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Cuando el trabajo te puede matar

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Contralínea Tamaulipas

Existen personas para quienes acudir a trabajar es un verdadero suplicio, pues son víctimas de un acosador (generalmente su jefe), que les hace la vida tan imposible, que terminan perdiendo su salud. Este fenómeno se conoce como “mobbing” y es mucho más común de lo que se cree.

Nadia Irene González Guzmán / Matamoros, Tamaulipas
El “mobbing” o acoso laboral, es un padecimiento que induce, a quien lo sufre, al stress, a padecimientos cardiacos e incluso a la muerte.
Este mal ha llegado a considerarse como una verdadera arma en contra de una persona, que es llevada a tales límites que su propio cuerpo empieza a segregar sustancias como el cortisol y la adrenalina, que poco a poco lo van desgastando.
Estudios recientes demuestran que el “mobbing”, en casos extremos, lleva al llamado “Síndrome de Desgaste Ocupacional”.
Quienes sufren de este síndrome padecen presión elevada, dolor de cabeza y colitis nerviosa, depresión, sensación de humillación y pensamientos negativos que, con el paso del tiempo, los orilla al colapso físico y emocional.
Las víctimas del “mobbing” no tienen una vida familiar feliz a consecuencia de la constante preocupación por sacar adelante su trabajo, por agradar a quien le somete a una constante presión psicológica y por el temor a perder su trabajo.
Durante años ocultan el hecho de que están sufriendo este abuso, hasta que su estado de salud no les permite seguir disimulando y tienen que admitir que alguien se dedica a molestarlos durante el tiempo que están en su centro laboral.
Salvador Silva de 39 años, acudía a urgencias del Instituto Mexicano del Seguro Social una vez por mes, casi siempre de madrugada, por un dolor abdominal. Tras una serie de estudios le fue diagnosticado gastritis crónica por stress.
Casi siempre se le suministraban medicamento vía intravenosa que le ayudaba a salir adelante, pero el problema es que siempre tenía que regresar a su empleo, al que llegó a llamar el “campo de tortura” por la cantidad de problemas que enfrentaba.
Sin embargo la cura a sus males no vino hasta que Salvador se mudó de ciudad y consiguió otro empleo con un jefe menos colérico.
SIEMPRE HA EXISTIDO
Leticia Díaz González, psicoterapeuta del Centro para la Atención de la Juventud y la Familia en Matamoros, aseguró que el “mobbing” es un fenómeno que siempre ha existido, pero no había una conciencia acerca del impacto social que provoca.
“Las personas asumen que conservar su trabajo implica sortear las dificultades que surgen casi siempre con su jefe, aunque su superior tenga el objetivo de perjudicarlos. La finalidad de quien ejerce este tipo de acoso es el de deshacerse de alguien o eliminar su medio de subsistencia”, expresó.
Díaz González aseguró que los individuos que sufren este tipo de acoso pueden soportar durante años el abuso, hasta que comprenden lo que realmente es importante en su vida y renuncian a su empleo.
En Matamoros se ha multiplicado de tal forma el “mobbing”, que se han comenzado a ofrecer pláticas encaminadas a detectarlo y atenderlo.
La mayor parte de estas pláticas se ofrecen en empresas maquiladoras, donde se hace énfasis en la importancia de mantener el equilibrio emocional.
“La mayoría de las veces las víctimas de este mal no buscan ayuda psicológica, sólo atención médica por las complicaciones que sufren por el stress.
“Sin embargo en ocasiones cuando buscan la ayuda ya es muy tarde porque ya están emocionalmente dañados”, dijo.
La especialista reconoció que es muy complicado detectar el “mobbing”, por ello y aunque es una forma de abuso laboral, ni siquiera es sancionado por la ley.
“La ley debe proteger al trabajador pues se trata de una presión psicológica permanente que causa un daño emocional que deja a la víctima totalmente desvalida y con culpas, sin embargo probarlo es muy difícil”, sentenció.
Detalló que generalmente la persona que lo aplica nunca se da por satisfecho y siempre busca a quien molestar.
Además como el maltratador ataca casi siempre en privado, la víctima queda en desventaja porque se mantiene en un ambiente donde se le hace ver como torpe, incumplido o ineficaz.
Por ello a menos que la víctima denuncie los hechos ante las autoridades correspondientes y tenga testigos, el abuso continúa por mucho tiempo o es despedido.
LA LEY CONTRA EL ‘MOBBING’
En la vida laboral algunos individuos se hacen blancos de “mobbing” y se vuelve tolerantes a tales acciones, sin embargo en la mayoría de los casos quien lo sufre termina renunciando a su empleo.
