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“Washington manipuló la verdad sobre el 11 de septiembre”

“Washington manipuló la verdad sobre el 11 de septiembre”

Hay una gran cantidad de evidencias que sugieren que a los estadunidenses se les dijo sólo una pequeña parte de la verdad sobre el ataque más grande en su historia, ocurrido el 11 de septiembre de 2001. Entre las pruebas que se han ocultado en los informes oficiales, restos de explosivos que se utilizan para demoliciones controladas localizados en la Zona Cero. Ante estos datos, más de 1 mil arquitectos e ingenieros han firmado una petición para reabrir las investigaciones sobre los atentados a las Torres Gemelas

 
Mike Smith/Nolan Higdon/Sy Cowie/Red Voltaire
 
A casi 11 años de los ataques a las Torres Gemelas y a las instalaciones del Pentágono, todavía existen muchas preguntas sin contestar: ¿cómo cayó el edificio número siete? ¿Qué causó la destrucción de las Torres Gemelas? ¿Fue realmente Osama Bin Laden el autor o más bien el pretexto para una nueva geopolítica de dominación mundial? ¿Dónde estaba realmente escondido Osama Bin Laden durante todo este tiempo? ¿Por qué tardó tanto en ubicarlo el espionaje estadunidense? ¿Fue Osama Bin Laden verdaderamente la persona capturada y eliminada en gran secreto en Paquistán o fue un show para engañar a la opinión pública mundial y justificar la falta de respuestas? ¿Por qué no se le capturó y juzgó entonces? ¿Son aquellos que cuestionan la historia oficial del 11 de septiembre de 2001 “peligrosos teóricos” de la conspiración?
 
Los académicos e intelectuales que han intentado responder estas interrogantes han sido ignorados o ridiculizados por los grandes medios corporativos (e incluso por progresistas de izquierda), expertos, políticos y funcionarios del gobierno, que claramente se proponen silenciar el llamado Movimiento por la Verdad sobre el 11 de Septiembre o a cualquier persona que dude de la cuestionada postura oficial sobre este asunto. Sin embargo, las preguntas no dejarán de aparecer y cada vez se pedirán más respuestas.
 
Hasta la primavera de 2010, más de 1 mil 200 arquitectos e ingenieros habían pedido una nueva investigación sobre lo ocurrido aquel día. Estos académicos y profesionales de la construcción están motivados por varios elementos: las múltiples explicaciones del Informe de la Comisión 11/9 han resultado probadamente erróneas, las aclaraciones científicas son imperfectas y contradictorias, y los estadunidenses merecen una explicación basada en los hechos.
 
Al mismo tiempo, en las trazas de polvo de las torres del World Trade Center (WTC) y del edificio siete ubicado en el mismo complejo se han encontrado nuevas evidencias de explosivos que se utilizan para demoliciones controladas. Después de un cuidadoso examen de la versión oficial sobre el 11 de septiembre (donde la Comisión incluso nunca menciona el edificio siete) y de datos forenses omitidos en los informes, estos profesionales concluyeron que se requiere una investigación independiente y transparente sobre estos enormes y misteriosos defectos estructurales.
 
Richard Gage, un arquitecto de San Francisco y fundador de Arquitectos e Ingenieros por la Verdad sobre el 11 de Septiembre, dijo: “los informes oficiales de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias y del Instituto Nacional de Estándares y Tecnologías (NIST, por su sigla en inglés) proporcionan explicaciones insuficientes y fraudulentas sobre las circunstancias de la destrucción de las torres”.
 
Gage y otros arquitectos e ingenieros atacaron el primer informe del NIST hasta el punto de que ese organismo cambió finalmente sus conclusiones, presentó nuevas evidencias y en 2008 emitió una primera versión del reporte.
En los 30 días posteriores a su presentación, el NIST recopiló las dudas sobre dicho informe. El grupo encabezado por Gage envió una carta que cubría las muchas inconsistencias y omisiones del documento; sin embargo, el reporte final de 2008 no se refirió a casi ninguna de las inquietudes planteadas. El método científico no estuvo presente en ese estudio.
 
Las acciones de Gage y Arquitectos e Ingenieros por la Verdad sobre el 11 de Septiembre obligaron al NIST a reconocer que el rascacielos metálico de 47 pisos llamado edificio siete del WTC no había sido impactado por un avión y se desmoronó con una aceleración de caída libre superior a 30 metros por segundo. El NIST no proporcionó explicación de cómo o por qué se había desplomado de esa manera: continúa planteando que la observación de los materiales que contenían termita hallados en la Zona Cero, incluidos en la teoría de la demolición, “no tenía que ser necesariamente concluyente”. A pesar de su propia afirmación de que las pruebas de la demolición son poco concluyentes, decidieron no comprobarlas ni tenerlas en cuenta en absoluto, como si esto no pudiera y no hubiera sucedido. Una vez más, las agencias gubernamentales eludieron completamente el método científico.
 

