Emiliano Zapata, Papantla, Veracruz. El olor a chapopote entra por las fosas nasales para pegarse de un solo golpe al olfato; la garganta se defiende, carraspea; la lengua saliva, trata de desaparecer esa desagradable sensación al paladar que entró por la fuerza desde la respiración; el ambiente pesa como si la nata negra se hubiera pegado también al sudor del cuerpo; la cabeza comienza a punzar. El calor es extenuante, húmedo, agobiante.
El derrame de petróleo sobre el arroyo Los Tejones cubre lo que todavía queda visible, pequeñas especies de peces se aprecian entre burbujas del líquido espeso y tóxico. Sobre un par de tubos cuelgan plásticos, semejantes a grandes bolsas pretenden estancar el avance del derrame, sin servir de mucho. El aroma sube a pie de la carretera, apenas unos minutos antes de llegar a la comunidad de nombre revolucionario.
Éste es tan sólo uno de los problemas que enfrentan continuamente los más de 2 mil habitantes de esta población indígena totonaca, a la que le ofrecieron progreso y desarrollo con la presencia de Petróleos Mexicanos (Pemex) hace más de 50 años.
Aquí la instalación de pozos de petróleo invade las tierras productoras de cítricos; hay 66 en la zona, pertenecientes al yacimiento San Andrés. Junto con los de otras 10 comunidades veracruzanas, suman 372 pozos.
La amenaza de una nueva explotación de hidrocarburos recae en el estado y en la región, pues documentos oficiales revelan que se ha empezado a practicar la fractura hidráulica (fracking) en más de 300 pozos en el estado.
Aquí, en las paredes de algunas viviendas ya se muestra el rechazo a este tipo de extracción; es así como la imagen de un colorido Tláloc se contempla con una pancarta que sentencia: “¡No al fracking!” Para los habitantes de aquí es claro que con esa nueva técnica de explotación la contaminación incrementará a la par de su deterioro de vida.
Son vecinos de la explotación del petróleo que corre por debajo de sus casas, y que provoca la quema de gas a pocos metros de sus viviendas, la pérdida de cultivos citrícolas (principalmente) y de algunas formas de alimentación, como la pesca; además de la judicialización de una manifestación social en contra de la presencia tan cercana de Pemex (otrora paraestatal y hoy empresa productiva del Estado) que ahora comparte trabajos con la venezolana Oleorey.
El resplandor de una de las cinco turbinas de gas que hay en derredor de la comunidad enciende la noche cerrada. Es casi la media noche y antes de llegar al poblado se mira una franja roja-anaranjada sobre la negrura, por encima una nube blanca-grisácea que se pasea sobre los pobladores, ya en sueño.
Desde un mirador se observan otros cinco quemadores, el más potente está apenas a 200 metros de los habitantes de Emiliano Zapata; de las turbinas se despresuriza el excedente de gas que Pemex y la petrolera venezolana no comercializan.
Hace pocos meses, este quemador, ubicado apenas a la orilla del poblado, tenía tanta presión que los habitantes no podían siquiera hablar entre ellos. Las ventanas de las casas retumbaban, como los nervios de algunos. La vida se les hizo insoportable por más de 20 días.
La retahíla de lesiones a la salud se intensificaron: hipertensión, sordera, salpullido, estrés… recuenta Jorge Luis Sánchez Rivera, habitante del poblado, citricultor, tendero y opositor al fracking en sus tierras.
“Hoy día, en estas aguas ya no se puede pescar, no se puede utilizar para bañarnos, para [el] servicio doméstico. Tampoco sirve para saciar la sed del ganado; incluso en algunas partes, cuando pretendemos hacer algún pozo, surge el petróleo. Hay fugas que ni siquiera ellos pueden controlar, como la fuga ocurrida en el arroyo Los Tejones”, platica.
