Un sistema de salud público fragmentado, aquejado por la falta de insumos para detectar el cáncer de manera temprana, así como las desigualdades sociales han propiciado el incremento de la letalidad e incidencia de este tipo de enfermedades en México, explican a Contralínea expertos en la materia.
Tan sólo en 2020, 195 mil 499 personas recibieron un diagnóstico positivo de cáncer en el país, de acuerdo con la International Agency of Research on Cáncer. Mientras que de 1990 a 2019, las muertes por esta enfermedad se elevaron al doble: en 1990 los fallecimientos fueron 42 mil, mientras que en 2019 ya sumaban 89 mil, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Geografía (Inegi).
El incremento de la mortalidad se debe básicamente a los diagnósticos tardíos, asegura la jefa del Servicio de Oncología Médica del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre, doctora María Guadalupe Cervantes Sánchez. Y éstos, indica, tienen su origen en el primer contacto de los pacientes con los médicos familiares, en las clínicas. Son ellos quienes deben estar mejor informados, pues es a sus consultorios donde acuden para que les sea determinada la enfermedad.
En México, siete de cada 10 personas que acuden a una unidad para tratamiento de cáncer llegan en etapas avanzadas, explica el doctor Abelardo Meneses García, director del Instituto Nacional de Cancerología (Incan).
“La principal causa de un fracaso para tratar a un paciente es la etapa crítica. El que llegue en una etapa avanzada hace que el tratamiento sea más complejo, más costoso y por ende se registra un mayor número de fallecimientos”, agrega el oncólogo.
Con base en datos de Globalcan, el médico por la Benemérita Universidad de Puebla dice que cada año son diagnosticados alrededor de 195 mil casos nuevos. De ellos, 185 mil mueren por los diferentes tipos de tumores malignos que padecen.
Por su parte, la doctora Cervantes Sánchez, también académica de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala que un factor que contribuye a los diagnósticos tardíos es la falta de aparatos adecuados, como los mastógrafos; la carencia de personal, como técnicos radiólogos, necesario para interpretar los resultados de los estudios.
En 2018, México contaba con un total de 22 mil 544 establecimientos de salud del sector público, con 1 mil 25 médicos oncólogos, 538 consultorios de oncología, 1 mil 238 camas de oncología y 782 mastógrafos, de acuerdo con el informe Cáncer y desigualdades en México 2020.
Hasta 2019, antes de la pandemia de Covid-19, el cáncer ocupaba el tercer lugar de muertes, por debajo de las enfermedades cardiovasculares (infarto, trombosis cerebrales), y las complicaciones por diabetes mellitus.
El padecer cáncer es un tema de “corresponsabilidad” expone en entrevista Abelardo Meneses García, titular del Incan desde 2013. Y es que, si bien hay factores de riesgo que pueden prevenirse por cada individuo, también es un problema social de desigualdad, argumenta el informe Cáncer y desigualdades en México 2020.
El estudio elaborado por la Red de Desigualdades de El Colegio de México reconoce como factores individuales como el consumo excesivo de tabaco y del alcohol, el sedentarismo, la obesidad o la exposición a sustancias cancerígenas y a los rayos ultravioleta -como coinciden la doctora Cervantes Sánchez y el doctor Menéses Garcias-. No obstante, la probabilidad de adquirir esta enfermedad “depende de variables sociales como el género, la pertenencia étnica o el lugar de origen. Las condiciones colectivas como la economía, la educación y el aseguramiento”.
Y si “uno puede modificar su exposición y frecuencia de estos tipos de tumores”, como lo dicho a este semanario por el titular del Incan, más no las “condiciones sociales”, señala el informe firmado por la doctora Laura Flemand, Carlos Moreno y Rafael Arriaga.
Tal es así que la incidencia de varios tipos de cáncer es mayor en los estados más desarrollados ubicados en el norte del país (Sonora, Chihuahua, Baja California, Baja California Sur, Nuevo León, el Valle de México) y en estados sureños (Guerrero, Oaxaca, Hidalgo, Guanajuato y Michoacán) es menor.
Lo que tiene que ver con los hábitos de vida de quienes habitan en las regiones (por ejemplo el tipo de empleo y las sustancias a las que están expuestas), comenta a este semanario la doctora en Ciencia Política y coordinadora de la red Laura Flamand.
Para la coordinadora de la Red, llama la atención que en cuanto a la mortalidad, es mayor en el sur (en los estados menos desarrollados) que en el norte. “Eso para nosotros es una aproximación a la calidad de la atención, de los servicios que reciben las personas con cáncer”.
