en el lugar conocido como El Punto, situado en la delegación la Presa en Tijuana, llegó acompañado de un elemento de inteligencia militar, quien participó en la ejecución de un agente de la Policía Judicial Federal que había detenido un trailer con mota de Ismael Higuera.
“En una ocasión llegó una persona a bordo de una Gran Cheroke color verde, iba con dos personas y se procedió a su detención. Las llevamos a la colonia Florida para interrogarlos. En el interrogatorio, uno de ellos dijo que era compadre del comandante Jorge García Vargas, subdelegado de la Policía Judicial Federal del Instituto Nacional para el Combate a las Drogas. Cuando mencionó esto, yo recordé que a ese comandante lo habían matado en la ciudad de México junto con otros cuatro agentes de la Policía Judicial Federal, entre ellos al Chico Changote.
“El Gil dijo que a García Vargas lo habían matado en represalia por la muerte del subdelegado de la PGR en Tijuana, Ernesto Ibarra Santés, porque supuestamente él los había puesto. Comentó que quien había privado de la vida al comandante García Vargas y al personal que lo acompañaba había sido gente del general Gutiérrez Rebollo, bajo las órdenes de Amado Carrillo. En Tijuana, todos los miembros de la banda sabíamos que Gutiérrez Rebollo trabajaba para Amado Carrillo y que estaba bien puesto con él. El Sapo mencionó su amistad con García Vargas y prometió señalar al agente que había puesto a Ibarra Santés, por lo que Gilberto lo perdonó.
“Como muestra de amistad, el Sapo llamó a ese agente y lo citó en un lugar donde la gente del Mayel se encargó de levantarlo para posteriormente saludarlo, ejecutarlo, ya que así se ordenaba. Por radio jamás se mencionaba que se ejecutara o se privara de la vida a alguien, siempre decían ‘salúdamelo al hijo de su puta madre’. Al siguiente día nos dimos cuenta por el periódico que lo habían ejecutado, su cuerpo apareció por las maquiladoras, atrás del Cerro Colorado”.
El Frankie era pasador de cocaína del Gilillo, que entregaba al Camarón, y ayudaba a Gilberto Higuera a quitar el condón a la droga (plástico de cámara de bicicleta que trae desde Colombia, después le echan grasa, jabón de polvo, detergente para alfombras, mostaza, papel carbón o papel de aluminio o también la empaquetan al alto vacío).
Efraín Pérez Pasuengo, el Efra, jefe de una de las células del grupo de Ismael Higuera, primero fue el encargado de la plaza de Tijuana y después de Ensenada; era uno de los encargados de los operativos del arribo de cocaína y marihuana en barcos, lanchas, aviones y camiones de la organización para pasarla a Estados Unidos. Después de la detención de Ismael Higuera, quedó como jefe de la plaza de Ensenada y compartía la de Tijuana con Jesús López Castro, el Quemado. Desde 1996 hasta 2001, recibía órdenes directas de Benjamín Arellano Félix y de Ismael Higuera. Enviaba cocaína al Gilillo de Ensenada a Mexicali en un tráiler para transportar caballos que conducía el Diablo, y que llegaba a un rancho propiedad del Pelón.
El grupo que comandaba Efraín Pérez estaba formado por Mario Alberto Rivera López, el Cris u 8-9; Jorge Aureliano Félix, el Macumba u 8-4; Feliciano Ramírez, clave 5-4; Alejandro Estrada Sarabia, el Alacrán; Martín Navarrete Baños; Miguel Ángel García Serrano, el Cabezón; Joaquín Rodríguez Torres, el Chalinilla; Antonio López Martínez, la Chuchis; Julio Salas Reyes, el Pilli, el Escrúpulos, hermano del Cris, el Rayo, el Quick, el Tigre (quien se dedicaba a “liquidar gente”); brindaban protección a Gilberto Higuera: Oscar López Rochín, el Erre Uno; Delgado Ronquillo, el Erre Erre, y el Mastodonte, quien está preso y se encargaba de llevar éxtasis proveniente de Europa a Ismael Higuera.