Durante la entrevista sube el tono de voz y dice que tiene que hablar fuerte porque ya no escucha con claridad (secuela del ruido de las turbinas de Pemex) y continúa: “Ahí [en el arroyo Los Tejones] nos abastecíamos de agua después de que contaminaron el arroyo El Frijolillo, donde tomábamos el agua que llega al pueblo con un bombeo y rebombeo, contaminaron ese arroyo y ya no queda más donde tomar agua. Tenemos la promesa de Pemex de perforar un pozo para abastecer a la comunidad de agua, pero parece una promesa falsa: toda la comunidad está contaminada en sus mantos freáticos con aguas congénitas”.
El ataque a la flora y fauna marina (que ha ido desapareciendo, como el pez llamado huevina) también ha ido en crecimiento. Don Jorge relata que mucha de la alimentación de los habitantes era de la pesca. “Había un pescado que se llama guapote, similar a la carpa, y se acabó. Los patos se fueron de aquí. En los arroyos había una especie parecida a la nutria, que le llamábamos perro de agua, [que] se extinguió”.
La contaminación, el ruido y la amenaza de una nueva extracción de hidrocarburos en la zona ponen en alerta a los habitantes de Emiliano Zapata. Aquí viven unos 2 mil indígenas totonacas en alguna modalidad de pobreza.
Gumercindo González Sánchez, agente municipal de Emiliano Zapata, es opositor al fracking, que en la región de Papantla ha instalado 172 pozos, y rechaza la contaminación que ha dejado Pemex en la zona.
Y es que el ruido de la turbina ubicada a unos 200 metros de los habitantes ya era ensordecedor, insoportable, el calor sofocante y el estrés iba en aumento.
Decidieron oponerse al paso por un fin de semana para exigir que la turbina fuera apagada, los funcionarios no respondieron, los empresarios tampoco. El cansancio los llevó a sus casas de nuevo y a las pocas horas un citatorio de las autoridades federales exigía su presentación para responder a los cargos de daños en propiedad ajena.
Gumercindo logró ampararse para evitar la prisión, pero el activismo que tiene por la defensa de su territorio lo vulnera ante otro posible acto de judicialización de su trabajo. Él sabe de la perforación de pozos en Papantla y Veracruz con la técnica del fracking, y sabe también que el agua en la región peligra definitivamente: “Si esto es ahora, ¿qué va a pasar cuando lleguen más empresas?”, cuestiona, alarmado.
En México ya existen más de 900 pozos de fractura hidráulica o fracking, revela el investigador Manuel Llano, maestro en antropología social por la Universidad Iberoamericana y autor del portal en internet de análisis CartoCrítica. Investigación, mapas y drones para la sociedad civil.
De acuerdo con la respuesta de Pemex Exploración y Producción a la solicitud de información 1857500000714 hecha por el geoestadista a Pemex, Veracruz ocupa el primer sitio en la ubicación de pozos donde se ha aplicado la técnica de fracking, con 349. Le siguen Puebla, con 233; Nuevo León, con 182; Tamaulipas, con 100; Coahuila, con 47, y Tabasco, con 13.
La lista especifica que en Veracruz los municipios donde se ha llevado a cabo este tipo de actividad son: Agua Dulce, Álamo-Temapache, Alvarado, Castillo de Teayo, Chicontepec, Coatzintla, Cosamaloapan, Espinal, Ignacio de la Llave, Ixmatiahuacán, Juan Rodríguez Clara, Papantla, Poza Rica de Hidalgo, Tepetzintla, Tierra Blanca, Tihuatlán y Tlalixcoyan.
Esta técnica consiste en “la perforación de un pozo vertical hasta alcanzar la formación que contiene gas o petróleo. Luego se realizan una serie de perforaciones horizontales en la lutita, que pueden extenderse por varios kilómetros en diversas direcciones. A través de estos pozos horizontales se fractura la roca con la inyección de una mezcla de agua, arena y sustancias químicas a elevada presión que fuerza el flujo y salida de los hidrocarburos de los poros. Pero este flujo disminuye muy pronto, por lo cual es necesario perforar nuevos pozos para mantener la producción de los yacimientos. Por este motivo, la fracturación hidráulica conlleva la ocupación de vastas extensiones de territorio”, indica en su portal la organización Alianza Mexicana contra el Fracking.
