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Lunes 22 de noviembre de 2010

Publicado por
Nydia Egremy

En México la gestoría, el coyotaje, la intermediación o los brokers son un lucrativo negocio para empresarios y funcionarios corruptos, mientras que para productores, gobiernos, empresas y consumidores finales, esas prácticas viciosas sólo encarecen la producción y los bienes y servicios, traduciéndose en millonarias pérdidas. 
Un claro ejemplo es lo que ocurre cotidianamente en Petróleos Mexicanos (Pemex), la principal empresa del Estado que ha sido convertida en un verdadero botín por gobiernos priistas y ahora panistas, sobre todo a finales de sexenio. 
El caso que hoy comentamos ejemplifica la avaricia del coyotaje, el chantaje y la complicidad en que se mueven los funcionarios gubernamentales. Tan sólo hace dos o tres meses, fue declarada desierta la licitación pública internacional número ROLP906001, para la adquisición de cinco buquetanques de doble casco, que se tenía presupuestado adquirir por debajo de los 200 millones de dólares, pero que gracias a la intermediación de empresarios voraces y a la corrupción interna en Pemex-Refinación, el costo de los especializados buques se elevaría hasta los 250 millones de dólares, es decir 50 millones más, que seguramente serían las ganancias de esos brokers.
En esas negociaciones estaba la Dirección General de Pemex, a cargo del cuestionado Juan José  Suárez Coppel, cuando el secretario de la Función Pública, Salvador Vega Casillas, frenó de tajo la licitación y la declaró desierta para impedir el cuantioso desfalco de las arcas públicas a cargo de los brokers.
¿Por qué Pemex no compra los buquetanques a las armadoras y evita el intermediarismo que sólo sangra las finanzas públicas de la paraestatal? ¿Será que también representa un negocio de comisiones para funcionarios petroleros? Hay que revisar el pasado de las empresas privadas interesadas en dichos contratos de para entender su permanente intervención en negocios con la empresa petrolera mexicana y descubrir quiénes son sus cómplices al interior de la paraestatal.

Crónica de una licitación anunciada
El 13 de octubre pasado, la Dirección General de Pemex solicitó a su empresa comercializadora PMI Comercio Internacional, que procediera a través de sus brokers a la búsqueda y localización de buques que atendieran los requerimientos técnicos establecidos en la licitación, a efecto de proceder a la compra de los navíos correspondientes.
PMI proporcionó a la Subdirección de Distribución un listado de ocho buquetanques ofertados por su broker RS Platou, empresa que coincidentemente el 4 de octubre de 2010, presentó una carta a Pemex-Refinación, que dirige Miguel Tamé, en donde manifiesta su inconformidad respecto del proceso licitatorio para la compra de los cinco buquetanques.
Lo cierto es que la participación de brokers o empresas intermediarias sólo incrementa el precio de los buquetanques. En esta licitación, Pemex recibió ofertas con 33 por ciento por encima del precio del mercado internacional.
Extrañamente ha habido una reiterada insistencia de PMI y de la Gerencia de Operación Marítima y Portuaria (GOMP) de Pemex por invitar a brokers a participar en la compraventa de todo tipo de embarcaciones, plataformas y artefactos flotantes, lo cual no sólo evita obtener los mejores resultados y precios para la paraestatal, sino que adicionalmente distorsiona el mercado al generar artificialmente una demanda extraordinaria de buquetanques de porte mediano.
Además de mandar señales equivocadas y confundir a las empresas armadoras de buquetanques, se impulsa los precios de dichos navíos al alza, al ser solicitados por diferentes brokers para satisfacer una misma demanda. Es decir, los coyotes se pelean por la presa y sólo calientan la plaza, lo cual ya causó molestia a las armadoras extranjeras que ahora se quejan de esta practica viciosa del coyotaje mexicano.
Lo anterior está plenamente probado en la lista de buquetanques presentada por la GOMP, en donde un mismo buquetanque es ofrecido hasta por cuatro brokers, situación que genera incertidumbre jurídica a Pemex-Refinación, toda vez que ninguno de ellos tiene la propiedad del bien y el precio de venta siempre será mayor al que pueda obtenerse al comprarse en forma directa.
Por ejemplo, el precio de venta formulado por un broker financiero ascendió a 44 millones de dólares por cada buquetanque. Si bien es cierto que este precio se encuentra por debajo del precio recibido en la licitación pública de referencia, también es cierto que este hecho refuerza el procedimiento de establecer una negociación directa con el armador, en virtud de que Pemex-Refinación puede obtener un precio menor si compra en forma directa al propietario, en el caso por 40 millones de dólares para cada buquetanque, lo que significaría un ahorro global por las cinco naves por 20 millones de dólares, pero que podría ser un ahorro mayor si se aplica una economía de escala y los cinco barcos se compran a la misma armadora.
De acuerdo con expertos en este negocio de los barcos petroleros, Pemex-Refinación podría alcanzar ahorros hasta de 11 millones por cada buquetanque si negociara directamente con las empresas armadoras, y representaría para la paraestatal una economía de 55 millones de dólares.
Entonces Pemex-Refinación por conducto de la Subdirección de Distribución (área responsable del proyecto) debe proceder a invitar de forma directa a los armadores (dueños-propietarios). Y si por alguna razón el director general Juan José Suárez Coppel desconoce quienes son esos dueños-propietarios de los buquetanque, aquí le va una lista y si necesita podría incluir sus teléfonos: Eletzon Corporation, Daelim Corporation, Interorient Navigation, OSG, Dunya Denizcilik, Yasa Holding, entre otras muchas más.
Pero el tiempo consume a Pemex y sus necesidades crecen, pues la Subdirección de Distribución de Pemex-Refinación tiene que enviar las invitaciones a los armadores a la brevedad a efecto de que las negociaciones se inicien antes de concluir el año, con objeto de que se puedan obtener los precios más competitivos del mercado y se ejerza el presupuesto autorizado para ese rubro en las mejores condiciones de tiempo, precio, calidad, oportunidad y transparencia para la empresa más importante propiedad de todos los mexicanos.
Si en Pemex Refinación se sigue negociando con brokers, coyotes, gestores e intermediarios sus adquisiciones, habrá que dudar de la capacidad de su director general Miguel Tamé (quien por cierto se jubilará en los próximos días y con ello espera quedar a salvo de cualquier investigación de la Función Pública) para cuidar el patrimonio público que significa el petróleo mexicano.
Los funcionarios responsables directos de este proceso de adquisición son el subdirector de Distribución de Pemex, Francisco Fernández Lagos; el gerente de Marina y Operación Portuaria, Arturo Cors, y el subdirector de Administración y Finanzas de Pemex, José Antonio Gómez Urquiza de la Macorra, quienes han recibido asesoría y apoyo de PMI Comercio Internacional y de Carlos Ayón, nombrado por el director general Suárez Coppel para supervisar el proceso. Otro funcionario petrolero que ha entorpecido las negociaciones directas con las armadoras es el director de Fletamentos de PMI, el capitán Hernández Abdala. 

