El supremacismo blanco de Estados Unidos –como sistema político, económico y cultural basado en el control del poder y la superioridad de la raza blanca –, ha sido más letal que el yihadismo en los últimos 3 lustros, afirman especialistas del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE).
Violencia y criminalidad caracterizan el movimiento supremacista en Estados Unidos, un fenómeno ideológico que se basa en creencias, hábitos y acciones y en el que existe una clara hibridación del movimiento con el sistema político, y una infiltración en el ejército y cuerpos de seguridad, consideran Jéssica Cohen y José María Blanco.
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Advierten que las cifras letales del “terrorismo doméstico” en ese país son contundentes: de 2 mil 400 atentados registrados desde los ataques del 11 de Septiembre de 2001, hasta junio de 2015, sólo 60 fueron realizados por musulmanes, lo que supone un 2.5 por ciento del total, según la Global Terrorism Database, de START (National Consortium for de Study of Terrorism and Responses to Terrorism).
Sin embargo, precisan que los datos de la New America Foundation muestran un punto de inflexión en 2015, cuando el yihadismo supera a la extrema derecha en ataques letales.
Indican que en febrero de 2017, START señalaba que, si se excluyen los atentados del 11 de Septiembre y de Oklahoma, la extrema derecha violenta estadunidense ha acabado con el doble de vidas, hasta finales de 2016, que el yihadismo (272 por extrema derecha y 130 por yihadismo).
La extrema derecha acapara el 74 por ciento de las 372 muertes ocasionadas por el extremismo violento en Estados Unidos entre 2007 y 2016, señala por su parte la Liga Antidifamación (ADL, Anti-Defamation Leage), organización que investiga el fenómeno del neofascismo a nivel mundial.
En la misma línea, la Liga Antidifamación indica que en 2015 el supremacismo blanco estuvo involucrado en un 52 por ciento de los tiroteos entre extremistas y la policía. Por su parte, START identificó el asesinato de 57 agentes policiales entre 1990 y 2015 por la extrema derecha, en 46 hechos, frente a siete asesinatos, en 5 hechos, por yihadistas.
Jéssica Cohen y José María Blanco apuntan que de los 215 asesinatos cometidos por supremacistas en el periodo de 2005-2015, sólo 63 se podían considerar por motivos ideológicos.
El supremacismo blanco se inscribe en los movimientos de extrema derecha de Estados Unidos y se caracteriza por su oposición a los sistemas democráticos, apoyo a las teorías conspiratorias, nacionalismo, racismo, xenofobia, antisemitismo, el uso de la violencia, y se configura por una variedad de movimientos, grupos e ideologías, explican.
En el documento Grupos militantes de ideología radical y carácter violento, región América, publicado en mayo de 2017, agregan que la extrema derecha se diferencia entre radical right (movimientos conspiratorios, pero no basados en cuestiones de raza), extreme right (centrados en la superioridad de la raza aria o blanca) y far right (incluye a los dos anteriores además de ultranacionalistas).
Precisan que en los últimos años también ha cobrado actualidad la derecha alternativa alt-right estadunidense, con planteamientos comunes al resto de los grupos supremacistas, pero con nuevas formas de presentación y comunicación, y con una gran presencia política desde el triunfo de Donald Trump en noviembre de 2016.
Sobre los movimientos de odio existentes en 2016 en Estados Unidos, los especialistas identifican a 916 agrupaciones, entre los que destacan 130 grupos vinculados al Ku Klux Klan, 99 grupos neonazis, 100 grupos de nacionalismo blanco, 78 skinheads racistas, 21 de Identidad Cristiana y 43 neoconfederados. A ellos se unen 101 grupos antimusulmanes, 52 contrarios a homosexuales y lesbianas y 100 grupos que propugnan el odio en general.
Apuntan que en 2015, el número de grupos de odio detectado fue de 892, aún lejos en todo caso de los 1 mil 18 grupos de 2011 o de los 457 grupos en 1999 (extremos de la serie analizada por el Southern Poverty Law Center (SLPC), Centro Legal Para la Pobreza Sureña. El mayor cambio ha sido el brusco incremento de grupos contrarios a los musulmanes, un 197 por ciento de incremento en un sólo año.
Jéssica Cohen y José Luis Blanco estiman que en los últimos años se percibe cómo desde el ámbito político se procede, de forma pública y abierta, a una construcción del odio racial y religioso. “Se basa –dicen– en la superioridad de la raza blanca, y la amenaza del resto de razas a esa supremacía, que se presenta utilizando el victimismo y trata de argumentar sus posiciones en base a teorías conspiratorias”.
Añaden que, en 2015, la Liga Antidifamación clasifica lo que considera como los cuatro pilares del pensamiento del supremacismo blanco: los blancos deberían ser dominantes sobre otras razas; deberían vivir únicamente en sociedades de blancos; los blancos tienen una cultura propia superior al resto, y genéticamente son superiores al resto de razas.
Pero también se considera como una ideología que se basa en la construcción de enemigos, según la Southern Poverty Law Center, entre los negros, musulmanes, judíos e inmigrantes, y centran sus ataques en homosexuales, lesbianas y movimientos feministas.