Guillermo Rodríguez Curiel, integrante de la organización Asamblea Veracruzana de Iniciativas y Defensa Ambiental (Lavida), dice en entrevista que “todo mundo señala que los más dañados serán los hombres y las comunidades, pero se les olvida decir que también serían la vida vegetal y animal. El gobierno actual decreta como energías limpias a la energía hidroeléctrica, a la termoeléctrica, al fracking y a las eólicas; también las declara de interés público (aunque sean actividades privadas) y como actividades prioritarias; luego entonces, estos tres elementos configuran el despojo a los seres vivos que habitamos en esta tierra”.
Francisco Cravioto, investigador y monitor de políticas públicas relacionadas con industrias extractivas de Fundar, Centro de Análisis e Investigación, comenta en entrevista que “desafortunadamente la gente no está enterada de lo que está pasando aquí, no ha habido consulta para las comunidades, tampoco manifestación de impacto ambiental. Hay casos donde Pemex y las empresas subsidiarias utilizaron proyectos de atención ciudadana para resarcir algunos daños. A partir de recursos propios generaron infraestructura muy básica como: la renovación de escuelas, alumbrado público o pavimentación”.
“El fracking no lo necesitamos, tenemos alternativas tecnológicas. Hay unas verdaderas amenazas con esta técnica; el cambio climático es una de ellas. Vienen la lucha por la tierra, la desigualdad, la marginación. Lamentablemente, no hay voluntad política”, expone el especialista en el tema.
Según el listado entregado al geoestadista Manuel Llano, las empresas que han instrumentado la técnica del fracking en México son: Halliburton, Dowell Schlumberger de México, SA de CV y BJ Services Company Mexicana, SA de CV.
La estadunidense “Halliburton Company ofrece servicios y productos para la industria de la energía relacionada con la exploración, desarrollo y producción de petróleo y gas natural […]. El segmento de Perforación y Evaluación proporciona soluciones de campo y el depósito de modelado, de perforación, evaluación y colocación de pozos que permiten a los clientes modelar, medir y optimizar sus actividades de construcción también”, indica Forbes en su lista de las empresas más importantes del mundo.
La misma publicación, en su edición México, publicó en julio de 2014 que Schlumberger “espera un crecimiento robusto de sus negocios en México, donde planea incursionar en áreas con hidrocarburos no convencionales y profundizar su actividad en aguas profundas, aprovechando las ventajas de una reciente reforma energética”. Su información institucional menciona que es la primera empresa de pozos del mundo, con orígenes en la región de Alsacia, en la frontera franco-alemana.
De acuerdo con la revista Fortune, BJ Services Company “es uno de los principales proveedores de servicios de la presión de bombeo utilizados para proteger la formación de aceite, pozo, y la cañería de la cubierta durante la finalización de perforación; la compañía también aumenta la producción de los pozos existentes. BJ Services estimula la producción a través de la acidificación, tubería flexible, fracturamiento [sic] y control de arena”.
Contralínea solicitó entrevista con el gerente de Desarrollo Social de Petróleos Mexicanos, Bernardo Bosch, para conocer los procesos de negociación que la empresa productiva del Estado lleva a cabo con las comunidades afectadas. Hasta el cierre de edición no se obtuvo respuesta.
La pobreza en la comunidad Emiliano Zapata
Aquí llegó Pemex en 1956 con el discurso del progreso y el desarrollo. Pero tras más de 5 décadas, los avances fueron en parte de la tecnología que se descubre con la explotación de petróleo, maquinaria, telefonía y hasta internet.
