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Calderón se lleva entre las patas, al menos, a 74 periodistas

Durante el foxismo y el calderonismo aumentó la criminalidad de la delincuencia organizada contra la desorganizada estrategia policiaca y militar del ultraderechista Calderón, que en un conteo oficial cosecha más de 100 mil homicidios, pero son muchos más los asesinados y enterrados en fosas comunes; entre los cuales no menos de 70 periodistas fueron privados de la vida en el cumplimiento de su deber en el contexto de las libertades constitucionales para escribir, publicar y difundir información y opiniones.

PAN y Calderón (y la PGR), enemigos de los periodistas

Con el Partido Acción Nacional (PAN), que ha tenido la sartén por el mango del presidencialismo, la nación ha sufrido el peor empobrecimiento, desempleo, impunidad y corrupción en grado de rateros, que han hecho de los cargos públicos un botín familiar de Vicente-Marta y Felipe-Margarita, en complicidad con sus amigos, socios, cuñados, primos, tal y como lo documenta sobre Calderón y Zavala el periodista Francisco Cruz Jiménez en su libro Las concesiones del poder (editorial Planeta-Temas de Hoy, 2011).

El peligro era (y es) Calderón…

Durante casi 12 años –de Vicente Fox a Felipe Calderón: las dos caras de la misma moneda derechista con la sigla del Partido Acción Nacional (PAN)– se han sucedido todas las desgracias sobre la nación, con los factores comunes de la sangrienta violencia, el empobrecimiento masivo y el desempleo generalizado. Políticamente el foxismo y el calderonismo son la continuidad de dos gobiernos federales fallidos.

El privilegio de mandar, el derecho a desmantelar

La única forma de terminar con el poder omnímodo de los oligarcas de los medios de comunicación, Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego, es hacer lo mismo que hizo Perseo para acabar con Medusa: cortarle la cabeza. Esto a través de dos medidas: el establecimiento de la legalidad y su democratización.

El “acuerdo” Calderón-Televisa y anexas, a la basura

El señor Calderón, a punto de irse de Los Pinos (y su búnker, construido para eludir riesgos ante el armamento de punta de los matones del narcotráfico), intentó imponer la censura previa, que la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos prohíbe, a la información respecto a los hechos, actos y omisiones de su “no-guerra” contra la rebelión armada de las delincuencias, pero ha resultado un acuerdo fallido. Censura previa que “ninguna ley ni autoridad puede establecer”, pero que Calderón, Televisa y algunos otros medios de comunicación quisieron imponer en una complicidad pública, para evitar que los mexicanos, como opinión pública, estuvieran enterados. Con única finalidad de silenciar los homicidios culposos e imprudenciales que la subcultura jurídica del abogado jusnaturalista Calderón llama “daños colaterales”.

Calderón y el narcotráfico

Dice el refrán que tanto peca el que mata a la vaca, como el que le agarra la pata, y viene como anillo al dedo del calderonismo y del narcotráfico, en cuanto a los cientos de miles de homicidios por la guerra de soldados, marinos y policías contra los cárteles de las drogas y la delincuencia organizada.

Televisa contra Aristegui

Las libertades de información, análisis y crítica, vigentes constitucionalmente como derechos individuales y colectivos, cuando son ejercidas sin la tutela de Televisa y Tv Azteca, es decir, sin las manipulaciones de Azcárraga Jean y Salinas Pliego, de inmediato son objeto de ataques a través de esos dos poderes fácticos que insisten, como la delincuencia organizada, en erigirse como gobiernos desafiantes y paralelos, no tanto al presidencialismo como el calderonista, sino a las instituciones del Estado.

Periodismo mexicano en Silencio forzado

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