México debe contar con una comunidad de inteligencia integral al servicio de los intereses superiores del Estado y de la sociedad a la que se debe, y no al poder en turno; y debe estar acompañada por una clara diferenciación y separación entre la inteligencia para la seguridad nacional y la inteligencia criminal, afirman expertos.
“El desafío de México es contar con una comunidad de inteligencia integrada por agencias profesionales que responda al Estado y que coadyuve al proceso de toma de decisiones al más alto nivel de conducción política del país, asegura Mario Vignettes del Olmo, exdirector de la Escuela de Inteligencia de Seguridad Nacional.
Considera que un factor que impide la coordinación entre los servicios de seguridad del país y sus agencias de inteligencia, es la falta de criterios uniformes para otorgar acceso a productos de inteligencia y regular su intercambio y explotación, para enfrentar riesgos y amenazas a la seguridad nacional, como la crisis de seguridad y del Covid-19.
Subraya que el sistema nacional de inteligencia, en construcción bajo el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, debe articular todas las áreas especializadas (CNI, Sedena, Marina, UIF, Hacienda y SRE), como objetivo explícito del Programa de Seguridad Nacional para enfrentar riesgos y amenazas a la sociedad.
Los trabajos de seguridad e inteligencia se dispersan en la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), tarea que debía ser compartida con las secretarías de Defensa Nacional y Marina Armada de México y, en el ámbito civil, con el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), asegura Abelardo Rodríguez Sumano, profesor de la cátedra en investigación en seguridad nacional en la Universidad de Guadalajara.
En entrevista, plantea que el CNI debe estar en la Presidencia de la República para trazar la información, cruzarla con todo el gabinete y concentrarla en la figura de un consejero de seguridad nacional, para la toma de decisiones de defensa del Estado.
“La estrategia de seguridad e inteligencia del gobierno de López Obrador resulta insuficiente para enfrentar a la delincuencia, que puede poner jaque al Estado y llevar al país a una crisis más profunda, de prevalecer una seguridad nacional disfuncional en el estado de derecho”, advierte Rodríguez Sumano.
México requiere de fortalecer las instituciones de inteligencia con recursos financieros y humanos, para enfrentar violencia, pandemia, desastres naturales, crimen organizado y otras amenazas presentes, pues no se puede pensar en operativos sin inteligencia, ni sin capacidad operativa y de coordinación conjunta, indica el doctor en ciencias políticas por la UNAM, Emilio Vizarretea Rosales.
“Si bien el CNI cumple una función importante, realmente no es tan fundamental en estas decisiones; las áreas fundamentales para la seguridad nacional son las de inteligencia militar y naval. Las otras, entre las que debiera estar la Unidad de Inteligencia Financiera, “parece que andan más en cuestiones de venganzas”, arguye en entrevista.
La capacidad existe, aunque se necesita fortalecerla; sobre todo, requiere de la comprensión del titular del Ejecutivo federal sobre el tipo de áreas, tareas y operaciones de inteligencia para la seguridad nacional, afirma el catedrático.
Agrega que “la interrelación entre las ideas del desarrollo, de la seguridad nacional y la defensa se requieren mutuamente. De nada nos serviría tener un Ejército de primer de mundo si no tenemos un país de primer mundo: el tipo de apoyo y actividades de cada área de inteligencia está sujeto al desarrollo”.
Por ello, observa que la esencia del CNI debe ser el trabajo de prevención a partir de diagnósticos, de investigación no sólo de gabinete, sino de campo. “Ése es el punto fundamental, por ejemplo, lo que hacía en materia de encuestas el Cisen; no se ha visto que en el CNI hagan algo interesante”, enfatiza por su parte Vizarreta Rosales.
Indica que el CNI está en una etapa en la que apenas están encontrando las necesidades gubernamentales y los intereses de la sociedad, factores importantes que aún no han definido del todo.
La inteligencia es un tema de necesaria coordinación. Mientras no se coordinen el CNI y otras áreas de Defensa y Marina no puede hacer gran cosa. Falta esa parte de trabajo decampo que siempre es necesaria y de los que disponen ambas secretarías, y lo que se esperaba de los datos relativos al lavado de dinero en poder de la Unidad de Inteligencia Financiera, “pues no los comparten, cada quien tiene su parcela de información”.