También en la pavimentación de caminos por donde pasan los camiones con combustible de la petrolera o las camionetas de Oleorey. Para algunos habitantes hubo empleo, como es el caso de Josué Sánchez Alvarado, que trabajó en un equipo de perforación de pozos hace algunos años. Luego trabajó en otras compañías pequeñas que se contrataban para Pemex.
Josué relata que hace 2 años trabajaba para la empresa Waterfowl, como obrero con contratos trimestrales. Ser empleado en ese tipo de compañías le ha sido favorable económicamente, en una región donde el empleo es escaso. No obstante, fue despedido cuando comenzaron a caer los precios del petróleo.
Él sabe de los efectos que trae consigo la explotación del petróleo cerca de su comunidad afecta su vida y la de su familia. Incluso porque por debajo de su domicilio pasa una línea de gas. Ahora, con la información que se difunde en el pueblo, la menor de sus hijas cuestiona ¿qué hacía trabajando ahí?
Pero las oportunidades en Emiliano Zapata son escasas. Los habitantes, en su mayoría campesinos dedicados a la citricultura, son pobres. Aquí las casas están a medio construir; los pobladores visten ropas desgastadas. Sus testimonios dan cuenta de familiares han tenido que emigrar al Norte en busca de oportunidades.
Aquí, pese a las exposiciones de contaminantes que generan Pemex y Oleorey, no hay una clínica para la comunidad, y apenas el año pasado, la escuela primaria fue actualizada con material didáctico y computadoras como parte de un ofrecimiento que hizo la compañía venezolana.
Esta comunidad pertenece al municipio de Papantla que, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), tiene al 68.5 por ciento de la población en alguno de los grados de pobreza, unos 111 mil 408 de veracruzanos; 43 por ciento de ellos en pobreza moderada, equivalente a 69 mil 981 personas; y al 25.5 por ciento, en pobreza extrema, es decir, 41 mil 427 personas.
El Coneval registra que la carencia por “acceso a la seguridad social afectó a 79 por ciento de la población del municipio de Papantla, esto es que 128 mil 524 personas se encontraban bajo esta condición.
De la información que tiene el organismo sobre la comunidad de Emiliano Zapata se desprende que 384 viviendas no disponen de agua entubada de la red pública; 563 personas de 15 años o más tienen la educación básica incompleta y hay unas 119 viviendas con piso de tierra. Además, Emiliano Zapata no aparece en la lista de poblaciones con acceso a la salud.
Impactos de la fracturación hidráulica
La organización Alianza Mexicana contra el Fracking documenta que los impactos causados por esta técnica de extracción de gas shale son:
• Disminución de disponibilidad del agua: la fracturación de un sólo pozo requiere entre 9 y 29 millones de litros de agua.
• Contaminación de las fuentes de agua: en Estados Unidos existen más de 1 mil casos documentados de contaminación de fuentes de agua relacionados con el uso de la fracturación hidráulica. Se han identificado 750 tipos diferentes de productos químicos en los fluidos de fracturación analizados, entre ellos sustancias de gran toxicidad como el metanol, benceno, tolueno, etilbenceno y xileno.
• Impactos sobre la salud: los expertos señalan que al menos 25 por ciento de las sustancias utilizadas en las distintas mezclas de perforación pueden causar cáncer y mutaciones, 37 por ciento afectar al sistema endocrino, 40 por ciento provocar alergias y 50 por ciento dañar el sistema nervioso.
• Emisión de gases y su contribución al calentamiento global: 90 por ciento de las emisiones en el proceso de obtención del gas es metano, aunque también se emite dióxido de azufre, óxido de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles. Aunque la quema del gas natural emite menos dióxido de carbono que otros hidrocarburos, el proceso completo de su explotación contribuye en mayor medida a la aceleración del cambio climático debido a las fugas de metano producidas durante su extracción.
La organización hace énfasis en que “debido al deterioro ambiental que provoca, la explotación del gas de lutitas es incompatible con otras actividades económicas como la ganadería, la agricultura y el turismo”.
Érika Ramírez, @erika_contra, texto y fotografías/enviada
[PORTADA]
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