En Tamaulipas no hay cultura de donación de órganos y existen pacientes que morirán. En el país hay miles de mexicanos que esperan un milagro de vida
Edgar Ramírez
Ciudad Victoria, Tamaulipas
A200 años de la Independencia y Centenario de la Revolución Mexicana, el país no sólo enfrenta al problema de inseguridad, a la falta de empleo y pobreza extrema.
México se enfrenta también a un problema grave de salud pública, a una serie de enfermedades silenciosas encadenadas que esclavizan a miles y miles de mexicanos en espera de un milagro divino: la insufiencia renal.
“La insuficiencia renal crónica es un problema que nos ha rebasado”, dice el secretario de Salud, José ángel Córdova Villalobos, quien asegura que de 205 mil mexicanos que viven con esta enfermedad, sólo el 30 por ciento tiene acceso a los tratamientos médicos en las instituciones de seguridad social y, para garantizar el mismo servicio al resto de los pacientes, alrededor de 140 mil, se requieren 30 mil millones de pesos al año.
El monto incluye los tratamientos médicos de diálisis peritoneal, hemodiálisis, trasplante de riñón y terapias de inmunosupresión para evitar el rechazo del órgano.
Ningún sistema de salud puede financiar esto. De hecho, aseguró el funcionario, en otros países han quebrado compañías aseguradoras por esta causa.
El problema es todavía mayor porque la Secretaría de Salud calcula que entre 8 y 10 por ciento de la población sufre algún grado de daño renal. De no atenderse, puede evolucionar a insuficiencia renal y perder la vida por esta causa, advirtió.
Además, el número de afectados aumenta en 11 por ciento al año y, de acuerdo con los datos oficiales, entre 12 y 15 mil enfermos están en espera de un órgano para trasplante.
El funcionario también reconoció que en este tema existe otro problema: la carencia de unidades de hemodiálisis y que por “rutina” se realizan más procedimientos de diálisis peritoneal.
Pero el sistema de salud tendría que transitar hacia las hemodiálisis, las cuales ofrecen a los afectados una mejor calidad de vida y expectativa en caso de acceder a la cirugía sustitutiva.
Como responsable de la política sanitaria nacional, Córdova consideró que los factores principales (que contribuyen al incremento de la insuficiencia renal crónica) son la alta prevalencia de sobrepeso y obesidad, diabetes e hipertensión arterial. Actualmente, el daño renal está entre las primeras 10 causas de mortalidad en el país.
Definió a la insuficiencia renal crónica como la pérdida progresiva e irreversible de las funciones de los riñones.
El organismo deja de filtrar las sustancias tóxicas de la sangre y la persona requiere tratamiento de sustitución de la actividad renal para continuar con vida.
“En Tamaulipas más de 50 pacientes requieren de un trasplante”, sostiene la Fundación Ale, presidida por Ivonne Salinas de Fatemi, quien asegura que a nivel Estado esta fundación en tan dos meses de haberse constituido, logró ocho intervenciones multiorgánicas de trasplantes, beneficiando a 32 personas.
Pero que aun cuando en Tamaulipas se requiere de donación de diversos órganos, la mayor demanda que se presenta es en trasplante de riñón y córneas.
“En Tamaulipas el 99 por ciento de las personas requiere un trasplante de riñón o córnea, por ello son los únicos órganos que se pueden trasplantar en nuestro Estado”, resaltó.
Por su parte el DIF Estatal revela que un total de 11 mil 917 personas en Tamaulipas están en espera de trasplantes.
Y que hasta el momento han sido ocho donaciones de multiórganos los realizados en la entidad, lo que ha beneficiado a 32 personas.
La especialista en Nefrología, Esmirna Chuy Díaz, ha revelado que debido a que Tamaulipas está catalogado como un Estado de nula productividad en trasplantes, la Fundación Humanitaria de Trasplantes de esta entidad fomenta la cultura de la donación y trasplantes de órganos, para que en el Estado se cree la infraestructura y se otorguen los recursos que se requieren, pues la incidencia de esta enfermedad crece año con año.
