La pandemia de Covid-19 ha exacerbado las vulnerabilidades en ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos, impactado en los sistemas de salud, seguridad social, desarrollo económico, y está poniendo a prueba la economía regional, las cadenas de producción y suministro de América del Norte, aseguran expertos en relaciones internacionales.
Destacan que la crisis actual por coronavirus es un caldo de cultivo para amenazas híbridas que se suman a preocupaciones de seguridad nacional producidas por la pandemia, como el cambio climático, crimen organizado, terrorismo y ataque potencial de Estados hostiles contra Estados Unidos.
La política antiinmigrante del vecino país hacia México, la respuesta a la pandemia de Covid-19 en cada nación y las elecciones estadunidenses agitan el debate público y las prioridades políticas en la relación bilateral, que enfrentan desafíos en comercio, migración, seguridad fronteriza, violencia, tráfico ilegal de personas, drogas y armas, advierten los especialistas.
Está en juego la protección de intereses compartidos que van desde el comercio hasta la frontera terrestre; acceso a una zona económica exclusiva; seguridad de telecomunicaciones, aérea y satelital, puertos, aduanas e instalaciones estratégicas, alertan.
Abelardo Rodríguez Sumano –profesor de la Universidad Iberoamericana– y Richard J Kilroy Jr –del Centro para los Estados Unidos y México, Instituto Baker de Políticas Públicas, profesor asociado, Coastal Carolina University, Conway, SC– afirman que antes de la Covid-19, ni Estados Unidos ni México priorizaban el prepararse para una pandemia como parte de sus sistemas de seguridad nacional.
En su ensayo ¿Evitar conflictos?, Estados Unidos y México, escenarios futuros de seguridad y defensa (agosto de 2020), afirman que “si bien especialistas, científicos y actores políticos de ambos países recomendaron incluir un sistema de prevención de pandemias, ni [Donald] Trump ni [Andrés Manuel] López Obrador lo incluyeron en sus prioridades estratégicas”.
Y añaden que desde la declaración de la pandemia el 11 de marzo de 2020 por parte de la Organización Mundial de la Salud, los gobiernos de México y Estados Unidos han tenido respuestas excesivamente politizadas; y aseguran que los procesos de toma de decisiones en cada país han correspondido más a un catálogo de buenos deseos que a la creación de políticas públicas informadas.
“Esto es crucial, ya que la pandemia tiene el potencial de destruir vidas, sistemas de salud, economía, y, por supuesto, seguridad”, refieren los expertos en su ensayo. Además indican que, en México, a medida que aumenta el número de casos de Covid-19, la pobreza se dispara rápidamente, lo cual, finalmente, incrementa la inseguridad y violencia, que es, al menos en parte, la fuente de la tensión entre México y Estados Unidos.
En entrevista, Rodríguez Sumano sostiene que el crimen organizado ha aumentado, mientras el presidente Trump busca concluir el tema de la seguridad compartida y declara que éste es un problema mexicano, cuando en realidad es trasnacional y de seguridad compartida.
“También seguirá aumentando el dinero ilícito y de ahí se seguirá alimentando el crimen organizado, así como el tráfico de armas no se ha regulado efectivamente, y no se ve que se vaya a regular ni por [Joe] Biden y ni por el presidente Trump”, indica Sumano, miembro del Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt, nivel II, doctor en relaciones internacionales y políticas comparadas por la Universidad de Miami.
Refiere que al tema de la corrupción y la impunidad en México, que se vincula con el dinero ilícito y el tráfico de armas, se suma el de la pandemia y la migración que trastocan los temas comerciales y, por tanto, las relaciones bilaterales México-Estados Unidos.
“Estamos en un momento crucial. Hay una medición de riesgos y amenazas que se van transformando y van involucrando nuevos actores, nuevas estrategias, nuevos recursos. La criminalidad va a seguir avanzando, va a seguir creciendo”, afirma Rodríguez Sumano vía telefónica.
Indica que, desde la perspectiva del Estado mexicano, “no hemos generado la estrategia, la doctrina ni instituciones sólidas transexenales; tampoco existe una doctrina de seguridad nacional, mientras siguen avanzando los riesgos, las amenazas y vulnerabilidades” para el país.
