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Nuevo aeropuerto arrasará zona arqueológica

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Elva Mendoza @elva_contra

El Instituto Nacional de Antropología e Historia prepara la autorización para la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México sobre una de las regiones clave de Mesoamérica: el antiguo Lago de Texcoco. El INAH trabaja a “discreción” y en completo secretismo desde hace más de 2 años sobre 50 kilómetros cuadrados, pero reporta sólo “hallazgos menores”. Lo cierto es que el Instituto ha descubierto, al menos, 28 sitios arqueológicos y 270 puntos con vestigios prehispánicos. Para arqueólogos e investigadores, los trabajos de salvamento que se realizan desde 2012 tienen el único propósito de ocultar y minimizar el valor histórico, cultural y arqueológico de la zona y justificar una decisión ya tomada desde escritorios políticos y empresariales: el negocio de un nuevo aeropuerto

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A “discreción” y en completo secretismo, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) trabaja desde 2012 sobre la zona donde se construirá el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

“Cabe aclarar que, para esta propuesta, se pidió por parte del solicitante ingeniero Jorge Nevarez Jacobo, director de Consultoría y Desarrollo de Negocios del Aeropuerto y Servicios Auxiliares (ASA), una total discreción, y por el momento entregó a la Dirección de Salvamento Arqueológico escasa información, argumentando un clima político y social de alto riesgo por la cercanía con poblaciones en desacuerdo con un primer intento de construcción del aeropuerto en 2001, próximas a esta nueva propuesta”, se lee en los documentos oficiales, de los cuales Contralínea posee copia.

De acuerdo con los escritos, el salvamento arqueológico se realiza sobre un polígono de 50 kilómetros cuadrados dentro de los municipios de Atenco y Texcoco, en el Estado de México.

A la fecha, el arqueólogo Francisco Ortuño Cos, designado por el Instituto para la tarea, ha ubicado 28 sitios arqueológicos y alrededor de 270 puntos con vestigios prehispánicos.

Los hallazgos reportados van desde ofrendas, entierros, esculturas en piedra verde, cerámica, tepalcates, vasijas, sahumadores, cuentas, copal, carbón, concha, piedras de basalto, olotes carbonizados, cuencos, figurillas, ollas, cajetes, jarras, navajillas en obsidiana verde, herramientas de piedra, hasta estacas o pilotes que habrían sostenido plataformas.

De lo registrado por él y su equipo –los arqueólogos Antonio Balcorta Yepez, Axel Díaz Pelagio, Jorge Cabrera Torres y los pasantes de arqueología Tulio Cordero Hernández y Gerardo Martínez–, sobresalen tres asentamientos arqueológicos con presencia de ofrendas: “dos de estos asentamientos importantes se encuentran ubicados en las áreas 1 y 3, dentro del polígono propuesto para el desarrollo del proyecto”, se lee en uno de os documentos.

Fechados en enero y septiembre de 2013, los documentos Estudios de prospección arqueológica del emplazamiento donde se construirá el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Reporte final y segunda etapa de los estudios de prospección arqueológica del emplazamiento donde se construirá el Nuevo Aeropuerto para atender la demanda de servicios aeroportuarios en el centro del país fueron elaborados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, en colaboración con la Universidad Autónoma de Nuevo León y representan la etapa 1 y 2 del salvamento arqueológico.

Según los escritos firmados por Ortuño Cos, el INAH, a través de la Dirección de Salvamento Arqueológico, dio inicio a la investigación en la poligonal a petición de Nevarez Jacobo, con el fin de determinar la factibilidad de la obra sobre el antiguo Lago de Texcoco.

El lecho del Lago, una vasta zona arqueológica

Asentamiento de urbanismo prehispánico por 2 milenios, los suelos profundos del Lago de Texcoco, donde pretende construirse el nuevo aeropuerto, es una de las regiones clave de Mesoamérica y una de las arqueológicamente menos estudiadas de la cuenca de México.

Para Jeffrey Parsons, de la Universidad de Michigan, y Luis Morett, de la Universidad Autónoma Chapingo, estas áreas de suelos profundos deben contener información sobre la antigua explotación de sal y de los recursos acuáticos, restos arqueológicos del sistema de ingeniería hidráulica azteca que regulaba los niveles de agua en toda la zona lacustre y que hizo posible la construcción y uso del cultivo de chinampas, altamente productivo en el Lago Chalco-Xochimilco y en otras localidades.

