Siete lenguas maternas –Cakchiquel, Paipai, Kumiai, Cochimí, Cucapá, Pima y Seri– están a punto de extinguirse en México. Educación colonialista, turismo, comercio injusto, fuerzas de seguridad y el narcotráfico son los principales agentes depredadores. Hay programas de salvamento de lenguas y culturas originarias, pero insuficientes e ineficaces, advierten expertas
México está a punto de perder siete lenguas indígenas, de un total de 68 –con 250 variantes dialectales–, que se hablan en el país. Los idiomas que ya no superarían la presente generación son el Cakchiquel, que se habla en Campeche y Quintana Roo; el Paipai, el Kumiai, y el Cochimí, vivos en Baja California; el Cucapá, en este mismo estado y en Sonora; el Pima, en Sonora y Chihiuahua, y el Seri, también en Sonora.
De acuerdo con el Sistema de Información Cultural de México, de la Secretaría de Cultura del gobierno federal, el Cakchiquel, cuenta 150 hablantes; el Paipai, menos de 200; el Kumiai, 387; el Cochimí, 116; el Cucapá, 187; el Pima, 495, y el Seri, 795.
La doctora en Antropología Social, Claudia Morales Ramírez, asegura que la invasión y conquista del espacio territorial provoca la pulverización de las lenguas, al tiempo que arrasa la cosmovisión y cultura de los pueblos, al grado de que un saludo Tzotzil, chiapaneco que poéticamente se expresa: Sak osil (“Cómo está tu corazón hoy”) es reducido a un simple “buenos días”, por la imposible y descontextualizada traducción castellana.
La maestra Yolanda Inés Sánchez Ramos, del área de Apoyo Académico y Técnico Pedagógico en la Dirección General de Educación Indígena, Intercultural y Bilingüe (DGEIIB) del gobierno federal, alerta sobre el peligro de extinción de lenguas como la Paipai y Kumiai, que aún se hablan en Baja California.
Su erosión se debe a que, ésta comunidad –no mayor a 200 habitantes– entre ellos adultos de muy avanzada edad cuyos familiares o conocidos no aprendieron a hablarla o ya no la enseñaron a las generaciones jóvenes por diversos motivos, fue presa de la discriminación sufrida al ser hablante de lengua materna o indígena”, asegura.
Al respecto, la también experta en Lengua y Literatura Hispánica por la Universidad Autónoma de México (UNAM) Claudia Morales añade: “En México hay 68 lenguas, diez familias lingüísticas y más de 250 variantes dialectales, pero es muy lamentable que no se ha reconocido la riqueza de lenguas que hay en el país”.
Lo más grave, indica: “hemos negado la importancia de las lenguas maternas, indígenas y de las lenguas originarias”.
Explica que históricamente las políticas educativas han tendido mucho a la castellanización. De hecho, desde el surgimiento de la educación pública en México, con la Secretaría de Educación Pública (SEP), José Vasconcelos trataba de borrar las diferencias lingüísticas y culturales, para transitar a lo que llamaban la “Raza de Bronce” o “Raza Cósmica”.
Deplora que el pensamiento de José Vasconcelos no haya sido un hecho aislado, sino el sentir de muchas personas que ven en los pueblos originarios el retraso, la pobreza y la marginación. “Esto es muy, muy, lamentable”.
Propone, para evitar la desaparición de lenguas madre, “el reconocimiento y valoración de ellas”. Además, que sean motivo de orgullo y no de marginación, discriminación y racismo.
La especialista sostiene que algunas políticas, incluso la escuela ha servido para castellanizar. Es mentira que en la escuela se hablen las lenguas indígenas o se sigan enseñando cuando se trata de regiones, áreas o comunidades indígenas, pues en todas ellas predomina el castellano. “Hasta se obliga a los niños y niñas a no hablar otras lenguas”.
De igual forma, asegura: “Muy poco se utiliza la lengua indígena como medio de comunicación y, mucho menos, como objeto de enseñanza. Entonces creo que es importante darle su lugar a las lenguas indígenas ese carácter que tienen en México como lenguas oficiales y se tenga al español como lengua franca”, expone.
En este contexto, la maestra Yolanda Inés Sánchez Ramos, asegura que los esfuerzos son importantes, pero se requieren de muchos más, desde distintos escenarios, con más personas que actúen.
