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Gobiernos nunca han buscado abatir pobreza en la Montaña, sino ganar votos: Tlachinollan

El antropólogo Abel Barrera, director del Centro de Derechos Humanos Tlachinollan, explica que nunca se ha realizado un combate real a la pobreza que padece la Montaña de Guerrero. En entrevista con Contralínea, explica que quienes ganan con los programas asistencialistas son contratistas, funcionarios y algunas empresas; nunca los indígenas. A las comunidades sólo llegan limosnas que sirven para remozar alguna fachada, pero nunca para acabar con el hambre o garantizar la educación de los niños.

Metlatónoc, Guerrero: maquillaje, engaño y violencia

El eslogan “Vivir mejor” se tradujo, para las comunidades montañeras, en arcos de bienvenida a la entrada de los pueblos, curatos e iglesias de concreto, un corral para jaripeos y remozamiento de las fachadas de las comisarías. Los niños siguen creciendo, famélicos y con andrajos, tan pobres como sus padres y más aun que sus abuelos. La violencia del narcotráfico cerca a las comunidades más pobres

Metlatónoc: miseria y explotación

En las comunidades de la Montaña de Guerrero, los abuelos no tienen acceso a servicios médicos; tampoco a vivienda digna ni alimentación sana. Trabajan más de 12 horas al día y consiguen menos de 7 pesos por jornada. Programas para Vivir Mejor prefirieron remozar fachadas y construir curatos antes que establecer el primer hospital para los na’saavi, me’phaa y nahuas de la región.

Cochoapa El Grande: entre la miseria y el desprecio

Indígenas na’saavi mueren en La Montaña de Guerrero por falta de clínicas y médicos, pero también de caminos. Decenas de comunidades quedan aisladas durante meses: la región se vuelve impenetrable también para maestros y proveedores de maíz y otros productos básicos. Es Cochoapa El Grande, el municipio más pobre de México, al que gobiernos de todos los colores han prometido sacar de la miseria.

El nuevo espacio del cine latinoamericano

Resurge el cine latinoamericano para contar la pobreza, las revoluciones, los desplazamientos forzados y los conflictos armados. Pero también, para narrar las vicisitudes diarias de quienes viven, se enamoran y mueren. El arte cinematográfico de los países de América Latina, a pesar del bajo presupuesto, logra reflejar identidades nacionales y regionales mediante historias de desazón y esperanza

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