Refieren que la característica común a los movimientos radicales y violentos de extrema derecha, siguen siendo descentralizados, sin jerarquía y sin hacer públicas sus membresías, al tiempo que operan en células pequeñas o a nivel individual, sin descartar la existencia de conexiones.
Las facciones más violentas operan en pequeñas células y coordinan sus mensajes a través de internet, sin necesidad de establecer consensos de actuación con terceros grupos. Algunos de sus miembros logran llegar a las fuerzas armadas donde obtienen entrenamiento y armas, otros se dedican al tráfico ilícito de armas, drogas y contrabando para recaudar fondos.
De acuerdo con los analistas del IEEE, el movimiento de la extrema derecha en Estados Unidos se clasifica en tres grandes bloques. El primero es el extremismo de la supremacía blanca que se basa en el odio racista. Incluye a grupos como el Ku Klux Klan, los skinheads, movimientos nazis, etcétera. Aunque debilitado en su número, mantiene fortaleza en grupos como Movimiento Nacional Socialista, Alianza Nacional, o Nación Aria. En 2011 se identificaron 133 grupos skinhead en Estados Unidos.
El segundo se refiere al extremismo antigubernamental. El Departamento de Justicia considera bajo este epígrafe a las Milicias Extremistas (Militia Extremists) y a los Ciudadanos Soberanos (Sovereign Citizens). No reconocen la soberanía de Estados Unidos, ni el gobierno, ni sus leyes. De 42 grupos en 2008 se pasó a 334 en 2011, mostrando un gran crecimiento propiciado por la crisis. Entrenados en campamentos, pretenden adquirir armamento y construir artefactos explosivos improvisados.
Y el extremismo antiaborto, cuya mayoría de grupos no participan en actividades criminales, pero quienes lo hacen usan un elevado nivel de violencia, utilizando explosivos, ataques con ácido, tiroteos, incendios y asesinatos a personal de la industria del aborto.
Sin embargo, los analistas precisan que el “terrorismo doméstico” se clasifica más por amenazas terroristas que por grupos, a diferencia de lo que ocurre con los grupos internacionales, incluidos en listas de organizaciones terroristas (FTO Foreign Terrorist Organizations).
Un mundo globalizado, en el que el extremismo es identificado claramente en la mayoría de estrategias de seguridad nacional como un facilitador de riesgos y amenazas, Europa no está aislada de fenómenos globales, consideran en su informe los autores del documento.
“La crisis económica, el desencanto global con la democracia, la corrupción, la crisis de refugiados, la oleada de ataques terroristas iniciada en 2015 y otros múltiples factores han disparado la polarización política y social en el continente, con efectos directos en un fuerte incremento de los discursos y los crímenes de odio.”
Igualmente, añaden que la pérdida de confianza en las instituciones en muchos países, que afecta a la clase política e influye en el voto de los ciudadanos, prende las narrativas extremistas y los movimientos antigubernamentales, mientras que la reacción contra el salafismo lleva a polarizaciones sociales que pueden generar enfrentamientos.
“Se configura entonces una nueva narrativa antimusulmán que en lugar de oponerse a la inmigración por motivos raciales, lo hace aludiendo razones culturales, es decir, la necesidad de no mezclar dos culturas incompatibles para no perder la pureza y riqueza de la primera, para ganar adeptos moderados dirigiéndose a un público más amplio.”
Estiman que una de las posibles influencias del supremacismo blanco es la resistencia sin líderes (leaderless resistance), y el caso la matanza de Breivik ha sido su mayor materialización en Europa.
La capacidad de intercambiar ideas, cultura, miembros, aprendizaje, fondos, armas y, sobretodo, su potencial de influencia y penetración en terceros países, como se viene denunciando recientemente con la extrema derecha rusa, tiene impacto sobre la evolución de las políticas de idéntico cuño en la Unión Europea.
Los analistas alertan que, pese a este contexto, el extremismo de extrema derecha permanece relegado a ulteriores niveles de amenaza, considerando estos grupos como irrelevantes o de escaso impacto en cuestiones de seguridad nacional.
“No evidenciar esta amenaza, o evaluarla como débil es debido a la percepción que se tiene de incapacidad por parte de estos grupos de disponer de la fortaleza, apoyo social o estructura, es un gran error de percepción dado que otros fenómenos, como el yihadismo, han mostrado capacidad de actuar en episodios concretos, aún con medios escasos.”
Jésica Cohen y José Luis Blanco, analistas del IEEE, señalan que el Ku Klux Klan –nacido en el siglo XIX tras la Guerra de Secesión– no es actualmente un movimiento unitario. Su primera versión data de 1865, fundado por veteranos de la guerra, aunque adquiere carácter formal en 1915. Su vinculación con la violencia ha sido continua a lo largo de más de 1 siglo. Se considera un movimiento en declive. Actualmente cuenta con unos miles de seguidores. Entre los grupos que persisten destacan Knights of the Ku Klux Klan (Arkansas) y Mississippi White Knights.