De acuerdo a su fundación asegura que hay en existencia más de 118 pacientes que se encuentran en lista de espera, pero esto no es de todas las instituciones.
En el grupo tienen ya 40 pacientes trasplantados. De los pacientes que están en espera, un 80 por ciento no tiene donador, de ahí la importancia de promover la donación de órganos después de morir.
Precisa que el principal objetivo es llegar a la conciencia de la gente, pero también del personal de salud, de los directivos de los hospitales, para que se tenga la cultura de la donación de órganos y del trasplante, porque hay que pensar siempre que una enfermedad del riñón, una enfermedad renal crónica, el tratamiento de elección es el trasplante y no precisamente la diálisis o la hemodiálisis”.
Concluye que no se podría decir que un trasplante sea costoso si se compara con otros tipos en los que el paciente se tiene que quedar toda su vida en diálisis o hemodiálisis.
“Un trasplante cuesta en el primer año alrededor de 250 mil pesos y 60 mil por año, pero una diálisis puede costar hasta 400 mil pesos por año y es una diferencia grande en relación a los costos”, agrega.
“Respirar es mi sentir de ilusión; vivir es creer que existe un más allá; amar es una forma de entrega incondicional; creer es construir e imaginar algo visible; mi existir es mi llegar y mi lucha es constante”.
Es así como Liliana Salazar Zúñiga se expresa mientras sostiene a cuestas una espera llena de esperanza que mitigue el sufrimiento de la insuficiencia renal crónica que padece desde hace 8 años.
De profesión enfermera. Tiene 25 años y es sometida a un tratamiento de hemodiálisis tres veces por semana en el Instituto Mexicano del Seguro Social.
“Doy gracias a Dios por la vida y la salud que me permite hasta el día de hoy, así como a la Fundación Ale Tamaulipas por el espacio que me brinda”, dice en una carta abierta que emite al público en el que agrega: “Quiero decirles a todos los ciudadanos que es la hora de apoyar a esta noble causa que es la donación de órganos, motivo por el cual yo hablo y pido una oportunidad de vida para mi, y todos los demás pacientes que están en la misma situación que yo, te necesitamos”.
Y continúa: “Sabes que mi deseo más grande es ejercer mi carrera de enfermera y para eso necesito que tú estés dispuesto a ser un donador de órganos; así darás una esperanza de vida y alegría a un nuevo ser, con tus donaciones seguiremos firmes y adelante”.
El caso urgente de Liliana coincide con el José Adelfo García Quiroz, de 32 años, ambos de esta misma ciudad capital. Tienen ya un año en espera de un transplante.
Su enfermedad es la denominada crónica degenerativa. Tiene 38 años de edad y se llama Marianela González Garza. Padece de insuficiencia renal que cada año le hace gastar más de 150 mil pesos en diálisis.
Derivado del rechazo que tiene de su familia la ha llevado a refugiarse en los clubes de autoayuda, clínicas, hospitales, centros de salud y demás donde existe la modalidad de hacer reuniones donde los enfermos cuenten las experiencias y la forma de salir adelante apoyados, ante el abandono que sufren en el hogar.
González Garza es originaria del municipio de Méndez, a tres horas y media de distancia de la capital del Estado, y debe acudir a Victoria cada semana para que le practiquen la diálisis en en el Hospital Norberto Treviño Zapata.
El problema es que en cada viaje debe traer consigo tres cajas para dializarse, con un costo de más de dos mil 500 pesos, sin sumar el costo de la consulta, cercano a los mil pesos.
Hace cuatro años le diagnosticaron insuficiencia renal, desde ese día su vida se transformó en un mar de carencias económicas, nervios y complicaciones en su salud.
Es madre soltera con dos hijas y de inmediato, al conocerse su malestar, le practicaron una cirugía para implantarle un cateter, el costo de la operación fue cercano a los cien mil pesos.
