En México, 26 millones de trabajadores no tienen acceso a un fondo de pensiones, según cálculos del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. La cifra equivale a más del 50 por ciento de los 47.1 millones que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía registra como población económicamente activa (PEA). Aunque la Declaración Universal de los Derechos Humanos refiere, en su artículo 22, que “toda persona tiene derecho a la seguridad social”, el de las pensiones es uno de los grandes logros de las históricas luchas laborales, pero hoy el más incumplido.
Estar inscrito en un fondo tampoco garantiza que, al cabo de su vida laboral, el trabajador obtendrá una pensión: ello depende del total que aporte en su cuenta individual menos el costo que la administradora le cobrará por la administración de su fondo para el retiro, menos el costo de la inflación.
Si para estos momentos algunos ya tienen cálculos mentales o ecuaciones aritméticas de lo que tienen ahorrado más los años de vida laboral que le quedan y si ese aporte será suficiente, los expertos en estadística, actuaría y matemáticas ya hicieron ese cálculo: se necesita un ahorro mínimo de 300 mil pesos sólo para que al momento de la jubilación se obtenga una pensión de salario mínimo, refiere el Centro Internacional para la Investigación en Pensiones (CIIP) del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
La cifra equivale a 10 veces más de lo que en promedio han ahorrado los 41 millones de trabajadores inscritos en las Administradoras de Fondos para el Retiro (Afores) en 14 años, a partir de que entró en operación el sistema de cuentas individuales administradas por fondos privados.
En promedio, el plazo de vencimiento de estos fondos es de 17.5 años, aunque las primeras pensiones por capitalización individual comenzarán a hacerse efectivas en 2022, es decir dentro de 11 años. Si la tendencia en el monto de las aportaciones se mantiene, el promedio del ahorro no llegará ni a 60 mil pesos, lo que significa que a los primeros jubilados les faltarían 240 mil pesos para alcanzar la llamada renta vitalicia.
De manera que, en el tema de pensiones, hoy el principal problema no son los millones de trabajadores que no tienen tal prestación, sino el bajo nivel de aportación de los millones que supuestamente la tienen, pues “la cobertura real es muy baja, y si el trabajador no aporta a su cuenta, no va a tener una pensión digna pase lo que pase”, alerta el director del Centro CIIP, Tapen Sinha, doctor en economía financiera por la Universidad de Minnesota, Estados Unidos.
—¿Cuánto necesita aportar el trabajador a su Afore para tener una pensión digna?
—Calculemos sobre un promedio de 3.5 salarios al día, unos 180 pesos que es el salario promedio. Sobre ese salario, el trabajador necesitaría aportar a su Afore 140 pesos diarios, es decir, casi el 70 por ciento de su salario durante 30 años de manera ininterrumpida” –explica el investigador adscrito a la División Académica de Actuaría, Estadística y Matemáticas del ITAM.
Con base en la información oficial de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), del Banco de México y las tasas de cobro promedio de cada Afore, el CIIP calcula que de las 41 millones 236 mil 118 cuentas individuales que registra el Sistema de Ahorro para el Retiro, sólo 15 millones aportan de manera regular a su Afore 6.5 por ciento de su salario; de ellos, sólo el 60 por ciento gana, en promedio, tres salarios mínimo; éstos, si es que mantienen la aportación de manera ininterrumpida durante 30 años, recibirán una pensión de un salario mínimo.
De los trabajadores con ingresos menores, “su aporte en términos reales no significa prácticamente nada”; si aportan el 6.5 por ciento de su salario aún con la llamada cuota social que aporta el gobierno, requerirán de 47 años de cotización para tener derecho a una pensión mínima, “y eso siempre y cuando no dejen de aportar un solo mes”, precisa Sinha.
El CIIP calcula que más de la mitad de los trabajadores registrados en una Afore no alcanzará ni el salario mínimo al momento de cobrar su pensión, y que de ésta, el 70 por ciento no recibirá absolutamente nada.