Alejandro reconoce a Mike ó Miguel, contratado por Manuel Toloza, responsable de cuidar la casa de seguridad de la calle Mecánicos, que se ocupaba como bodega de marihuana y de los vehículos que utilizaba la organización. La marihuana llegaba en costales y se entregaba a los pasadores del cártel para introducirla a Estados Unidos, como el Güero, el Tocayo y Manuel Herrera Barraza, el Tarzán, en Tecate, Baja California.
Ricardo Osuna Tirado, a quien Alejandro dice que ayudó a cargar marihuana en una camioneta panel Ford blanca que se entregó al Güero. En el transporte de una tonelada de cocaína en una aplanadora participaron Antonio Hermenegildo Carmona Añorve, Miguel Barraza y Francisco Javier Vaca García, policía municipal de Mexicali.
Las claves que empleaban los integrantes de la agrupación ilícita: Gilberto Higuera Guerrero, Ocho tres o 28; Ismael Higuera Guerrero, el Mayel, Ocho uno; el Mayelito, clave Ocho dos; Jorge Aureliano Félix, el Macumba, clave Ocho cuatro, era el segundo de Efraín Pérez, Ocho cinco y responsable de la plaza de Tijuana cuando el Mayel se fue a Ensenada.
De acuerdo con la averiguación previa 336/MPFEADS/2001 de la PGR, en septiembre de 1995 el testigo Alejandro y el agente Chan Unzón acudieron a Tijuana, donde los esperaba Oscar Campillo, y de allí a La Paz, Baja California Sur, para transportar cada uno una camioneta –en una de ellas iba de copiloto Martín Estrada–, que contenían ocultas armas largas, cargadores, lentes de visión nocturna y otros objetos.
El testigo Alejandro presenció el aterrizaje de un avión DC9 Carabell francés, sin asientos, en una pista de los llanos de Baturi, que transportaba cocaína, donde la esperaban Sigifredo Valverde y Chan Unzón. La nave no pudo volver a emprender el vuelo, por lo que la enterraron: Sigifredo Valverde, Chan Unzón, Gilberto Higuera, Efraín Pérez y su gente; Oscar Campillo, el comandante Castro de Sosa, Julio Salas, Manuel Aguirre Galindo, el Caballo, de acuerdo con su declaración ante el Ministerio Público del 27 febrero 2001.
“(…) Oscar Campillo me habló y me comentó del “trabajo” de esa noche, me entregó un cuerno de chivo, una pechera con cuatro cargadores de AK47, una cachucha, una playera con las siglas de la PGR, lentes de visión nocturna. Me dirigí a las oficinas de la judicial del estado donde observé a Chan Unzon, Sigifredo Valverde, Julio Salas y Rene Gaume. A las veintiún horas nos retiramos del lugar a la salida a Todos Santos, donde le entregaron a Oscar Campillo una pipa a la que nos subimos él y yo. Me dijo que llevaba turbosina para un avión grande. Dio vuelta hacía los llanos de El Baturi. Al acercarnos al lugar escuché por la frecuencia del radio que ya había unas personas en la pista. Oscar Campillo se perdió y no daba con la entrada. Gil lo empezó a regañar: ‘dónde chingados andas’. Lo orientaron y en el camino nos encontramos al Mastodonte y a Chan Unzón, quienes nos indicaron la ruta. Al llegar, encontramos una camioneta pick up Dodge blindada verde, donde se encontraba el Gil y su gente, todos uniformados. En una camioneta Suburban estaba el Efra y su gente. Como a las once de la noche se reunieron los jefes Gilberto, el Efra, Oscar Campillo y la gente del Caballo, platicaron una hora. Oscar regresó abordó la pipa, la movió hacia la cabecera Norte de la pista y la dejó a un costado. Se acercó a nosotros la Suburban verde en la que venía Oscar Campillo con gente del Caballo. Esperamos cuatro horas. Después una camioneta pick up arrancó de la cabecera Sur hacía el Norte donde nos encontrábamos, traía una aparato con el que iluminó la pista. De momento y sin escuchar ruido alguno, se iluminaron unos focos frente a nosotros, eran del avión que prendió los faros al llegar a la pista, y cuando empezó el aterrizaje escuche el ruido del frenado del avión, pasó frente a nosotros y dio vuelta, era un DC9 Carabell francés con dos turbinas. Al parar, nos acercamos en la camioneta Explorer y atrás de nosotros iba la Suburban con la gente del