Enseguida el dispositivo que le incrustaron en su cuerpo sufrió fallas y hubo necesidad de una nueva intervención en el quirófano donde tuvo que desembolsar otros cien mil pesos.
Con la insuficiencia renal a cuestas desde el día que se la detectaron depende al cien por ciento de su familia, pero sólo uno de sus hermanos trabaja y la apoya económicamente.
“Desde que tengo la enfermedad se me quitaron las ganas de todo, ya ni puedo echar tortillas, no camino, todo lo deben hacer por mí, es muy feo estar así”.
Antes del diagnóstico hecho por el doctor se dedicaba a cuidar chivas en su comunidad, desde temprana hora arriaba los animales al monte donde pasteaban.
“Tengo como cuatro años que no puedo valerme por mi misma, no puedo comer nada, sólo pescado, pollo cocido, no puedo tomar agua, nomás frijoles y arroz, eso no me hace daño”, relata.
Pensar en un trasplante de riñón, ni en sueños, dice, por las condiciones económicas en que se encuentra, donde recibe la precaria ayuda de un hermano casado.
Silvia Margarita González Garza, hermana de Marianela, se encarga de cuidarla día y noche, una atención que requiere desde hacerle la comida hasta llevarla al baño y mantenerla limpia, a ratos se cansa y quisiera retirarle el apoyo.
“No es vida, pero como es de la familia uno tiene que entregarse a su cuidado, no puedo dejarla sola ni un segundo, porque me necesita, así son esta clase de enfermos, no es porque sea caprichosa ni latosa”, comenta.
El tratamiento por semana le cuesta alrededor de tres mil pesos, hasta ahora el alcalde en su municipio le presta un medio de transporte para acudir a las consultas en el Hospital Norberto Treviño Zapata, de esta ciudad.
“Ya no hayamos qué hacer en la casa, todo está bien caro, al año nos gastamos más de cien mil pesos en los tratamientos, eso sin contar las operaciones a las que se lleguen a recurrir.
María Fernanda es de Ciudad Madero. Y desde hace más de dos meses su vive un calvario, velando día y noche por la salud de ella, quien se encuentra sometida a estudios en el Hospital Infantil en Ciudad Victoria, víctima de una insuficiencia renal.
Fernando González Hernández y su esposa han tenido que pernoctar y prácticamente vivir en el albergue de ese nosocomio.
María Fernanda apenas tiene 6 años de edad y sufre una insuficiencia en el riñón izquierdo.
Destacó que la trataron en el Seguro Social pero no podían atenderla, “prácticamente la desahuciaron”, para posteriormente acudir al Hospital Civil de Madero.
“Después al empezar las campañas políticas nos ayudaron y así estuvimos, pero luego perdimos contacto y pensamos que ya no nos iban a ayudar”, dijo.
No obstante, a mediados del mes de julio les avisaron que podían?trasladar a Marifer al Hospital Infantil de Ciudad Victoria, a donde llegaron el pasado 17 de ese mes para su cita de las 12 mediodía.
Aquí le han hecho estudios para determinar si se realiza?algún?tratamiento de dos años y que es probable operarla “pero gracias a Dios hemos estado puestos y la gente de aquí nos ha respondido muy bien”.
Indicó que desde hace dos meses han vivido en la capital debido a que han estado muy próximas las fechas entre estudios y consultas.
Fernando González indicó que por personas de un grupo religioso pudo obtener un empleo en una tienda de autoservicio cercana al “Infantil”.
Sin embargo el empleo no es seguro totalmente, además de que tienen que estar comprando algunos medicamentos y artículos para dar atención a María Fernanda:
“Por cualquier medicamento que no pueda haber aquí necesitamos comprarlo y en ocasiones no podemos”, concluyó.
No hay plazo para un transplante
En México, por cada millón de habitantes se hacen 24 trasplantes; existen alrededor de 65 mil pacientes en diálisis y se prevé que dentro de diez años haya aproximadamente 180 mil pacientes en diálisis; además es un problemática que sólo un 30 por ciento de los enfermos con insuficiencia renal cuentan con terapia de reemplazo renal en el país.