Muestra del potencial –subrayan ambos investigadores en una de sus investigaciones conjuntas realizada en 2003 y que, entre otros escritos, dio sustento al análisis Comments on the proposed “Rescate arqueológico” in the area to be affected by airport expansion on and around exlake Texcoco, firmado por Parsons–, es la recuperación de huesos de mamut, bisonte, caballo y camello en la localidad de San Miguel Tocuila, municipio de Texcoco; huesos de mamut en Santa Isabel Iztapan, Chimalhuacan, Los Reyes Acozac, Los Reyes la Paz, Texcoco, en el Estado de México, y un santuario azteca intacto en el Norte del Lago de Texcoco; todas, localidades alrededor de la línea que antiguamente fue la costa del Lago.

Ortuño Cos, adscrito a la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH, reconoce en sus reportes que hace falta investigación en la poligonal: “En este sentido, a pesar de no haber demasiados estudios arqueológicos efectuados al interior del Lago, los contados han demostrado la importancia de los registros y datos que permiten complementar la forma de vida establecida en las poblaciones ribereñas, las que formaban a su vez un papel importante en la producción de alimentos y objetos que se tributaban a los señoríos aztecas y texcocano”, escribe y prosigue a enumerar algunas investigaciones, entre ellas, el recorrido sistemático de la superficie del vaso del Lago de Texcoco realizado en 2003 por Morett y Parsons.

Los investigadores exploraron un área aproximada de 25 kilómetros cuadrados en el lecho central del lago, donde se proyecta la construcción de las tres primeras pistas, precisó el arqueólogo Morett el 28 de enero pasado en conferencia de prensa.

Contrario a los 28 sitios reportados por Ortuño Cos durante el salvamento arqueológico en los 50 kilómetros que habría recorrido, Morett y Parsons identificaron poco más de 1 mil 100 puntos con presencia de restos de material arqueológico en superficie, más de 30 de ellos con evidencia suficiente para ser registrados formalmente como sitios de asentamiento.

Salvamento superficial e insuficiente

El reporte de las excavaciones da cuenta de la superficialidad con la que se llevó a cabo el trabajo de salvamento para justificar la construcción del aeropuerto, señala un arqueólogo que trabaja en proyectos de salvamento con el INAH y que, por temor a represalias, solicita omitir su nombre.

A decir del experto, Ortuño Cos no hace mención al uso de herramientas geofísicas con las que cuenta el Instituto y que debieron ser utilizadas, como el radar de penetración, el magnetómetro o el resistivímetro, tecnología que permite explorar a profundidades de 12 a 20 metros sin necesidad de hacer excavaciones.

 “La superficie contiene únicamente material de arrastre. Explorar de ese modo es explorar sin sentido. Se rescatan únicamente objetos aislados, sin contexto. Es insuficiente”, refiere en entrevista con Contralínea.

Y es que según reporta Ortuño Cos, la primera etapa del salvamento arqueológico se ejecutó con base en recorridos de superficie, y una vez conocidas las áreas con vestigios, la segunda se efectuó mediante excavaciones controladas en los 28 sitios ubicados.

Sin especificar la profundidad, el arqueólogo se propuso cavar cuatro pozos de sondeo de 2 metros por 2 metros en cada uno de los 28 sitios arqueológicos, la mayoría de ellos dentro del municipio de San Salvador Atenco.

Las fotos anexas a los reportes oficiales evidencian que no fueron muy profundos. “Con relación a la posibilidad de registrar restos de fauna pleistocénica, las probabilidades pueden ser remotas en superficie”, señala Ortuño en los reportes.

Contrario a ello, la constructora pretende penetrar la tierra en rangos de 3 a 60 metros para la cimentación de la terminal, plataformas, pistas y rodajes según información proporcionada por ASA.

Frente a la problemática y a manera de solución, el Instituto plantea la tercera etapa: vigilar. “La vigilancia durante el momento de construcción de pistas y obras arquitectónicas”.

El arqueólogo que pidió permanecer en el anonimato señala que es muy probable que durante la construcción se encuentre a la mayor parte de los vestigios, incluida fauna pleistocénica, pero su destino será la destrucción. “En esa fase, con las máquinas cavando, la premura obliga a los arqueólogos a trabajar rápido, registran y recuperan lo que se pueda, pero es como revisar en la basura”.

Nuevo aeropuerto todavía sin aval de INAH

Tras casi 3 años de trabajo, el Instituto aún no emite un dictamen para la construcción del aeropuerto sobre las 4 mil 431 hectáreas. “Está por emitirse, yo creo que todavía se llevará varios meses la investigación. Se concluye la tercera etapa y luego vendrá una etapa de gabinete, donde se procesa toda la información. En 2016 podremos estar ya dando una respuesta”, especifica en entrevista Pedro Francisco Sánchez Nava, titular de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH.