Plantea que las amenazas híbridas como el cambio climático, la proliferación de nuevos patógenos, la desaparición de especies, las pandemias, la globalización, el turismo, la economía dañan a México y están demandando la participación de la comunidad científica como asuntos de seguridad global.
En su ensayo, Rodríguez Sumano y Richard J Kilroy analizan factores clave que impactan la seguridad y defensa de ambas naciones y plantean cuatro escenarios y recomendaciones de políticas para la prevención de conflictos, y exponen vulnerabilidades en sistemas de salud, economía, desarrollo social a nivel global, regional y bilateral.
El documento se centra en la seguridad entre Estados Unidos y México en 2015-2020, dado el contexto geopolítico y factores internos y externos que impactan a ambos países. Así como los desafíos de seguridad y amenazas (crimen organizado transnacional, terrorismo, pandemias, tráfico de drogas y armas, inmigración, etcétera).
Los analistas sostienen que la relación México-Estados Unidos experimentó un cambio dramático desde la convergencia (2001-2016) a la divergencia (2017 al presente) con la llegada de Trump a la Casa Blanca. Paradójicamente, señalan que con López Obrador existe una relación difícil entre los dos líderes políticos con resultados inciertos.
Los catedráticos sostienen que, dado que la relación de seguridad y defensa entre Estados Unidos y México tiene una dinámica asimétrica y el país vecino aún conserva su estatus de superpotencia dentro del sistema internacional, llevará a ambas naciones a experimentar tremendos desafíos en los próximos 15 a 20 años.
La política de crimen organizado de Trump exige una mayor presión sobre las autoridades mexicanas si México no detiene su expansión. Incluso ha amenazado con una respuesta militar en suelo mexicano para defender la frontera con Estados Unidos.
Las políticas de Trump han sido reactivas y politizadas con fines electorales, como el envío de fuerzas militares estadounidenses en servicio activo a la frontera sur para protegerse contra migrantes centroamericanos. Esto se hizo a pesar de la comunicación previa entre los dos líderes de un nuevo “entendimiento”.
Consideran que el Plan Nacional de Paz y Seguridad 2018-2024 de López Obrador no es una estrategia integral para lidiar con amenazas y vulnerabilidades como el crimen organizado, el consumo de drogas en Estados Unidos o la corrupción, problemas reales para México que sí impactan las relaciones de seguridad con Estados Unidos.
“Parece que la administración de López Obrador tiene la intención de extender, tanto como sea posible, la ‘luna de miel’ con Trump para evitar conflictos. Esto es riesgoso ya que las políticas de ambos países solo pospondrán una crisis hasta que potencialmente estalle”, advierten.
Subrayan que grupos del Ejército Mexicano ven a Estados Unidos como una amenaza continua a su soberanía y territorio. “Si bien la Armada y los marines mexicanos son más progresistas y cooperan rutinariamente con la Armada y la Guardia Costera de Estados Unidos en misiones antidrogas, el Ejército Mexicano sigue siendo fuertemente nacionalista y desconfiado de su vecino del Norte”.
“Y cuando el Ejército Mexicano realiza ejercicios de entrenamiento e instrucción en sus escuelas militares, la amenaza que se describe no es Cuba o Guatemala, sino Estados Unidos y el potencial de una invasión de México liderada por ese país”.
En su ensayo los expertos plantean cuatro posibles escenarios futuros sobre las relaciones de seguridad nacional y defensa entre México y Estados Unidos (denominados futuro de referencia, futuro alternativo I, futuro alternativo II, y futuro preferido), para un período de 15 a 20 años, en el que el escenario de statu quo es el menos improbable (Figura 1), y plantean disputas y objeciones para cada uno de los escenarios para determinar su viabilidad. (Gráficas1, 2 y 3).
Figura 1. Cono de plausibilidad para los cuatro escenarios diferentes.
De acuerdo con Rodríguez Sumano y Kilroy Jr, el futuro de referencia para las relaciones de seguridad entre Estados Unidos y México consiste en que, a pesar de los cambios políticos que ocurren en ambos países, es probable (entre 55 y 80 por ciento) que continúen las tradicionales relaciones bilaterales de seguridad.
“En otras palabras, las instituciones y los intereses probablemente triunfarán sobre las políticas de identidad, aunque la erosión de la confianza entre los dos países dificultará la cooperación en materia de seguridad”, indican los analistas.