Ello pone de relieve el fallido supuesto apoyo del gobierno al trabajador mediante la llamada cuota social y el supuesto aumento que dio, según la Consar, el gobierno de Felipe Calderón. El doctor Sinha dice que esa cuota está sólo garantizando las ganancias de las Afores.
“Supuestamente se ayudaría a las personas de bajos ingresos, pero no ocurre así, porque en adhesión al 6.5 por ciento del salario del trabajador, el gobierno aporta otro tanto por la llamada cuota social, pero si el trabajador no ahorra nada, la cuota social tampoco llega. Es decir, si yo en un mes no pongo nada en mi cajita, el gobierno tampoco me da la cuota social. Y son precisamente esos trabajadores de menores ingresos los que transitan más pronto entre el sector formal y el informal.”
En cualquier sistema de pensiones, define el CIIP, la cobertura de las pensiones se correlaciona negativamente con el tamaño del sector informal. Así, “cuanto mayor sea el sector informal, menor será el número de trabajadores que contribuyen”.
Por muy poco que un trabajador aporte a su Afore, le debía significar algún ahorro al momento de su jubilación. La razón de que ello no ocurrirá así, explica el doctor Tapen Sinha, deriva de los altos costos reales que las Afores cobrarán al trabajador por “administrarle” su fondo.
Los cargos de los fondos de pensiones en América Latina tienen tasas que son 50 y hasta 100 puntos de base mayor que los occupational funds de Estados Unidos, donde los salarios son mucho más altos, o que los fondos de inversión mutuos, refieren diversos analistas internacionales. De esta región, México es el país que les representa a las compañías las ganancias más lucrativas.
Desde que comenzaron a operar, las Afores obtuvieron ganancias extraordinarias “difíciles de atribuir a su competitividad”, advirtió la Comisión Federal de Competencia (CFC). La rentabilidad del 35.6 por ciento sobre recursos propios fue definida por la CFC como “ganancias excesivas”, que, en cambio, no representaron ningún valor para la cuenta individual de cada trabajador.
Un solo dato ejemplifica la magnitud de esas “ganancias excesivas” que los grupos financieros obtienen por administrar fondos de pensiones: les genera 3.6 veces la rentabilidad de cualquier operación bancaria, lo que es mucho decir, pues las comisiones que se cobran en México por servicios bancarios se ubican entre las más altas del mundo, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
En términos individuales, indican cifras de la Consar, la Afore con las comisiones más altas por administración de cuentas es Azteca, con 1.96 de porcentaje anual sobre el saldo; seguido de Coppel, con 1.81 por ciento; Principal, con 1.79; Metlife, 1.74; Invercap, 1.73; Profuturo GNP, 1.70; ING y HSBC, 1.61; Banamex y Banorte, con 1.58; Afirme, 1.51; Bancomer, 1.45; Afore Siglo XXI, 1.42; y el más bajo, Inbursa, con 1.18 por ciento.
Aunque las comisiones aparentemente son bajas, el problema, explica el director del CIIP, es que “en el estado de cuenta que recibe el trabajador nunca aparece lo que la Afore le descuenta ni lo que le descontará por administrar su fondo, pero al final será casi el 20 por ciento. Las cifras nunca aparecen porque la Afore te dice sólo el porcentaje del flujo que cobra, no el porcentaje de tu saldo. En promedio, de cada 100 pesos que aportan los trabajadores, les quitan más de 19 pesos, es decir casi el 20 por ciento. Eso al final lo verán los trabajadores. Lo que la Consar debía obligar es a que informaran el monto antes y después del cobro”.
Por ejemplo, afiliados a Afore Siglo XXI, que cobra una comisión de 1.42 por ciento, han cambiado su cuenta a Banamex y Banorte, que cobran 1.58.
