Altos índices de mortalidad por enfermedades no transmisibles, falta de acceso a la salud, desnutrición, analfabetismo, vivienda precaria, exclusión social y violencia padecen mujeres indígenas del país ante la indiferencia y abandono institucional, advierten antropólogos y especialistas.
Por su carácter prevenible y evitable, la mortalidad de mujeres indígenas constituye un grave problema de derechos humanos, de igualdad de género y de justicia social, considera el análisis Mortalidad en poblaciones indígenas y violencia estructural, elaborado por Graciela Freyermuth Enciso, catedrática del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas).
La también médica por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), precisa que la brecha entre la población indígena y no indígena en México es resultado de la desigualdad estructural y de un escenario social caracterizado por la injusticia.
En su análisis, Freyermuth Enciso establece que los determinantes sociales de la mortalidad entre la población indígena –desigualdad y violencia estructural– son resultado de la violación reiterada y sistemática de derechos humanos como el acceso a la salud, vivienda, alimentación, educación e impartición de justicia.
Al analizar las tasas de defunción en los estados con mayor porcentaje de población indígena del país, la especialista señala que el comportamiento es distinto en Chiapas y Oaxaca, donde ser hombre e indígena conlleva un mayor riesgo de morir; en Guerrero la tasa de mortalidad más elevada es en hombres que viven en municipios no considerados indígenas.
Explica que en el caso de las mujeres indígenas en edad reproductiva, las tasas de mortalidad son mayores en municipios con más de 70 por ciento de habitantes de lengua indígena con respecto a las del resto de la población, situación que se acentúa en Chiapas y Guerrero en donde el riesgo de morir se incrementa drásticamente.
Al respecto, Marisol Luna Contreras, maestra en Población por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), señala que estimaciones del Coneval de 2014 a nivel nacional indican que la mortalidad materna –entre la población en general– fue de 38.9 defunciones por cada 100 mil niños nacidos vivos. En Chiapas fue de 68.1 por cada 100 niños nacidos vivos, en Oaxaca 46.7, y en Guerrero 58.7 muertes por cada 100 niños nacidos vivos.
En entrevista, Luna Contreras coincide en que son las entidades del país con los índices más altos de mortalidad materna “que sean preservado durante mucho tiempo”, por múltiples factores como falta de atención médica, carencia de cobertura institucional, y zonas de población indígena alejadas de los centros de asistencia médica.
La catedrática de la Flacso advierte que la mortalidad materna pone a prueba la capacidad del sistema de salud para dar respuesta oportuna a las comunidades indígenas. Por ejemplo, dice, las hemorragias obstétricas graves deben ser atendidas por personal calificado a menos de 2 horas de iniciadas.
Asimismo, expresa que las infecciones tras el parto pueden prevenirse con el tratamiento oportuno de las infecciones de trasmisión sexual en el curso de la atención prenatal, evitando partos prolongados, con higiene adecuada durante la atención. Y la preeclampsia, añade la especialista, debe detectarse y tratarse adecuadamente antes de la aparición de convulsiones (eclampsia).
Por su parte, Graciela Freyermuth Enciso precisa que enfermedades prevenibles como diabetes y cirrosis, y enfermedades crónicas del hígado son la primera y segunda causas de muerte en la población femenina que vive en municipios indígenas del país.
El análisis de la especialista, publicado por el Ciesas en coordinación con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos se realizó en los tres grupos de población indígena específicos: mujeres que habitan en municipios de más de 70 por ciento de población indígena, las que viven en localidades de entre 40 por ciento a 69 por ciento de población indígena, y el resto de la población.
Estos segmentos de población de mujeres indígenas comparten causas de muerte por tumores, enfermedades isquémicas del corazón, homicidios, infecciones respiratorias agudas, nefritis y nefrosis, homicidios, tumor del útero y de mama, cirrosis hepática, enfermedades crónicas del hígado y feminicidio.
Feminicidio es la primera causa de muerte de mujeres en Guerrero con tasas mucho más elevadas que el promedio nacional, que van desde cinco veces más en el caso de las mujeres que habitan en municipios de más 70 por ciento de habla indígena y de 2.5 veces más en el caso de los municipios de 40 a 69 por ciento de población indígena.
El VIH/Sida aparece en el tercer lugar como causa de muerte en los municipios de más de 70 por ciento de habitantes de lengua indígena. Hemorragia obstétrica como una causa específica de las causas maternas se encuentra entre las primeras cinco causas de muerte, igual que en el promedio nacional.
En el caso de Oaxaca, la primera causa de muerte en los tres grupos de mujeres es la diabetes, pero llama la atención que aquellas que habitan en municipios con más de 70 por ciento de habitantes la tasa sea mucho mayor que la del promedio nacional.
En Guerrero y Chiapas la tasa por diabetes es menor que la media nacional para los habitantes de lengua indígena y que en el resto de la población. La cirrosis aparece, al igual que en Chiapas y Guerrero, como una de las principales causas de muerte en mujeres.