Consideran que la cooperación en seguridad transfronteriza seguirá enfocándose en el tráfico de drogas, personas y armas, y que es poco probable que la construcción del muro fronterizo impida el intercambio de información policial o la cooperación militar entre los dos países.
“Si bien el futuro de referencia es una trayectoria, sí reconoce que ambos países enfrentan desafíos internos importantes que crean un nivel de vulnerabilidad para el liderazgo en cada nación”, subrayan.
Los indicadores clave para esta línea de base futura incluyen: representantes del Congreso de Estados Unidos y México que actúan para contrarrestar los poderes ejecutivos en la toma de decisiones y demandan información basada en evidencia tanto de la Casa Blanca como del Palacio Nacional.
Y apoyo popular en ambos países a la reforma migratoria para reducir el flujo de inmigrantes y colaboración institucional de las fuerzas armadas, las fuerzas del orden y agencias de inteligencia para intercambio de información, cooperación, reducción de amenazas y aliviar los desafíos de seguridad.
El futuro alternativo I se basa en el supuesto de que el contexto geopolítico actual no es una aberración sino la nueva normalidad. Este escenario asume que las percepciones de amenaza de ambos países están moldeadas más por la enemistad que por la amistad entre ellos, y los intereses de seguridad y defensa, por lo tanto, divergen en el nivel más alto de poder. Se estima que el escenario de “la divergencia domina” es del 20-45 por ciento de probabilidad.
Los impulsores clave de este escenario incluyen: la reelección de Trump para un segundo mandato; el sucesor de López Obrador continuará con sus políticas; la política migratoria estadounidense se vuelve más draconiana y dirigida a los mexicanos que viven en Estados Unidos; y la economía de México o la seguridad interna implosionan, enviando más migrantes a la frontera de Estados Unidos y abrumando las medidas de seguridad fronterizas vigentes.
Gráfica I. Futuro alternativo I: La divergencia domina
El futuro alternativo II es una variante extrema del primero, incluida la posibilidad de un conflicto abierto entre Estados Unidos y México. Esto iría más allá de una guerra comercial y se convertiría en un verdadero enfrentamiento militar, aunque en caso extremo de una intervención militar, la Casa Blanca necesitaría la aprobación del Congreso.
Sin embargo, muchos representantes son muy cautelosos debido a la gran cantidad de inversiones que tienen en estados a lo largo de la frontera México-Estados Unidos. Esto significa que incluso en este escenario, el Congreso de los Estados Unidos jugaría un papel crucial en la política exterior y la seguridad nacional.
“México se ha visto significativamente afectado por la violencia reciente y la inseguridad del país sigue creciendo, resultado de muchos desacuerdos y limitaciones internas en cuanto al respeto del estado de derecho y el bien común. Así, en los palacios del poder o en los sótanos del secretismo se ha quebrantado el orden, las normas y las leyes”, advierten los catedráticos.
Incluso si bien México no es un estado fallido, está perdiendo estados ante el creciente control de las organizaciones del narcotráfico (Michoacán, Guerrero, y Tamaulipas, por ejemplo). Progresivamente, México se vuelve ingobernable y vulnerable al narcotráfico y la influencia de las pandillas, lo que crea una posibilidad de conflicto entre Estados Unidos y México.
Por lo tanto, si bien la evaluación general del escenario de “conflicto militar” es que tal desarrollo es muy poco probable (5-20 por ciento), la posibilidad de una intervención militar de los Estados Unidos en México no puede ser completamente descartado.
Los indicadores clave para este escenario incluyen: cambios geopolíticos fuera del dominio de América del Norte que aumentan las tensiones a nivel regional y mundial; un ataque catastrófico en Estados Unidos vinculado a grupos terroristas u organizaciones de tráfico de drogas desde México; y la economía o la seguridad interna de México implosionando, enviando más migrantes a la frontera y abrumando las medidas de seguridad fronterizas vigentes.
Gráfica 2. Futuro alternativo II: Contención, conflicto militar
En el escenario preferido, los analistas argumentan cómo deben desarrollarse las relaciones de seguridad, reconociendo los roles que juegan las variables de intereses, instituciones e identidad nacional en la configuración de un nuevo complejo de seguridad regional en América del Norte (principalmente entre Estados Unidos y México, pero también incluido Canadá como actor regional).