El misterio de Bin Laden

 
En otros temas relacionados con el 11 de septiembre de 2001 sigue en pie el misterio respecto del paradero del supuesto perpetrador, Osama Bin Laden. A pesar de que Bin Laden no se adjudicó el atentado (de hecho alegó lo contrario; tampoco la Oficina Federal de Investigación estadunidense, FBI, lo tiene como sospechoso de esos crímenes por falta de pruebas), funcionarios gubernamentales de ambos partidos (republicanos y demócratas) regularmente se refieren a él como el responsable de los ataques.
 
Además, el doctor David Ray Griffin, exprofesor de la Escuela de Teología de Claremont, California, y autor de numerosos libros sobre las incógnitas del 11 de septiembre de 2001, sugiere que Osama Bin Laden pudo haber muerto hace casi nueve años, exactamente el 13 de diciembre de 2001, a causa de insuficiencia renal o alguna enfermedad relacionada con el riñón. Existen registros de tratamientos médicos proporcionados a Bin Laden en un hospital militar estadunidense de Dubai por una infección urinaria, ligada a menudo a enfermedades del riñón, y también documentación sobre un pedido de una máquina portátil de diálisis, esencial para su supervivencia, que fue enviada a Afganistán. Griffin cita a un grupo de médicos y plantea que sería imposible que Bin Laden sobreviviera en una cueva con esa máquina durante cualquier periodo sustancial de tiempo. Observó que Estados Unidos y el gobierno británico están conscientes de la muerte de Bin Laden, pero la han ocultado para continuar la guerra antiterrorista (véase el libro de Griffin, Osama Bin Laden, ¿muerto o vivo?)
 

Desprestigiar a los activistas

 
Otro conflicto referido al 11 de septiembre, y en pleno desarrollo en el frente interno, se refiere a que el profesor de derecho en Harvard, Cass Sunstein, nombrado por el presidente Barack Obama para dirigir la Oficina de Información y Asuntos Regulatorios, propuso que el gobierno estadunidense debe infiltrar agentes y desacreditar a los grupos de activistas.
 
En relación con esto último, el llamado de Sunstein incluye a los Activistas de la Verdad 11/9 (llamados en inglés Truthers 11/9), quienes desafían la visión oficial de los hechos, y aunque reconoce que en el pasado el gobierno de Estados Unidos ha estado implicado en conspiraciones, cree confiadamente que eso ya no es un problema (para abundar sobre el tema, véase la sección “Emergencia por la verdad” y el capítulo seis de Censored 2011).
 
Sunstein asegura que los grupos que cuestionan la versión oficial sobre los acontecimientos del 11 de septiembre son peligrosos y podrían conducir a algunas personas a la violencia, pero no presenta ninguna prueba concreta para corroborar su afirmación.
 
El profesor de derecho en la Universidad de Harvard asevera que no resulta productivo refutar a estos grupos en público y, en cambio, sugiere que es más eficaz infiltrar agentes y desacreditar premeditadamente sus fuentes internas. En esencia, Sunstein está pidiendo un regreso del Cointelpro (Counter Intelligence Program o Programa de Contrainteligencia del FBI), de los días de la Guerra Fría (cuando agentes encubiertos del gobierno estadunidense eran infiltrados secretamente entre los grupos antibelicistas, ecologistas y de derechos civiles para intentar destruirlos desde adentro y desacreditar sus actividades).
 
El Cointelpro provocaba violencia o los agentes infiltrados planificaban actos ilegales que llevaran a los grupos a ser juzgados por cargos criminales. El llamado de Sunstein concierne fundamentalmente a determinados grupos de activistas que buscan encontrar la verdad sobre el 11 de septiembre, y lo más preocupante es que puedan ser objeto de infiltración y más tarde juzgados por cargos fabricados de terroristas o criminales (véanse los temas seis y 20 de Censored 2009 y 2008, respectivamente).
 
Tal clima de miedo e intimidación no es un buen presagio para los derechos de la Primera Enmienda ni para la libertad de cátedra en Estados Unidos, y menos aún para descubrir la verdad sobre el 11 de septiembre de 2001.
 

