En México, el fenómeno de la mortalidad materna cobra alrededor de tres vidas diarias. Se trata de mujeres que perecen durante el proceso por el que dan vida a otro ser: ya sea durante el embarazo, el parto o el puerperio.
De acuerdo con la estadística oficial, cuyas cifras más recientes datan de 2012, para ese año ocurrieron 960 muertes maternas a nivel nacional, tan sólo 11 menos que el año previo. Esto equivale a 2.6 decesos cada día.
Las mujeres en condición de pobreza son quienes tienen menos posibilidades de sobrevivencia al proceso de la maternidad, explica Graciela Freyermuth Enciso, secretaria técnica del Observatorio de Mortalidad Materna (OMM) en México.
Refiere que para 2012, las mujeres de los 100 municipios con menor índice de desarrollo humano tuvieron cinco veces más riesgo de fallecer durante la maternidad que el resto de las mexicanas. Para el caso de las mujeres indígenas, su riesgo fue tres veces mayor en comparación con las no indígenas.
De acuerdo con el documento Los objetivos de desarrollo del milenio en México. Informe de avances 2013, a cargo del gobierno federal, “uno de los principales problemas que afectan a las mujeres de las áreas rurales del país es su menor acceso a hospitales con capacidad resolutiva en la atención de complicaciones obstétricas; mientras el mayor problema que incide en la mortalidad de las mujeres en zonas urbanas está relacionado con la calidad de la atención hospitalaria”.
La mortalidad materna es considerado un problema de salud pública que refleja inequidad social y evidencia limitaciones en cobertura y calidad de los servicios de salud, como el acceso a métodos de planificación familiar, la detección y el tratamiento adecuado de complicaciones y la atención oportuna en hospitales resolutivos.
Marcela Lagarde y de los Ríos, exdiputada federal y una de las creadoras de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, incluye a la mortalidad materna dentro del fenómeno de la “violencia feminicida”. Explica que es parte de las muertes violentas puesto que se trata de decesos evitables y precoces. Esto último porque atentan, sobre todo, contra adolescentes, jóvenes y mujeres en edad reproductiva.
Para 2012, la razón de mortalidad materna en México fue de 42.7, indicador empleado a nivel mundial para dar cuenta del número de defunciones por cada 100 mil nacidos. Según los datos de la Organización Mundial de Salud, esa razón en los países en desarrollo es de 240; en las naciones desarrolladas, de 16.
Las principales causas de mortalidad materna en el país son las obstétricas indirectas (debidas principalmente a enfermedades crónico-degenerativas), con el 26.8 por ciento; las enfermedades hipertensivas del embarazo, con 24.9 por ciento; las hemorragias, con 19.1 por ciento; y el aborto, con el 8.2 por ciento.
Graciela Freyermuth Enciso asevera que la mayor parte de las muertes maternas en México son evitables. Para 2012, el 73 por ciento de éstas tuvo su origen en causas directas (aborto, enfermedades hipertensivas del embarazo, trauma obstétrico, hemorragia, sepsis), lo que implica que “con los recursos tecnológicos disponibles y el desarrollo médico podrían haberse atendido adecuadamente y de manera oportuna”, apunta.
La doctora en antropología social señala que siete de cada 10 muertes maternas ocurren en los servicios hospitalarios (el 54 por ciento, en el servicio federal o estatal de salud, y el 18.8 por ciento, en los servicios de salud de las instituciones de seguridad social), lo que “denota problemas en la prestación del servicio o poca oportunidad en la atención de la urgencia obstétrica”.
A principios de siglo, en el contexto de la Cumbre del Milenio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), 189 países, incluido México, signaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio. El quinto de éstos refiere el compromiso de reducir la mortalidad materna en tres cuartas partes entre 1990 y 2015.
De 1990 a 2012, la razón de mortalidad materna en el país decreció en 48.13 por ciento, al pasar de 88.7 a 42.7 defunciones por cada 100 mil nacidos estimados. Esto significa que aunque en 22 años la mortalidad materna ha disminuido casi a la mitad, la velocidad no alcanzará para cumplir con la quinta meta del milenio, según la cual, dicha razón para 2015 debe ser de 22.2 por ciento. El déficit es aún de 26.87 por ciento.
Para 2012, Guerrero, Oaxaca, Tlaxcala, Chiapas y Durango destacaron como las entidades con mayor razón de mortalidad materna. Guerrero, que ha registrado la más alta razón por lo menos en las 2 décadas recientes, se ubicó nuevamente a la cabeza de la lista al sumar 74.8 defunciones por cada 100 mil nacidos estimados, lo que supera por mucho la media nacional.
De la lectura del Plan Sectorial de Salud 2013-2018 –uno de los indicadores de seguimiento de la razón de mortalidad materna–, Graciela Freyermuth Enciso concluye que no está en el horizonte de la actual administración federal cumplir con los Objetivos del Milenio. “Pareciera que no es una prioridad”, apunta. Esto porque el documento plantea que para 2018 la razón deberá ser de 30, cifra superior a los 22.2 que marcan los Objetivos del Milenio para 2015.
La secretaria técnica del OMM –espacio de la sociedad civil que monitorea los avances para mejorar la salud materna– explica que a diferencia del sexenio pasado, que se planteó disminuir la razón de mortalidad materna en 5 puntos porcentuales anuales, el gobierno actual vislumbra reducirla en tan sólo 2 puntos cada año.
