Cinco organizaciones criminales mexicanas han logrado penetrar todos los procesos del negocio continental de las drogas ilícitas. Desde aquellos que inician en Colombia, Perú y Bolivia con el cultivo de la planta de coca, hasta los que concluyen con la venta de cocaína en polvo en sobres en las calles de ciudades de Estados Unidos, como Chicago, Nueva York o Washington. No sólo se trata de cocaína, sino de las otras tres categorías principales de drogas ilícitas: mariguana, heroína y metanfetaminas.
Su poder les alcanza para consolidar los procesos de producción en el Continente africano y participar en la distribución en otros, como en Europa y Oceanía. Además, la “diversificación” de sus negocios en México les ha permitido participar del negocio en Asia pues, por ejemplo, sus socios chinos les envían precursores de drogas a cambio de minerales extraídos ilegalmente del país.
El kilogramo de cocaína vale 10 mil dólares estadunidenses en los países de Centroamérica, antes de ingresar México. En el Sur mexicano incrementa su valor a 12 mil dólares. Ya en el Norte del país, antes de cruzar a Estados Unidos, el kilo de cocaína alcanza los 16 mil dólares. Los datos son de la Global Financial Integrity, revelados en su informe Transnational Crime and the Developing World, publicado a finales de marzo pasado.
Pero los cárteles mexicanos no son ajenos al proceso iniciado en Colombia, Perú o Bolivia, donde se cultiva la planta de coca y se obtiene la cocaína. Ni al que concluye con su distribución en el insaciable megamercado del continente: Estados Unidos. Los cultivadores colombianos de la planta obtienen alrededor de 2 mil 200 dólares por kilogramo de cocaína. Y en las calles estadunidenses los consumidores de esta droga pagan aproximadamente 27 mil dólares por kilo. En efecto, al final de la cadena, se trata de 1 mil 127 por ciento más de lo que obtienen quienes lo elaboran. Pero no se trata del valor más alto.
En Europa, los cocainómanos y los consumidores ocasionales de cocaína deben pagar a 55 mil dólares el kilo (2 mil 400 por ciento más que su valor original). En Australia es un lujo aún más caro: el kilo alcanza los 200 mil dólares (8 mil 991 por ciento más de lo que reciben quienes la producen). Se trata de un producto cuyo traslado, por ilegal, le otorga mayor “valor agregado”.
Hoy, los cárteles mexicanos han alcanzado una “influencia” en todo el proceso que nunca tuvieron otras organizaciones criminales. Se encuentran en casi todas las “actividades”, desde el “tráfico hasta el procesamiento de cocaína”.
En el documento se registra que la preponderancia entre las organizaciones criminales americanas fue cedida por los colombianos a los mexicanos de manera inadvertida. Todo ocurrió cuando los poderosos cárteles de Colombia empezaron a remunerar a sus socios mexicanos con mercancía, es decir, con cocaína. Lo que hicieron fue entregarles el mercado. En menos de 2 décadas, fueron los colombianos los que se convirtieron en trabajadores de los mexicanos.
Señala la Global Financial Integrity que esta “transición reajustó la dinámica de poder a lo largo de la cadena de suministro de narcóticos en las Américas, porque permitió a los mexicanos dejar de servir como intermediarios logísticos e invertir en sus propias drogas”.
El documento no identifica por sus nombres a las organizaciones criminales mexicanas que controlan todo el proceso desde la producción en América del Sur y la venta en Estados Unidos. Sin embargo, el más reciente reporte de la agencia antidrogas estadunidense (Drug Enforcement Administration, DEA) señala a cinco cárteles mexicanos con las capacidades para introducir y distribuir narcóticos ilegales en la Unión Americana.
En el 2016 National Drug Threat Assessment Summary, informe desclasificado a finales de noviembre pasado, la delincuencia organizada mexicana también es protagonista. Los cárteles que identifica la dependencia estadunidense son: el Cártel del Golfo, Los Caballeros Templarios, el Cártel de los Hermanos Beltrán Leyva, Los Zetas y el Cártel de Sinaloa.