Actualización de Shawn Hamilton (www.examiner.com)

 
Más de 1 mil arquitectos e ingenieros han firmado la petición para reabrir las investigaciones sobre los sucesos del 11 de septiembre. Cuando fui a San Francisco a cubrir la rueda de prensa de Architects & Engineers 9/11Truth (Arquitectos e Ingenieros por la Verdad sobre el 11 de Septiembre, AE911Truth) no se lo informé a los medios de noticias con los que más frecuentemente colaboro: temí que me dijeran que no me metiera en ese tema. Puede que esto no sorprenda a quienes están conscientes del silencio ensordecedor de los principales medios de comunicación ante los sucesos del 11 de septiembre, pero éste no era un órgano de los grandes medios, se trata de una estación de radio alternativa fundada en los principios que fomentan la cobertura de aquellos temas e historias no reportados. Para ser justo, ningún director de información me dijo que “no podría” cubrir la noticia, y ésta salió ese mismo fin de semana. El asunto es que me sentí limitado debido a la atmósfera de sospecha y miedo que generalmente subyace ante la recepción por los medios de los trabajos relacionados con el 11 de septiembre, incluyendo a esta estación progresista, donde la gente tiene opiniones divididas sobre el asunto.
 
Con excepción del asesinato de J F Kennedy, nunca he visto tanto misterio en los medios ante la cobertura de un tema. Las generaciones de la década de 1970 se burlaban de los pocos que sugerían que Lee Harvey Oswald no había actuado solo, y los calificaban de “chiflados conspiradores” (conspiracy nuts), tal como ahora catalogan a los que trabajan porque se esclarezcan los sucesos del 11 de septiembre, como Activistas de la Verdad, que suena como flat earthers (los anticuados o los “fuera de moda”). Algunos de estos activistas han acogido el término truther, pero les sugiero que se abstengan de usarlo, pues no es un cumplido.
 
Le pregunté al teólogo David Ray Griffin –quien habló en la conferencia– cuál consideraba él que era la razón por la que los medios han actuado de una forma tan extraña frente a los temas relacionados con el 11 de septiembre de 2001. Éste precisó cómo las expresiones “teoría de la conspiración” y “teórico de la conspiración” se manipulan para hacer que los reporteros teman perder su reputación y su trabajo.
 
“Usted sabe cómo funciona eso, todos en los medios saben cómo funciona eso. Nadie tiene que ser amenazado explícitamente; ellos, simplemente, conocen las reglas”, me dijo. Sea verdad o no lo que alega el grupo, la conferencia de prensa de AE911Truth fue un acontecimiento de interés periodístico. Es una historia válida porque muchos ciudadanos se están cuestionando las explicaciones oficiales de la tragedia del 11 de septiembre de 2001. La importancia del tema aumenta por el hecho de que más de 1 mil arquitectos e ingenieros con licencia están exigiendo una nueva investigación. Incluso, si lo que dicen fuera sólo en parte verdad, las implicaciones son profundas, pero de cualquier manera hay un trabajo periodístico legítimo.
 
No creo que las agencias de noticias aprueben las ideas y puntos de vista de grupos como AE911Truth, pues ése no es su papel; sin embargo, espero que no corran cuando oigan las inquietantes palabras once-nueve (nine-eleven). Los reporteros que temen cubrir temas sensibles no sirven para nada a la democracia.
 
Hasta el verano de 2010 (del hemisferio Norte), AE911Truth (ae911Truth.org) había conseguido que más de 1 mil 200 profesionales de la construcción firmaran la petición al Congreso demandando una investigación verdaderamente independiente, en tanto un grupo de reciente formación, denominado Bomberos por la Verdad 11/9 (firefightersfor911truth.org), desafía los informes oficiales y errores generalizados sobre lo que ocurrió aquel martes de 2001.
 
Otro, llamado Coalición de la Ciudad de Nueva York para la Responsabilidad Ahora (New York City Coalition for Accountability Now, NYC CAN, www.ny-ccan.org/), intenta convencer al consejo de esa ciudad para que se investiguen las extrañas circunstancias que rodean el derrumbe del edificio siete del World Trade Center (http://cms.ae-911truth.org/index.ph). Todos los vínculos que he mencionado conducen a algunos de los portales de internet más creíbles sobre los hechos del 11 de septiembre de 2001.
 
La página de AE911Truth es un buen lugar para comenzar, www.ae911truth.org/links.php. Para seguir temas relacionados, www.examiner.com/x-36199-Con. Mi dirección electrónica es [email protected]
 

Actualización de Daniel Tencer (Raw Story)

 
En mayo de 2010, la revista New York Times publicó un perfil completo de Cass Sunstein, el primero que se realiza en los principales grandes medios desde que el profesor de derecho asumió el cargo de jefe de la Oficina de Información y Asuntos Regulatorios de la Casa Blanca. El título del artículo “Cass Sunstein quiere darnos un pequeño empujón” es un eufemismo, si se tienen en cuenta las opiniones que éste ha expresado a través de años, pero por lo menos dirige la atención en la dirección correcta, y es que mucha escritura académica de Sunstein se ha centrado en el control social y el control gubernamental sobre la información.
 