Sandra, quien solicitó permanecer anónima para esta entrevista, se armó de valor para denunciar quien fue su jefe por seis meses, pues le hacía acudir al trabajo los sábados por la tarde para resolver pendientes de otros compañeros.
Además de que le llamaba constantemente a su casa, incluso en altas horas de la noche, para preguntarle sobre situaciones que ella cuidaba informar en un reporte diario que personalmente le entregaba y que él firmaba antes de salir.
“Jamás respetó mi rango y siempre que pudo me hacía ver como tonta, pero lo peor es que cuando lo confronté me dijo que yo era incapaz para el puesto que desempeñaba y que si no fuera por él ya me habrían despedido”, dijo.
Narró que sufrió episodios constantes de gastritis y colitis nerviosa, por lo que fue incapacitada en varias ocasiones.
Sin embargo ni siquiera en esas temporadas su jefe dejaba de llamarla a su casa, alegando que su presencia era “indispensable”.
Cansada del abuso y la indiferencia de sus superiores, acudió a la Procuraduría del Trabajo donde le explicaron que necesitaba testigos, pero ninguno de sus compañeros accedieron a respaldarla temerosos de represalias.
Durante ese tiempo su jefe le quitó la oficina que le habían asignado para dársela a otra persona, además de que ordenó que cerraran el área de fotocopiado para dificultarle la impresión de su trabajo.
Todo los problemas terminaron cuando Sandra finalmente dejó ese empleo.
“Renuncié y estoy más relajada, pero no puedo evitar sentir un hueco en el estómago cuando veo a mi jefe, me pone mal el sólo pensar que sigue tratando mal a sus subalternos, pero ni modo, tengo que cuidar mi trabajo actual y enfocarme en el”, dijo la madre de dos hijos y único sostén de su hogar.
Por su parte, el presidente de la Junta de Conciliación y Arbitraje Número 6, Marco Antonio Leal Flores, aseguró que de las 400 demandas entabladas cada año, ninguna es por acoso laboral o “mobbing”, a pesar que si hay gente que trata de informarse al respecto.
Precisó que la Ley Federal del Trabajo no prevé nada contra este tipo de abuso, aunque desde hace tres años se comenzó a establecer una mayor atención al “Bullying” como se le conoce al acoso escolar.
Detalló, sin embargo, que se ha avanzado muy poco en este rubro.
Comentó que en la ley existen sanciones a otros tipos de acoso, como el sexual, pero en el caso de la presión psicológica es complejo atenderla porque casi siempre el propio trabajador es quien se desiste de su queja.
En la procuraduría, los abogados Eduardo Martín Silguero y Raúl Cerna, brindan asesoría legal gratuitamente a las personas que sienten que se están vulnerando sus derechos laborales.
Sin embargo el 30 por ciento de las demandas por alguna situación de difícil comprobación se abandonan.
OTROS EJEMPLOS
Juan Ordaz, es obrero y en su anterior empleo su entonces jefe le causaba tales episodios de “mobbing” que lo enviaban enfermo a la cama los fines de semana, lo que le impedía convivir sanamente con su familia.
“Me hacía viajar a Monterrey el lunes y me pedía que regresara el martes, que hiciera un reporte y que sacara adelante el trabajo que se quedaba en Matamoros durante los dos días en los que tenía la comisión.
“El jueves nuevamente me pedía que saliera de la ciudad, pero lo peor era si él no sacaba a tiempo su trabajo, me ordenaba hacer el viaje el viernes y yo regresaba a prisa para no pasar fuera de casa mi descanso”, explicó.
Pero de nada le servía estar en casa, porque estaba agotado, malhumorado y con una enorme frustración porque no podía renunciar, aunque estaba realmente harto.
Para el doctor Hugo Virues Virues, quien cuenta con una maestría en Medicina del Trabajo, las faltas laborales injustificadas son un efecto del desasosiego en el que se encuentran algunas personas a las que se les dificulta lidiar con alguien que les ejerce “mobbing”.
En su experiencia en el ámbito laboral, explica que la salud y el estado de ánimo están muy relacionados y cuando hay una sensación de enorme disgusto se compromete la salud.
Coincide con psicoterapeutas locales que observan que ser el objetivo de estas conductas es destructivo, pues no sólo afecta la salud de la víctima, sino que los familiares también presentan depresión, irritabilidad, baja autoestima, stress y varios otros síntomas.
Con más de 20 años de experiencia, relató que ha observado que las personas que están bajo las órdenes de un jefe complicado, generalmente se enferman.
“Pueden llegar con la presión alta, taquicardia, cefalea (dolor intenso de cabeza), mareo y nauseas y en ocasiones el sólo hablar los tranquiliza”, dijo.
Agregó que a veces una persona considera que si intenta frenar el abuso puede sufrir represalias en su contra o la de sus compañeros, por lo que decide someterse.