Otros factores por los cuales el trabajador decide cambiar de Afore son porque lo decide su empresa o sindicato, por “insistencia del promotor”, o porque la Afore se anuncia en televisión. Algunas administradoras, como Coppel, han recurrido a la estrategia de ofrecer en las tiendas departamentales de la misma familia promociones y créditos para quien se inscriba en su Afore. Con este gancho, reciben miles de cuentas cautivas a pesar de que es la segunda administradora más cara de México, sólo después de Azteca.
Quizá este tipo de decisiones esté asociado con que el 80 por ciento de los afiliados a una Afore desconoce que existe una autoridad que vigila a las administradoras, dicen las encuestas oficiales. También se debe a los malos manejos que hay en algunos de estos fondos, que generan hoy el principal motivo de quejas ante la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) por irregularidades. como la falsificación en la autorización de transferencia de Afore o cobros de comisiones más altas.
El doctor Tapen Sinha, miembro del Sistema Nacional de Investigadores, comparte su caso como un ejemplo de las arbitrariedades con que se conducen las compañías y el impacto para el derechohabiente:
“Hace dos años, recibí mi estado de cuenta donde el saldo de mi Afore aparecía en cero, es decir que no tenía ningún dinero. Cuando llamé a la Consar, me dijeron: ‘Usted cambió su Afore’. Respondí que no, que yo no hice ningún cambio, y me dijeron que sí. Presenté mi queja a través de la Condusef, y en la investigación salió que una persona, un promotor de una Afore, falsificó mi nombre y mi firma para transferirme a otra Afore, porque los promotores reciben una comisión de 8 mil pesos por cada transferencia que logran, y esto hicieron conmigo. ¡Tuve que esperar dos años para que regresaran mi Afore a la original! Habían, incluso, colocado en el expediente la fotografía de otra persona.”
De allí las recomendaciones que hace este experto a los derechohabientes: “Checar siempre el saldo de su Afore y, además, analizar la tablita comparativa de rendimiento neto y la comisión que cobra, porque si la Afore está cobrando más que las demás, hay que cambiarse”. Y tercero: “Se debe pensar en un Afore no muy chiquita para que, por lo menos, se tenga certeza del respaldo económico de esa compañía y que no el día en que toque hacer efectiva la pensión haya desaparecido”.
Aunque la Consar asegura que todas las cuentas están garantizadas y que las Afores ofrecen hoy mejores condiciones a sus afiliados, explica la vocera de esa institución, Vanesa Rubio.
Sus 22 años como docente de educación media superior se resumen en un patrimonio de 35 mil pesos en una Afore en la que ha cotizado durante 14 años. Según el promedio de vida laboral, Elena Robles estaría próxima a jubilarse en la siguiente década. En el régimen Afore es una de las cuentas con plazo de vencimiento en 11 años. Con la frecuencia que Elena aporta a su cochinito, calcula que ahorrará otro tanto: 70 mil pesos, que, atenidos a los cálculos del CIIP, no le alcanzarán para recibir una jubilación. Pero no tendrá certeza de ello sino hasta el día en que se jubile.
Su ahorro habrá servido para que el grupo financiero lo cotice en la bolsa durante más de dos décadas. La explicación oficial será la baja densidad que tuvo en sus aportaciones. Con sus grados académicos de doctorado y su empeño de una vida entregada a la docencia, Elena será una de las 25 millones de personas en México que al término de su vida laboral no logrará la pensión mínima garantizada; no será hasta dentro de 11 años que se tope de frente con un fallido futuro de seguridad social.
Para 2050, sólo 25 por ciento de los mexicanos en edad de jubilación, mayores de 65 años, gozará de un ingreso cuando se retiren del mercado laboral, evalúa la consultora Ernst & Young.
Más que un impacto económico para el trabajador en lo individual, investigadores y actuarios advierten su impacto social, pues la pobreza en la vejez provoca un problema social, planteó el actuario Alejandro Turner Hurtado, de la firma Facts, SC, Servicios Actuariales y Financieros, durante su participación en uno de los congresos que sobre el tema de pensiones organizó el ITAM.
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