Explica que a México, desde la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo 2 se le distingue como una nación con una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas. Así, la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas, reconoce y protege los derechos lingüísticos, individuales y colectivos de los pueblos y comunidades indígenas.
Desde su posición, comenta que la Ley General de Educación en su última modificación del 30 de septiembre de 2019 señala en su artículo 15, inciso VII que se deberá: Promover la comprensión, el aprecio, el conocimiento y la enseñanza de la pluralidad étnica, cultural y lingüística de la nación, el diálogo e intercambio intercultural sobre la base de equidad y respeto mutuo; además de la valoración de las tradiciones y particularidades culturales de las diversas regiones del país; normado el uso y promoción de las lenguas indígenas en las Leyes.
Además, señala que instituciones como la Dirección General de Educación Indígena Intercultural y Bilingüe como parte de la Secretaría de Educación Pública, el Instituto Nacional de las Lenguas Indígenas (Inali) y el Instituto de los Pueblos Indígenas (INPI) realizan varias acciones, pero falta implementar muchas más que realmente lleven a cumplir a cabalidad los preceptos mencionados.
A su vez, la doctora Claudia Morales Ramírez, asegura que en las últimas décadas se implementaron políticas tendientes a la desaparición de las lenguas. A la vez, muchas leyes están en el papel y, aunque son lenguas oficiales, existe dominio del castellano sobre los 68 idiomas indígenas.
“Si un indígena llega a cualquiera de las dependencias y pide un traductor es casi imposible que se le proporcione. Sólo hay alternativas en el ámbito Ministerial, de seguridad y, tal vez, en el medio de la salud. No es un derecho que se ejerza. Muchas personas están en la cárcel por que no pudieron comunicarse, no hubo un traductor y están ahí por hablar una lengua materna”, indica.
Señala que existe una ruptura administrativa, pues en las escuelas indígenas la lengua materna no se utiliza como medio de comunicación u objeto de enseñanza. En las escuelas generales, mucho menos. Pero otro elemento desalentador radica en que en los estados fronterizos los profesores contratados en el estrato indígena ninguno habla lengua materna o indígena”.
Ello, a diferencia de la zona centro del país, donde sí hay muchos profesores que manejan la lengua indígena, pero los esfuerzos son suficientes, pues mientras existe la educación básica indígena se carece de secundarias y bachilleratos indígenas, aunque sí hay universidades interculturales.
Impacto cultural
La doctora Claudia Morales resalta que en la actualidad se trabaja en 55 variantes dialectales, pero hay más de 250, por lo que están en riesgo lenguas originarias en todo el país.
“Se trabaja más por la interculturalidad que sobre el bilingüismo y, lo que dice la ley es, la educación debe ser integral y bilingüe”, cuestiona.
La maestra Sánchez Ramos indica que las lenguas maternas que peligran son el Cakchiquel de Chiapas, el Paipai, el Kumiai, el Cochimí, el Cucapá de Baja California, el Pima y el Seri de Sonora y Chihuahua.
Al ampliar comentarios la doctora Morales Ramírez añade que “el lenguaje es cultura y que la cultura es lenguaje, es decir, no se puede entender un aspecto sin el otro. El lenguaje y la cultura se desarrollan juntos y por eso se influyen mutuamente”.
Expresa que al extinguirse una lengua materna, no se trasmite la cosmovisión y cosmogonía de los pueblos. Como ejemplo cita a los mayas y a los tzotziles de Chipas, con una visión del universo diferente a la española.
Mientras el saludo de “buenos días” se expresa con un: “cómo está tu corazón hoy”, el castellano reduce la frase a “buenos días”. No está mal, pero se dejan de expresar muchos contenidos culturales, explica.
Aunado a ello, resalta que “la invasión territorial de agentes externos como turistas, comerciantes, cuerpos de seguridad, lamentablemente, el narcotráfico han perpetrado todos estos grupos y pues la lengua franca es el español y ha propiciado que muchas pueblos y culturas abandonen sus lenguas y utilicen el castellano”.
Además, hay mucha incompatibilidad lingüística: profesores que no saben ninguna lengua indígena dan clases en zonas indígenas, en estrato indígena y que se supone es obligatorio que supieran una lengua madre.
“Entonces los propios profesores son agentes externos que llegan a terminar con la lengua indígena. Los profesores no aprenden las lenguas a donde llegan a trabajar y obligan a los niños al castellano; es muy lamentable lo que sucede y tal vez irreversible”, reflexiona la doctora Claudia Morales.
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