En cuanto al género, la jefa del servicio de oncología del hospital 20 de noviembre, el primer lugar lo tiene el cáncer de mama con un un 14 por ciento de casos y en segundo lugar el de próstata con el 13 por ciento de los casos registrados por GlobCan, refiere la medica oncóloga María Guadalupe Cervantes.
Si los separamos hombre, mujer, en el hombre el primer lugar lo ocupa el cáncer de próstata con casi el 30 por ciento de los casos, en segundo lugar el cáncer de colon y recto alrededor del 9 por ciento, el tercer lugar lo ocupa el cáncer de testículo con el 5.5 por ciento, el cuarto lugar pulmón.
Como causa de muerte en el hombre, en primer lugar está el cáncer de próstata, segundo lugar pulmón y en tercero el cáncer de colon y recto. Mientras que en la mujer, el cáncer más letal es el de mama, en segundo el cáncer de cérvix todavía (y a pesar de todas estas grandes campañas de detección temprana sigue siendo la segunda causa de muerte), de acuerdo con cifras del Inegi en su última publicación del 2015.
Otra punto de desigualdad analizado en el informe de El Colegio de México es la cantidad de infraestructura e instrumentos es repartida “los municipios con muy bajo grado de marginación presentan mayor concentración de recursos humanos y materiales: por cada 100 mil habitantes, dichos municipios reportan 1.5 oncólogos, 0.81 consultorios de oncología, 1.82 camas de oncología y 0.95 mastógrafos”.
Por su parte, la doctora María Guadalupe Cervantes advierte que aunque se trabaje en campañas de prevención: no llegan a zonas rurales. Fenómeno que la politóloga flamand llama “incapacidad” de gobierno, del sistema de salud para llegar a comunidades alejadas. En 2018, datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social revelaron que 3 millones de personas en comunidades aisladas no tenían acceso a un centro de salud, menciona la investigadora del Sistema Nacional de Investigadore- Conacyt.
La doctora María Guadalupe Cervantes Sánchez menciona que si bien hay responsabilidad de las instituciones, los pacientes también lo son; pues deben acudir al médico con regularidad para prevenir o atender el cáncer de manera temprana. En lo que va de la pandemia, explica, las áreas de oncología se han enfrentado con reprogramaciones de pacientes que temen contagiarse de Covid-19.
“Si uno detecta más tempranamente el cáncer potencialmente es curable”, indica el doctor Abelardo Meneses. Para el especialista en oncología, hace falta mayor conciencia de la población para acudir con el médico. “Como el cáncer no ocasiona síntomas en sus etapas iniciales, uno se considera sano y desafortunadamente cuando se tienen síntomas es porque el cáncer ya ha avanzado”.
Por ello observa que el llegar tardíamente a la atención contra esta enfermedad “es porque no tenemos la conciencia de ir a revisarnos con un médico. No es necesario tener síntomas para acudir a revisión: el cáncer no duele en las etapas tempranas”.
En México, los más frecuentes son: de mama, de próstata y colorrectal. Todos los tipos de cáncer se pueden prevenir mediante la implementación de estrategias basadas en la evidencia para su prevención, tamizaje, detección temprana, tratamiento y acceso a los cuidados paliativos, indica la Pan American Health Organization.
De acuerdo con la American Cancer Society, una vez diagnosticado este mal, dependiendo de su tipo, se puede tratar con cirugía, quimioterapia, radioterapia, terapia dirigida, inmunoterapia, trasplante de células madre o médula ósea, o terapia hormonal.
La doctora en ciencia política Laura Flamanda considera que la fragmentación del sistema de salud es un factor que incide en la incidencia de enfermedades terminales. Al respecto, dice que el IMSS, el ISSSTE y la Secretaría de Salud van cada quien por su lado en las campañas de prevención: esto “nos pone en riesgo como colectivo”.
Considera que el cáncer “es, sin lugar a dudas, una tragedia individual, familiar, pero también es un problema colectivo muy severo. Es la tercera causa de muerte: 14 de cada 100 defunciones son por lesiones malignas. El costo directo e indirecto en recursos para el sistema de salud, de años de vida trabajados, en términos de la orfandad de niñas y niños que pierden a sus madres y padres por este padecimiento es altísimo para el país”.
“El sistema fragmentado no ayuda. Hemos fallado como país –a diferencia de otros similares a México, como Brasil, Perú, Turquía– en adoptar la recomendación internacional de crear una estrategia integral donde los recursos no se dupliquen ni estén fragmentados, ni que los pacientes con un tumor o una lesión [que habitan] en Guerrero o Oaxaca tengan que viajar a la Ciudad de México para atenderse, habiendo centros oncológicos especializados en varios estados del país”.
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