Respecto a los hombres indígenas, Freyermuth Enciso indica en su estudio que presentan un perfil y tasas de mortalidad similares al de las mujeres, así como causas de muerte: homicidios, cirrosis, accidentes, diabetes mellitus, suicidios, enfermedades isquémicas del corazón, alcoholismo, infecciones respiratorias, VIH/Sida, nefritis y nefrosis.
Oaxaca, Chiapas y Guerrero los indígenas varones comparten el perfil epidemiológico de mortalidad nacional, aunque el orden de las causas de muerte varía en cada estado, detalla la especialista. Una diferencia, añade, es que en Chiapas entre hombres adultos persisten enfermedades infecciosas gastrointestinales y respiratorias como las principales causas de muerte, y muertes evitables en niños.
La cirrosis y el suicidio son la primera y segunda causa de muerte de indígenas hombres en Oaxaca y Chiapas, respectivamente. En Guerrero, la magnitud de los homicidios es mayor en los tres grupos poblacionales con respecto al promedio nacional, pero es tres veces mayor entre las poblaciones no indígenas.
La académica sostiene que destacan la cirrosis hepática, presente en Oaxaca, Chiapas y Guerrero; el VIH/Sida en Guerrero, pero ausente en Oaxaca y Chiapas; las enfermedades gastrointestinales en Chiapas; o los tumores de mama registrados en Guerrero y Oaxaca que no se encuentra en el promedio nacional entre las primeras diez causas de muerte entre las mujeres indígenas.
Las diferencias que se observan entre mujeres y hombres indígenas frente al resto de la población en cuanto a mortalidad por enfermedades gastrointestinales están relacionadas con la disponibilidad y accesibilidad de los servicios de salud, señala Freyermuth Enciso.
Por ejemplo, indica que las causas de muerte por gastroenteritis en adultos y enfermedades respiratorias denotan problemas no sólo en las condiciones de vida y de vivienda, sino de aceptabilidad y accesibilidad a los servicios de salud pública.
“Esta limitación se refleja en el hecho de que entre 45 y 54.6 por ciento de la población que vive en municipios con 40 por ciento y más de habla indígena mueren en sus hogares, a diferencia del 31.1 por ciento en el resto de los municipios”, subraya.
Estas diferencias –agrega– son más profundas en Chiapas donde el 78 por ciento de las mujeres indígenas mueren en su hogar, en Oaxaca el 57.4 por ciento y en Guerrero el 49 por ciento, porcentajes más elevados que el promedio nacional.
Y es que el pobre acceso a los servicios de salud está condicionado también por la ubicación de los municipios indígenas, advierte Freyermuth Enciso, ya que entre 74 y 89 por ciento de las mujeres que fallecieron en municipios indígenas del país fue en localidades rurales menores de 15 mil habitantes, porcentaje que se eleva en Chiapas (97.4 por ciento), Oaxaca (90.8 por ciento) y Guerrero (85.4 por ciento).
En ese sentido, la catedrática se pregunta “¿por qué si en los últimos años se ha tenido un incremento importante de afiliación al Seguro Popular en poblaciones indígenas y aún más en mujeres, los perfiles epidemiológicos siguen mostrando rezagos a través de la presencia de enfermedades prevenibles?
“La respuesta se encuentra en los rezagos en educación y vivienda, que la afiliación de los servicios de salud no esté asegurando el acceso efectivo a los mismos porque no están disponibles, no tienen la calidad que se requiere o carecen de capacidad resolutiva”.
El acceso a servicios de salud es fundamental para la sobrevivencia de enfermedades evitables, considera la académica. “En 2010, de acuerdo con el Coneval, el 15.1 por ciento de la población indígena no contaba con ningún sistema de protección en salud, a diferencia del 17.4 por ciento del resto de la población, siendo este el único indicador en que el rezago es mayor en el resto de la población a nivel nacional”.
Resalta que el menor rezago en este aspecto lo tiene Guerrero con solo 11.8 por ciento de las personas de habla indígena que no cuentan con un sistema de afiliación a la salud y Quintana Roo con un porcentaje mayor que el promedio nacional, 16.2 por ciento. Los servicios de salud ocurren bajo el programa del Seguro Popular, ya que a nivel nacional el 63.7 por ciento de la población indígena lo utiliza, a diferencia del resto de la población (35.8 por ciento).
Los estados seleccionados para el estudio, presentan un porcentaje más alto en el uso de este servicio. En Guerrero el 89.3 por ciento de indígenas lo utiliza, en Oaxaca es el 63.7 por ciento y en Chiapas el 65.6 por ciento; mientras que en Yucatán y Quintana Roo los indígenas tienen un mayor porcentaje de afiliación a la seguridad social.
Pero la realidad es abrumadora, alerta la catedrática del Ciesas, al señalar que el 2.6 por ciento de indígenas no se atiende cuando está enfermo y el mayor porcentaje en este rubro lo tiene Chiapas con 3.7 por ciento; Guerrero y Oaxaca registran un 2.4 por ciento, y Quintana Roo 2.5 por ciento. Más del 70 por ciento de los afiliados pertenecen al Seguro Popular.