Josefina Lira Plascencia, jefa de la Unidad de Investigación en Medicina del Adolescente del Instituto Nacional de Perinatología, resalta el compromiso del gobierno mexicano en materia de mortalidad materna. Refiere, por ejemplo, que el hecho de que la hemorragia concentre el 19.1 por ciento de las causas y no el 20.5 como ocurría en 1990, habla de que las estrategias gubernamentales sí han funcionado.
Aunque es un hecho que el quinto Objetivo del Milenio no será satisfecho, la especialista en ginecología y obstetricia destaca que las muertes maternas respecto de 1990 han disminuido a la mitad, lo que “representa un avance importante”.
A través de Los objetivos de desarrollo del milenio. Informe de avances 2013, la ONU reporta que entre 1990 y 2010 la tasa de mortalidad materna en todo el mundo disminuyó 47 por ciento, al pasar de 400 muertes maternas por cada 100 mil nacidos vivos, a 210.
Así, apunta, “si se quiere cumplir con la meta del Objetivo de Desarrollo, de reducir ese porcentaje en un 75 por ciento, deberá intervenirse aceleradamente en mejorar el acceso a la atención obstétrica de emergencia, la asistencia de personal de salud capacitado y la administración del tratamiento antirretroviral a todas las mujeres y niñas embarazadas que la necesiten”.
De acuerdo con la ONU, aunque en todas las regiones se han logrado avances, falta mucho para alcanzar el Objetivo de Desarrollo del Milenio. Los mayores descensos se han registrado en Asia oriental (69 por ciento), África septentrional (66 por ciento) y Asia meridional (64 por ciento).
En promedio, tres menores mueren cada semana como consecuencia de complicaciones durante el embarazo, parto o puerperio. De las 960 muertes maternas registradas en 2012, 141 correspondieron a menores de 19 años. Se trata de dos niñas de entre 10 y 14 años y de 139 adolescentes, de entre 15 y 19.
De acuerdo con Graciela Freyermuth Enciso, secretaria técnica del OMM, esto corresponde, para el primer caso, con una razón de mortalidad materna de 19.5; para el segundo, de 36.7.
Durante los últimos 10 años, el número de muertes maternas entre adolescentes y niñas alcanzó los 1 mil 841 casos (146, de 10 a 14 años, y 1 mil 695, de 15 a 19 años), lo que representa el 14 por ciento del total para este periodo. La más pequeña de ellas, una niña de 11 años, falleció en Chiapas.
A decir de la maestra en medicina social, la mortalidad materna entre niñas y adolescentes es muy grave, pues se trata de “jovencitas que deberían estar en la primaria o secundaria”. Para Freyermuth Enciso, el hecho se “traduce en un limitado ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos entre las adolescentes”.
Consultada al respecto, Josefina Lira Plascencia refiere que entre 1990 y 2011, la razón de mortalidad materna entre mujeres de 15 y 19 años pasó de 75.3 a 34.4.
A decir de la jefa de la Unidad de Investigación en Medicina del Adolescente del Instituto Nacional de Perinatología, la problemática de mortalidad materna entre adolescentes podría deberse a que no acuden a los servicios médicos de manera oportuna, pues “en general la mujer adolescente es sana”. También, a los tabúes sociales que les limitan la información relativa a sus derechos sexuales y reproductivos.
Para Lira Plascencia, quien forma parte de la Federación Mexicana de Colegios de Ginecología y Obstetricia, es necesario avanzar en materia de cobertura anticonceptiva y en que la planificación familiar sea considerada como una política pública. Refiere, a partir del contenido de Los objetivos de desarrollo del milenio en México. Informe de avances 2013, que “con tan sólo incrementar la cobertura anticonceptiva entre adolescentes, se abatiría la muerte materna en un 14 por ciento”.
La actual administración pretende, además, fortalecer el control preconcepcional y el prenatal temprano, con estrategias dirigidas a la vigilancia del embarazo, parto y puerperio, y al manejo médico de la emergencia obstétrica.
Desde la sociedad civil, Graciela Freyermuth Enciso considera que, hasta momento, el gobierno en turno carece de una estrategia “particular y diferente” en materia de combate a la mortalidad materna.
Destaca que, a pesar de que las autoridades del sector salud han declarado la cobertura universal en salud, los casos de muerte materna muestran que falta mucho por avanzar en la calidad de la atención médica, ya que, en 2012, según cifras oficiales, 528 mujeres de las 960 que murieron estaban afiliadas al Seguro Popular y 577 habían estado en contacto con los servicios de salud y habían tenido de una hasta cinco consultas de control prenatal.
Por otro lado, dice, las 106 defunciones maternas que en 2012 ocurrieron en el hogar y las 76 acaecidas en la vía pública sugieren que el acceso a servicios de salud en caso de urgencia no ocurre con la oportunidad necesaria: “Algunas de estas mujeres habían acudido previamente a los servicios y, sin embargo, no volvieron a ellos y otras nunca tomaron la decisión para acudir al sistema de salud o murieron en el trayecto”.
Josefina Lira Plascencia enfatiza que “el tema de la muerte materna, de los embarazos de la mujer adolescente, no es un tema del gobierno, de los servicios públicos de salud, [sino] un tema de la sociedad”.
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