Narcotraficantes, talamontes y paramilitares disputan tierras a comunidades indígenas y campesinas en uno de los estados más pobres del país. Asesinatos selectivos e incursiones que infunden terror padecen comunidades de cinco regiones de Guerrero: Tierra Caliente, Sierra, Costa Grande, Costa Chica y Montaña. Pueblos indígenas y campesinos deben, además, sortear las acometidas del Ejército Mexicano en busca del ERPI (Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente).
Analistas, defensores de derechos humanos y pobladores no tienen duda: en estas regiones el Estado mexicano libra una escalada contrainsurgente en la que estaría echando mano no sólo de las fuerzas militares, sino de paramilitares y sicarios del narcotráfico, una reedición de la Guerra Sucia de la década de 1970 en las vísperas de 2010. Como entonces, los pueblos son las víctimas del fuego cruzado.
Entre los asesinados de manera selectiva de 2000 a la fecha se encuentran más de 20 líderes comunitarios, defensores de derechos humanos y activistas.
Con esta entrega, Contralínea inicia la publicación de un reportaje en cinco partes de las regiones guerrerenses asoladas por la contrainsurgencia, el narcotráfico y la pobreza.
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