En su análisis, publicado por el Ciesas en coordinación con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), la investigadora Graciela Freyermuth Enciso señala que en un país donde el 93.1 por ciento de los habitantes no hablan lengua indígena, el castellano es el idioma oficial a través del cual se trasmiten mensajes para promocionar y prevenir las enfermedades.
El conocimiento del español es, pues, fundamental para el acceso a los servicios y también para la comprensión de recomendaciones que permiten proteger la salud; su desconocimiento interviene en la exclusión a los servicios y por tanto dificulta su aceptabilidad.
A ello se agrega que el 23.2 por ciento de la población indígena de 15 años y más es analfabeta a diferencia del 4.2 por ciento que presenta el resto de la población; en este caso, la brecha entre estos grupos es casi cinco veces mayor.
No obstante, señala que en las entidades federativas con un porcentaje más alto de población indígena (Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Yucatán y Quintana Roo) se observa un comportamiento diferente; por ejemplo, los tres primeros estados tienen un porcentaje mayor de población indígena analfabeta en relación con el promedio nacional.
El 29.5 por ciento de las mujeres indígenas son analfabetas, casi el doble que los hombres (16.6 por ciento). Guerrero presenta el mayor grado de analfabetismo en mujeres con 40.7 por ciento, le siguen Chiapas con 36.2 por ciento y Oaxaca con 31.4 por ciento.
Las mujeres de los estados estudiados presentan niveles de analfabetismo mayores que los de sus pares masculinos. El 70.8 por ciento de las mujeres indígenas no cuentan con educación básica completa.
La también consejera académica del Coneval considera que las características de la vivienda son fundamentales para la protección de las mujeres y sus familias ante un medio ambiente adverso, por lo que es uno de los indicadores que permite identificar factores de riesgo para la salud.
En ese sentido, precisa que el 15.4 por ciento de la población de habla indígena no dispone de agua entubada en su vivienda, a diferencia del 4.3 por ciento del resto de la población. De las cinco entidades del estudio, Guerrero presenta el mayor rezago en este aspecto con un 24 por ciento de viviendas que carece de este servicio.
El 14.8 por ciento de los indígenas del país tienen en sus viviendas piso de tierra con un diferencial importante de casi seis veces entre indígenas y no indígenas; en este caso también es Guerrero el que presenta el mayor número de viviendas con piso de tierra con el 28.6 por ciento. “Esto significa que las condiciones de vida de los guerrerenses son de menor calidad que las del resto de la población”, acusa.
El 4.5 por ciento de la población indígena carece de electricidad, frente 0.7 por ciento del resto de la población que no cuenta con ella; es decir que por cada seis viviendas de indígenas que carecen de electricidad hay una vivienda que no lo disfruta. Guerrero es la entidad con mayor rezago en este rubro con un 7.7 por ciento de indígenas que no tiene energía eléctrica, seguido de Chiapas con 5.2 por ciento y Oaxaca con 4.7 por ciento.
Al respecto, la catedrática de la Flacso Marisol Luna Contreras advierte que la intersección de vulnerabilidades de las comunidades indígenas coloca a los gobiernos ante el reto y obligación de proteger a las mujeres de muertes tempranas y evitables.
Por ello, asegura que “un acercamiento desde los derechos humanos permite entender mejor a las denominadas muertes evitables, esto es, las causas de muerte que podrían reflejar una acción limitada o deficiente de los servicios de salud”.
De acuerdo con la Encuesta Intercensal 2016 de la CDI, en México hay 7 millones 382 mil 785 personas de tres años y más hablantes de 68 variantes lingüísticas, entre las que predominan el náhuatl, maya, tzeltal, mixteco, tzotzil, zapoteco, otomí, totonaco, chol y mazateco. De 624 municipios indígenas que hay en el país, 239 (9.7 por ciento) tienen una presencia importante de hablantes de lengua minoritaria y conforman 25 regiones ubicadas en 19 estados.
El Coneval mostró que en 2014 la población indígena que vivía en pobreza casi duplicaba al de la población no indígena (76.8 por ciento frente a 43 por ciento, respectivamente) y que la pobreza extrema en esta población era casi cinco veces mayor (38 por ciento frente a 7.9 por ciento).
Seis de cada 10 indígenas tenían al menos tres carencias sociales, mientras que esta situación se reducía a la tercera parte entre las personas no indígenas. Además, la mitad de la población indígena percibía ingresos inferiores al costo de la canasta básica alimentaria en comparación con el 18 por ciento de la población no indígena que estaba en esa situación.
El 21.5 por ciento de la población indígena carecía de acceso a los servicios de salud y el 61.2 por ciento no contaba con seguridad social; 19.2 por ciento presentaba rezago educativo; 13.6 por ciento reportaba carencia por calidad y espacios en la vivienda; 21.2 por ciento no tenía acceso a los servicios básicos en la vivienda; y 23.3 por ciento carencia por acceso a la alimentación.
José Réyez
[SOCIEDAD]
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