En Estados Unidos, un paciente deberá esperar entre cinco y siete años para recibir un trasplante de órgano; en México no hay plazos.
Con buena suerte, un paciente podría recibir un trasplante de riñones o córneas en dos o cuatro años. Con mala suerte, podría morir sin recibir la llamada que le pidiera trasladarse al hospital para recibir la donación.
En México se tiene el conocimiento técnico y 47 años de experiencia en trasplantes, pero faltan más personas capacitadas en el manejo de órganos y más mexicanos que acepten donar sus tejidos en caso de muerte accidental.
Según datos del Centro Nacional de Trasplantes de la Secretaría de Salud, cada año se realizan en México entre 4 mil 700 y 5 mil trasplantes, pero el Registro de Pacientes Receptores para Trasplante tiene inscritos a un total
de 12 mil 200 hombres y mujeres.
Una saga de éxitos médicos
Primero fue un riñón, luego una córnea, un hígado, un páncreas, un corazón y un pulmón.
Desde 1963, cuando se realizó el primer trasplante de órganos humanos en México, se han realizado 58 mil cirugías de este tipo, que han permitido a pacientes desahuciados prolongar su vida durante más de 20 años.
Los médicos mexicanos pueden presumir que en el país se han realizado prácticamente todo tipo de trasplantes de órganos humanos, un procedimiento quirúrgico que en la mitad del Siglo XX sólo acumulaba cadenas de fracasos en Europa y Estados Unidos.
Aunque los mexicanos no fueron los primeros, la destreza de los cirujanos nacionales avanzó siempre al ritmo de los avances del mundo.
Los primeros trasplantes, realizados en los años sesenta, ocuparon las primeras planas de los periódicos nacionales.
En 1963, los doctores Federico Ortiz Quesada, Manuel Quijano Narezo y Manuel Flores Izquierdo efectuaron el primer trasplante renal en el entonces Centro Médico Nacional del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Cuatro años después se hicieron trasplantes en el Instituto Nacional de la Nutrición de la Secretaría de Salud, el Hospital Central Militar y el Instituto de Seguridad Social al Servicio de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
La década de los ochenta fue testigo de grandes pasos en esta materia.
En 1985, médicos mexicanos realizaron el primer trasplante de hígado, en tanto que en 1987 otro equipo de especialistas hizo lo propio en el caso del páncreas.
Pero quizá el verdadero auge de los trasplantes en México ocurrió a partir de 1988.
Un hecho muy simbólico de ese año fue que, en el Hospital de Especialidades del Centro Médico La Raza, del IMSS, Rubén Argüero realizó el primer trasplante de corazón y en 1989 sus colegas, Jaime Villalba Caloca y Patricio Santillán, realizaron en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias el primer trasplante de pulmón.
Las cifras dan una idea de la “explosión”: En 1988 se realizaba un trasplante de córnea al año, para 1994 el número creció a 915 trasplantes de córnea anuales.
Faltan riñones
Los mexicanos padecen mucho de los riñones, los descomponemos con mucha facilidad, principalmente como consecuencia de la diabetes, una de cuyas consecuencias es la insuficiencia renal.
No es raro, por ello encontrar en las cifras del Centro Nacional de Trasplantes que la operación número uno a nivel nacional en sustitución de órganos sea la incorporación de riñones.
De los 4 mil 736 trasplantes que se realizaron México en 2008, casi la mitad fueron de riñón: 2 mil 244.
El gran problema es que en todo el país hay entre 76 mil y 110 mil personas con al menos un riñón que no les funciona.
El número de pacientes en lista de espera para trasplante de riñón se incrementa, mas o menos en mil pacientes por año.
La cifra actual debe andar ahorita por los 6 mil 900 pacientes, de acuerdo a datos del CNT.
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