Los que determinan cada paso del peor enemigo de la humanidad –¿el imperialismo de Estados Unidos, una mezcla de mezquinos intereses materiales, desprecio y subestimación a las demás personas que habitan el planeta? – lo han calculado todo con precisión matemática.
En la reflexión del 16 de junio escribí: “Entre juego y juego de la Copa Mundial de Futbol, las diabólicas noticias se van deslizando poco a poco, de modo que nadie se ocupe de ellas”.
El famoso evento deportivo ha entrado en sus momentos más emocionantes. Durante 14 días, los equipos integrados por los mejores futbolistas de 32 países han estado compitiendo para avanzar hacia la fase de octavos de final; después vendrán sucesivamente las fases de cuartos de final, semifinales y el final del evento.
El fanatismo deportivo crece incesantemente, cautivando a cientos y tal vez miles de millones de personas en todo el planeta. Habría que preguntarse cuántos, en cambio, han conocido que desde el 20 de junio naves militares estadunidenses, incluido el portaaviones Harry S Truman –escoltado por uno o más submarinos nucleares y otros buques de guerra con cohetes y cañones más potentes que los de los viejos acorazados utilizados en la última Guerra Mundial entre 1939 y 1945– navegaban hacia las costas iraníes a través del Canal de Suez.
Junto a las fuerzas navales yanquis, avanzan buques militares israelitas, con armamento igualmente sofisticado, para inspeccionar cuanta embarcación parta para exportar e importar productos comerciales que el funcionamiento de la economía iraní requiere.
El Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, a propuesta de Estados Unidos, con el apoyo de Gran Bretaña, Francia y Alemania, aprobó una dura resolución que no fue vetada por ninguno de los cinco países que ostentan ese derecho.
Con posterioridad, una tercera, más dura todavía, fue aprobada por los países de la comunidad europea. Todo tuvo lugar antes del 20 de junio, lo que motivó un viaje urgente del presidente francés Nicolas Sarkozy a Rusia, según noticias, para entrevistarse con el jefe de Estado de ese poderoso país, Dmitri Medvédev, con la esperanza de negociar con Irán y evitar lo peor.
Ahora se trata de calcular cuándo las fuerzas navales de Estados Unidos e Israel se desplegarán frente a las costas de Irán, y unirse allí a los portaaviones y demás buques militares estadunidenses que montan guardia en esa región.
Lo peor es que, igual que Estados Unidos, Israel, su gendarme en el Medio Oriente, posee modernísimos aviones de ataque y sofisticadas armas nucleares suministradas por Estados Unidos, que lo convirtió en la sexta potencia nuclear del planeta por su poder de fuego, entre las ocho reconocidas como tales, que incluyen a la India y Paquistán.
El sha de Irán había sido derrocado por el Ayatollah Ruhollah Jomeini en 1979 sin emplear un arma. Estados Unidos le impuso después la guerra a aquella nación con el empleo de armas químicas, cuyos componentes suministró a Irak junto a la información requerida por sus unidades de combate y que fueron empleadas por éstas contra los Guardianes de la Revolución.
Cuba lo conoce porque era entonces, como hemos explicado otras veces, presidente del Movimiento de Países No Alineados.
Sabemos bien los estragos que causó en su población. Mahmud Ahmadineyad, hoy jefe de Estado en Irán, fue jefe del sexto ejército de los Guardianes de la Revolución y jefe de los Cuerpos de los Guardianes en las provincias occidentales del país, que llevaron el peso principal de aquella guerra.
Hoy, en 2010, tanto Estados Unidos como Israel, después de 31 años, subestiman al millón de hombres de las fuerzas armadas de Irán y su capacidad de combate por tierra, y a las fuerzas de aire, mar, y tierra de los Guardianes de la Revolución.
A éstas se añaden los 20 millones de hombres y mujeres, entre 12 y 60 años, escogidos y entrenados sistemáticamente por sus diversas instituciones armadas entre los 70 millones de personas que habitan el país.
El gobierno de Estados Unidos elaboró un plan para llevar a cabo un movimiento político que, apoyándose en el consumismo capitalista, dividiera a los iraníes y derrocara el régimen.
Tal esperanza es ya inocua. Resulta risible pensar que con las naves de guerra estadunidenses, unidas a las israelitas, despierten las simpatías de un solo ciudadano iraní.
Creía por mi parte, inicialmente, al analizar la actual situación, que la contienda comenzaría por la península de Corea, y allí estaría el detonante de la segunda guerra coreana que, a su vez, daría lugar de inmediato a la segunda guerra que Estados Unidos le impondría a Irán.
La dirección de Corea del Norte, que fue acusada del hundimiento del Cheonan, y sabe de sobra que fue hundido por una mina que los servicios de inteligencia yanquis lograron colocar en el casco de esa nave, no esperará un segundo en actuar tan pronto en Irán se inicie el ataque.
Es muy justo que los fanáticos del futbol disfruten a su antojo de las competencias de la Copa del Mundo. Cumplo sólo el deber de exhortar a nuestro pueblo, pensando sobre todo en nuestra juventud, llena de vida y esperanzas, y especialmente en nuestros maravillosos niños, para que los hechos no nos sorprendan absolutamente desprevenidos.
Me duele pensar en tantos sueños concebidos por los seres humanos y las asombrosas creaciones de las que han sido capaces en sólo unos pocos miles de años.
Cuando los sueños más revolucionarios se están cumpliendo y la patria se recupera firmemente, ¡cómo me gustaría estar equivocado!
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