El futuro preferido prevé una convergencia de intereses de seguridad dominantes, lo que apoyaría el surgimiento de un complejo de seguridad norteamericano.
En este escenario, la seguridad de México, Canadá y Estados Unidos estaría tan interconectada que los vínculos entre sectores políticos, sociales, económicos, ambientales y militares mostrarían un nivel de cooperación e intereses compartidos. Esto se reflejaría en procesos institucionales que podrían resistir los cambios políticos sin dejar de reconocer la identidad única de cada país.
Para tal fin, los impulsores o indicadores clave de este futuro incluyen: liderazgo político nuevo o actual en ambos países que busca disipar las tensiones; reforma migratoria integral hacia la ciudadanía para los 11 millones de trabajadores indocumentados; y una nueva comprensión de la soberanía que muestre respeto mutuo y promueva la cooperación en materia de seguridad.
Grafica 3. Futuro preferido: La convergencia domina
Al analizar la relación entre el escenario futuro preferido y los escenarios alternativos, Rodríguez Sumano y Richard J. Kilroy Jr evalúan los criterios necesarios para crear las condiciones sobre las cuales podría desarrollarse el escenario preferido.
Un ejemplo, plantean, serían las políticas implementadas después del 11 de septiembre (2001) y después de los huracanes Katrina y Rita (2005), que facilitaron la cooperación en materia de seguridad y defensa entre Estados Unidos y México en las áreas de respuesta a desastres y manejo de emergencias.
“El desafío es cómo la identidad nacional y las diferentes percepciones de amenazas impactan la capacidad de los estados para desarrollar metas y objetivos de seguridad convergentes”, subrayan los expertos.
Y plantean que para el futuro preferido de convergencia que domine las relaciones de seguridad y defensa entre Estados Unidos y México, se necesitarían varios eventos.
Un acuerdo comercial que mejore los intereses económicos y de identidad de ambos países, ayudaría a cambiar la narrativa de la Casa Blanca. También facultaría a la administración de López Obrador para que adopte una nota más positiva, lo que podría conducir a una mayor cooperación en materia de seguridad en lugar de confrontación.
Desarrollar en la frontera común nuevas estructuras y procesos institucionales que podrían facilitar una convergencia de intereses de seguridad. Por ejemplo, fuerzas del orden y funcionarios de aduanas e inmigración de ambos países trabajen juntos para enfrentar la amenaza de drogas ilegales, armas y trata de personas.
En materia de seguridad y defensa, México requiere un poco más de soberanía nacional y menos de intervención estadounidense, considera Guadalupe Correa-Cabrera, doctora en ciencias políticas, en el New School for Social Research (Nueva York), quien asegura que los riesgos a la seguridad nacional se van a expandir por tener una lógica trasnacional.
“A México le convendría tener menos presión y resolver sus propios asuntos y Estados Unidos debería de cumplir con sus acuerdos internacionales y no achacarle todos los problemas a nuestro país, lo cual podría disminuir la militarización que México siempre ha pagado con muertos, militarización a la que contribuye Estados Unidos para generar artificialmente economías”, apunta.
En entrevista telefónica, la catedrática y autora del libro Zetas Inc considera que la relación México-Estados Unidos, independientemente de quien gane la presidencia, el país vecino mantendrá una política migratoria restrictiva, además de que va a expulsar a migrantes de su país por la situación económica derivada de la pandemia.
“Se van a profundizar las desigualdades, las necesidades y la violencia. La gente va a buscar nuevas maneras de allegarse de recursos. Y la delincuencia organizada trasnacional, como los cárteles de la droga, van a disponer de más personas dispuestos a trabajar para ellos, en esta lógica de búsqueda de nuevas maneras de allegarse recursos”, acota.
Correa-Cabrera dice que las pandillas trasnacionales, de la mano con las migraciones y las redes ilícitas, van a estar en crisis como empresas dedicados a la venta de gasolina, al tráfico humano.
México va a seguir cooperando con Estados Unidos porque este país tiene la capacidad de presionarlo para que sirva de muro contra la migración continental, y siempre ha tenido interés por participar en operaciones antinarcóticos de manera directa.
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