Como era de esperar, el artículo trató a Sunstein con guantes de seda y disimuló extensamente los elementos más polémicos de sus ideas. Se refirió a él como uno de los principales defensores del concepto “paternalismo libertario”, un floreciente nuevo campo de estudio que mezcla sicología del comportamiento con economía de libre mercado y postula que a la gente se le puede “dar un pequeño empujón” para que tome las decisiones “correctas”, es decir, aquellas opciones deseadas por el gobierno, no por leyes ni regulaciones, sino tomando por “la decisión correcta” lo que parece sicológicamente más atractivo.
 
En el diario en línea Huffington Post, Russ Baker criticó a New York Times por “enterrar” las aserciones más polémicas de Sunstein en 35 párrafos de la historia, donde finalmente nos dicen que el profesor de derecho abogó por la “infiltración cognoscitiva” de los grupos de la teoría de la conspiración. Entonces el Times cita a Sunstein, y sugiere que como funcionario del gobierno, él no ejecutaría los aspectos más radicales o más experimentales de sus ideas académicas. Pero, como señala Baker, ese comentario fue hecho a finales de 2009, antes que saliera en los medios el trabajo de Sunstein sobre las teorías de la conspiración.
 
Aunque el artículo del Times aparenta ser una retractación de las ideas más polémicas de Sunstein, en realidad no es así. Comprender a Cass Sunstein y su efecto sobre el gobierno y la sociedad es un hecho difícil por dos razones: la primera es que él es una quimera política que tiene partidarios y detractores en ambos lados del espectro político. Entre críticos conservadores, los populistas se han declarado contra él, mientras los intelectuales parecen haberlo apoyado abiertamente. Incluso Glenn Beck declaró que Sunstein es “más poderoso que la Fed” (Consejo Directivo de la Reserva Federal) y se muestra deseoso de “controlar cada uno de tus movimientos”; en tanto, el columnista George F Hill dijo que sus ideas conllevarían a un mejor gobierno, más pequeño, y que “tendrían la virtud adicional de fastidiar a esos molestos entrometidos, niñeras liberales de Estado”.
 
En el Reino Unido, los trabajos de Sunstein son “lectura obligatoria para las aspiraciones de miembros del parlamento conservadores”, reportó el Daily Telegraph.
 
El segundo elemento que dificulta entender a Sunstein es que su posición dentro del gobierno se ocupa sobre todo de negociar primariamente problemas ásperos, burocráticos, que no despiertan el interés ni de los principales medios de prensa ni de los medios alternativos.
 
Como jefe de la Oficina de Información y Asuntos Regulatorios de la Casa Blanca, Sunstein es responsable de revisar las nuevas disposiciones gubernamentales. Con todo, hasta el momento sus decisiones –aquellas que conocemos– se han quedado en una escala pequeña y en gran parte técnica. Por ejemplo, su convocatoria a organizar los procesos de nombramientos y de redacción de las regulaciones, de manera que los ciudadanos tengan mejor acceso a ellas.
 
Sunstein, sin embargo, recientemente logró enojar a los ecologistas cuando bloqueó una nueva regulación de la Agencia de Protección del Ambiente, que asegura que la ceniza de carbón es un peligroso agente cancerígeno. Los ecologistas lo acusaron de ceder ante la industria del carbón, la cual se opone a que se aumente el costo de los residuos de ceniza bajo la nueva regulación.
¿Hacia dónde se dirige Sunstein? ¿Es probable que intente el tipo de programas de control de la información por los que abogó en el pasado? Incluso si lo hace, es probable que los grandes medios de prensa apoyen por lo menos algunos de sus esfuerzos para empujar el debate político hacia un centro “aceptable”.
 
La revista New Yorker, al hacer la reseña de su libro Sobre rumores (On rumors) de 2009, dijo que Sunstein merece crédito por predecir las circunstancias que llevarían al aumento de rumores en internet, tales como la afirmación birther (orientación racista) de que el presidente Barack Obama no nació en Estados Unidos o el alegato del “panel de la muerte” contra la reforma de la atención de salud. Entonces le dan el papel del “héroe” que lucha contra estas tendencias. Si se tiene en cuenta el precedente existente es factible que cualquier tentativa de Sunstein por moldear el contenido de la información pública encuentre una respuesta positiva en los grandes medios de la vieja guardia.
 
 
 
Fuente: Contralínea 299 / Agosto de 2012