Por su parte, el Transnational Crime and the Developing World señala que para los cárteles mexicanos un mayor papel en el negocio ilícito puede aumentar el riesgo, “pero también trae mayores recompensas”. Incluso las organizaciones mexicanas “han diversificado sus negocios, ampliando sus operaciones en heroína y cannabis [marihuana], así como estableciendo un mercado significativo para la producción de metanfetaminas”.
Pero los delincuentes mexicanos no sólo protagonizan el negocio de las drogas ilícitas en el Continente Americano. Mantienen negocios, a veces de tutela, con las mafias de Europa, África, Asia y Oceanía.
Los chinos están dispuestos a negociar con los mexicanos en el envío de precursores de drogas sintéticas a precios preferenciales. Los mexicanos por su parte, les pagan con minerales extraídos ilegalmente del territorio nacional. Además, integrantes de los cárteles mexicanos, se asienta en el documento, asesoran a mafias africanas en la consolidación de sus organizaciones criminales.
El estudio cita como ejemplo el caso de cuatro mexicanos detenidos en Nigeria el año pasado, quienes “asesoraban” a una organización de ese país para producir metanfetaminas “a gran escala” (4 toneladas por semana). El caso se ventiló e la prensa y se dijo, de manera extraoficial, que los mexicanos pertenecerían al Cártel de Sinaloa.
Con respecto de los negocios entre las mafias mexicanas y chinas, el documento señala que las industrias químicas y farmacéuticas del país asiático se encuentran en expansión. Éstas se han convertido en las fuentes primarias de precursores químicos para las drogas de anfetaminas, metanfetaminas y otras. Esto es posible gracias a “las regulaciones débiles y el monitoreo inadecuado” por parte de las autoridades de esa nación.
“Los grupos de la delincuencia organizada en China desvían los envíos de productos químicos precursores legalmente exportados a usuarios finales ilegales, a menudo en México y Centroamérica, involucrados en la fabricación de metanfetamina.”
Destaca que organizaciones chinas “han sido compensados con otros productos ilícitos, como minerales extraídos ilegalmente de México”.
Con respecto de la marihuana, se trata de una droga que se puede cultivar en cualquier lugar. Por ello no necesariamente debe recorrer grandes distancias para llegar a su consumidor final. La mayoría que se consume en Estados Unidos llega por México, aunque también ya se puede cultivar legalmente en algunos estados de la Unión Americana.
En el Continente Americano, México y Colombia producen las mayores cantidades de opiáceos y abastecen mayoritariamente a los mercados de todo el hemisferio. Los mexicanos han aumentado el cultivo de amapola, en algunos casos reemplazando la marihuana, con el fin de capitalizar la creciente demanda de opiáceos en Estados Unidos.
Que las mafias mexicanas se hayan convertido en las más poderosas no puede verse como un fracaso sólo de México, que lleva 10 años de supuesta “guerra” contra el narcotráfico.
El maestro en finanzas Jorge Retana Yarto, quien se ha especializado en economía internacional e inteligencia para la seguridad nacional, señala que el enfoque con el que se ha enfrentado el problema de las drogas ha sido equivocado.
“Para estas fechas, hacia el final de la segunda década del siglo XXI, ya podemos establecer con absoluta claridad que esta estrategia ha fracasado. Es una estrategia que tiene 40 años desarrollándose y aplicándose. Y eso, que llamaron una ‘política de control estratégico’, no ha logrado controlar el fenómeno. Seguimos viendo que proliferan los grupos, que sigue creciendo el flujo de dinero criminal.”
La principal razón del fracaso, explica Retana Yarto, fue haber aplicado el enfoque de Estados Unidos. Se trata de “un enfoque totalmente jurídico-penal, en donde quien tiene que resolver el problema son los cuerpo armados del Estado”.
El resultado práctico de este enfoque fue una política totalmente represiva, cuando el fenómeno “es multifactorial y multioriginario”.
El autor de El imperio de las mafias transnacionales, lamenta que “se está tratando de solucionar el problema a partir de cómo se manifiesta, no a partir de cómo se originó y cómo se desarrolló”.