Caballo. Se abrió la escotilla de la cola del avión y bajaron seis personas con maletas. El capitán del avión con acento colombiano dijo ‘esta madre ya no se levanta’. La turbina del lado izquierdo venía chispeando y haciendo ruido. Descargamos la nave en las camionetas. Subí al avión y me di cuenta que había como quince bidones de turbosina y unas bombas, el avión no traía asientos. Llegue a la cabina, cuando subió un colombiano moreno de pelo chino que empezó a patear los tambos, por lo que me retiré y al llegar a unos seis metros fuera de la cola del avión encontré a Oscar Campillo con los Colochos y gente del Caballo. Alegaban lo que se iba a hacer con el avión, ya que el piloto decía que no lo iba a poder levantar. En esos momentos se escuchó una explosión y vi una bola de fuego que salió por la cola del avión. Era el Colocho, que momentos antes pateó los bidones de turbosina, quien se incendió y entre todos lo apagamos. Todos corrieron y subieron a los vehículos, escuchamos otra explosión mayor a la anterior. Yo tomé el volante de una Explorer, iba solo. Oscar Campillo me comentó que me esperara, ya que al momento de la explosión habían perdido unos radios y unos rifles, por lo que bajé de la unidad y regresamos. Encontramos los radios y un rifle. El avión ya se encontraba completamente en llamas. La pipa y la camioneta con la droga ya se habían retirado del lugar, así como la mayoría de los carros que estaban dando seguridad. Gilberto le comentó a Campillo que no había problema, ya que había militares en los alrededores del lugar que estaban dando protección. Al salir de la carretera, encontramos a Gilberto y a Castro de Sosa abordo de una camioneta pick up Dodge de lujo, blindada. Se acercaron Castro de Sosa y el Gilillo para preguntar qué había pasado con el avión. Le dijimos que había explotado y que estaba totalmente quemado. El Gilillo mandó a Erre uno y a Julio Salas a checar de nueva cuenta el avión. Le dijeron que el avión: ‘Está igualito, solamente que en lugar de blanco, ahora está negro’. El Gilillo los envió a comprar gasolina a Todos los Santos y ordenó que lo quemaran bien. Más tarde, Oscar Campillo, el Gil, Efraín y su gente, Castro de Sosa, nos trasladamos a la colonia Fidepaz en espera de noticias. Nos informaron que Julio Salas y el Erre uno se habían accidentado en la brecha y que los habían trasladado al hospital de Las Monjas. El Erre uno estaba grave, se había golpeado la cabeza y se le había levantado el cuero cabelludo. Al colombiano que provocó la explosión también lo atendieron en ese mismo hospital. Cuando amaneció, el Gil ordenó a Ramón, el Pomponio, que como él era el contacto con los militares, revisara el lugar, lo cual se hizo con ayuda de un capitán del Ejército vestido de civil. Campillo mencionó que él era militar, capitán, y su principal función era asegurar a Gilberto y que como garantía él se encontraba ahí para que los demás militares que rondaran la zona se retiraran a otro lugar (…).”
El testigo Alejandro da cuenta de la forma de operar de la organización: Manuel Aguirre Galindo, el Caballo, jefe de una de las cuatro células del cártel de Tijuana, a quien Alejandro vio con Ismael y Gilberto Higuera, Jesús, Chuy, Labra Avilés, y Ramón Arellano Félix. Aguirre transportaba cocaína vía aérea y marítima de Colombia, droga que Alejandro recogía en el aeropuerto de Mexicali o en pistas clandestinas de la Sierra del Sargento en Mexicali.
En 1999, en una casa de Aguirre Galindo, se reunieron éste, Gilberto Higuera y Ramón Arellano Félix, para tratar la bajada de aviones con cocaína en las pistas de La Laguna Salada en Mexicali. Gente de Aguirre se encargó de ocultar 10 toneladas de cocaína de un avión en los llanos de Batumi, proveniente de Colombia.
Jorge Aureliano Félix, el Macumba, clave 8-4, brazo derecho del Efra, coordinaba a todos los agentes ministeriales y pistoleros que servían a la organización; el Mayel lo nombró encargado de la plaza de Tijuana cuando el Efra se iba a la de Ensenada.
