Aparatos electrónicos, relojes, joyas, motocicletas, lanchas, espadas, sombreros, dientes de oro y hasta mascotas, son las cosas que quienes están pasando apuros económicos intentan dejar en las casas de préstamos por un poco de “cash”, aunque, a decir verdad, no todos los objetos son bien recibidos
En enero, el mes de los empeños, los establecimientos que toman prendas de valor a cambio de dinero florecen por lo dilapidada que termina la población en las fiestas decembrinas.
Por sus vitrinas desfilan computadoras, televisores, reproductores de DVD, cámaras de video, teléfonos celulares, herramientas de todo tipo y hasta artículos de belleza.
Sin embargo, esa misma necesidad de no tener un ‘cinco’ de donde echar mano lleva a las personas a intentar dejar como prenda hasta los platos en donde comen.
En Reynosa son numerosas las historias y anécdotas que gravitan en torno a esta actividad, jugosa para los prestamistas y muchas veces poco redituable para quienes empeñan sus pertenencias, algo que bien podría compararse con el programa de televisión por cable “El Precio de la Historia”, de HistoryChannel.
Aunque, a diferencia de los prestamistas norteamericanos, los mexicanos no cuentan siempre con especialistas que puedan darle un valor acertado a las cosas, por lo que estos últimos podrían tener tesoros en sus manos sin imaginar que lo son.
El caso es que de este lado del río Bravo el negocio va más enfocado a los aparatos electrónicos, los metales preciosos y, muy de vez en cuando, por las puertas del establecimiento ingresan productos que la gente empeña con menor frecuencia, como una motocicleta o un carrito de hot-dogs.
El lema entre los empleados es: “Si es muy bueno, barato y cabe por la entrada el trato está hecho”.
NO TODO LO QUE BRILLA ES ORO
En la casa de empeño Presto Cash, situada sobre el bulevar Morelos y el canal Anzaldúas, se animaron a platicar algunas anécdotas de las personas que quieren dejar a prenda sus bienes.
Santos Alejandro Antonio, trabajador del establecimiento, mencionó que en tres años de experiencia le han llamado mucho la atención los prestatarios que quieren que les den dinero por su sombrero, por un cinturón tejido y hasta por sus chamarras de piel, aunque aclaró que tales productos no entran en los planes de la tienda y no pueden quedarse empeñados.
“Una vez vino un señor que de repente desenfundó su espada y nos sorprendió a todos, porque no imaginábamos que la quería para dejarla de prenda. Por un momento llegamos a pensar que nos quería asaltar, nos sacó de onda”, comentó entre risas.
Santos mencionó que las personas que están atravesando por precariedades pueden llegar al local muchas veces entusiasmadas o poco seguras después de haber acudido a otras casas de préstamos.
Lo inevitable es que a menudo salen desanimadas porque no pudieron recibir nada a cambio de algo que para estas tiene un valor, incluso, sentimental.
Los trabajadores lo entienden, pero “con todo el dolor” no pueden hacer nada al respecto si la prenda no cumple los requerimientos comerciales de su empresa.
En el caso de Presto Cash los artículos en exhibición son en su mayoría modernos y es raro que tengan antigüedades, pero también pueden observarse algunas máquinas de coser y de escribir.
“En el programa que pasan en la televisión agarran de todo, cañones de guerra, armas, cuchillos, pero aquí no.
Por el momento no tenemos nada raro, aunque algunas ocasiones han traído dientes de oro, quiero pensar que son de sus ancestros”, explicó.
Asimismo, Santos reveló que quienes más empeñan son las mujeres, principalmente sus teléfonos móviles, mientras que los caballeros presentan sus herramientas. Después de un mes, si no dan un pago pueden perder su pignoración, por lo cual hay que poner mucha atención.
SADDAM HUSSEIN EN REYNOSA
Por otro lado, en la casa de empeño Cash Capital, que se ubica sobre la calle Herón Ramírez, sí cuentan con objetos antiguos que están a la venta, artefactos que alguna vez llegaron al establecimiento empeñados y que tuvieron uno o muchos dueños.
Un ejemplo son unas cazuelas que cuelgan de la pared, varios carros de juguete de estilo clásico, cámaras fotográficas de tecnología obsoleta, teléfonos de los años 20 y espuelas de vaquero, por citar algunos.
También cuenta con una colección de billetes nacionales e internacionales, al igual que monedas.
Uno de los billetes más sorprendentes es de 250 Dinars, donde aparece la imagen de Saddam Hussein, el expresidente de Irak, quien durante 24 años se perpetuó en el poder.
No obstante, este colorido papel convertido a moneda nacional sólo vale dos pesos con 50 centavos.
El otro billete poco común en este negocio es un Rial Iraní, que equivale a una centésima de centavo, pero aún cuando financieramente tiene un costo casi nulo, su valor histórico puede hacer que sea elevado. Sólo un especialista podría despejar las dudas.
“De otros países por lo regular me llega dinero, principalmente, y algunas medallas”, explicó el entrevistado.
Otro empleado del lugar comentó que comúnmente empeñar es una oportunidad que permite salir delante de un problema, sea nueva o antigua la prenda, y que si no fuera por este tipo de oportunidades las finanzas de los hogares se inhibiría.
“Es más fácil dejar como empeño un aparato que ir al banco a pedir un préstamo con intereses a veces impagables.
“Aunque hay gente que por falta de solvencia pierde su prenda, todavía no conozco a alguien que se haya quedado en la ruina. Este trabajo es bueno porque permite salir de un bache económico sin empezar de cero”, consideró.
Y a pesar de que en Estados Unidos las casas de préstamos toman a cuenta objetos antiguos y hasta tráileres o yates –porque tienen bodegas con suficiente capacidad–, en México estos sitios no son menos importantes, según afirman quienes dependen de ellos.
Sostienen que aún es posible encontrar unos pocos negocios que quieran pagar por una rareza, dependiendo de qué se trate. Tal vez pueda darse un golpe de suerte para que cuando se termine enero y disminuya el flujo de efectivo y de desesperados haya un respaldo para la caja.
Lo indudable es que cada empeño es muy distinto, por muy similar que sea el producto. El ingenio para negociar debe estar en ambos lados, pero en la mayoría de los casos el prestatario es el menos beneficiado.
Y aunque dicen que los bienes son para remediar los males no se puede ocultar que todos los días pueden darse sorpresas, como ver llegar a alguien con sus zapatos al
mostrador, al fin al cabo como diría el dicho: “Por preguntar, nadie se hace más pobre”.
Lo que han llevado a empeñar
Dientes de oro
Cámaras fotográficas
Lanchas
Motocicletas
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