El nacionalismo blanco, por su parte, es la categoría más amplia. Su ideología propugna la separación, política y económica, entre blancos y otras razas, que se consideran inferiores a nivel intelectual, físico y moral. Destaca el grupo Council of Conservative Citizens. En este grupo se inscribe la alt-right o derecha alternativa que actualmente gobierna en Estados Unidos. Conlleva una reformulación del nacionalismo blanco. El término se refiere a un neoconservadurismo contrario al tradicional, que rehúye de la corrección política y abraza posiciones del supremacismo blanco y manifestaciones racistas.
El movimiento se manifiesta opuesto a lo que denominan cuckservative, una combinación despectiva de las palabras cuckhold (del pájaro cuco, que pone los huevos en nidos de otras aves, pero también como expresión sexual referida a la excitación de blancos viendo copular a sus mujeres con negros) y conservative, expresión con la que se refieren a quienes están centrados en la Constitución y la libertad económica e individual, frente a su posición como colectivo, cuyo foco es la nación, la raza, la civilización y la cultura.
En cuanto a los neonazis, Cohen y Blanco señalan que el primer grupo neonazi estadunidense data de la década de 1950, el George Lincoln Rockwell´s American Nazi Party, aunque alcanza su máximo con la National Alliance, en la década de 1990, fundada por un discípulo de Rockwell: William Pierce, autor de los Diarios de Turner, cuya muerte en 2002 llevó a un fraccionamiento y luchas internas. Actualmente, destaca el National Socialist Movement de Detroit, con unos 350 miembros, y una elevada involucración en actividades criminales. En 2016 varios líderes han desarrollado un esfuerzo para lograr una alianza, conocida como Frente Nacionalista (y que agrupa al National Socialist Movement, a Aryan Strikeforce y al Traditionalist Worker Party). En su argumentación se declaran como una tercera vía, opuestos al capitalismo y al comunismo, contrarios a los judíos y la globalización y partidarios del nacionalsocialismo.
Por su parte, el racismo skinhead es únicamente una de las ramas del movimiento skinhead (junto a los tradicionales y a otra línea contraria al racismo). Su origen data de la década de 1970, con un pensamiento similar al neonazi, aunque se distinguen por una subcultura propia: tatuajes, pelo rapado, vestuario con botas de trabajo con puntas reforzadas, repertorio musical centrado en mensajes de odio y aceptación de la violencia. Entre los grupos figuran: Hammerskin; Vinlanders Social Club; American Front, y Supreme White Alliance. Otra característica de sus miembros es el recurso a la violencia como actividad recreativa, con salidas grupales orientadas a lograr un enfrentamiento físico con sus víctimas.
Otra de las categorías identificadas es la de la Identidad Cristiana. Se trata de un movimiento sectario que adopta una interpretación racista y antisemita de las escrituras. Consideran que Dios creó a las personas de raza no blanca en el mismo momento que a los animales, y no simultáneamente al hombre blanco. Parte de los seguidores creen que los judíos son descendientes de una relación sexual entre Eva y la serpiente. Con estos precedentes ideológicos no debe extrañar que estén tras multitud de teorías conspiratorias de las últimas décadas, mientras mantienen vínculos con el Ku Klux Klan o Aryan Nation. Aunque el movimiento está estancado, con 21 grupos actuales, pero posiblemente casi un centenar de predicadores en todo el país. Se han involucrado en acciones violentas como el incendio de mezquitas y sinagogas.
Los Neoconfederados, por su parte, son grupos que añoran los tiempos anteriores a la Guerra Civil y que pretenden restablecer algunos de los aspectos previos al conflicto: esclavitud, segregación y leyes electorales. El centro de su pensamiento es la inferioridad de la raza negra. Destaca la League of the South, que pide la secesión, y ha derivado a posiciones más extremas y racistas. Michael Hill, su presidente, llamó en 2011 a unirse a una resistencia armada. En 2015 llegó a mostrar su disposición a iniciar una guerra de razas con negros. Estos grupos son una alternativa a la afiliación a grupos como el Ku Klux Klan, que se perciben como caducos y obsoletos.
Otra tipología creciente es la de bandas criminales en prisiones. El primer grupo fue la Aryan Brotherhood, en los 60 en la prisión estatal de California. La Liga Antidifamación identifica actualmente más de 100 grupos, entre ellos la Aryan Circle (Texas) que cuenta con más de 1 mil 500 miembros. La Aryan Brotherhood de Texas puede incluso alcanzar los 2 mil miembros. Su actividad se desarrolla tanto en las prisiones como fuera de ellas, con una fuerte involucración en actividades de crimen organizado, siendo la ideología una característica adicional y secundaria.
Finalmente se encuentra el fenómeno mediático conocido como Lobos Solitarios, y que en ocasiones se llega a considerar como un producto exclusivo del yihadismo. No es así. Sus precedentes radican en el anarquismo de finales del siglo XIX y en el movimiento supremacista blanco del siglo XX, con la invocación a la llamada leaderless resistance, una invitación a actuar de manera individual o en pequeños grupos.
José Réyez/Primera parte
[BLOQUE: INVESTIGACIÓN][SECCIÓN: LÍNEA GLOBAL]
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