En el contexto de la pandemia de Covid-19, quienes padecen el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), así como los enfermos de Sida, que se atienden en el sistema público de salud se enfrentan al desabasto de medicamentos retrovirales y la suspensión del control serológico, alerta Alaín Pinzón, director de VIHve Libre. A esto, dice, se suma a las múltiples discriminaciones sufridas desde el núcleo familiar hasta la esfera social.
Para Norma Celia Bautista Romero, coordinadora de derechos humanos de la asociación Humanismo & Legalidad, se ha complicado la atención médica, porque antes de la pandemia la sociedad civil “medio ayudaba” cuando desde el sector salud se limitaba el acceso a los medicamentos. Pero ahora “se quedan sin tratamiento”.
Al respecto, Alaín Pinzón asegura a Contralínea que algunos pacientes no han tomado su medicamento de forma regular, ni cuentan con su control virológico actualizad; y a otros no les agendaron sus citas periódicas ni para realización de estudios en dependencias de salud pública, porque las unidades fueron reconvertidas y atienden sólo a pacientes con Covid-19. “No canalizan a unidades donde sí puedan ser atendidos”.
La organización VIHve Libre registró alrededor de 500 personas que no habían recibido el tratamiento. Por ello, en octubre de 2020 interpuso alrededor de 90 quejas ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), por incumplimiento de estudios de laboratorio y atención médica tanto en el Instituto Mexicano del Seguro Social como en el ISSSTE. Fue a raíz de ello que este último “se puso las pilas”, dice Pinzón.
Interrumpir la medicación puede afectar gravemente a los pacientes. La especialista en derechos humanos Norma Celia Bautista explica que las consecuencias pueden ir desde afectaciones a la salud hasta perder la vida. “Ahorita no podríamos ni siquiera desagregar si hubo una afectación de personas que perdieron la vida, por ejemplo, porque no se sabe si sufrieron ese impacto”.
Agrega que es una situación muy desoladora la falta de atención médica. “Entendemos que esta pandemia de la Covid-19 es importante y que hay un montón de gente que está muriéndose y se debate entre la vida y la muerte. Me parece que es un pretexto perfecto para que las autoridades del IMSS, Pemex, las Fuerzas Armadas no hagan su chambas”.
Hasta 2020, México registró 312 mil 942 casos diagnosticados con VIH, de acuerdo con la Dirección de Vigilancia Epidemiológica de Enfermedades Transmisibles de la Secretaría de Salud. Quienes son VIH positivos están inmunocomprometidos y eso se vuelve una vulnerabilidad ante la pandemia.
De acuerdo con el informe Derechos de las personas LGBTTIQ+ y de las trabajadoras sexuales. Defensores y defensoras en riesgo durante la Covid-19, “las personas que viven con el virus están más expuestas a riesgos relacionados con la Covid-19, como el desarrollo del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, al no poder acceder de forma segura a un tratamiento antirretroviral”.
Añade que “los defensores y defensoras de los derechos de las personas LGBTIQ+ y las trabajadoras sexuales indican que muchos miembros de sus comunidades tienen menos acceso a los antirretrovirales como consecuencia del cierre de las clínicas durante la pandemia”.
En la Ciudad de México, estar infectado de VIH o padecer Sida representa la octava causa de discriminación, de acuerdo con una encuesta elaborada por el gobierno capitalino. La Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación entiende por discriminación “cualquier situación que niegue o impida el acceso en igualdad a cualquier derecho, pero no siempre un trato diferenciado será considerado discriminación”.
Es decir, ocurre solamente “cuando hay una conducta que demuestre distinción, exclusión o restricción, a causa de alguna característica propia de la persona que tenga como consecuencia anular o impedir el ejercicio de un derecho”, explica el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
En entrevista con Contralínea, Geraldina González de la Vega, presidenta del Consejo para Prevenir la Discriminación de la Ciudad de México, asegura que a pesar de los avances en la ciencias, la labor de los organismos internacionales y nacionales sobre esclarecer el cómo se transmite y cómo vive una persona infectada y los tratamientos, las personas con VIH sufren todavía mucha discriminación. Ello, derivado de los estigmas: sigue pensándose que es una enfermedad relacionada con la orientación sexual.
Por su parte, el activista Alaín Pinzón señala que hay “un desconocimiento enorme que da hasta risa, pero también mucho coraje porque hay que entender el VIH es un problema de salud pública y que cualquier persona que tenga actividad sexual no está exenta en adquirirlo a largo de su vida”.
Para el fundador de VIHve Libre, quienes han sido diagnosticados con VIH también han sido “discriminados” por el sistema de salud público: hay una constante falta de medicamentos retrovirales desde la llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador. Lo que se traduce en la restricción del acceso a este derecho humano fundamental.
“Yo no recuerdo en otras administraciones los problemas de desabasto, de desfase y los problemas continuos que enfrentamos las personas con VIH en nuestros servicios de salud en el IMSS y en el ISSSTE”. Ante ello, Alaín Pinzón señala que el gobierno ignora “que no podemos dejar de tener medicamento ni un sólo día”.
Aunado a ello, el Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH-SIDA, de la Secretaría de Salud, estima que tres de cada 10 personas se han abstenido de usar servicios de salud durante la pandemia por temor a discriminación.
La necesidad de empatía hacia la vida del otro y un cambio cultural es lo que se necesita para que no exista discriminación ni estigmas hacia quienes viven con esta enfermedad, opinan los entrevistados.
Se debe sensibilizar a los agentes estatales que atienden a las personas con VIH en los servicios de salud, observa la abogada Norma Bautista. “Así, de cierta forma, vamos a ir arrancando esos estereotipos y esos prejuicios. Pero la capacitación no puede serlo todo, porque también hay que verificar que de verdad ese servidor público al que le estas explicando de qué va todo el tema de no discriminación… le sirvió y sí fue efectiva. Pero también muchas de estas políticas no se queden como cuestiones clientelares”.
Por su parte, la presidenta del Copred, González de la Vega, ejemplifica que los cambios culturales pueden darse desde señalar en los círculos cercanos cuando un chiste “no está bueno: discrimina estigmatiza a una persona”. Así es como los prejuicios comienzan a ser desmontados.
Otro aspecto necesario es que la sociedad sea empática y se desprenda los prejuicios, opina Alaín Pinzón. Ello, porque “las personas con VIH llegamos al diagnóstico por| cualquier razón que sea y cualquiera es válida para poder entender que las cosas pasan. Que no es una sentencia de muerte, ni algo que nos defina. Es un problema de salud pública. Tratamos de vivir con esto y si no hay empatía por la otra persona no avanzaremos mucho en la lucha contra el estigma y la discriminación en este país”.
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