Guillermo López Palomera, el Motorcito, gatillero de Ismael Higuera, quien fue traspasado al grupo de los Arellano Félix, colaboraba con el grupo de Jesús López Castro, el Quemado, cuyos hermanos Javier, Ricardo y el Árabe, claves M1, M2 y M3, los Emes, eran gatilleros o pasadores de cocaína y marihuana a Estados Unidos del grupo de Gilberto Higuera.
Alejandro refiere cuando Francisco Arellano Félix, el Tigrillo, y sus hermanos pasaron a liderar el cártel de Tijuana tras la detención del Mayel, el 3 de mayo de 2000, y asumieron plenamente el control de la organización. Dice que el Tigrillo de inmediato organizó una reunión de jefes para repartir las plazas: le asignó Tecate y Mexicali a Gilberto Higuera Guerrero, quien a su vez puso a Manuel Herrera Guerrero Barraza, el Tarzán, en Ensenada, y Manuel Aguirre Galindo, el Caballo, con la posibilidad de transitar por todo el estado de Baja California, en coordinación de cada jefe de plaza.
Beltrán inicialmente era jefe de grupo de la Policía Ministerial de Baja California, que acompañaba al licenciado Anaya cuando se reunía con Gilberto Higuera, brindaba protección a la agrupación y estaba bajo el mando de Jesús López Castro, el Quemado y el Efra.
Torres o Tom Cruise, clave 5-3, agente de la Policía Judicial Federal, adscrito a la plaza de Mexicali, después fue agente de la Policía Ministerial de la Procuraduría de Baja California, comisionado en Tijuana, daba protección e información a la organización. Tenía un pariente cercano de alto rango en la delegación de la PGR en Ensenada; pasaba la información de los operativos y estaba bajo el mando de Ismael Higuera como su escolta entre 1996 y 1997, de quien se convirtió persona de confianza.
Miguel Barraza, el de la B, exagente de la Policía Municipal de Mexicali, tenía amplia relación con policías federales y locales. Fue jefe de una célula al servicio de Gilberto Higuera; contaba con sus propios pasadores de cocaína y marihuana, así como con vendedores en Estados Unidos, y con sus pistoleros. Fue enlace entre la organización de los Arellano Félix con Albino Quintero Meraz y Ramón Alcides Magaña, el Metro, miembros del cártel de Juárez, y es quien manejaba las relaciones públicas del cártel de Tijuana.
Lucio o el Lobo, policía municipal de Tecate, comandante del grupo Lobos, fungía de tiempo completo como escolta del grupo de Manuel Herrera Barraza, el Tarzán; servía al grupo de Gilberto Higuera. Guillermo Salazar e Ituarte, comandante y agente de la Policía Federal de Caminos, respectivamente, daban protección al grupo de Ismael Higuera.
Martín Estrada, el Chapo, junto con Oscar Campillo trasladaron de Tijuana a La Paz, Baja California Sur armas y equipo de comunicación de Ismael Higuera, para la bajada de un avión con droga; viajaba como copiloto y era efectivo de la Policía Judicial de Baja California, que brindaba protección a la agrupación. El Chapo brindaba protección de manera incondicional a la organización y se inició en el grupo de Ismael Higuera.
Vargas, policía ministerial, junto con el Alacrán y la Chuchis escoltaban a Ismael y Gilberto Higuera y Efraín Pérez, de Mexicali a Tijuana, participaban en los grupos de escolta de cargamentos de marihuana oculta, desde la entrada de Tijuana a la bodega. Vargas y José Antonio López Martínez los escoltaban también hasta la Rumorosa, donde los esperaba Tamayo y Villa.
Oscar Campillo Valles, la Lechona, quien se incorporó a la organización de los Arellano Félix junto al testigo protegido Alejandro, se encontraba a la cabeza del operativo en los llanos del Baturi, en donde aterrizó el avión DC9, proveniente de Colombia con 10 toneladas de cocaína.