Flota petrolera obsoleta y riesgosa
En los últimos 25 años, Pemex dejó de invertir en la adquisición de buquetanques, lo que ocasionó  mayor daño a su flota petrolera vieja, obsoleta y riesgosa, por lo que ahora la empresa se ve obligada a modernizar y adquirir cinco buques que les permita transportar los hidrocarburos.
La falta de mantenimiento oportuno, lo obsoleto de su maquinaria y equipos y los excesivos gastos de operación de la flota petrolera, ponen en riesgo las instalaciones portuarias petroleras y en peligro la vida de los trabajadores a bordo como en tierra.
El primer intento por modernizar su flota lo hizo Pemex en abril de 2007, mediante una licitación internacional, pero lo más que logró fue contratar cinco buquetanques bajo un esquema híbrido de casco desnudo y póliza de mantenimiento, por un periodo de cinco años. Esta modalidad que no es práctica común en el mercado marítimo internacional, provocó la intermediación de empresas que no eran armadoras y que Pemex pague tarifas muy altas, por encima del nivel promedio de mercado, en perjuicio de su patrimonio.
En enero de 2008, la paraestatal petrolera mexicana publicó una nueva licitación internacional para el arrendamiento financiero con opción a compra de otros cinco buquetanques. Pero en razón de que las bases de concurso no reflejaron la práctica internacional del negocio marítimo y los servidores públicos de Pemex se mostraron incapaces de resolver todas las preguntas formuladas por los participantes, el concurso tuvo que ser declarado desierto.
Para el 23 de junio de 2010, Pemex-Refinación anunció su estrategia para adquirir cinco buquetanques de 40 mil TPM mínimo, mediante la compra directa de contado o arrendamiento financiero con opción a compra, a los armadores, astilleros y/o instituciones financieras internacionales, a efecto de evitar el intermediarismo que sólo incrementa el precio de los buques en perjuicio de la paraestatal
Dicha estrategia fue el resultado de los estudios que Pemex contrató con el broker McQuilling Services LLC y la Universidad Nacional Autónoma de México. El resultado fue la disponibilidad de buquetanques con las características técnicas requeridas por la empresa y el nivel de precios se ubicaba entre los 28 millones y 35 millones de dólares, pero para alcanzar estos costos debería realizarse la compra de manera directa con las armadoras de buques.
El 29 de julio pasado se publicaron las bases de la licitación, pero éstas no contemplan las recomendaciones de los estudios de McQilling y la UNAM, por lo que sólo compraron las bases del concurso 19 empresas, 18 de ellas mexicanas. Lo grave de esta forma de hacer negocios de Pemex, es que ninguno de los licitantes era alguna empresa armadora o astillero con buquetanques disponibles y sólo hubo una institución financiera interesada.
De las 19 empresas interesadas, sólo dos ofertaron cuatro y dos buquetantes, debido a que la licitación estuvo plagas de irregularidades, vicios, deficiencias e inconsistencias, y las empresas que presentaron ofertas tenían precios 33 por ciento por arriba de las cotizaciones en el mercado internacional, lo que motivó a Pemex a declarar desierta la licitación internacional.

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