En el marco del Sistema Nacional de Inteligencia, la Sedena da cuenta en el Segundo informe de gobierno de que “se elaboraron 374 productos de inteligencia de carácter estratégico, para proporcionar un panorama internacional y nacional de los campos del poder, temas del dominio marítimo, delincuencia organizada, narcotráfico y seguridad interior”.
Se elaboraron 374 productos de inteligencia de carácter estratégico, para proporcionar un panorama internacional y nacional de los campos del poder, en temas del dominio marítimo, delincuencia organizada, narcotráfico y seguridad interior.
El apartado del Informe sobre las Fuerzas Armadas refiere que se reforzaron los Centros Regionales de Inteligencia Naval para fortalecer operaciones de mandos navales, a través de la identificación y prevención de riesgos y amenazas que afectan a la seguridad nacional, con lo que se generaron 627 productos de inteligencia para apoyar a la planificación de operaciones navales.
“Para garantizar la integridad y la soberanía nacional, entre el 1 de septiembre de 2019 y el 30 de junio de 2020, se generaron 362 productos de inteligencia geoespacial de 15 entidades federativas, en apoyo a mandos y unidades navales para la georreferenciación de pistas clandestinas, ranchos, campamentos de entrenamiento de la delincuencia organizada, mapas delictivos, robo de combustible”, señala el texto.
Al balance histórico de la agencia civil de inteligencia mexicana, y al tránsito y consolidación de la democracia como asignatura pendiente en México, se suma un conjunto de retos en el ámbito de la inteligencia, considera Marcos Pablo Moloeznik, doctor en ciencia política por la Universidad de Guadalajara.
Profesor huésped en las universidades de Colonia y Libre de Berlín, Alemania; Buenos Aires y Rosario, Argentina; y Varsovia, Polonia, destaca que México necesita contar con una comunidad de inteligencia, “un sistema bajo una visión común que responda al Estado y que coadyuve a la toma de decisiones que puedan influir en la dirección a seguir por la sociedad en el futuro”.
En especial, para enfrentar la violencia endémica se erige en un asunto crítico que cuestiona severamente el derecho a la vida y cuya atención debería estar encaminada a reducir la tasa de homicidios intencionales por cada cien mil habitantes, apunta.
Distinguir y separar las dimensiones operativa, táctica y estratégica, para que el sistema cumpla con las expectativas de su función, otorgando prioridad a lo estratégico, refiere en su análisis Balance del derrotero histórico de la agencia civil de inteligencia mexicana, publicado en Interticios Sociales, revista del Colegio de Jalisco (septiembre 2020-febrero 2021).
Vignettes del Olmo plantea articular un modelo nacional de inteligencia estratégica que integre la información de todas las instancias de seguridad nacional, entidades federativas y municipios, a partir de la identificación de capacidades y necesidades, y cultivar la retroalimentación entre productores y consumidores de inteligencia para el funcionamiento óptimo del sistema.
Afirma que, al margen de los vaivenes de la política partidista, la comunidad de inteligencia debe estar integrada por académicos, como responsables de la orientación conceptual y doctrinaria; y por científicos a cargo del desarrollo de algoritmos especializados para medir el impacto de temas de la Agenda Nacional de Riesgos.
Subraya importante recorrer los distintos peldaños hasta lograr que los ciudadanos sientan la comunidad nacional de inteligencia como suya, así como invertir en formación y capacitación de personal de inteligencia de gobiernos estatal y municipal, orientados a la recolección de inteligencia, mientras desarrollan capacidades para la producción de inteligencia.
Actualmente, la inteligencia militar de la Sedena y Semar, bajo el mando supremo del presidente de la República, ponen de relieve la ausencia de una articulación de jefes de Estado Mayor o una agencia de inteligencia militar unificada, asegura Vignettes del Olmo.
La comunidad de inteligencia militar “enfrenta desafíos sin precedentes por amenazas trasnacionales y elementos estructurales de la sociedad mexicana, como desigualdades sociales y regionales, y el crecimiento de inseguridad derivada de actividades del crimen organizado”, destaca el experto en su ensayo Comunidad de inteligencia de México: una descripción crítica.
El análisis del experto, publicado en la Revista Internacional de Inteligencia y Contrainteligencia, sugiere que para que el aparato de inteligencia logre resultados, necesario generar un sistema de seguridad, sobre la base de verificación de antecedentes, pruebas psicológicas, poligráficas, y criterios para determinar si existe un estado de “necesidad de saber” para cada puesto en las agencias que producen inteligencia.