Otros miembros del cártel de Tijuana, según el testigo protegido Alejandro, son: Oscar López Rochín, clave R1; Israel Coronado, clave 02; Delgado Ronquillo, clave RR; el Duende, clave R10; Bernardo Araujo, el Jabalí, Nando, clave 07; el policía ministerial Marco Antonio Tamayo Sotelo, el Tamayo, clave T1; Villa, clave T2; Manuel Molina Murua y Rivera Cota, escoltas de Gilberto Higuera.
José Luis Salas Reyes, policía judicial ministerial de Tijuana, excompañero del testigo Alejandro en la Policía Judicial de Baja California Sur, es hermano de Julio Salas y miembro de la organización de Ismael y Gilberto Higuera; en ocasiones llevaba dinero o personas a Tijuana, desde 1996 hasta que fue detenido en 2000.
Vargas Ureña escoltaba vehículos con cargamentos de marihuana en compañía de Francisco Javier Arias, el 0-10; Mendoza Cabrales y Julio Salas, quien fungió como escolta de Ismael Higuera Guerrero, y después de Jorge Aureliano Félix, la Macumba. Martín Estrada Gutiérrez, además de traer las armas, el testigo protegido Alejandro lo relaciona con Oscar Campillo como guardia de seguridad, y en 1999 en Tijuana, como escolta de Ismael Higuera.
Señala que a diferencia de otros cárteles, el de Tijuana no empleaba lugares conocidos como “tienditas” o centro de distribución de droga al menudeo, pues todo el trasiego de cocaína y mariguana era al mayoreo y un sólo mercado: Estados Unidos.
Refiere que a finales de 1996, Ismael ordenó a Gilberto Higuera, Efraín Pérez y al mismo Alejandro que levantaran al agente de la PGR Rafael López Cruz, quien “se había metido con Aldo Ismael Higuera, hijo de Ismael Higuera, y lo llevaron a una casa de seguridad, lo interrogaron y torturaron hasta que fue privado de la vida.
“Fueron muchas personas ejecutadas. Durante el tiempo que duré en la organización, siempre había gente esperando para ser ejecutada; por ejemplo, a Gerardo Gaytán Medina, agente de Gobernación, comisionado en el Palenque de Tijuana, nosotros lo levantamos: participó el Chuchis, el Alacrán, el Navarrete, el Gallo, el 0-10, el Chalinillo. Lo llevaron a un lugar que llamábamos la Casita, donde el Mayel ordenó al Cris que lo ejecutara, que le cortara los testículos y que se los pusiera en la boca para que se creyera que era un crimen pasional; sin recordar bien la colonia, pero ellos lo tiraron. Hubo otra ocasión que mataron a un agente del Mayel que se llamaba Salvador López Cruz, el Chavita; a consecuencia de esto nos ordena el Mayel que levantemos a un exjudicial y éste a su vez nos pone a otras personas que entran a un cine de la delegación de la PGR, La Mesa, y al salir nos ordena que los levantemos. Fueron siete personas las que se levantaron; de esas siete personas, uno estaba inmiscuido en el homicidio del Chavita y las demás no, las demás eran estudiantes, y el Mayel ordenó que los matáramos uno por uno, en diferentes días, también fue el Chalinillo el encargado de ir a dejar un cuerpo diario”.
En diciembre 200l, Gilberto Higuera secuestró a Daniel Avendaño López en Tijuana, pasándole el secuestro a Jesús López Castro, el Quemado, quien controlaba la plaza. Gilberto cobró 200 mil dólares por el rescate y le dijo al Quemado que no había recibido rescate alguno, por lo que ejecutó al secuestrado y lo arrojó a una maquiladora, ubicada en la carretera rumbo a Tecate. Por esta situación, la relación entre el Quemado y Gilberto se enfrió. López Castro era asistente de Benjamín Arellano Félix, se encargaba de llevar a la casa de seguridad de éste a Gilberto e Ismael Higuera y a Efraín Pérez.
Cuando detuvieron al Mayel, el 3 de mayo de 2000, Jesús López Castro, el Quemado, quedó como jefe de la plaza de Tijuana; se encargaba de recibir y pasar la droga hacía Estados Unidos, cuidaba la plaza y sobornaba a las autoridades municipales, estatales y federales para que le brindaran protección.