—¿Podría denegarse el permiso? –se le inquiere

—Habrá que esperar, pero debemos tener presente que en la República Mexicana y particularmente en la cuenca de México hay vestigios donde pongamos el dedo. En ese sentido estas obras representan una oportunidad para obtener información: si no hubiera estos desarrollos, los vestigios se quedarían enterrados por años, jamás saldrían a la luz. Obviamente hay vestigios que se pueden llevar al laboratorio y otros que se tienen que quedar.

—¿Mientras tanto no se puede empezar a construir?

—No sé si en unas áreas donde no hay vestigios ellos estén ya haciendo algún tipo de obra; que yo sepa, no.

No obstante que no se cuenta con autorización alguna, ya se han iniciado trabajos de movimientos masivos de tierra para el levantamiento de bordos, terracerías, entre otras obras, denunció el arqueólogo Morett el 28 de enero pasado, en conferencia de prensa convocada por el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra.

 “Subrayamos que los trabajos de salvamento e investigación arqueológica que supuestamente se han venido desarrollando desde 2012 sólo han cubierto una pequeña fracción del área que debe ser atendida. Esto es [que], no se ha hecho el trabajo completo que debería haberse hecho, una tarea que necesariamente se tiene que realizar y concluir antes del inicio de cualquier obra.

 “Quiero llamar la atención porque se requiere transparencia en los trabajos que esté realizando el Instituto a través de cualquiera de sus direcciones y que esto sea informado de manera suficientemente clara a la sociedad. Lo que presumo y me inquieta es que es un trabajo prácticamente a modo, cuyo único propósito ha sido allanar el camino para el proyecto.”

Desestima INAH hallazgos

El arqueólogo Sánchez Nava asegura que durante su intervención esperaban encontrar “muchos vestigios de zonas salineras, zonas productoras de sal, pero al parecer no [hay]. Son vestigios mucho más pequeños, relacionados con el propio Lago, con Tláloc como deidad acuática”.

—¿Podría enumerar algunas de las piezas halladas?

—Tepalcates, restos de sahumadores, restos de madera en bultos de sal, figuras de piedra verde como ranitas, algunas cuentas de piedra como chalchihuite, que para ellos eran preciosas, fundamentalmente eso.

—¿Dónde se encuentra el material recuperado?

—Está resguardado en las oficinas de salvamento arqueológico y el laboratorio del área.

—¿El valor cultural y arqueológico de los 28 sitios y los 270 puntos ubicados en la poligonal no ameritarían la cancelación del aeropuerto?

—El valor cultural de estos vestigios es como el de cualquier otro vestigio arqueológico. En realidad para nosotros es tan importante un tepalcate como una pirámide, es parte del rompecabezas que tenemos que armar. La alternativa de que no se hiciera una obra ahí no garantiza que esos vestigios vayan a permanecer. Sabíamos que íbamos a encontrar vestigios por estudios anteriores, sobre todo del doctor Parsons, pero saber que están ahí es como tener un libro en el librero con celofán, sabemos que está ahí pero no sabemos qué dice. El aeropuerto o cualquier obra es una oportunidad de valorar e investigar los vestigios. La disyuntiva es: ¿se deben quedar ahí para que se destruyan con el tiempo o se deben recuperar de manera sistemática?

—¿Podría decir que el polígono es una gran zona arqueológica?

—No, sería un exceso. Una gran zona arqueológica es Teotihuacán, Chichén o Cobá. Es una zona con vestigios arqueológicos como los hay en Azcapotzalco, en Coyoacán, Texcoco, Tlacopan, Mixcoac. Decimos que del Bravo al Suchiate, México es un tepalcate.

—¿Desde su perspectiva es viable la construcción del nuevo aeropuerto sobre el exlago de Texcoco?

—Habrá que esperar el dictamen, valorar la cantidad y calidad de los vestigios, en ese momento ya se podrá emitir un dictamen –dice Sánchez Nava, titular de la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH.

Para la realización de este trabajo también se solicitó entrevista con la Dirección de Salvamento Arqueológico, presidida por Salvador Pulido Méndez. La instancia adscrita al INAH se reserva el derecho a informar sobre las investigaciones: “Se emitirá la autorización una vez concluidos los estudios”, dijo a Contralínea Pulido Méndez vía telefónica y se negó a responder más cuestionamientos hasta que el Departamento de Comunicación Social del INAH lo aprobara. Al cierre de edición no hubo respuesta.

Cuestionada al respecto, la diputada federal Zuleyma Huidobro, de Movimiento Ciudadano, dice que el INAH no ha informado al Congreso del inicio de los trabajos de salvamento arqueológico. La también integrante de la Comisión de Cultura señala que en lo que va del año, dicha Comisión –a cargo de la panista Margarita Saldaña Hernández– no ha sesionado.

Elva Mendoza, @elva_contra

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 Contralínea 427 / del 08 al 14 de Marzo 2015

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