Plantea que la comunidad de inteligencia requiere enfocarse en seis áreas fundamentales en futuro inmediato:
-Coordinación de acciones ejecutivas, un paso en esta dirección ha sido la creación de cinco centros regionales de fusión de inteligencia, bajo la coordinación del Consejo de Seguridad Nacional, centrado en la inteligencia táctica para contener grupos del crimen organizado.
-Visión estratégica común entre los miembros de la comunidad de inteligencia, esencial para coordinar el intercambio y acciones ejecutivas que promuevan los intereses nacionales de México en el exterior.
-Intercambio de inteligencia con servicios extranjeros, actualmente, se lleva a cabo bajo incompletos protocolos y caso por caso; y autorización de seguridad de enlace al sistema común a la comunidad de inteligencia, para generar criterios colectivos entre agencias mexicanas y extranjeras.
-Un sistema de contrainteligencia (CI) para proteger cada componente de la comunidad con sólidas medidas y procedimientos de contrainteligencia imprescindibles, pues México carece de una autoridad nacional de CI, para reducir la vulnerabilidad del personal, instalaciones y sistemas informáticos, y para proteger la seguridad difusión de productos de inteligencia.
Vignettes del Olmo estima que en la próxima década podría haber una confluencia de esfuerzos federales para llegar a un acuerdo en común sobre protocolos estándar para la coordinación y el intercambio de inteligencia, junto con mandatos coordinados, misiones y capacidades, elementos relevantes para construir una comunidad de inteligencia más fuerte.
“La comunidad de inteligencia debe abordar el proceso para reforzar, a veces adoptando un sistema de contrainteligencia, y proteger la información de seguridad nacional, construir una mayor capacidad de autocrítica y profesionalización, desarrollar una doctrina uniforme, diseñar criterios comunes para compartir inteligencia, y agilizar la coordinación de operaciones impulsadas por inteligencia.”
Los sistemas de inteligencia trabajan en torno a las estructuras de poder y agendas de riesgos y oportunidades, por lo que muy poco se puede comparar la realidad de países desarrollados con la de países llamados emergentes, cavila Jorge Tello Peón, co-director del Centro de Estudios sobre Seguridad, Inteligencia y Gobernanza (Cesig) del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
Afirma que en México “permanece una enorme confusión de conceptos y vicios en la práctica, que dejan a la inteligencia en el nivel de oficio y todavía muy lejos de alcanzar las características de una profesión madura”, y se pregunta ¿Por qué la primera agencia de inteligencia civil mexicana, el Cisen, se formalizó hasta 1986?
Responde que los esfuerzos previos, la creación del Departamento Confidencial de la Secretaría de Gobernación (1929), el Departamento de Investigaciones Políticas y Sociales (1942), la Dirección Federal de Seguridad (1947), “tenían pocos elementos de una organización formal de inteligencia y respondían más a intereses de grupos y facciones, no tuvieron los alcances, la visión o la necesidad para institucionalizar la función” de inteligencia.
Así, dice, “la inteligencia operativa, el oficio de la obtención de información privilegiada de uso inmediato, ocupó tradicionalmente los espacios y satisfizo las expectativas”. Importante y útil en su momento, “resolvió y atendió la urgencia”.
Sin embargo, el país en materia de inteligencia se quedó solo con lo superficial, con las tareas de poco valor agregado. Lo otro, lo sofisticado, lo elaborado, lo superior, “eso se importó del extranjero”, resalta.
“El inconveniente es que, en este caso [los órganos de inteligencia] no solo es un tema de interés económico: alta tecnología o alto valor agregado. Conlleva los intereses y prioridades de las naciones y de la región: es el destino del país lo que está en juego”, sostiene.
Tello Peón, exdirector del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, indica que “la inteligencia tiene por objetivo eliminar incertidumbre: “conocer, es un tema de supervivencia y de supremacía”. En su artículo Inteligencia como profesión: ¿ser o estar?, publicado por del Cesig, afirma que la inteligencia no es espionaje.
“Sin menoscabo de la tarea como método de obtención de información confidencial y secreta, es, en cualquier caso, apenas el principio de la producción de inteligencia: recolección de información o investigación, la inteligencia estratégica es una profesión de temple”, argumenta.
https://youtu.be/A4ntpLzPJCA
https://youtu.be/UNWebrZ3S6o
https://youtu.be/W1WcotOfSG0
https://youtu.be/1LGNMySySzY
Tras la crítica a la estrategia de seguridad del expresidente Andrés Manuel López Obrador y…
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