Del total de nombres que mencionan los testigos protegidos en la causa penal 35/2002, hasta el 12 de septiembre de 2007 sólo habían sido procesados y sentenciados Joaquín Rodríguez Torres, Arturo Torres Flores, José Antonio López Martínez, Guadalupe Jorge Mendoza Cabrales, Mario Enrique Anaya Morales, Marco Antonio Tamayo Sotelo y Miguel Alejandro Estrada Sarabia, por los delitos de delincuencia organizada y contra la salud en su modalidad de colaborar al fomento para posibilitar el tráfico de cocaína y marihuana. Así como Jorge Aureliano Félix, Efraín Pérez Arciniega; Jesús López Castro y/o Carlos Francisco Cázares Beltrán, por el delito de delincuencia organizada y por el diverso contra la salud en la modalidad de tráfico de cocaína y marihuana.
Interrogatorio del fiscal federal al testigo protegido Alejandro, 17 de febrero 2001
?En cuántas ocasiones le hizo entrega del dinero a Mario Enrique Anaya Morales.
?En cuatro ocasiones, aproximadamente.
?¿Recuerda a cuánto ascendían las cantidades de dinero que le entregó Mario?
?De 10 mil a 30 mil dólares.
?¿Recuerda el motivo por el cual se le entregó el dinero?
?Porque era miembro de la organización. A todos los miembros les daba dinero, a todas las autoridades.
?¿En las ocasiones en que le entregó dinero a Mario Enrique Anaya Morales, se hacía acompañar de alguna persona?
?En dos ocasiones iba con un comandante de apellido Beltrán, y en otras, por el Gallo o el Duende.
?¿Recuerda los lugares en que le entregaba el dinero a Mario?
?En Mexicali, a un costado del parque de beisbol de las Águilas de Mexicali; ahí fueron todas las ocasiones.
?¿Supo del motivo por el cual Gilberto Higuera Guerrero entregaba dinero a las autoridades?
?Porque le brindaban protección, le daban información, ya fuera de operativos en contra de él, de los miembros de la organización, así como de grupos contrarios a la organización. (JR)
Careo entre Jesús López Castro y/o Carlos Francisco Cázares Beltrán, elQuemado, con el testigo Alejandro, 6 de junio de 2006
“El testigo Alejandro asentó en su declaración de 14 de noviembre de 2001 que Gilberto Higuera Guerrero lo puso a las órdenes del Quemado, en la ciudad de Tijuana, y en una ocasión la Ministerial detiene a nueve integrantes del grupo del Quemado al querer cobrar éstos un rescate y el Quemado le entrega al licenciado Anaya 100 mil dólares por la libertad de sus integrantes, para los comandantes que habían participado en la detención. Recuerda que hay un taller que se ubica en el bulevar Díaz Ordaz en la colonia Baja California, de Tijuana, a donde llegan diversos miembros de la organización de los Arellano Félix, entre ellos el Quemado. Que el Quemado se reunía con Gilberto Higuera para tratar hechos del narcotráfico; que también era asistente de Benjamín Arellano Félix y, posteriormente, cuando es detenido el Mayel, lo nombran jefe de la plaza de Tijuana.”
Por su parte, el Quemado, al declarar en preparatoria y durante la instrucción, manifestó desconocer todo lo señalado anteriormente y refiere que en ningún momento ha tenido el apodo del Quemado.
?Yo te reconozco como el Quemado, como a la persona que vi en varias ocasiones con Ismael, Gilberto Higuera Guerrero, cuando ibas a recogerlos y yo te entregué una Panel con droga; después de la detención del Mayel te saludé de mano y te vi con Gilberto Higuera, no entablé comunicación contigo, pero te saludé.
?Yo nunca te he visto en mi vida, pues no te conozco ni lo que estás imputando, ni sé cómo te llamas, y yo no soy Cázares Beltrán, soy Jesús López Castro.
?Yo no sé cómo te llames, pero tú eres la persona a la que llamaban el Quemado y al que vi.
?Es la primera vez que te veo en mi vida. Insisto, no te conozco.
?Yo me sostengo en mi dicho y eres la persona que conocí como el Quemado en la organización de los Arellano Félix, y te vi en Tijuana.
?No tengo nada más que decir porque no lo conozco. (JR)
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