El documento de la Global Financial Integrity señala al tráfico de drogas como “el crimen transnacional por excelencia”. Agrega que prácticamente ningún país del mundo está intacto de operaciones de producción, transformación, distribución o consumo de drogas ilícitas. Además, socialmente impacta como pocos crímenes, pues genera violencia, amenazas de salud pública y distorsiones económicas.
El mercado ilícito de drogas es el segundo más lucrativo medido en el informe Transnational Crime and the Developing World (sólo después de la falsificación y piratería). Por sí sólo, el narcotráfico representa más de un tercio del valor total de los delitos transnacionales. Con todo, el documento advierte de la dificultad de calcular el valor del mercado mundial del tráfico de drogas, pues la mayoría de los datos disponibles “representan sólo un pequeño porcentaje de tráfico real de drogas”.
El valor del mercado mundial de las cuatro categorías principales de drogas ilícitas (marihuana, cocaína, heroína y metanfetaminas) se estima entre 426 mil millones y 652 mil millones de dólares estadunidenses. El más grande sigue siendo el de la marihuana (entre 183 mil millones y 287 mil millones de dólares, seguido del de la cocaína (con un valor de entre 94 mil millones y 143 mil millones). En tercer lugar está el de los opiáceos, es decir, los obtenidos de la amapola, donde la heroína es el principal (con entre 75 mil millones y 132 mil millones) y, finalmente, el de las metanfetaminas (que alcanza un valor de entre 74 mil millones y 90 mil millones de dólares).
La Global Financial Integrity señala, en el documento, que tales valores del mercado mundial de drogas son “conservadores”. Lo anterior porque no se incluyen aún las nuevas sustancias sicoactivas que en los últimos años se han consumido en grandes cantidades pero de las cuales aún hay pocos datos sólidos sobre los precios del mercado mundial.
La marihuana es más barata en comparación con la cocaína y la heroína. Pero su consumo representa el mayor valor de las drogas debido al gran número de consumidores. En todo el mundo, 182 millones 500 mil personas (el 2.5 por ciento de la población mundial) consume marihuana.
Por su parte, los consumidores de cocaína en todo el mundo suman 18 millones. Una cantidad similar es la de quienes consumen heroína. Mientras, las metanfetaminas alcanzan los 55 millones de usuarios globales. El valor de su mercado es menor porque las drogas sintéticas son menos costosas.
“Se necesitan grandes cantidades de tierra para cultivar plantas de coca y amapola”; además el cultivo se limita sólo a ciertas áreas geográficas. La coca sólo se cultiva en regiones de tres países de América del Sur: Colombia, Perú y Bolivia. Por ello el precio es mayor. El opio (extraído de una variedad de amapolas), con el que se obtiene, principalmente, heroína, se cultiva en 50 naciones. Afganistán es el mayor productor. La marihuana sí puede ser cultivada en cualquier parte del mundo, en interiores y exteriores, pero también requiere de gran cantidad de mano de obra.
Por su parte, la fabricación de metanfetaminas se puede hacer en pequeña o gran escala y en, relativamente, cualquier lugar. Los precursores, reactivos y disolventes no son particularmente caros. Lo que sí se necesita es “un cierto nivel de conocimientos y equipos especializados para la fabricación a escala industrial”. Para la pequeña escala se pueden obtener recetas en internet como las hay para la “cerveza casera”.
El valor de una unidad de droga aumenta a medida que pasa de la producción al mercado, debido al riesgo y a la necesidad de usar métodos de ocultamiento más sofisticados o pagar sobornos adicionales. Por supuesto, los traficantes pasan estos costos a los consumidores.
Toda vez que las drogas valen más conforme más cerca se encuentran de sus consumidores finales, las incautaciones que representan un mayor golpe a las finanzas de los cárteles son las que se realizan en Estados Unidos, Europa y Oceanía. Aquellas que se realizan en los países donde se cultivan o se producen, generalmente no significan golpes económicos que preocupen a los narcotraficantes.
Zósimo Camacho
[BLOQUE: INVESTIGACIÓN][SECCIÓN: SEGURIDAD]
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