El especialista relató que en Canadá se llevó a cabo un estudio en el que se asocia al “mobbing” con en el incremento de pacientes con diabetes, en su mayoría mujeres.
De hecho el número de mujeres diabéticas se incrementó en un 19 por ciento, a diferencia de los hombres.
Virues Virues mencionó que las personas que sufren de este acoso pueden presentar desde “neurastenia” o cansancio excesivo, hasta trastornos del sueño como insomnio, somnolencia o hipersomnia.
“Pueden presentar sensibilidad gastrointestinal o dispepsia, que es un malestar en lo alto del tracto gastrointestinal que puede ser tratado sin prescripción médica.
“Sin embargo estos son solo algunos de los muchos padecimientos que terminan por llevar a un estado de convalecencia al paciente y, en casos muy severos, a males crónicos y hasta la muerte prematura”, explicó.
Leticia González agregó que conductas como el “mobbing” se traen programadas desde niños, tanto en quien la ejerce como quien la sufre.
“El sometimiento o violencia es opcional, ya que existen personas que se encuentran totalmente devaluados y la conformidad es propicia para tolerar cualquier clase de maltrato”, explicó.
Indicó que es más difícil hacer ver el error en el que está quien padece “mobbing” porque inconscientemente piensan que es su destino y que deben soportarlo todo.
“A veces son situaciones que se siguen de generación en generación y provoca que una persona que es infeliz por su situación laboral no pueda hacer feliz a su familia”, puntualizó.
SINDROME DE LA ‘CABEZA QUEMADA’.
El Síndrome de Desgaste Profesional o Síndrome de Desgaste Ocupacional (conocido por sus siglas SDO), es una de las consecuencias del “mobbing” a la salud.
Este término aparece por primea vez en la década de los sesentas  y, de acuerdo al investigador y psicólogo norteamericano, Hebert Freudenberger, es “el deterioro y cansancio excesivo progresivo unido a una reducción drástica de energía, acompañada de una pérdida de motivación que a lo largo del tiempo afecta el comportamiento en general”.
Las mujeres lo padecen en mayor número que los hombres y puede venir asociado con otros trastornos como mareo, náuseas, dolor muscular, de cabeza, molestias circulatorios, trastornos digestivos, variación de peso, manchas en la piel y hasta lesiones.
En Matamoros un porcentaje importante de la población laboralmente activa se ha reportado sin energías para ir al trabajo al grado de que ni siquiera se pueden vestir.
Generalmente estos síntomas se atienden con multivitamínicos, que no sirven de mucho.
Además quien padece éste síndrome presenta agotamiento, suspicacia y ineficiencia con el paso del tiempo, porque la insatisfacción que le causa su trabajo es tal que poco a poco va perdiendo el interés.
Una persona que es víctima de “mobbing” no se puede concentrar en su vida por estar permanentemente pensando en su trabajo o el mal momento que les hizo pasar su jefe o compañero, además de la angustia de saber que el día siguiente puede ser igual o peor.
Daniel (quien ofreció su testimonio a cambio de permanecer anónimo), dijo que uno de sus compañeros comenzó a ponerle apodos a todos los que trabajaban con él, algo que al principio fue gracioso, pero después se convirtió en un problema.
“Me ascendieron y a pesar de tener un nuevo nivel, él me seguía llamando por mi apodo, frente a quien fuera, un día ya no lo aguanté y lo llamé a mi oficina y le dije que no quería volver a escuchar que se refería así de mi, al menos no en público”, explicó.
A pesar de que en varias ocasiones le pidió a su subordinado que se detuviera, las faltas de respeto continuaron, al grado que en una ocasión su vehículo fue vandalizado.
“Comencé a sentir que el resto del personal no me estaba tomando en serio por permitir que se laxara el respeto hacia mí”, dijo.
Esta situación le hizo ver que no obstante las jerarquías cualquier persona puede sufrir el acoso laboral, lo que termina haciendo mucho daño.
“Tuve una arritmia que me dejó con una incapacidad de dos semanas y con la advertencia que debía de evitar estos episodios de tensión, porque mi presión arterial y ritmo cardiaco me podían matar”, recordó.
Cuando finalmente regresó a sus labores, se sentía muy fatigado hasta que el médico de la empresa le recomendó hablar con un especialista de la salud emocional y fue como poco a poco logró reanimarse.
“Actualmente la persona con la que tenía conflictos ya no trabaja en la empresa, yo no tome la decisión de que se fuera, sencillamente no dio los resultados que se esperaban de él.
“Hoy mantengo como regla que se respete a todo el personal, sin importar el nivel, desde intendentes a gerencia, todos debemos vernos con mucho respeto”, puntualizó.
Contralínea Tamaulipas 93 / Noviembre de 2012
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